El maestro del agua
Sinopsis de la película
Aventura épica ambientada cuatro años después de la batalla de Gallipoli de 1915, en Turquía, un país inmerso en plena Primera Guerra Mundial. Tras perder a su desconsolada esposa, el granjero australiano Connor viaja a Estambul para descubrir qué ha pasado con sus tres hijos, todos declarados años atrás desaparecidos en combate. Durante su búsqueda forja una relación con una hermosa mujer turca, propietaria del hotel en el que se hospeda. Aferrado a la esperanza y con ayuda de un oficial turco, Connor se embarca en un viaje a través del país para intentar descubrir la verdad acerca del destino de sus hijos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Water Diviner
- Año: 2014
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
5.8
49 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Aidan Liam Smith
- Ben Norris
- Ben OToole
- Benedict Hardie
- Cem Yilmaz
- Christopher Sommers
- Damon Herriman
- Dan Wyllie
- Deniz Akdeniz
- Dylan Georgiades
- Isabel Lucas
- Jacqueline McKenzie
- Jai Courtney
- James Fraser
- Megan Gale
- Michael Dorman
- Olga Kurylenko
- Russell Crowe
- Ryan Corr
- Salih Kalyon
- Sophia Forrest
- Steve Bastoni
- Thomas Unger
- Yilmaz Erdogan
74/10(21/04/15) Prometedor debut en la dirección del neozelandés Russell Crowe, se le denota sensibilidad, ganas de agradar, pretensiones, rueda con buen gusto, aunque desequilibrios, conjuga en un relato épico, el drama, la acción, la aventura, el romance en una historia de eminente carácter antibelicista, con un argumento con claro sabor humanista, en donde Crowe enfrenta a diferentes bandos, enemigos en el pasado, alejados por miles de kilómetros, culturas diferentes, pero unidos por el dolor de la pérdida en el campo de batalla, este elemento es el mejor manejado por el novel realizador, hermanando a dos comunidades en dos personajes, Joshua y Hasan, son en la otras vertientes donde Crowe patina, la subtrama romántica se nota metida con calzador, totalmente prescindible, tampoco la acción es bien manejada, quedando algo torpes estos momentos. Este es un film hecho con la pretensión de homenajear en el Centenario a los Anzac caídos en la batalla de Gallipoli, más de 8000, que se conmemora el 25 de abril de 1915. Sinopsis omitida por falta de espacio.
, y esta semilla germinó en el libro y después en el guión. El resultado final es un híbrido entre Salvar al soldado Ryan, Largo domingo de noviazgo y Gallipoli, de esta última se puede considerar una especie de segunda parte.
El guión de Andrew Anastasios y Andrew Knight, se basa en el libro del mismo nombre del propio Anastasio y su esposa Dr. Meaghan Wilson-Anastasios, el escritor Andrew mezcla experiencias de su vida, estuvo haciendo estudios de arqueología en Turquía (allí conoció a su esposa) o que su padre era zahorí, con la raíz de la historia, y es que estaba documentándose sobre un trabajo sobre la historia de Australia cuando encontró una carta del oficial de alto rango Cyril Hughes, encargado de recuperar y enterrar los cavadores del campo de batalla en Gallipoli, en ella leyó
Crowe en su primera obra expone un buen sentido del ritmo, no cae en la megalomanía de al contar una historia épica tener que hacer un metraje megaextenso, no llega a las dos horas. Es una cinta que toca temas universales, como el dolor por la pérdida, las relaciones paterno-filiales, la dignidad, el machismo cultural, el antibelicismo, los sentimientos de culpa, la amistad por encima de las barreras nacionales, y sobre todo el perdón, todo tratado con sensibilidad. En el film se entrecruzan varias intrahistorias la principal, la de la formación de la nueva nación turca nacida tras la Gran Guerra, y la de Ayshe, mujer abocada por tradición a casarse con su cuñado tras la muerte de su esposo, esta la más débil, además de muy previsible se hace En algunos mementos