El lobo de Wall Street
Sinopsis de la película
Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de El lobo de Wall Street. Dinero. Poder. Mujeres. Drogas. Las tentaciones abundaban y el temor a la ley era irrelevante. Jordan y su manada de lobos consideraban que la discreción era una cualidad anticuada, nunca se conformaban con lo que tenían.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Wolf of Wall Street
- Año: 2013
- Duración: 179
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Opinión de la crítica
7.6
79 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Barry Rothbart
- Brian Sacca
- Christine Ebersole
- Cristin Milioti
- Ethan Suplee
- Fran Lebowitz
- Henry Zebrowski
- Jean Dujardin
- Joanna Lumley
- Jon Bernthal
- Jon Favreau
- Jonah Hill
- Jordan Belfort
- Katarina Cas
- Kenneth Choi
- Kyle Chandler
- Leonardo DiCaprio
- Margot Robbie
- Matthew McConaughey
- P.J. Byrne
- Rob Reiner
- Shea Whigham
- Spike Jonze
- Thomas Middleditch
Una persona inteligente comercialmente hablando es capaz de vender una nevera a un esquimal y dejarle sin los ahorros de su vida.
El dinero fruto de esa capacidad desfalcativa (no sé si la palabra es correcta gramaticalmente, mejor pongamos, fraudulenta) luego se invierte en ser el puñetero amo del mundo, de la vida libertina y sin frenos, de la codicia y de la prepotencia sin límites.
Pero como todo en la vida, hay una cima y un valle profundo después…
Esa en esencia es la historia que nos cuenta Scorsesse en tres agotadoras horas…
Yo lo he contado en sólo tres frases, claro que me he ahorrado toneladas de escenas de porno light, de polvo blanco absorbido por las narices, y de un humor obsceno y sobreactuado que en ningún momento consigue conectar con mi bluetooth cinéfilo.
Voy contracorriente a crítica y público y otorgo la mitad de la nota que ambos le han puesto al film, y me enorgullece hacerlo, dándome perfectamente igual acumular -300 votos negativos.
Porque este film es totalmente excedido en todo y corto en todo también.
No es porno pero casi.
No es comedia pero casi.
No es una apología del fraude comercial pero casi.
No es una denuncia del fraude comercial pero casi.
No es la mejor interpretación de la estrella DiCaprio pero casi.
No la podría recomendar a nadie, pero casi.. bueno… bajo la propia responsabilidad de equilibrio mental de cada uno, por supuesto.
Me gustan los films que me dejan mensajes en la mente y en el corazón y éste solo me ha dejado mensajes podridos acerca de la riqueza y del poder del dinero, mi sueño en la vida es poner un albergue de animales abandonados y ser feliz haciendo feliz a otros seres.
Debo de ser un friki de mucho cuidado…
De todas formas topamos con un realizador muy sólido y unas interpretaciones que hacen precisamente lo que se les pide. A algunos les gustará la forma, a otros les parecerá deplorable.
Yo soy del uno por ciento del último grupo.
El dinero es la mayor de las religiones de la era moderna pero pocas películas habían entablado el correcto diálogo entre la fe y la codicia, entre el sistema capitalista y la creencia en el poder de la riqueza. Martin Scorsese y Terence Winter se han vuelto a aliar para narrar la vida, obra y milagros de Jordan Belfort y El lobo de Wall Street podría dirigirnos directamente al Henry Hill de Uno de los nuestros, por ser una revisión estructural ambientada en Wall Street con otro tipo de tiburones que no necesitan una pistola sino cocaína para marcar más rápido los números de teléfono como afiladas balas. El nuevo crimen organizado parte de ese recital y discurso aleccionador del gurú que interpreta Matthew McConaughey, que servirá a Belfort de glorificada inspiración. Sobreviviendo que a la crisis bursátil del 87 y el nefasto ‘Lunes Negro’ se reinventó reclutando a vendedores de marihuana que actuarían como su Apóstoles, construyendo su propio imperio entre pensamientos, voces en off y siendo el dinero tratado como la fe de una nueva religión.
No existe nada gratuito en ese carrusel de citas y excesos donde la pantalla se hace transparente y la obscenidad toma el control desde su propia perspectiva. Tenemos delante a un personaje real que nos vende su propia versión de los hechos, una intersección más socarrona de Eric Packer y Patrick Bateman bajo el prisma de un libreto en el que Winter se encarga de evidenciar convirtiéndonos en cómplices de insaciable apetito de cocaína, sexo y dinero, la santísima trinidad y carne de Wall Street. Scorsese se empapa de la banalidad que rodea la obra y milagros de su antihéroe, se contamina con la misma droga y alcohol que consume, se sumerge en la lascivia de la avaricia y se impregna del olor a sexo. El exceso se convierte en película y la película en exceso, nos secuestran en largas secuencias que se alejan y se aproximan a la comedia de situación y la screwball y nos atan a ese tiovivo de hedonismo en la comedia más políticamente incorrecta, por coherencia y honestidad, que se ha engendrado en el Siglo XXI.
