El dictador
Sinopsis de la película
El Almirante Haffaz Aladeen (Baron Cohen), un dictador antioccidental, arriesga su vida con tal de evitar el establecimiento de la democracia en Wadiya, un país norteafricano con recursos petrolíferos. Su más fiel consejero es su tío Tamir (Ben Kingsley), Jefe de la Policía Secreta, Jefe de Seguridad y Proveedor de Mujeres. Por desgracia para Aladeen y sus consejeros, Occidente ha empezado a inmiscuirse en los asuntos de Wadiya, país que ha sido sancionado varias veces por las Naciones Unidas en la última década. Tras sufrir un atentado que le cuesta la vida a uno de sus consejeros, Tamir convence a Aladeen para que vaya a Nueva York a solucionar la cuestión en la ONU.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Dictator
- Año: 2012
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
5.4
25 valoraciones en total
(Sacha Baron Cohen al presentador de los Óscar, Ryan Seacrest, después de arrojarle las cenizas del líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-Il, en la alfombra roja)
Tengo que admitir que soy un gran fan de Sacha Baron Cohen, me parece un gran actor, detrás de todas las bromas se esconde una capacidad para actuar descomunal, no es fácil interpretar personajes tan dispares como los que ha creado, un rapero jamaicano de clase baja, un reportero de moda austriaco o un pobre diablo de Kazajistán hasta llegar a su último personaje, el dictador árabe, todo esto requiere una gran calidad interpretativa.
Lo que me gusta de sus películas es que tras las gamberradas reposa un análisis mordaz del mundo en que vivimos, en esta película se produce pero en menor medida.
El Dictador vive como un dios en su palacio (Plaza de España de Sevilla) pero sufre una emboscada en Nueva York ejecutada por su hermano, Ben Kingsley, y tras perder su privilegiada corona vagará por la ciudad que nunca duerme como un ciudadano normal intentado reconquistar su trono, tendrá que trabajar y conocerá a una gran mujer (Anna Faris).
Cuando Sacha hace del dictador Aladeen todo es muy divertido, (cameo muy gracioso de Megan Fox) pero cuando pierde su posición como líder de la República de Wadiya la película pierde mucho y no hace tanta gracia, de hecho, puede hasta parecerse a películas menores como El príncipe de Zamunda. Las bromas que hace no son tan buenas.
Hay momentos de la promoción de Sacha que son más divertidos que esta parte, por ejemplo, algunas entrevistas que dio en diferentes televisiones, el mensaje amenazante que envió antes de los Oscar y el episodio de las cenizas en la alfombra roja hacen más gracia que las vivencias en Nueva York.
Sacha Baron Cohen debería de elegir con cuidado sus próximos papeles para no repetirse, muchas de las gracias en Nueva York se parecen a los peores momentos de Ali G, y la interpretación a Borat. <
Con todo, tiene momentos muy divertidos y aunque es corta se merece aprobar. Sobre todo hay que destacar el discurso que da al final…
No sabemos si eran las cenizas de Kim Jong-Il lo que se derramó en la alfombra roja pero hubiera sido un final apropiado para ese cruel dictador que se suponía tenía poderes divinos y era un genio y un erudito del séptimo arte. (Sobre todo si las pisaba el pueblo al que oprimía)
Sacha Baron Cohen y Larry Charles, conscientes de que no pueden repetir el formato con el que catapultaron a personajes como Borat o Bruno, han decidido galopar sobre la ficción como única posibilidad actual de embestida. El personaje (y el homenaje a Kim Jong- Il) así lo merecía pero el conjunto está afectado por la necesidad de la inmediatez. Puede que Operación Canadá de Michael Moore mantenga las mismas cardinales que Fahrenheit 9/11 pero una será defenestrada al mismo tiempo que otra encumbrada. Y es que el formato mockumentary y la exaltación del personaje sobre un referente real y cotidiano se pierde en esa falta de interacción con bases reales. El dictador funciona mejor sobre su marketing y campaña promocional que girando sobre los mecanismos que propone en la ficción. A nadie se le va a olvidar la imagen del General Aladeen cuando se presentó en la alfombra roja de los Oscars con las cenizas de Kim Jong-il con un previo polémico en el que inicialmente no estaba invitado. Antes de que la seguridad muy vigilante le invitase a ‘desfilar’ arrebatándole la urna, logró esparcir parte por el lugar ‘sacralizado’ y encima de Ryan Seacrest, presentador de American Idol. Muchos recordarán esa imagen incluso por encima del ‘pezóngate’ de Jennifer Lopez…
Comentado la versión unrated con una persona que vio la versión ‘rated’ no observé ninguna diferencia. ¿Realmente se puede ‘cortar’ una lamida de un sobaco peludo o el instante más romántico en el interior de un útero dilatado en pleno paritorio? La provocación esta vez traza un dibujo irregular donde su humor zafio es en sí la hipérbole que necesita la sociedad y que llena salas de cine o sienta a millones de espectadores delante de televisores. Aunque la película vuelve a no dejar títere con cabeza y los judíos, occidentales y árabes son objetos de todo tipo de virulentos chistes, realmente engloba su burla hacía toda la sociedad y escisiones. Nadie está a salvo de la mirilla crítica: ni lesbianas, minusválidos, neonatos, fallecidos y minorías raciales.
