El destierro
Sinopsis de la película
Alex (Konstantin Lavronenko) y su mujer Vera (Maria Bonnevie) emprenden con sus dos hijos un destierro voluntario que pronto se convertirá en una pesadilla. Se trata de un viaje interior del paraíso al infierno, en el que cada uno evoluciona de manera diferente, alejándose todos cada vez más del ideal familiar. Todo comienza a tambalearse con la llegada de Mark (Alexander Baluev), el hermano de Alex, que ha abandonado a su mujer y a sus hijos. La perniciosa influencia de Mark hace que las relaciones de Alex con su familia sean cada vez más frías y distantes, así, cuando Vera le da la noticia de un nuevo embarazo, Alex la acusa de infidelidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Izgnanie (The Banishment)
- Año: 2007
- Duración: 150
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Opinión de la crítica
7.3
83 valoraciones en total
Después de ver la cartelera más interesante de 2014 y de no obtener satisfacción que me reconcilie con la carencia actual de creación y estilo cinematográficos, de nuevo puedo decir que descubro esta interesantísima apuesta del director de El regreso. Andrei Zvyagintsev apuesta por la esencia del cine como arte: utilizando la imagen como eje de expresión artística para narrar una historia. Aplaudo así esta apuesta por la escasez de diálogos, sólo utilizados para subrayar el drama interior de unos personajes que lo transmiten con sus miradas, posturas, expresiones y sutiles movimientos, en unos planos que generan en su conjunto una gran carga dramática y emocional, y una atmosfera especial que sólo un artista-creador como Andrei Z. es capaz de conseguir. La mezcla con planos de la naturaleza que rodea a los personajes y que el director no duda en aprovechar para deleite estético del espectador. Los calculados movimientos de cámara, suaves, precisos, que acompañan a los personajes en cada plano y que transmiten una estética visual y dinámica poco común. Cómo pasan los arboles por una secuencia en la que caminan los personajes. Como se aprovecha un paseo en bici sin importancia, para crear un planos estéticamente ricos y generar arte visual (Qué pocos realizadores-directores saben aprovechar los recursos que una cámara en movimiento pone a su disposición, sin caer en los clichés!) El uso de los colores de los vestidos de la protagonista (soberbia) y su contraste con los colores de las paredes deterioradas de la casa. El uso de la iluminación, el color y la planificación, en el interior de la casa para generar una atmósfera visual rica con unos elementos deteriorados y a priori pobres en estado y forma. El inmenso plano secuencia del agua que sale de una fuente, siguiendo su recorrido al mismo tiempo que se produce una lluvia torrencial. Los planos del rebaño de ovejas. Todo lo anteriormente expuesto supone un auténtico deleite estético y visual.
La dirección de actores es magnífica. Sus expresiones no fallan en ni un solo plano, destacando la fría pero soberbia interpretación expresiva de la pareja protagonista, y la también fría pero magnífica actuación de los personajes secundarios.
El estilo de cine es frío y pausado pero denso, por la carga dramática y visual de cada plano. Lento? La lentitud está en que pasen minutos sin que haya nada interesante que percibir. Si la historia no avanza rápido desde el punto de vista de la narración clásica, pero cada plano te produce el goce estético, dramático o interpretativo, no hay lentitud, excepto para mentes que asisten al cine como barraca de feria en vez de como arte. Aunque reconozco que la barraca de feria sea también una de las esencias del cine.
La historia es densamente profunda, y también agria, en el plano emocional y vivencial. Viajamos al interior de una relación cuya ruina vivencial ha dejado sin aliento a sus protagonistas, perdidos, buscando una salida a los desperfectos que ha causado la frialdad y la falta de conexión. Se podría contar esta historia mediante diálogos confrontados. La apuesta del film es entrar en ese mundo interior desde el plano visual, sin demasiado información explícita, pero generando inquietud y suspense dramático.
El giro final y explicación del film, que va dando vagos apuntes al espectador sobre lo que está ocurriendo, puede ser discutible formalmente por su brusquedad al ocupar los 7 ultimos minutos, pero no por eso deja de resultar estremecedor.
He leído algunas críticas que tildan al director de seguidor de corrientes y estilos predecentes citando a Tarkowsky y Bergman, es decir restando valor a su creación y personalidad. Ciertamente pueda haber una conexión con los maestros citados. Sin embargo creo que Zvyagintsev, a pesar de estas posibles influencias, se aleja, por ejemplo, del enigma a veces incomprensible e inalcanzable del cine de Tarkowsky, y logra en todo caso una obra visual y dramáticamente arrebatadora.
NOTA: Crítica realizada el 27 de febrero de 2008, retocada sensiblemente.
Lunes 5 de noviembre.
Descansado, dirijo mis pasos al Centro Comercial Nervión Plaza, donde están ubicados los cines en los que tienen lugar las proyecciones del festival.
Frustrado por no haber podido comprar entradas para 4 Meses, 3 Semanas y 2 Días por estar agotadas en las dos sesiones que tuvo (lo que tiene ganar una Palma de Oro), ese día me conformo con ver sólo una película, esta, la que ahora me atañe.
Sesión de 21:30 a 00:15, 2 horas y 45 minutos.