demasiado edulcorada (azucarada la escenita salpicándose agua en la fuente, y no apta a diabéticos la de las velas). La cinta aborda con equidistancia y sin manierismos el choque de la cultura de un australiano en una Turquía eminentemente musulmana, una visión respetuosa donde no caben los buenos y malos, nos muestran la Guerra como un hecho donde todos tienen muertos y donde el dolor no es patrimonio de un solo bando, en este sentido la parte de más calado emocional de la narración es la espléndida relación entre Hasan y Joshua, muy construida y delineada, con diálogos brillantes, exudando camaradería y comprensión. En su primera mitad está lo más destacable, con un arranque estimulante, con el asalto turco a las trincheras aliadas en Gallipoli, resulto de modo sorprendente, para después trasladarnos a Australia, con una secuencia de marcado carácter naturalista, exhibiendo el tono místico del protagonista, un zahorí en su labor de encontrar agua, muy bien presentado, con sus métodos cuasi-chamanes, y con la excavación del pozo, muy bien rodado, luego está el encuentro con su trastornada mujer, con diálogos mordaces, vemos la escena catárquica del suicidio, la agria charla con un sacerdote, donde queda patente una ácida crítica al papanatismo religioso, vemos una escena con reminiscencias fordianas en que el protagonista charla con la tumba de su esposa, saltamos a Turquía y se produce una divertida persecución por las abarrotadas calles de Estambul, resulta de forma inesperada, se produce el paréntesis pasteloso del encuentro entre Ayshe y Joshua, tras algún vaivén, Joshua llega a Gallipoli, produciéndose un bello tramo donde se respira el aire trágico de un lugar muy espiritual, y se da el encuentro clave en el film, Hasan con Joshua, la verdadera salsa del relato, también se produce un álgido tramo en el flash-back de la tormenta de arena en Australia, brillante, a partir de que el protagonista vuelve a Estambul, el nivel de la historia baja, derivando en algunos momentos frágiles de analizar, cayendo en tópicos y clichés, el empalagoso romance y lo de villanos y buenos, donde los malos son los griegos y los bienhechores los demás. Bueno en este caso se nota cierto trazo grueso, en el de estereotipar a los personajes, los australianos valientes y tozudos, los turcos honorables, los ingleses petulantes y pomposos, y los susodichos griegos meras caricaturas malvadas.
En el lado negativo hay algún elemento más, como el uso un tanto artificioso del libro de aventuras Las mil y una noches , orgánicamente metido con calzador, también me queda arto forzado lo de tener que suspender la credibilidad con lo de que el zahorí no solo descubre agua, si no que es capaz en un campo de decenas de miles de muertos descubrir sensorialmente donde están los cuerpos de sus hijos, ala, con dos… me chirría, debería este recurso haberse manejado con más tino…. (continua en spoiler sin)
Actor más que consolidado y de probado talento interpretativo, el neozelandés Russell Crowe encontró en el guión de la que se ha convertido en su primera incursión tras las cámaras la suficiente motivación para lanzarse a semejante reto artístico. A saber, un relato sobre un padre coraje que busca a sus tres hijos desaparecidos en la cruenta batalla de Gallipoli, acaecida durante la Primera Guerra Mundial. Un proyecto tremendamente ambicioso con un presupuesto muy ajustado, como el propio director ha reconocido, cuestión que en principio no debería saldarse necesariamente con una producción de pobre nivel. Admitiendo las limitaciones económicas con las que ha tenido que lidiar Crowe en su ópera prima (algo henchido de importancia en diversas entrevistas al nombrar como referentes a autores de la talla de Peter Weir, cuyo espíritu ni siquiera asoma en todo el metraje), lo cierto es que no es excusa para la desgana con que está narrada y realizada.