No todo es un caudal y recital de impudicia porque, al igual que sucedía en la ficción (Glengarry Glen Ross, Wall Street, Margin Call) o la realidad (Enron, los tipos que estafaron a América, Inside Job), habita un discurso crítico sobre esos tiburones sin escrúpulos que marcaron y gangrenaron el sistema. El sueño americano está al alcance de cualquiera (que no tenga moral) y Scorsese delimita el dinero y el compulsivo e inabarcable apetito de riqueza como una adicción mayor que la droga (y el exceso) que lo rodea. Belfort forma desde su púlpito una iglesia y legión de sectarios en ese universo de mentiras donde las acciones son polvo de hadas, un útil ‘fugazi’ con el que seducir a cualquier ser humano que desea hacerse rico. Y como en todo culto, habita el pecado. El de Belfort fue su coherencia sobre esa religión (fugazi y fraude) que él mismo predicaba y no inclinarse y redimirse a ese sistema permisivo con el engaño al precio de una millonaria comisión. Sabemos que ese depravado Robin Hood capitalista, rebelde y tremendista será domesticado y el criminal tratará de redimirse y dejar de ejercer de ese rol de villano de una de James Bond que se ha labrado. La comedia se torna en drama (que no tragedia) y el humor y la mueca se deforman lentamente. El sexo (y su carnalidad) ya no es erótico ni divertido, es incómodo y doloroso. Sabemos que el chiste no tendrá gracia, que el director de Toro salvaje soltará una terrible bofetada en su arrogante protagonista y sobre la propia audiencia, dando fin a una farsa que, en realidad, fue tan real como excesiva y espeluznante.
Al final la transparencia se impone en el discurso, como si el propio protagonista nos hubiera vendido su historia engendrada desde la codicia, una brutal y amoral simetría y una tal vez invisible redención. Una historia y cuento reproducido desde ese bolígrafo que ahora mismo nos cede para que se lo tratemos de vender como una parte de ese insignificante mundo en el que todo está en venta y en el que somos el trabajador del McDonalds, parte del (d)olor del sufrido y recto funcionario que tendrá que volver con sus bolsas escrotales sudadas en un deprimente metro dentro de un traje re(-re-y-re-)utilizado días atrás o aquellos seres cuya vida es una simple y anodina cerveza sin alcohol. Queramos o no, somos parte del público… Únete a la manada o espera ser devorado por los lobos, pues.
Scorsese es un jodido lobo. Muy pocas veces en mi vida había disfrutado una película como he disfrutado esta. Hay que mentalizarse antes de ver esta película. Personalmente, cuando vi el trailer me vinieron unas ganas increíbles de ver la película, sabía que tenía que verla. Lo que no me esperaba, era que lo que salía en el tráiler ni siquiera era tan alocado como es la película. En el tráiler ves juergas en la oficina, puntería con enanos, sexo, drogas, dinero sucio, cinismo y humor negro. La película no es eso, la película es muchas juergas en la oficina, mucho sexo, muchas drogas, mucho dinero sucio, mucho cinismo y muchísimo humor negro.
Tampoco me malinterpreteis, no toda la película es un auténtico desfase. Digamos que de las tres horas que dura, una hora y media es puro desfase, una hora es humor negro y cinismo y media hora es profundidad dramática (que, aunque al principio no resulta fácil de tomar en serio, es increíble como consigue emocionarte, Scorsese es un verdadero genio). Este es el resultado que hubiera salido si Martin Scorsese hubiera dirigido Project X . Como entretenimiento es pura dinamita, sus tres horas se convierten en 20 minutos, unos 20 minutos que quieres repetir justo al terminarlos. Es una película con la que es imposible dormirse.
Bueno, ahora creo que ya es hora de hablar sobre la película como tal, no como entretenimiento. En realidad, con decir que es una película de Scorsese ya basta para mucha gente, sin embargo voy a concretar (porque realmente vale la pena hacerlo).
La dirección de Scorsese es sorprendente, es muy moderna, muy ágil y con un tono de epicismo de coña absolutamente hilarante. Si crees que algo ya no podría ser más cínico de lo que es solo mediante un diálogo, Scorsese consigue que ese diálogo se vuelva todavía más cínico y obsceno mediante las imágenes.
