El diablo ataca de noche
Sinopsis de la película
Alemania, II Guerra Mundial (1939-1945). Un asesino en serie tiene aterrorizados a los habitantes de Hamburgo. La policía se esfuerza por atraparlo, pero no lo consigue. Entonces las SS deciden intervenir en el caso.
Detalles de la película
- Titulo Original: Nachts, wenn der Teufel kam aka
- Año: 1957
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
6.6
21 valoraciones en total
Es una maravilla de paradoja que mientras los bombardeos sobre Berlín o Hamburgo causan miles de muertos, todavía en esa Alemania persiste un método policial tradicional que tiene que encargarse de los crímenes de un asesino en serie, Bruno el Bestia, personaje auténtico que existió el muy bestia en el amplio sentido de la palabra, y que le dio por perseguir a las mujeres durante la Alemania de la guerra. ¡Cómo odia Hitler este tipo de infrahumanos que insulta a su raza y la degenera! Y de ahí, que la pobre y sometida policía tenga que plegarse a las imposiciones de la SS, el servicio secreto de Hitler.
Se nos presenta una Alemania inmediatamente anterior a la Guerra Total, donde vemos un pueblo abandonado a su suerte, desengañado de su Führer, donde los vecinos ironizan en secreto sobre lo que ha resultado ser el partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Sólo pasean gente tullida, inservible en principio para el frente (en principio), y mujeres, y el tal Bruno, repartidor-transportista que por su idiotez certificada se están librando. Es un aspecto muy interesante esa vida civil escenificada perfectamente diferente por ejemplo a La noche de los generales (1966), esa excelsa obra en la que un general, también muy bestia pero de refinadas maneras, le da por matar mujeres en serie. Ahí las investigaciones acaparan el mundillo del Alto Mando nazi mientras que aquí es el escenario de la calle.
Nos rendiremos a la excelente actuación de Mario Adorf que compone un personaje completo, se mete en el papel hasta que hace dudar y todo si no es un criminal de verdad haciéndose el tonto. Es un tipo de asesino en serie diferente al de la otra obra excelsa, M el vampiro, donde Peter Lorre encarna un asesino débil, sometido a sus bajos instintos sexuales, Mario Adorf es el psicópata obtuso, fuerte como una mula al que las niñas le resultarían poca cosa. Película para apuntarse dentro de este interesante pero penoso género. Un asesino civil bajo el fuego de las bombas aliadas.
Hay muchas películas de asesinos en serie. Pero si situamos los hechos en la Alemania del verano del 44, pues la propuesta es tentadora.
La Gestapo persiguiendo a un ogro, ¿quién lo iba a decir? Bueno, pues así fue. Naturalmente Siodmak tras la vuelta a su país no se limitó a filmar una investigación al uso. Es lo de menos en este film, aunque esté como siempre en este director muy lograda la narración de los hechos. Pero llega un punto que al siniestro asesino uno lo llega a ver como un angelito en comparación con toda esa maquinaria.
Y de esa maquinaria diabólica no puede escapar el honrado inspector de la policía judicial, que en ese tremendo final ni siquiera podrá desobedecer una nimiedad por la fuerza de la demoniaca costumbre de la época.
La etapa hollywoodiense de Siodmak es su etapa más conocida, y prestigiosa, y ha oscurecido la etapa de este cineasta en el cine francés de los años 30, así como sus dos etapas alemanas, la de la Alemania de Weimar y la de la posguerra en la RFA. Partiendo de ahí, he tenido la suerte de ver El diablo ataca de noche , que, aunque prohibida en su día en España, ha podido ser recuperada en una edición en dvd que permite verla en versión original en alemán, con subtítulos en castellano.
