El otro amor
Sinopsis de la película
Gravemente enferma, la concertista de piano Karen Duncan (Barbara Stanwyck) ingresa en un sanatorio suizo. A pesar de sentirse atraída por el doctor Tony Stanton, Karen hace caso omiso de sus recomendaciones sobre guardar reposo total, es más, decide irse a Montecarlo a vivir intensamente su romance con el apuesto Paul Clermont.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Other Love
- Año: 1947
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
6.1
91 valoraciones en total
No es la primera vez que confieso mi enamoramiento por esa gran señora de la pantalla que fue Bárbara Stanwyck. Bien cierto es que hay películas como Perdición que te impactan más pero, en cualquier caso, allá donde ella actúa deja su impronta. Y este es el caso de El otro amor, melodrama basado en una obra de Erich Marie Remarqué, con dirección de André de Toth y música de Miklós Rózsa, tres elementos que parecen suficientes para conseguir el aplauso del público y sin embargo, es ella, nuestra Bárbara, la que, con la magistral interpretación de una famosísima pianista aquejada de tuberculosis, confiere un valor a la película del que, probablemente, hubiese carecido con cualquier otra actriz.
Porque, no nos engañemos, David Niven, es buen actor pero demasiado británico para mi gusto y por ello, más frío que el paisaje alpino donde se ubica el sanatorio que dirige en la ficción. Y similar cabe decir de Richard Conte ó de Gilbert Roland, que aunque están bien y creíbles en sus roles, no dan puntos a la película. Pero Bárbara, sí. Su actuación es sobresaliente y dentro de esa línea de suma profesionalidad y buen hacer al que nos ha acostumbrado.
No quiero desmerecer a André de Toth, director atrevido del que ya comenté algo en Los crímenes en el museo de cera y del que también había visto Furia del Trópico con Richard Widmark. De las tres películas y analizando únicamente su faceta de realizador, me quedo con este trabajo donde la música de Rózsa es todo un lujo. Pero al final, lo que queda en nuestras retinas es ella y sólo ella.
Hay directores como Litvak o el que nos ocupa André De Toth, nacidos en centroeuropa, que durante los años cuarenta hacen su mejor cine, elevando algunas obras a la categoría de sobresalientes. André de Toth con films como Crimen Wawe , Pitfall , Non shall Escape o la que estamos reseñando, muestra el saber cinematográfico de cineastas que llevaron a Holliwood el mejor cine centroeuropeo y que junto a maestros como Lubitsh o Wilder, elevaron el cine americano a cotas de excelencia. Cuando del melodrama hablamos solemos citar como maestro a Douglas Sirk, otro centroeuropeo, que llevó éste a gran altura, consiguiendo que un género, en algunos momentos menospreciado como sentimental, haya sido valorado por todos los amantes del cine como obras excepcionales. Si Max OIphüls logró con Carta a una Desconocida , hacer del manierismo estilístico de los grandes movimientos de cámara para narrar los sentimientos la categoría de un estilo, André de Toht en The Other love muestra la maestría de la puesta en escena en momentos como el primer plano de Barbara Stanwyck llorando recostada en la mesa. Introduce en el mismo plano esta situación junto al diamante que representa el encuentro con el amor y el vaso de agua que mitiga los síntomas de su enfermedad. Además de un buen guión basado en un relato de E.M. Remarque , una elegante escenografía , una música de Rozsa que subraya la emoción de los momentos y por cencima de todo, la magnífica interpretación de esa genial actriz, una de las más grandes: Barbara Stanwyck.
Creo que sin lugar a dudas nos encontramos ante uno de esos grandes y gloriosos ejemplos que el Hollywood clásico nos ha dado en el terreno del melodrama.
Una pelicula que como no podía ser de otra manera nos presenta un tremendo argumento, pero en esta ocasión presentado con una modernidad que permite que a pesar de los años y los riesgos de quedar acartonada como muchos otros ejemplos de este genero, en esta oportunidad su elegancia estética y la contundencia de sus interpretaciones, la siguen colocando en un lugar relevante en su género.
El film se apoya en la portentosa Barbara Stanwyck, que con una interpretación memorable, lleva el peso de toda la película, apoyada por las más que solventes interpretaciones de Niven, y sobre todo Conte, que encarna un papel de atípico gigolo lleno de clase y estilo.
Si a esto le sumamos la habitualmente arrebatadora música de Milkos Rosza y una espléndida dirección cargada de elegancia de André de Toth, todo encaja para considerar este film dentro del selecto olimpo de lo mejor del melodrama clásico.
Sofisticado drama romántico, donde el amor y la muerte caminan al lado de la protagonista del filme, conformando una amalgama de sentimientos contradictorios que hace que los personajes sufran más de lo debido.
La película es bonita, así, sin más, por estar bien hecha, bien rodada, sin mucha imaginación por André de Toth, un estimable director que en otros géneros sí brilló, como el western, cine bélico e incluso el de terror.
Aquí se limita a filmar con buen pulso, pero sin brillar, un buen libreto de nada menos Erich María Remarque, insigne autor de Sin novedad en el frente .
La cinta se deja ver sin más, causando un aceptable sabor de boca, pero dejando un poso de insatisfacción, no en vano se nota que en la obra escrita había buenos mimbres para haber logrado algo más que un bonito pero muy lejano recuerdo en el tiempo una vez vista.
Escenas como el diálogo entre la protagonista y el doctor, una vez ella sabe lo grave que en realidad está y le espeta al doc que trata a sus pacientes no como seres humanos, sino como máquinas a las que hay que arreglar. O aquella otra, con un soberbio empleo de la luz, en la que la misma mujer utiliza la puerta trasera del hospital con una llave de seguridad que le han prestado, y se da de bruces con la puerta de la morgue, justo cuando dos trabajadores introducen el cuerpo de un cadáver. La toma muestra a la protagonista con un reflejo de luz semejante a los estupendos films de terror de la Universal y R.K.O. de la buena época de Hollywood.
Pero el resto es más convencional, no mediocre, siempre en un buen tono dramático, pero que denota que no se ha echado el resto, posiblemente por la impericia de De Toth en esta clase de resgistros.