El extraño caso del Dr. Jekyll
Sinopsis de la película
Un prestigioso científico vive obsesionado con la idea de encontrar una fórmula que le permita aislar los impulsos malignos del ser humano. Cuando lo consigue, decide experimentar consigo mismo y se bebe la poción que ha inventado. A partir de ese momento, se convierte en un monstruo de maldad que deambula por las calles durante la noche cometiendo todo tipo de fechorías. Adaptación de la obra homónima de Robert Louis Stevenson.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dr. Jekyll and Mr. Hyde aka
- Año: 1941
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
7
54 valoraciones en total
La película no es en absoluto fiel al relato de Stevenson, pero la idea esencial, que es lo que importa, está descrita con acierto.
El aspecto gótico de la película es especial, el primer detalle a destacar y para mi, muy meritorio. El laboratorio en el sótano nos introduce en el tétrico asunto que empieza, como pasos previos a la expectación, con la relación romántica del doctor Jekyll y su prometida.
A continuación aparece una camarera (Ingrid Bergman) que hará actuar la conciencia del doctor. Él la acompañará a su apartamento. Parte de la escena de la camarera con el doctor en su apartamento fue censurada en su momento. La verdad es que es muy fuerte … (Es una broma, pero conlleva unas insinuaciones por parte de ella en la cama, que por entonces a alguno le puso los pelos de punta).
Con todo esto y por el avance de sus experimentos, el doctor decide probar sus brebajes consigo mismo y ahí empieza la lucha del bien y del mal. La atracción del mal.
Pero no sólo es el ambiente gótico, sino el tema policial que aparece con la figura de Hyde por medio lo que atrae de la película, claro está.
La interpretación de Tracy está encajada en los decorados con acierto pleno, para ello es fundamental la niebla que da el aire melancólico a la acción y sobre todo la chistera y el efecto de la capa en las huidas de Mr. Hyde, como si fuera dejando una estela de maldad.
La reincidencia en probar su pócima enseña la adicción del mal y la fascinación que ejerce en una conciencia aunque sea de lo más limpia y noble.
A continuación, cuando se divierte Mr. Hyde en el salón de espectáculos, la película parece más cómica que otra cosa pero pronto la actuación de Tracy nos mete de lleno en la crueldad con su actuación torturando a la cantante.
La obsesión sexual se desata en la metamorfosis con esas imágenes, totalmente rotundas, de los caballos desbocados, las dos mujeres al galope y él encima: impresionante.
La crueldad de Mr. Hyde sigue presente con detalles de calidad que podemos apreciar cuando está en su apartamento con la camarera, una crueldad de primera. El apartamento es una jaula de oro para la pobre mujer. Cuando él escupe una y otra vez o cuando ella, angustiada ya del todo, le sirve té y él lo rechaza tirando el contenido del vaso hacia un lado, como quien no quiere la cosa.
La lucha del bien y del mal, la dualidad que llevamos dentro. La crueldad. Una estupenda película que hay que ver y una novela más que recomendable.
Yo creo que hoy día somos más Mr. Hyde y que la buena conciencia la escondemos muy en nuestro interior. O sea, que somos al contrario del Dr. Jekyll.
Y bueno, muchos ni tenemos conciencia.
Magnífica obra del 7º arte, y magnífica adaptación al cine de terror de este extraño caso que hoy en día en la realidad no lo es tanto, hablamos de un doctor que inventa una droga (una cosa entre Alcohol y LSD) y su metabolismo, su razón y sus valores cambian completamente al ingerirla, hasta el punto de que él siente que domina esa droga pero ella al final lo acaba dominando a él hasta el punto de que no necesita tomarla para que salgan sus efectos.
Y sus efectos son por desgracia un desdoblamiento de la personalidad del honorable Dr. Jekyll que se acaba convirtiendo en un monstruo. Es el paso que da una persona al tirar toda su vida por simplemente probar un trago de ese elixir que en este caso ni rejuvenece ni sana males, todo lo contrarío..
Magnífica adaptación cinematográfica de la novela cumbre de Robert Louis Stevenson, que supone, sin lugar a dudas, la mejor película sobre el mito de Jekyll y Hyde hasta la fecha. El film funciona a las mil maravillas, en parte por la buena dirección de Victor Fleming, realizador de las famosas Lo que el viento se llevó y El mago de Oz y en parte por el lujoso trío de protagonistas. Ingrid Bergman está sencillamente brillante, con una interpretación digna de un Oscar sobre una alegre y espontánea camarera que ve cómo poco a poco su espíritu libre se va tornando en una mujer atormentada y sin ganas de vivir a causa de las contínuas vejaciones a las que se ve sometida por Mr. Hyde. El gran Spencer Tracy encarna la dualidad Jekyll/Hyde, a la que llega por ser un osado científico que intenta separar el bien y el mal de los hombres, su intención es buena, pues pretende curar la locura de la humanidad, pero los resultados son nefastos. El rol de Tracy es encomiable, pues las técnicas de maquillaje en 1941 son muy inferiores a las actuales, con lo que la gran diferencia entre Jekyll y Hyde se debe a su impresionante actuación, siendo la bondad personificada en un caso y el mal sin control en el otro, destacando su mirada asesina como rasgo más terrorífico de todo el relato. Una bellísima y joven Lana Turner es la prometida del doctor Jekyll, en un papel más bien pequeño, pero resplandeciente cada vez que aparece en pantalla. Hay auténticos momentos de tensión e incluso de miedo, gracias a un elaborado guión adaptado que define muy bien a los personajes y sabe crear una historia que explica convincentemente el por qué de los acontecimientos. Ahora que vivimos una era de películas de terror lamentables, los actuales directores del género harían muy bien en echar un vistazo a los estupendos relatos creados años atrás, para comprobar que el cine vive de guiones y buenas interpretaciones, los cuales nunca podrán ser sustituidos por sangrientos efectos especiales y jovencitas semidesnudas.