Con El gran dictador en la mirilla, Sacha Baron Cohen utiliza el machismo retrógrado, inenarrables versiones árabes de REM o Marvin Gaye y armas de destrucción masiva fálicas para hilvanar su discurso sobre falsas democracias, la hipocresía de los países más poderosos del planeta y su capacidad sádica y parafílica con único fin: ganar dinero a través de la mentira y manipulación del pueblo. Es cierto que salvando la funcional burla se puede hacer una crítica seria y que pocas sátiras políticas son capaces de recaudar 167 millones de dólares en todo el mundo. Descubrir el lado orgásmico-onanista de Forrest Gump merece la pena, aunque esta vez el filme del tándem no consigue sobreponerse del todo al arsenal de clichés y lugares comunes. Realmente El dictador vive atrapada en una dictadura llamada ficción.
Lo ha vuelto hacer.
Todavía no sé como pero lo ha vuelto a hacer. Maldito Sacha Baron Cohen.
Me he sentado (con muchas ganas tras haber disfrutado de Borat y de la maltratada Bruno) en el cine y he dado la tabarra en la sala con mis carcajadas durante la hora y cuarto de película. Si había algún momento vacío, solo tenia que retrotraerme unos segundos antes para seguir riéndome de la barbaridad que acababa de ver en pantalla. Sin aportar nada nuevo en el desarrollo principal de sus películas, consigue seguir siendo tan gamberro, guarro y (sorprendentemente) fresco como el primer día.
No se lleva el 10 por, quizás, un exceso de crudeza y escatología que dará una excusa a crítica y público escéptico a este tipo de humor para machacarla duro.
Muy grande la ironía fina, finísima con la que hila Sacha en algunas escenas.
La verdad es que no suelo escribir críticas, pero esta peli me obliga!
Después de la última malísima película de Cohen Bruno , estaba un poco pesimista antes de ver el Dictador. Pero nada mas empezar sentí buenas vibraciones y el buen rollo de la cinta.
Para nada es ofensiva como se esperaba, todo se toma desde un punto de vista crítico y humorista.
El personaje del dictador Alladeen esta muy bien trabajado y provoca mas de una buena carcajada.
La verdad es que me divertí mucho visionando esta comedia. La disfruté como un enano. No hay momentos en los que te aburres y de relleno, todo esta estupendo, y además como es bien cortita, tan solo 75 minutos de duración. Para mí que es lo justo y necesario.
En general una buena comedia y una buena pelicula, sobre todo viendo el panorama de cine mundial de este año, que hubo muy poca pelicula que valiera la pena. Por lo menos hasta el momento.
Conclusión: merece la pena.
Vivimos en una época donde la única gracia y disfrute de la vida parece estar en la parodia, el sarcasmo y la propia burla de nuestra sociedad de crisis y de penurias.
Y que alguien me haga reir a costa de esas propias miserias del ser humano como los regímenes totalitarios, los odios entre razas y naciones, y el machismo más puro y agudo, es algo de agradecer.
Estoy de acuerdo conque unos gags son más afortunados que otros, quizás el de el helicóptero puede ofender o tener poca gracia intrínseca, pero el conjunto es una sucesión de sketchs que no da tregua al espectador que en pocos momentos siente aburrimiento si de verdad se deja columpiar por tanto golpe surrealista y grotesco y presta atención a los diálogos descojonantes del protagonista.
Se nota que en versión doblada al castellano el film ha perdido mucho de su sentido en esos diálogos que tiene que ver con términos americanos o judios, esos juegos ingeniosos de palabras, y que muchas veces dejan al espectador desconocedor en el aire en algunas escenas, pero en contraste los gags bruscos y disparatados son para degustar en toda su crudeza y brutalidad más desternillante.
Qué quieren que les diga. Es una peli para evadirse y no pedirle las sutilezas como las de Woody Allen (aunque comparte su fondo de crítica política y social,en otro estilo desde luego), tiene una duración correcta para no cansar y sales del cine fresco y aun sonriendo al recordar algunos de sus sketchs más acertados… en los tiempos de tristezas y de penurias que vivimos eso ya es mucho para valorar… Sr. Sacha, se ha superado con respecto a sus dos films anteriores, claro que quien no le guste su estilo de humor ni se moleste a su visionado, y al espectador en ciernes le digo, búscate una buena pandilla de amigos de mente abierta y risa fácil, y prepárate a pasar un rato de lo más divertido (si vas solo, lo tendrás más complicado, dicen que la risa es cosa de contagio y solidaridad).