El hombre perdido
Sinopsis de la película
El científico Karl Rother descubre que su esposa, además de serle infiel, le está pasando información sobre sus descubrimientos a los aliados. Rothe la asesina y las fuerzas de seguridad del gobierno, en lugar de castigarlo por ello, ocultan lo sucedido para que el científico prosiga con unas investigaciones muy útiles para ellos. Pero, tras el crimen, Rothe comienza a sentir un ansia insana de asesinar, de la que sentirá tal culpabilidad que le irá consumiendo poco a poco.
Detalles de la película
- Titulo Original: Der Verlorene
- Año: 1951
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
6.4
35 valoraciones en total
Otra de esas películas inexplicablemente perdidas u olvidadas de las que la historia del cine tiene tantos ejemplos. La única película como director del gran Peter Lorre, que volvía a Alemania para dirigir El hombre perdido en ese entorno y con actores de la tierra.
Es obvio nada más verla que la película le debe mucho a M , también protagonizada por Lorre, tanto en el expresionismo de la cinta como en el personaje principal, que comparte ciertas características con aquel. Personaje en este caso atormentado y fatalista, un muerto en vida que no muere pero que reparte muerte, aunque no quiera hacerlo. La película puede ser un poco irregular por momentos pero, además de una interpretación excelente de Lorre, tiene mucho buen cine dentro, arriesgado, con un final abrupto y a la altura de la peli. Una pena que tuviera tan poco éxito (supongo que en Alemania no gustó que se removieran los fantasmas del pasado) y nos privará de más de Lorre como realizador. Recomendable sin duda.
El hombre perdido es un filme de difícil adscripción genérica pues se trata de una obra compuesta por elementos pertenecientes al cine negro (atmósfera, estética), al cine de terror (escenas de asesinatos) y al drama (temética de fondo).
Existe en él una indefinición genérica, una cierta confusión en lo formal, una aparente irregularidad en su desarrollo que resulta potenciar el rasgo fundamental que lo define argumental y filosóficamente. La confusión vital y la fatalidad marcan la vida del protagonista de El hombre perdido, un hombre que pierde el rumbo, que está confundido, que se convierte en un alma en pena en un ambiente dominado por la crueldad y el caos de la guerra. Un hombre perdido que ni entiende lo que ocurre a su alrededor ni es capaz de dominar sus instintos básicos. El drama íntimo se integra pues en el drama colectivo del mismo modo que el crimen individual se integra en el crimen colectivo.
Peter Lorre realiza una interpretación sobresaliente, de inusitada variedad de matices, patetismo kafkiano, drama, ironía, violencia, impasibilidad, demencia. Su personaje observa a los demás como meros juguetes del destino, como meras piezas de un sistema corrupto, absurdo, como meros juguetes de la corrupcion humana.
Pero la labor de Lorre en la dirección no es menos sublime, los emplazamientos de la cámara son adecuados a cada situación, siendo sus movimientos precisos y con finalidad narrativa. La creación de ambientes (pocas veces la realidad y la irrealidad se han entremezclado con tanta intensidad y acierto como en el caso que nos ocupa), el cadencioso pero inexorable ritmo, las decisiones narrativas (utilización de objetos y animales con fines matizadores, enlaces entre una escena y otra) y artísitcas ( la estética y el tono son de una originalidad sólo discutida por ciertas reminiscencias del expresionismo aleman ) son de máxima clarividencia. La banda sonora resalta convenientemente el drama y, en algunos de sus compases, expresa cierta irrealidad poética del mismo modo que la excelente fotografía.
Obra densa artística y temáticamente, requiere dos visionados como mínimo para ser comprendida en su totalidad, reflexiona sobre la existencia, sobre la violencia y el miedo, sobre el destino, sobre el ser humano y su lugar en la sociedad, sobre la libertad, sobre el recuerdo, con una grandiosidad tan poco subrayada, tan natural, terrorífica pero bellísima a la vez, que la coloca en una de las cumbres de la historia del cine sin temor a un exceso de vehemencia por mi parte.