Sin duda una mención especial se la merece Leonardo DiCaprio, uno de los más grandes actores vivos que hay. No se puede poner en duda que su actuación como Jordan Belfort Wolfie es de Oscar. Desde el segundo en que aparece por primera vez, te olvidas de que ha sido muchos otros personajes en muchas otras películas: acabas de conocerlo. Acabas de conocer a Jordan Belfort, una persona que de entrada es humilde, ambiciosa y dispuesta, pero con principios. A los 10 minutos esa persona ha desaparecido, saluda al lobo de Wall Street, una persona que no te arrepentirás de conocer. El lobo de Wall Street ya no es humilde sino altivo (que rebosa soberbia en cada gesto), ya no es ambicioso sino extremadamente avaricioso, ya no es dispuesto, porque no le hace falta, sabe que puede tener todo lo que quiera sin esfuerzo alguno. Para resumir digámos que es un cabrón sin escrúpulos, drogadicto, sexoadicto, ególatra y bueno, un hijo de puta capaz de todo a la que solamente le importa una cosa: el dinero. No quiere el dinero porque así le puede comprar cosas a su mujer ni para comprarse un Porsche, quiere el dinero porque puede tenerlo y al poder tenerlo puede ser poderoso. Y por lo tanto, al tenerlo, es poderoso. ¿Qué significa ser poderoso? Que puedes hacer lo que te dé la gana cuando te dé la gana, al menos hasta que la líes tanto que te metan en la cárcel. A pesar de que sabes que es un ser humano absolutamente horrible, te encanta, quieres ser él.
Todos los personajes te encantan, los compañeros del lobo (Jonah Hill se sale, me encanta este tío) y cualquier personaje en el mundo de las finanzas. En el Wall Street de esta película son todos unos cabrones sin corazón, pero todos son unos personajes inolvidables.
El guión es magnífico. No solamente la historia en sí (que a pesar de estar muy camuflada por los fiestones, las drogas y el sexo, está muy bien narrada), sino los diálogos. Cada diálogo de esta película es digno de ser enmarcado en un marco de veinte mil pavos. Cada diálogo desprende un cinismo extremo, esos diálogos que rebosan humor negro, ese humor negro que ha conseguido que me pase la mitad de la película riendo. A veces absurdos, a veces cabrones, incluso a veces dramáticos (sí, hay dramatismo en esta película), pero siempre magistrales.
En definitiva, una película que no puedes perderte por nada del mundo y por la que sin duda vale la pena pagar (y por la que yo pagaré lo que haga falta para tenerla en DVD justo cuando la saquen).
PD: Muy atentos a la escena de Popeye y la cocaína, de las escenas con las que más me he reído en toda mi vida.
Espero que nadie se dé por aludido en mi comentario si tiene la amabilidad de leerlo, pues mi intención es sólo la de exponer mis argumentos desde el prisma de un amante del cine.
Salí del cine profundamente decepcionado…, qué pena que el público y los amigos de F. A. se conforme con tan poco, (¡tiene un promedio casi de ocho!), me pregunto a los que la califican con un 8, 9, o un 10, ¿Qué entienden ellos por cine? Si para ellos un Peliculón como suelen decir… es una catarata de gratuitas palabras soeces, chistes de brocha gorda, sexo explicito y zafio, gags vulgares prolongados hasta la extenuación, imágenes efectistas y patéticas, personajes esperpénticos y disparatados en el peor sentido de la palabra, buscando la risa fácil, eso en mi opinión no es cine ni comedia ni nada, es menospreciar la inteligencia del espectador.
La película se alarga innecesariamente (quizá para justificar el presupuesto) para repetirse constantemente, en las soflamas histriónicas populacheras y casposas de un grotesco, sobreactuado y mal dirigido Leonardo Di Caprio, que me recordaba al peor Jim Carrey de Mentiroso compulsivo. Scorsese se empecina en repetir el mismo mensaje, como si el espectador fuera tan estúpido que no lo capta a la primera, con lo que después de la primera hora comienza el sopor, el aburrimiento, porque la historia no avanza, se repiten constantemente las gamberradas absurdas y delirantes en la oficina, donde los brokers son una panda de energúmenos que se dedican a competir ante el impresentable Jordan Belfort, a ver quien hace la gamberrada más abominable.