Siempre me ha resultado algo difícil valorar justamente adaptaciones cinematográficas de obras literarias por las que siento predilección, y de ahí que tuviera algunas prevenciones subjetivas hacia esta película, en la que sin comerlo ni beberlo aparecían dos actrices, lo que de entrada implicaba alterar profundamente el argumento original.
No obstante, ahora pienso que la adaptación que realiza el guionista es bastante hábil, pues capta eficazmente lo esencial del relato de Stevenson, aunque introduciendo en él unos toques melodramáticos en aras de una mayor comercialidad del filme. Otros de los rasgos principales de la historia se mantienen sabiamente, y no me refiero al núcleo del argumento -la disociación del bien y el mal- sino a algunas metáforas que lo ilustran, como la de las dos puertas, en la casa de Jekyll hay una puerta principal, atendida por un correctísimo mayordomo. Es la puerta que encarna la respetabilidad burguesa, el orden o su apariencia, bien representados por su más que confortable casa. Pero si bajamos las escaleras, atravesamos varias puertas y un patio trasero, llegamos entonces al laboratorio, y de él sólo puede salirse a través de una puerta más discreta, y es por ella por la que entra y sale Hyde, el alter ego negativo del respetable doctor.
Así como hay dos puertas que encarnan la dualidad Jekyll/Hyde, hay también dos mujeres, que son una versión edulcorada -pero acertada al fin- de esa misma dicotomía, Beatrix (Lana Turner) es la mujer respetable y sin tacha, la futura esposa. Ivy (Ingrid Bergman) es la seducción popular, la tentación corruptora. Toda la película enfatiza las diferencias entre ambas, desde sus actitudes hasta los ambientes en los que se mueven respectivamente, y la relación de Jekyll/Hyde con cada una de ellas es pareja a su propia corrupción íntima.
Puede reprochársele a la película la eliminación del suspense que sí existía en la novela original, ya que al planificar todo el argumento desde el punto de vista de Jekyll todo atisbo de intriga se pierde, sin que los aspectos formales -por otra parte muy correctos- puedan recuperar completamente el halo de misterio requerido. La fotografía recurre a los contrastes nocturnos que tan característicos serían a lo largo de toda la década de los 40, y la caracterización y transformaciones de Spencer Tracy son meritorias, aunque coincido con otros usuarios en que el mayor mérito es suyo, forzando el rictus y la mirada con efectos fantásticos en su encarnación de Hyde.
El resto de intérpretes están bastante bien, aunque Lana Turner resulta un tanto insulsa, circunstancia debida a la concepción de su personaje, excesivamente convencional y encorsetado. Por el contrario, la Ivy que interpreta la aún no estelar Ingrid Bergman (a punto de rodar Casablanca ), es mucho más atractiva, y la secuencia que comparte con Tracy en la parte inicial del filme es brillante, quizá la mejor de la película, por lo atrevida y provocativa que resulta para la época.
Concluyendo, una apreciable película, seguramente la mejor de las últimas rodadas por Fleming -quien ya adaptó La Isla del Tesoro de Stevenson-, y en la que queda demostrado que todos los seres humanos transitamos entre dos puertas, lástima que al común de los mortales no nos aguarden tras ellas ni Lana Turner ni sobre todo, la maravillosa Ingrid Bergman.
Un respetado científico obsesionado con la idea de separar los impulsos de maldad del ser humano se bebe una de sus pociones. A partir de entonces se convierte en un monstruo que deambula por las calles con una nueva personalidad.
Oscura historia que se adentra en los más profundos demonios del ser humano. Adaptada de la novela de Robert Louis Stevenson, la obra ya tuvo una muy buena primera versión rodada en 1931, diez años antes de la película que nos ocupa. El personaje del DrJekyll es el estandarte de la trama, la mayor parte de la narración se desarrolla entorno a él. Por otro lado la metáfora es clara y resulta bastante útil para estudiar la moral filosófica de la persona, referida en su esencia a la dualidad del ente como tema a abordar. Destacamos igualmente la conseguida atmósfera que plasma a la perfección el sórdido clima de las noches llenas de neblina de Londres
En los rubros técnicos el film se muestra muy logrado, Victor Fleming autor de otros títulos de la categoría de lo que el viento se llevo y el mago de Oz, dirige en esta ocasión con seguridad y sobriedad. Los excelentes efectos de contraluces y sombras unidos al buen movimiento de cámara en general, nos acercan una estética, me atrevería a decir, propia del mejor cine negro. Recomiendo una especial atención a las trasformaciones que sufre el doctor, rodadas de manera subjetiva de forma bastante acertada. Spencer Tracy eclipsa al resto de grandes intérpretes de la película. A pesar de llevar a cabo una magistral interpretación no recibió ninguna nominación de la tres que obtuvo el film en total. Ingrid Bergman realiza un loable trabajo en su papel de atractiva joven sometida a la maldad de Hyde. La música Franz Waxman un habitual director sonoro, que atesora buenas partituras que crean sensaciones dramáticas, evocadoras y que refuerzan de manera la tensión en ciertos puntos clave del metraje.
Sólida y bien construida, la película de El extraño caso del Dr. Jekyll es una buena muestra de cómo adaptar una novela sin perder la frescura ni la originalidad.