El gran atasco
Sinopsis de la película
Nada más empezar el verano, los italianos se lanzan a recorrer sus magníficas autopistas, de las que se sienten tan orgullosos que se arriesgan a soportar la inevitable consecuencia de una salida tan masiva: el atasco. En la autovía que lleva de Roma a Nápoles, cientos de vehículos han quedado atrapados, y sus ocupantes se verán obligados a convivir durante unas cuantas horas en lo que va pasando de verdad de todo. Adaptación del cuento La autopista del sur , de Cortázar.
Detalles de la película
- Titulo Original: LIngorgo - Una storia impossibile
- Año: 1979
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
6.1
38 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Alberto Sordi
- Ángela Molina
- Annie Girardot
- Ciccio Ingrassia
- Eleonora Comencini
- Ernst Hannawald
- Ester Carloni
- Ferdinando Murolo
- Fernando Rey
- Francisco Algora
- Francisco de Zurbano
- Gérard Depardieu
- Gianni Cavina
- Giovannella Grifeo
- Harry Baer
- José María Caffarel
- José María Prada
- José Sacristán
- José Vivó
- Lino Murolo
- Marcello Mastroianni
- Miou-Miou
- Nando Orfei
- Orazio Orlando
- Patrick Dewaere
- Roberto Della Casa
- Stefania Sandrelli
- Ugo Tognazzi
Es mejor de lo que parece en principio. Al menos puedo hablar de mis expectativas, que no eran demasiado elevadas cuando durante la primera media hora de El gran atasco nos es presentada una trama que ya conocemos desde el título de la película así como una enorme cantidad de personajes. Pasada esa media hora parece que del surrealismo planteado no vamos a salir, lo cual tampoco hubiera sido mala cosa. Muchos coches parados, muchísimos personajes, situaciones inverosímiles dentro de una gran situación excepcional. Vueltas y vueltas de tuerca con un humor en la superficie que esconde algo más grave y profundo.
Y caramba, sucede algo que cambia mi visión de la película, ya no son gags únicamente. Me iré al spoiler a detallarlo, porque mi explicación tiene relación con un hecho concreto que me ha impactado y que considero que es crucial para entender El gran atasco como una tragedia. Hablo de la tragedia del hombre por ser hombre. Por encima de la comedia, más allá del humor, que también lo hay y buenísimo con ese Alberto Sordi maravilloso en su Jaguar, la película acaba transformándose en algo mucho mejor. Mastroinanni sale de esa ridícula casa a pie de la autopista y sentencia que la humanidad da asco. Cuánta razón!!!
Uno de los aspectos que más destaca en Lingorgo de Luigi Comencini es seguramente esa especie de suspensión casi metafísica infundida desde los primeros minutos al objeto de su debate. Ese atasco, de hecho, parece ser tan abstracto que es tangiblemente claustrofóbico.
El espacio está lleno de cuerpos y coches y procede en un entrelazamiento de lo orgánico y lo mecánico que deconstruye la continuidad de los eventos. Y esa misma deconstrucción puede aparecer como algo natural, dado que los coches son claramente asimilables a células (y celdas) en las que el juego de aislamiento de todas las historias escenificadas es simple, pero ciertamente no fácil de conseguir.
En cambio, Comencini sabe dónde poner los acentos, sabe qué figuras resaltar, sabe cómo poner perfectamente la gran jaula metafórica en la que mostrar todo lo que se necesita mostrar.
Por lo tanto, lo que sale es la descripción perfecta de una Italia, a finales de los setenta, con todos sus prejuicios, sus distorsiones, su degradación. Un país que sale de años de gran crisis y todavía huele el olor acre del terrorismo y las estrategias de terror. Una Italia que se apila en una carretera ordinaria, inmóvil, desde todos los puntos de vista.
Hay un rico abogado que piensa (sin alejarse tanto de la verdad) que todo gira en torno al dinero hasta. el famoso actor que ahora parece haber perdido todo estímulo (laboral y sexual), la pareja que celebra sus bodas de plata sin amarse más, la feminista violada por un trío de descendientes de familias romanas adineradas (cualquier referencia a la masacre del Circeo parece no ser accidental).
La humanidad representada está envuelta, confundida, expuesta como una masa uniforme dentro de la cual, sin embargo, es posible encontrar fragmentos que indican bien la sustancia social de la que está compuesta.
Es la comedia a la italiana la que llega al final de su recorrido, con las máscaras que apuntan perfectamente al objetivo, pero que están cansadas, desfiguradas, quizás por esta razón aún más eficaces porque son formalmente capaces de interpretar los estados de ánimo y las emociones de los tiempos que se avecinan.