Estamos ante un film que motiva claramente a su director, el cual creó su propia productora, Divina, para sacar adelante este largometraje, basado en un caso real, el del asesino Bruno Lüdke, un asesino en serie que fue detenido en 1943 y murió en 1944, y uno de los mayores asesinos en serie de la historia criminal alemana. Siodmak se esfuerza en relacionar el caso criminal en sí con el del régimen nazi en el cual se desarrolla la acción, exponiendo las contradicciones propias de aquél régimen: si primero el gobierno se interesa por Lüdke como un ejemplo de la necesidad de sacrificar a los retrasados mentales y de mejorar la raza aria, después se considera que en el Tercer Reich no puede haber monstruos como Lüdke, por lo que todo lo relacionado con el caso se hace desaparecer, incluído el propio Lüdke. La secuencia en la que el gerifalte de las SS (Hannes Messemer) habla del caso con un subordinado mientras delante del coche en el que viajan pasa un gran rebaño de ovejas, posee un evidente sentido metafórico: tanto el asesino en serie como el resto del pueblo alemán no son más que borregos que sacrificar, en nombre de los objetivos de Hitler.
El diablo ataca de noche , película muy premiada en su día, en Alemania, es tal vez la primera obra cinematográfica alemana de la RFA que revisa el pasado reciente alemán no para exculpar a los alemanes, a través de alguna figura histórica opuesta al nazismo, sino para entrar en la responsabilidad que, por acción u omisión, dejadez, conformismo o cobardía, tuvieron los alemanes en el triunfo de un régimen dictatorial. El papel de Claus Holm, un personaje bastante conformista, aunque poco afín al régimen, es significativo al respecto. Para Siodmak, este film es una especie de ajuste de cuentas con el pasado, con su pasado.
A destacar, por último, el trabajo de Mario Adorf en el papel del asesino en serie.
Alemania, año 1957. Emergiendo después de muchos años de tutela aliada. En Roma se firma el tratado de la nueva Europa. Nuevos aires. Esperanzadores. Y un retornado Siodmak filma El diablo ataca de noche, película sobre la Alemania oscura del nazismo. Alemania avanza. No al compás de marchas militares sino al de los nuevos tiempos y tal vez sea el momento para mirarse el propio ombligo sin pudor. Y Siodmak lo hace. Pone a los alemanes frente al espejo de la historia y es premiado por ello. Ahí queda su nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa (que pierde frente a Las noches de Cabiria de Fellini) y numerosos premios en los German Film Awards germano del 58.
Siodmak, mago del cine negro, compone un trabajo cuya lectura no se reduce a la línea argumental principal, sino que tiene mucha letra pequeña, tan importante o mas que la historia de la caza y captura de Bruno, personaje real autor de decenas de asesinatos en la Alemania nazi. La lectura entre líneas nos conduce por un período histórico donde los totalitaristas están más pendientes de las vías de escape hacia las fronteras nórdicas que de aclamaciones al fuhrer. Un período en el que imperan la hipocresía y el miedo. Un período de muertes anunciadas. Y en ese período, Siodmak sitúa a un asesino de masas pequeño y a otro grande. Y lo mas curioso es que el grande se niega a aceptar la realidad de una raza aria con personajes exterminadores de este calibre. ¡Que fácil se ve la paja en el ojo ajeno y no en el propio!
Con momentos de tensión excelentemente logrados (el intento de liberación de un inocente), con una fotografía digna de tal director ( interesante juego de luces y sombras bajo el cielo nocturno de un Hamburgo bombardeado), pleno realismo (reparación de los desperfectos causados a la ciudad), buen debut de Mario Adorf en un papel complicado y un aire final de desencanto y tristeza, de un tren que parte para no recordar… son algunas notas ( y hay mas) de un film que debe verse, no solo porque nos lo prohibieron aquí en España durante muchos años sino porque se lo merece.
Un de los primeros zarpazos de Siodmak cuando abandonó los USA y volvió a su patria, acosado por la caza de brujas. Y el amigo Siodmak volvió por la puerta grande y haciendo amigos con este notabilísimo thriller de acusado cariz político, con los dardos apuntando al nazismo sin titubeo alguno. La vuelta a Alemania, y se nota y mucho, le libró de la censura y los límites del sistema de estudios y aquí facturó una obra valiente, quizás no tan arriesgada formalmente como algunas de sus maravillas americanas, pero tampoco mucho menos, y dando tanto protagonismo al thriller como al drama político. A mí me ha sorprendido, la verdad. En su etapa norteamericana, Siodmak poco tuvo que ver con Lang, quien nunca dejó de desenvainar la katana sutil o descaradamente en sus tramas negras. Aquí, finalmente, Siodmak se destapó, sin florituras y al riñón.