El imperio de los sentidos
Sinopsis de la película
Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ai no korîda (LEmpire des Sens)
- Año: 1976
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.3
50 valoraciones en total
Es una película sensacional, preciosa, sexual, amorosa, enfocada en la necesidad del hombre por la mujer y la mujer por el hombre, por acoplar sus cuerpos una y otra vez cuando hay enamoramiento intenso, luna de miel o locura de no poder estar uno sin el contacto continuo del otro, piel con piel, porque se pertenecen desde los más misteriosos orígenes de la genética inteligente, y de esta manera es como se siente el cielo en la tierra y además de esta manera es como muchos seres humanos somos invitados a formar parte de la Historia.
Dado que soy hombre, es por la parte femenina por la que he sentido atracción, esta mujer tiene una belleza, una estética y una blancura japónesa (de amarillos nada) que verdaderamente son un logro y un atractivo poderosísimo a lo largo y ancho de la cinta.
Una película que es poesía corporal, sexual, pasional hasta el extremo, biología básica, arte nudista femenino-masculino que apreciarán sobre todo quienes no temen ni les da asco la gran necesidad de una mujer por un hombre y viceversa, de abrazarse desnudos y jugar sexualmente a lo que sus hormonas, células y microcosmos internos les piden, les ordenan o les empujan.
Fej Delvahe
Lo peor que le ha pasado a esta pelicula es que se la confundiera con una pelicula porno. Por que, a mi entender, no lo es, ya que las escenas de sexo no están puestas ahí para excitar al espectador sino para contarnos una historia ( que yo no voy a entrar en si es de amor o de qué ) quizás extrema, pero con sentido. Y precisamente la escena que le da todo el sentido a la historia y que explica el desenlace final es una en la que no se dice una sola palabra (tal vez por ello pasa desapercibida ) y es en la que se ve al protagonista, despues de salir de la peluqueria, caminando por la calle, absorto en sus pensamientos y totalmente ajeno al ambiente que le rodea: recordemos, estamos en 1936 y en el Japón se vive una euforia nacionalista y militarista y no es dificil imaginar lo que se le está pasando por la cabeza en esos momentos y que podría ser algo así como para ir a morir estupidamente y en medio de los sufrimientos y privaciones propios de la guerra prefiero acabar gozando .
En resumen, que tal vez no sea una obra maestra, pero para mi sí es una buena pelicula y , desde luego, de porno nada.
En 1990, durante mi breve permanencia en el cine-club Fritz Lang de la UAB, tuve ocasión de visionar en pantalla grande -como mandan los cánones- algún que otro ‘film de culto’ y algún que otro film de autor.
Por aquellos entonces, la cúpula directiva de mi cine-club tenía muy claro que el prestigio gafapastil de la entidad dependía, en gran parte, de la abstrusa y sesuda reputación de su programación cinematográfica. Aún así, mis colegas cinéfilo-culturetas eran asimismo conscientes de que si querían evitar que el patio de butacas del auditorio acabara pareciendo el desierto de los Monegros al final de cada sesión debían programar de vez en cuando -como mal menor- pelis con cierto gancho (sexual, por supuesto) para conseguir una buena respuesta por parte del disoluto y sicalíptico público universitario.
Con dicho objetivo, pues, decidimos programar un buen día El imperio de los sentidos, de Nagisa Oshima. Un film que, indudablemente, encajaba a la perfección con nuestros maquiavélicos propósitos. Por un lado, la peli de Oshima destilaba un tufillo gafapasta que echaba p’atrás y, por otro, sabíamos a ciencia cierta que la pareja protagonista se pasaba la peli follando a destajo. Un dato que nos aseguraba, a priori, un pleno absoluto. Y aunque el título de la peli en castellano ya era de por sí suficientemente explícito decidimos arriesgarnos a imprimir los carteles publicitarios con el título original: Ai no corrida. Un título cuya poderosa semántica (corrida) podía inducir a pensar, paradójicamente, en un gatillazo (no corrida) de escándalo. Algo que, os lo aseguro, no se produce en esta peli.