Scorsese se sirve de la biografía de este indecente personaje, que es Jordan, y creo que pretende parodiar al capitalismo voraz, cosa muy loable si lo hiciera abordando la cuestión con un mínimo de rigor. Pero los personajes son planos, sin consistencia psicológica, son como marionetas estereotipadas y previsibles, cuesta mucho la empatía con ellos, todo el tiempo ebrios, haciendo orgías, tomando drogas de todo tipo y rodeados de prostitutas de todo pelaje, yo no veo en los personajes una evolución moral creíble, todo está llevado a un exceso que llega a fatigar y asquear.
Al igual que Jordan Belfort vende humo con sus bonos basura a sus clientes, mientras se queda grandes comisiones, creyéndose un tipo listo por embaucar a gente sencilla y poco preparada para los tiempos que corren, Scorsese nos vende este engendro, indigno de su status artístico, manufacturado al gusto del público actual que acude a las salas ávido en devorar imágenes impactantes y obscenas de personajes impúdicos, relatos abyectos que denigran la inteligencia del espectador y que con su complacencia propicia un futuro desolador. Llámenlo como quieran pero eso no es cine.
– Buenas, estimado lector, usted no me conoce ni yo a usted tampoco. Pero eso es lo de menos. ¿Quiere usted invertir 180 minutos de su valiosa existencia?
+ Ufff, eso son muchos minutos.
– Tiene razón, ¿y qué tal solo 3 horitas?
+ Eso suena mejor. ¿Qué me vas a vender?
– ¿Vender yo? Un broker no vende señor, le muestra sus necesidades y las cubre.
+ Mis necesidades están cubiertas, ya he visto 12 Años de Esclavitud, Gravity y Sharknado. ¿Qué más puedo necesitar?
– Un señor tan chachi piruli como usted necesita pocas cosas. Pero, ¿puede escribir en una servilleta el título de la peli más gamberra y desinhibida que haya hecho Scorsese?
+ Eh… ¿Jo, qué noche?
– Error, mi ilustre señor. Usted necesita ver el Lobo de Wall Street si quiere partir el bacalao en la próxima charla cinéfila que tenga con el memo de su compañero de trabajo.
+ Pero si vi el trailer y me asusté. ¿Enanos lanzados a una diana? ¿Estamos locos?
– Yo también me acongojé al principio. Puede que parezca una versión snob de las juergas de Freddy Mercury o Led Zeppelin… De hecho lo es… Pero sin riesgo no hay victoria en esta vida. Yo arriesgué mis 180 min… quiero decir, mis 3 insignificantes horas y no me arrepiento. Scorsese sabe cómo mantener su interés y su líbido alta durante todo ese tiempo.
+ Está bien, cuénteme más.
– Le podría decir que salen bubis y cucus cada 15 minutos, pero yo sé que un señor tan respetable como usted no se fija en esas cuestiones tan prosaicas.
+ Eh… cierto…
– Lo que yo decía. ¿Ha visto a DiCaprio superarse otra vez?
+ ¿Superarse? Pero si sobreactúa y está histriónico perdido como…
– … ¿cómo su admirado Jack Nicholson?
+ Eh… Pero Nicholson no salió en Titanic, ni estaba su cara en la carpeta de la niña que me gustaba en el cole.
– Sólidos argumentos, señor. Pero quizás le gustaría disfrutar de su trabajo junto a Jonah Hill, entre los dos hay más química que en las venas de los personajes que interpretan.
+ ¿Jonah, eh? Bueno, ese es feo, ese sí puede ser buen actor.
– En fin… ¿Compra?
+ Espere… Esto no será una comedia gamberra ¿no?
– Puede parecer, mi obsevador amigo. De hecho, hay momentos en los que se partirá la caja. Incluso llegará a pensar que han colaborado el guionista y el montador de Cómo Conocí A Vuestra Madre. Pero no es una comedia porque su intención no es hacer reir.
+ ¿Cuál es su intención entonces?
– Habrá quien piense que es una crítica a la ambición desmedida. Otros pensarán que es una despreciable apología al mamoneo. Yo creo que es simplemente un documental sobre la avaricia y la falta de ética, que no de valores, sin posicionamientos.
+ Osea, que voy a tener que sacar lecturas…
– Entre escena y escena de drogas, fiestas salvajes y sexo usted es libre de sacar conclusiones, si tiene esa capacidad. Que no dudo que la tenga. Bueno, sí.
+ ¿Pero de verdad hacían falta 3 horas para una película como esta?
– No, pero si una película tiene que durar 3 horas, ha de ser como esta. Potente, absorbente, memorable y trepidante. Pero bueno, veo que no está interesado, llamaré al memo de su compañero de trabajo.
+ No, no, espere. ¡Compro! ¡Compro!
– Pues claro que compra, imbécil. Y ahora golpee su pecho y entonemos el The Money Chant . McConaughey, ven aquí y hazme los coros.
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