Me van a permitir que haga una apreciación sobre las películas invisibles (esas que no existen más que para los frikis cinéfilos como un servidor): ahora que Justiciera Sinde es menestra de Cultura (este país se va a la mierda) y va a perseguir la descarga ilegal de películas en la red, bien estaría recordarle que muchas películas como esta (la única que el gran Peter Lorre dirigió) siguen careciendo de distribución en nuestro país y es precisamente Internet la única forma de llegar a ellas. Manda narices que hayamos tenido que esperar 57 años para poder disfrutar como dios manda de esta película. Y lo mismo se aplica a directores tan interesantes y dispares como Jirí Menzel, Mario Monicelli o Georges Franju por poner 3 ejemplos.
Y es que los criterios de las distribuidoras de cine en este país siguen siendo un expediente X. Porque si bien las películas provenientes de los grandes estudios estadounidenses gozan de una salud envidiable (con versiones de coleccionista, dvds con extras excelentes, versiones en HD y demás), el cine independiente norteamericano, el europeo clásico y no digamos ya el sudamericano o el asiático, sigue siendo denostado e ignorado salvo honrosas excepciones (Divisa, Sherlock y alguna otra distribuidora).
Y hablando sobre la película, pues comentar que Lorre interpreta el papel de personaje atormentado inspirandose claramente en M, el vampiro de Düsseldorf, pero con ligeras variaciones. En este caso, la historia se ambienta de forma excelente en la Alemania de la posguerra (las localizaciones fueron rodadas en varias ciudades destruidas en la II G.M.), en la que un médico e investigador aleman es traicionado por su secretaria, la cual está enviando información a los británicos. El hombre, enloquecido, asesinará a esta, ayudado por el gobierno que encubrirá su crímen catalogándolo como suicidio (así seguirá investigando para ellos). A partir de aquí, el doctor se verá abocado a una espiral de asesinatos sin salida.
Destaca el amargo final del film, la excelente fotografía de influencia claramente expresionista, así como la interpretación del propio Lorre: la gesticulación característica del maníaco, su aspecto lúgubre y vampiresco (ayudado por el maquillaje), así como la inmensa cantidad de cigarrillos que fuma sin parar en cada escena de la película.
Probablemente tenga el Guiness de mayor cantidad de paquetes fumados en un rodaje.
Un film imprescindible para descubrir el talento de uno de los mejores actores alemanes de todos los tiempos.
La fatalidad como trama. Pero también se habla de la búsqueda de la redención, del arrepentimiento aliado con la sed de venganza, desamor, soledad, desnaturalización de los sentimientos, de los pensamientos. De una moralidad que tantas veces resulta contradictoria y por ello mismo insoportable. De la necesidad imperiosa de entendernos a nosotros mismos y ser, sin embargo, incapaces de conseguirlo. Del vicio y la penitencia a padecer por el mismo, ese sempiterno cigarro en los labios del protagonista. Tanto hablar, ese ansia de gritarle al mundo lo que uno siente, su intimidad, sus peores miserias. Y tanto callar, esos secretos insoportables que nos consumen y nos matan por dentro.
Peter Lorre está absolutamente magnífico tanto dirigiendo como actuando. Esos ojos hablan más que ninguna otra cosa en la película, lo dicen, lo cuentan todo, sobre este hombre que está absolutamente perdido.
Quizá no sea realmente una película de diez, pero sí se trata de una auténtica joya de la historia del cine, y es una pena que sea tan desconocida, al menos en nuestras tierras.
Soberbia.
Obra inédita en España. Es la única película dirigida por Peter Lorre, que además la protagonizó. Sabor de cine clásico con algunas escenas de exteriores en la Alemania de post-guerra y buenas interpretaciones. Como curiosidad, el protagonista se pasa prácticamente toda la película fumando. La creatividad del director fue incomprendida en su país y se marchó a EEUU.