Polvetes al margen, lo cierto es que -sorprendentemente- la peli de Oshima acabó por gustarme mucho más de lo que me esperaba. Quizás porque -si bien puede considerarse, en efecto, como un producto con un sensible resabio gafapasta- El imperio de los sentidos es, en realidad, una peli cuyo discurso metafórico es lo suficientemente meridiano como para que cualquier proletario de la cinefilia como yo no corra el peligro de quedarse a dos velas. No resulta complicado, pues, deslizarse cómodamente en ese delirante estudio freudiano sobre los irrefrenables impulsos del Eros (amor) y el Thanatos (muerte) que protagonizan la sirvienta-prostituta Sada (Eiko Matsuda) y su amo Kichi (Tatsuya Fuji). Dos amantes cuya autodestructiva maratón sexual culmina en uno de los desenlaces (tranquilos, no destripo nada) más espeluznantes y orgásmicos que recuerdo haber visto jamás en una gran pantalla.
…porque pese a que en ocasiones, por ejemplo al ir caminando por la calle y observar a la gente, a uno le cuesta imaginar que todos nosotros provenimos de ese acto geni (t) al, lo cierto es que es así, hasta nuestros propios padres lo han hecho, alguna vez…
Ahora, y dejando a un lado la ironía, ¿se podrá alguna vez, en el futuro, mostrar el acto sexual dentro de una película cualquiera, igual que se muestra la sangre saliendo de una herida o la mejilla del rostro de un hombre mientras se afeita la barba?
Es decir, ¿si una película muestra de manera explicita escenas de sexo se la debe considerar pornográfica en sentido despéctivo? Y al decir que este film es porno, ¿significa que se lo puede equiparar por ejemplo a las pelis en las que trabajan Nacho Vidal o Katsumi?
Estas cuestiones me las he planteado después de releer algunas de las críticas de este en mi opinión incomprendido experimento que realizó Nagisa Oshima, y por el que incluso fue llevado a juicio en Japón. En el juicio Oshima pidió que le definieran la palabra obsceno , y al hacerlo al parecer puso en un aprieto a quienes le juzgaban, pues se demostró que lo obsceno es algo muy subjetivo que no se puede definir claramente y que depende en gran medida de la mirada de cada sujeto.
Por suerte se trataba de una coproducción con Francia y Oshima había podido librarse de una hipotética confiscación del metraje por parte de las autoridades japonesas al enviar los rollos a Europa. Yo personalmente me alegro.
Una gran película centrada en los encuentros sexuales de dos amantes y la pasión irreprimible que se apodera de ellos, y que merece un visionado más atento y una reflexión más profunda. En realidad estudia la pasión y las obsesiones humanas de manera muy sensible y valiente.
Comprendo que observar la manera tan gráfica en que una japonesa se mete un cacahuete en la boca casi todo el tiempo, pueda otorgar aire de clásico a una película filmada en el 76. Y también que en Cannes se dieran 13 pases para verla. O más bien para ver como medio copulaban dos extraños seres. Porque El imperio de los sentidos aparte de molestar por su monotonía no ofrece, en cuanto al erótismo se refiere, nada especial, y menos treinta años después.
Técnicamente es penosa. Nagisa Matsuda no consigue adecuar la luz a sus propósitos. La creación de una atmósfera tenue, minimalista, con diferentes tonalidades que nos transmitiésen algo… qué va… cero. Los planos son repetitivos y terminan agotando al espectador. Podría haberse realizado algo mejor. Creo yo.
El cuatro es por las dos actuaciones y cómo bien se dice en la sinopsis, por la seriedad con que se muestra el sexo explícito. Lo mejor del film. Bizarra? Yo soy más bizarro cuando me pongo.