El maestro del agua (2014) se abre con una secuencia bélica que funciona como perfecto (y desolador) paradigma de las debilidades que aquejan este film. Por un lado, la mano de Crowe tras las cámaras se muestra impersonal y bastante torpe, a menudo titubeante. Se descubre también que la escasez de medios no se disimula en absoluto, perjudicando al impacto de una historia que se presumía trágica y dolorosa y que, finalmente, se muestra incapaz de atravesar nuestro corazón o mantenerse en la retina apenas unos segundos. Por último, se hace patente que la película posee una fotografía plana y sin matices, al margen de algunos planos de postal que, paradójicamente, chirrían más que otra cosa. Lo que resta de metraje es, aparte de la constante de estos tres aspectos tan poco agraciados, la historia de las rencillas sociopolíticas de la guerra en Turquía a través de una mirada que poco quiere reflexionar más allá de la superficie, aunque (y esto es lo mejor de la cinta) propone un reivindicable tono conciliador entre los bandos enfrentados, enarbolando un mensaje sobre el horror de todo conflicto bélico en el que, a fin de cuentas, no hay vencedores y vencidos sino sólo derrotados (encarnado en el personaje del oficial turco que acompaña al protagonista, el más afortunado y estimulante del relato). Esa intención es loable pero, claro, jamás suficiente, máxime cuando se empaña y empantana (aún más) la historia con la obligada historia de amor, digna del más obvio manual de guión, que termina por convertir a la película en otro acartonado drama con espíritu rancio de telenovela, sumida en los mismos tics de forzadas y sobreactuadas emociones y terribles ralentís (visuales y sentimentales) que agotarían a cualquier espectador alérgico a los culebrones con o sin coartada histórica, y en el que una tibia Olga Kurylenko funciona como pareja de función sin ningún atisbo de sensualidad ni magnetismo, lo que denota la escasa habilidad de Crowe a la hora de dirigir a sus actores.
Un debut nada prometedor de un actor metido a director que no parece dispuesto a entrar en el selecto club de, por ejemplo, George Clooney o Kitano, ni siquiera a jugar en la liga menor de, por poner un caso, Angelina Jolie. Crowe ha puesto más pose que talento, más ganas que auténtico corazón, y el resultado, un simulacro de gran cine amanerado y bastante aburrido, se antoja insuficiente incluso para espectadores poco exigentes. En definitiva, un Amar en tiempos revueltos con algo más de movimiento e idéntica desidia tonal y estilística, y que parece haber llegado a nuestras carteleras con décadas de retraso.
http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-el-maestro-del-agua-sopor-en-tiempos-revueltos/
Le pasa a Russell Crowe en El maestro del agua un poco como a Angelina Jolie en Invencible (con la diferencia de que la oscarizada intérprete de Inocencia interrumpida no era debutante en las lides de dirección y Crowe sí). El protagonista de Gladiator le pone muchas ganas al proyecto (es su proyecto y eso se nota), tiene un enorme equipo técnico a su servicio (atención a los decorados, el montaje, el vestuario o sobre todo la gran fotografía del maestro Andrew Lesnie, todo ellos al servicio de la recreación de las Australia y Turquía de la Segunda Guerra Mundial) y cuenta con una historia melodramática muy a lo El paciente inglés para ponerla en imágenes en la pantalla. Y muy bien puesta, por cierto, porque el multipremiado actor neocelandés se maneja realmente bien con la cámara, sabe dirigir a sus actores con brío y encuadra los planos con cierta elegancia. Y como actor, pues qué decir a estas alturas de alguien tan versátil y tan interesante y carismático siempre.
Sin embargo a Crowe le falla lo mismo que a Jolie en su biografía de Louis Zamperini. La historia, por impactante que sea, no termina nnca de arrancar ni de enganchar al espectador. El resultado es correcto, sí, pero tremendamente frío, algo muy grave cuando se trata de una historia de esas universales del coraje y el amor infinito de un padre por sus hijos en tiempos de guerra. Además el ritmo juega en su contra y el conjunto se hace realmente pesado e incluso aburrido en demasiados tramos.
En definitiva, una película suficiente que podría haber dado para más de haber contado Crowe con un guión más interesante, mejor elaborado y sobre todo más emotivo.
Lo mejor: La impecable factura técnica de la película, las ganas que le ha puesto Crowe y muy especialmente su fotografía.
Lo peor: El ritmo es pesado durante todo el metraje y no llega a emocionar.
Como si tomara a Mel Gibson -otro actor australiano convertido en director- como espejo en el que mirarse, Russell Crowe ha elegido un estilo marcadamente clásico para su primer largometraje trás las cámaras. El Maestro del Agua es un proyecto ambicioso y no exento de riesgos para un debut. Un viaje que navega entre el retrato intimista y las grandes epopeyas con hechuras de superproducción.
