El gran Gatsby
Sinopsis de la película
Adaptación de la novela homónima de Francis Scott Fitzgerald. Nick Carraway es un joven de medio oeste recién mudado a Nueva York. Su vecino, el misterioso señor Gatsby, vive en una lujosa mansión y organiza continuas y espectaculares fiestas. Jay Gatsby, un hombre de origen humilde, se ha enriquecido tras I Guerra Mundial (1914-1918), y vive atormentado por el amor de la bella Daisy, que no ha sabido esperarlo y se ha casado con otro. Pero a los oídos de Nick llegan oscuras historias que le hacen recelar del extravagante personaje.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Great Gatsby
- Año: 1949
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
5.8
31 valoraciones en total
Antes de valorar una adaptación, deberíamos decirnos a la cara si mi idea de una adaptación viene a ser algo similar a lo que busque mi interlocutor o si por contrario, uno piensa en Dulcinea y el otro en la isla Barataria. Creo que una buena adaptación debe mantener el tono de su predecesora y saber jugar las bazas para narrar la historia, con la fuerza de la imagen (y el sonido), y no con unos diálogos calcados de su original. Amputar o cambiar pasajes de una obra literaria a la hora de transformarla en cine, no es que sea pecaminoso, sino que es necesario siempre y cuando sobreviva el tono primigenio. No exijo más, pero desgraciadamente, es un aforismo que veo con escasa regularidad.
Elliott Nugent, realizó en 1949 la segunda adaptación a la gran pantalla de la célebre novela de Scott Fitzgerald The Great Gatsby (en 1926, se grabó una película muda de la que no existen copias). Nugent no terminó de entender del todo la novela, y rodó una adaptación bastante simplista (aunque hay que suponer que Nugent siguió con casi toda probabilidad, directrices de su estudio: la Paramount) de la historia que Fitzgerald escribió. Desde su mismo inicio, Nugent radiografía a Gatsby sin ese halo de misterio que le rodea en la novela. Mientras Fitzgerald sugería, Nugent mostraba sin tapujos dejando todo el peso de la adaptación a unos actores que en muchos momentos flaquean al no encontrar ayuda en el texto (sólo Alan Ladd sabe dotar, en determinados momentos, a su personaje de cierto peso nostálgico). Y es que la novela, más que la historia que cuenta, es en sí un sentimiento de esa generación perdida de escritores que abrieron el baúl del lirismo norteamericano. Es la historia de un Sur y de un Oeste mundano, que luchaba por no ser devorado por una abigarrada y cosmopolita Costa Este. Es la desazón del hombre, que sucumbe ante un sueño imposible, ante una vida que finalmente no es propia, y una muerte que siempre espera en soledad.
Aunque la novela tarda en destaparse, nunca lo hace la película, porque se muestra todo de manera tan atropellada, que no hay tiempo para que el lirismo acabe imperando en la película. Sólo podemos captar ese ideal perdido por un amor eterno (mirada fija en ese muelle cuya luz titila en la casa de los Buchanan), pero deja en el tintero, aquella figura solitaria del hombre desorientado en una vida que se escapa: Gatsby.
– No quiero ser más quien no soy, un caballero -dice Gatsby. Pero Nugent lo embute en un bañadorcito ridículo con una pose absurda que impide creerse cualquier cosa. Mientras que Fitzgerald convierte a Gatsby en una contradicción constante, en la versión de Nugent sólo nos quedamos a medio camino, sin poder ir mucho más allá, de la creación de un dandi enamorado.
Y lo que es más importante, se olvida por completo de unos personajes, que son pasto de una vida que no creen merecer.
Nick Carraway, narrador de la novela, dice en su parte final:
(Abróchense los cinturones porque esto continúa).
Un poco ingenua, tal vez. Todos los personajes aquí son mejores que en las otras versiones que ví. Incluso los malos son malos pero se arrepienten al día siguiente (con lo cual, toda la mala baba de la historia desaparece y no entiendo muy bien, sin mala baba, qué sentido tiene esta historia, pero en fin).
Por otra parte, lo explica todo como si tuviera miedo que no lo entendiéramos, pero no eso no me estorba.
Alan Ladd siempre me pareció el colmo de la sosería, y así es gran parte del metraje, pero la cara de enamorado con que se queda mirando a la mocina, es antológica.
…Y cómo susurra su nombre!.
Para mí que le contrataron por eso. Quién me iba a decir que Alan Ladd sabría hacer de enamorado. Pasé un buen rato, pero quizá trivializa el mensaje, que deja de ser mensaje para convertirse en una anécdota puntual.
Al quitarle cualquier minúsculo hierro que pudiera tener… pues queda una historia algo aguada.
NOTA: De todos los Gatsby que he visto (me parece que me falta el de los años 20), es el que mejor hace de enamorado. Casi no puedo creer que esté escribiendo esto, pero es lo que me pareció.
No creo que la vuelva a ver de todos modos, como no sea para comparar alguna cosa, pero no como film.
Una más de las adaptaciones de la novela de Scott Fitzgerald y una con ciertas peculiaridades. Hay que recordar que en 1949 El gran Gastby aun no era la novela de culto que fue después, por lo que uno todavía podía tomarse ciertas libertades al adaptarla. Así que lo que aquí vemos es una adaptación basada en lo que pegaba en la época, el cine negro. La misteriosa fortuna de Gastby no es aquí misteriosa, sino fruto del contrabando de alcohol. La película tiene momentos buenos, pero también cosas que me gustan menos. Como a otras personas, me sorprende el trabajo de Alan Ladd, que tiende a ser un actor hermético y sin embargo aquí es capaz de transmitir dolor y vulnerabilidad en algunos momentos. Por otro lado, creo que le falta algo de intensidad a la peli. Para mí habla de gente perdida, cobarde, muerta por dentro, que no tiene más que dinero y que son mucho peores que el contrabandista al que desprecian. Debería ser una película más dura, más triste, con una crítica social de la hostia y por momentos simplemente parece gente atolondrada o snob, en lugar de los cabronazos que son algunos de ellos. No empieza mal y no acaba mal, pero la parte central es como ingenua, meliflua, se hace un poco pesada. No está mal, pero le falta para ser buena.