El juego de Arcibel
Sinopsis de la película
En la República de Miranda, imaginario país de Hispanoamérica que vive bajo la dictadura del General Abalorio, Arcibel Alegría, un periodista que escribe sobre ajedrez, es encarcelado por culpa de una confusión en la programación del diario en el que trabaja. Él, un hombre solitario y apolítico, empieza a conocer en la cárcel una realidad que le era completamente ajena.
Detalles de la película
- Titulo Original: El juego de Arcibel
- Año: 2003
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
6.6
57 valoraciones en total
El problema con las películas que quieren sintetizar la historia de todo un continente en un país ficticio, es que caen en el viejo dicho de abarcar mucho y apretar poco, que es lo que pasa acá, entre los acentos chileno, argentino y español, que ya le quitan realismo a la historia, pasando porque el poco presupuesto hace que el 90 % de las escenas transcurran en la cárcel.
Hay muy poco que rescatar en ésta propuesta, en general es pretenciosa, aburrida, cursi, tendenciosa, los diálogos están muy mal construidos, por momentos hablan en neutro , por otros en meten argot argentinos, españoles, etc, además del contenido de los mismos, suenan falsos, declamatorios.
Las interpretaciones son mediocres, sobre todo la de Dario Grandinetti que en ningún momento logra que nos creamos a su personaje, uno está más pendientes de sus cambios de look, la peluca lacia del principio, entre cana luego y las mechas blancas desparramadas que le dejan al final, que lo hacen ver como una especie de Moisés.
Película de Alberto Lecchi, quien había debutado en 1993 con la entretenida Perdido por perdido , para esta historia Lecchi reunió un grupo de actores consagrados en España como Juan Echaove y Juan Diego además del argentino Dario Grandinetti quien sostiene la trama a base de su enorme actuación, no cabe duda que el guión es interesante y la realización técnicamente bien lograda, dando como resultado una historia cautivante, aunque por momentos si parece excederse en pretensiones, lo mejor es que de algún modo enaltece el espíritu revolucionario latinoamericano, además, la idea es burlarse de la realidad, antes que ella se burle de nosotros.
Es una película utópicamente sencilla, o sencillamente utópica. Siempre me han gustado las historias de juegos o libros que transforman súbitamente la realidad, pasando a convertirse en mitos culturales y congeniando el arte con la vida. Pero he de reconocer que por lo general, cuando esto ocurre, corre mucha sangre antes de que los esperados cambios sobrevengan.
No obstante, hay algo delicado y vivo en esta película, algo que me hace desear verla una y otra vez. Quizás la caracterización de los personajes (antológica la división de los reos en la prisión, entre trotzkistas, marxistas-leninistas y socialistas), la solidez de los parlamentos de Grandinetti, quien acoge su pena con una calma no exenta de refinado humor. También, las sesiones donde Arcibel y Pablo juegan a inventar un juego (para después jugarlo), un juego que se corresponda con el país en el que viven, la República de Miranda, nación imaginaria ubicada en todas las regiones de sudamérica y en ninguna, y dirigida por un dictador de apellido Abalorios.
Los aciertos del guión son múltiples y sutiles. La película me recuerda, así, a la manera amable y profunda a la vez, con que los chinos cuentan sus cuentos. Un cuento de hadas donde se muestra lo estrictamente necesario como hacer que -según la perspicacia de cada cual- el espectador sospeche la existencia de un maravilloso mundo tras las palabras.
Lo primero que me llamó la atención de la película fue el reparto de actores, estando entre ellos varios de los mejores del panorama español e hispano-americano (Darío, Juan Diego, Vladimir,…).
Lo segundo que me sorprendió fue el número tan pequeño de votaciones que tenía. Pensaba que al contar con estos actores reconocidos habría más interés por ella.
Y finalmente después de verla, me llegó al corazón.
Ha sido una de esas películas con la que echas alguna lagrimilla. Quizá por el pequeño revolucionario que llevo dentro, quizá sea por eso.
Recomiendo que la vean porque la película es sencilla pero encierra una gran idea en un marco de opresión, por el que los países que han pasado o están pasando por dictaduras pueden reconocerse fácilmente.
Lo que insufla vida a esta producción argentina es la Idea. La Idea, con perdón, es la rehostia. Va de un periodista, Arcibel Alegría, que es encarcelado por un error de maquetación en el periódico en el que trabaja: un inofensivo artículo sobre una partida de ajedrez ( El Rey Negro está acorralado ) aparece por equivocación al lado de una foto del dictador que rige el destino del país de Miranda. El tipo es arrojado en prisión durante años y para entretener el aburrimiento, inventa un juego de estrategia, que poco a poco, acabará pareciéndose cada vez más a la realidad política y militar del país en el que habitan: dicho juego se incorporará a la realidad en un giro cien por cien borgiano.
Sin embargo, es mil veces preferible una mala idea bien desarrollada que una idea acojonante llevada de mala manera, que es lo que ocurre en El juego de Arcibel . A cada paso que da el metraje, decepción tras decepción: salvo Grandinetti, que no lo hace mal, el resto del casting es lamentable (destacando -para mal- al siempre flojísimo Echanove), los diálogos teatreros y algo ridículos y el desarrollo, plomizo, repetitivo y poco estimulante, sobre todo en la primera mitad. Esta tipo de trama pide una épica que sólo se proporciona tarde y mal.
La Idea, repito, es tan impresionante que por momentos funciona por sí sola a pesar de de que la película hace todo lo posible para arrastrarla a su mediocre fondo. Pero cuando se tiene semejante material entre las manos, hay que rendirle un poco más de respeto, coño.