Ambientada un año después del fin de la primera guerra mundial, el film centra su atención en las consecuencias de la batalla de Galípoli entre las fuerzas militares de Australia y Nueva Zelanda y el ejército turco, en especial la dolorosa pérdida de los tres hijos de un granjero zahorí de la Australia rural.
Ante lo ambicioso del proyecto, Crowe cumple de sobra con la primera premisa de cualquier director: rodéate de los mejores. En el apartado interpretativo su talento está fuera de toda duda a estas alturas. Es muy bueno, lo sabe y demuestra que no es imprescindible que alguién le muestre el camino para componer el más minucioso retrato posible de Joshua Connor, su personaje. Protagonista absoluto de la historia, Crowe se echa a las espaldas la película también delante de las cámaras para contar la odisea de un hombre que lo ha perdido todo, al que su intuición innata llevará al otro lado del mundo en busca de esperanza.
Crowe se rodea de un elenco muy solvente empezando por Ayshe, una Olga Kurylenko perfecta de nuevo en su dominio de los acentos (el turco en esta ocasión) que empieza a pedir a gritos un papel verdaderamente protagonista, alejado de ser siempre el objeto romántico del protagonista. También es agradable comprobar como se desenvuelve Jai Courtney lejos del género de acción, pero si duda la gran revelación es Yilmaz Erdogan. Fantástico en cada segundo de su actuación, extremadamente convincente como sabio hombre de honor atrapado en las conscuencias y la sinrazón de la guerra y derrochando presencia y química en su relación con Crowe y con Cem Yilmaz, el actor turco que interpreta a su lugarteniente.
Al buen trabajo del elenco de actores hay que sumarle otro aspecto técnico que eleva a El Maestro del Agua por encima de la media: el maravilloso trabajo de fotografía del maestro Andrew Lesnie. El ganador del Oscar por su labor en El Señor de los Anillos otorga a la película un acabado final majestuoso, muy especialmente en el espectacular abanico cromático que crea para la ciudad de Constantinopla y la impresionante manera de resaltar la belleza, textura y colorido del vestuario.
Quizá solo un par de aspectos pueden cuestionarse para que la película no termine de ser completamente redonda. Uno es la estructura del guión que da la sensación de intentar abarcar demasiado. A veces parece que el libreto estuviera destinado a convertirse en una gran novela o una mini-serie televisiva, más que en un largometraje de una hora y cincuenta minutos. En su empeño por retratar de manera tan minuciosa la experiencia vital por la que pasa su protagonista, el relato se dispersa y se aleja demasiado de la potente trama principal. De esta manera hay fragmentos en los que literalmente te olvidas de que el protagonista se encuentra buscando los cuerpos de sus hijos caidos en combate mientras se desarrolla su historia de amor, conoce las costumbres de la sociedad turca o se relaciona con el pequeño hijo de Ayshe.
El otro aspecto es que es poco sutil en su intención de emocionar y algo obsesiva en su continuo empeño de resultar bonita. Sobre todo en el uso tan marcado de la banda sonora (realmente preciosa) que parece invitarte a empujones a que te emociones durante cada segundo de película. Puede que una enfatización algo excesiva en una historia lo suficientemente potente e intensa en el aspecto dramático.
Pequeños pecados de exceso que no ensombrecen los numerosísimos aciertos de una opera prima de lo más recomendable. El Maestro del Agua es un conmovedor alegato antibelicista y una gran odisea vital, dramática, emocionante y realmente bella. Un debut que verdaderamente no lo parece.
http://losreyesdelmando.com/2015/04/21/critica-el-maestro-del-agua/
Los machos como Russell Crowe, no deberían dedicarse a narrar historias épicas, mezcladas con romances porque el resultado es lo que podemos contemplar en EL MAESTRO DEL AGUA. Una historieta increíblemente romántica donde la sensibilidad que debe acompañar a estos productos no se observa por ninguna parte.
Cada uno debe hacer lo que conoce, y sobre todo para lo que está dotado, Y Crowe como buen macho alfa lo que le va, son historias rompedoras desangeladas y de acción. ZAPATERO A TUS ZAPATOS.