En resumen, Lingorgo, una storia impossibile – es sin duda una de las grandes películas del cine italiano del final de la década, porque sabe encontrar la amplitud de un retrato figurado y mezclarlo con la intensidad de una historia que nos dice cómo, a veces, es importante considerar el hecho de que uno puede permanecer inmóvil a pesar de tener todos los instrumentos a su disposición para recorrer muchos kilómetros.
Ahora que el verano toca a su fin no está de más traer a colación esta película italiana, que aprovecha un asunto tan aparentemente anodino como un gigantesco atasco para reflexionar, a medio camino entre la comedia y la tragedia, acerca de la sociedad moderna.
Y es que aunque efectivamente predominan la ironía y las situaciones humorísticas, conforme avanza la película el tono argumental se torna más sombrío, dando lugar a episodios abiertamente dramáticos, alguno de ellos verdaderamente crudo. En este sentido, resulta acertada la metáfora del atasco, en la medida en que es una de esas situaciones en las que el ser humano moderno, reducido a la impotencia y la inmovilidad, saca a relucir lo que lleva dentro, ya sea para bien, o más frecuentemente para mal, tal y como se sugiere en este filme.
El mencionado planteamiento condiciona completamente la narración y el estilo de la cinta, que muestra un buen número de situaciones y personajes, centrándose con mayor o menor énfasis en algunos de ellos. Esto supone que más allá de la crítica social de fondo o de la metáfora de una sociedad atascada en sus egoísmos e intereses particulares, no hay una línea argumental diáfana, sino una sucesión de episodios más o menos interrelacionados. De ahí que la película resulte un tanto desigual, alternando aciertos con fragmentos menos atinados o más insustanciales. Los personajes no son importantes por sí mismos sino por lo que representan a ojos del espectador, razón por la cual su construcción resulta un tanto arquetípica, si bien esto era difícil de evitar, dado el argumento abordado.
Aunque de la panorámica social que ofrece el filme no se presente una conclusión cerrada, si es apreciable y notorio el escepticismo del director, un Comencini que nos muestra a unos personajes que, con algunas excepciones, aparecen marcados por el egoísmo, y que en cierto modo, a pesar de compartir espacio y situación, viven unos alejados de otros, cuando no hay un interés de por medio.
La película cuenta con un guión que sirve bastante bien al propósito argumental de la misma, y que ocasionalmente destaca en algunos diálogos o momentos especialmente conseguidos, sobre todo aquellos en los que consigue poner de manifiesto la hipocresía o doblez de algunos protagonistas. Coral por necesidad, el filme tiene un amplio reparto, bien nutrido de estrellas internacionales, españoles incluidos (destacando una jovencísima Ángela Molina, con un papel importante, y el veterano y siempre correcto Fernando Rey, también aparece, aunque más brevemente, José Sacristán). De entre todas las interpretaciones, en general correctas, es difícil no destacar a Alberto Sordi, un actor superlativo, que una vez más clava su personaje, un desdeñoso y caprichoso abogado, atrapado en el atasco junto a una masa que él califica de canalla.
Por todo lo dicho, me parece una película recomendable e interesante, aunque no redonda, tal vez por las limitaciones que el marco argumental imponía, y que en ocasiones lastran un tanto su desarrollo y posibilidades. No obstante, es una pertinente reflexión sobre una sociedad que fácilmente se atasca en sí misma, y que inevitablemente sobrevive un tanto atrapada, del mismo modo que lo hace el humor en medio del drama.
En las cercanías de Roma se produce un absurdo y gigantesco atasco. Comencini nos presenta una metáfora/parábola de la sociedad de su tiempo a partir de esta inteligente idea argumental, desigual pero correctamente desarrollada en la pantalla. En el atasco hay toda una fauna de personajes, una fauna motorizada cada uno con su drama, problemas o alegrías, pero con el común denominador de la insolidaridad, insatisfacción y el vacío de sus vidas. El coche es ahora la verdadera casa de esta masa de gente, es el símbolo de la sociedad clónica, estresada y deshumanizada que se ha ido gestando en el discurrir de las épocas (no digamos ahora mismo).
Cosmopolita reparto para una coproducción de cierto renombre y que cinematográficamente remite directamente a la maravillosa obra de Buñuel El ángel exterminador .
Aprovechando un gran atasco, en el que se ven inmersos una caterva de automovilistas, encarnados por lo más granado del cine europeo de la época, el cachondo y mordaz Luigi Comencini, realiza un apocalíptico, divertidísimo, mordaz e inmisericorde retrato de las diferentes capas de la sociedad, repleta de mala leche que supura un irreverente humor negro durante todo su metraje.
En cierto modo recuerda al atasco retratado en Mecánica Nacional de Luis Alcoriza, en cuanto al retrato de la sociedad motorizada.
Absolutamente recomendable.