La película se proyecta en una de las salas grandes. Entra Manuel Grosso, director del festival, a presentar la película, acompañado del director de fotografía Mikhail Krichman y del escenógrafo (aquí me surge la duda de si hablaron del escenógrafo al estilo francés, que en ese caso sería el escritor del guión Oleg Negin, o del escenógrafo al estilo español… en este caso no sabría facilitar un nombre). En cualquier caso Grosso nos cuenta que ha querido venir personalmente a presentar la película por la experiencia que tuvo con ella en el pasado Festival de Cannes 2007, donde al parecer recibió críticas negativas, nos cuenta que le apabulló la experiencia, que los primeros 10 minutos del film eran impresionantes y que la fotografía tenía un tono que tildó de especial, demasiado abstractamente diría yo. Esta segunda película de Andrei no tiene nada que ver con su ópera prima (El Regreso), denle tiempo al tempo, introduciros en él y la experiencia será única y no os defraudará, dijo en resumidas cuentas. Sus jóvenes acompañantes nos hablan un poco en inglés (algo mínimo) y básicamente lo que nos vienen a decir es que disfrutemos del film y que están muy a gusto en Sevilla.
Se apagan las luces y espero con ansias esos 10 primeros minutos tan alabados por Manuel.
Aparece un campo, luego un coche que cruza una carretera, el coche va llegando a las afueras de una cuidad gris rodeada de fábricas, empieza a llover, suena una música inquietante y profunda, un hombre se retuerce en el interior del coche…
La atmósfera está creada.
En efecto el principio arrebata. A partir de ahí empieza la historia (basada en una novela del escritor estadounidense William Saroyan: The Laughing Matter, recientemente publicada en España bajo el título Cosa de Risa), de la que, como casi siempre, no hablaré.
(Sigue en spoiler por falta de espacio).
Fantástico drama cocinado a fuego lento por uno de los grandes directores europeos como Andrey Zvyagintsev. Su película más desconocida es quizás la que más influencias recoge de Tarkovski, y donde vuelve a indagar en la psicología de la familia y de la paternidad, tratando temas como el perdón, las mentiras o el peso de la culpa.
El inicio de la obra es desconcertante, con un hombre que llega herido a casa de su hermano, anticipando quizás el cariz dramático que tomará la vida de esta, en apariencia, idílica familia. La cinta del cineasta ruso narra cómo un matrimonio con dos hijos pequeños abandona la ciudad para instalarse en una casa de campo. Desde el inicio notamos que algo no marcha bien entre la pareja, en la que se nota cierto distanciamiento. Al personaje principal, Alexander, se le plantea el dilema moral sobre qué debe hacer después de enterarse de una supuesta infidelidad de su mujer, Vera, creando un ambiente incómodo que nos acompañará durante el resto del filme.
Se respira un clima de tensión agobiante desde el minuto uno mediante una fría atmósfera creada con eficacia por Zvyagintsev, donde las miradas y los gestos prevalecen sobre las palabras, con unos planos cuidados al detalle y una cámara que se posa sobre los protagonistas con movimientos casi imperceptibles para al espectador. Notamos la influencia de Tarkovsky en varias tomas, como por ejemplo esas imágenes con los sonidos que emite la naturaleza, algo habitual en el maestro ruso.
En mi opinión le sobra metraje, pero es una obra notable de un director que no necesita de grandes historias para crear dramas familiares de gran carga psicológica.
Éste es el segundo largometraje de Andrei Zvyagintsev, un señor que cuenta sus películas por zarpazos emocionales, por historias que en un principio parecen dramas exclusivamente introspectivos y que luego se desvelan también superficiales, es decir, tangibles y morales. Un señor capaz de construir un compendio del sufrimiento. Es curioso que coincidiera en Cannes con Stellet licht y con 4 luni, 3 saptamani si 2 zile porque esta Izgnanie parece ser el puente entre ambas. El destierro al que nos conduce el director ruso tiene mucho de dilema sentimental, de ese enfrentamiento ético y moral de la relación de pareja al que también estaba suscrita la obra maestra de Reygadas y al mismo tiempo nos lleva también por los parajes de la fragilidad de la vida y la muerte con frío talante como en la obra de Mungiu. Zvyagintsev sigue otorgando un papel fundamental a la composición de la imágen, al plano abierto en un nítido y esplendoroso fondo visual de nuevo fotografíado con enorme talento por su colaborador Mikhail Krichman. De nuevo trabaja con niños desamparados, desubicados en un entorno familiar cuando menos cuestionable. En Vozvrashcheniye reinaba el atardecer, la sombra, aquí casi todo el tiempo hay una luz potente, en ocasiones crepuscular como ese patio de la casa que casi parece sacado de un western. A la par su desarrollo tampoco dista mucho de recordarnos a una tragedia shakespeariana. El realizador de nuevo nos muestra el drama de nuestra fragilidad, lo facilmente que se derrumban nuestros castillos de arena y lo dificil que en ocasiones es ver que en realidad ya se cayeron hace mucho tiempo. Film potente al que tal vez le sobre jugar un tanto al suspense en su tramo final no apto para todas las sensibilidades. Busca en la profundidad y saca petroleo dramático.
Visualmente es apabullante, aún más incluso que El Regreso, en la que que Andrey Zvyagintsev se postulaba como un director a seguir. La estética y la atmósfera recreada está al alcance de muy pocos directores y confirma a este director como uno de los más grandes en la actualidad. Sus planos largos son excepcionales, su fotografía roza la perfección y destacaba belleza y melancolía a partes iguales. La música que la acompaña es la adecuada y entra en los momentos adecuados, ayudando bastante a la inmersión atmosférica. Todo el apartado técnico es sublime pero no es una película para todos los públicos, pues es larga, densa y lenta, muy lenta. Es tan lenta como la precipitada muerte emocional que sufren sus protagonistas, tan densa como el ver pasar tres días que se hacen una eternidad, tan larga como los días cotidianos que no te hacen feliz.
Andrey trata de contar una historia de una manera diferente, lejos de personajes estereotipados, de situaciones comunes y conversaciones detalladas en la que se describe co pelos y señales lo que sucede. El destierro es diferente, si. Largos silencios, miradas afligidas, palabras que se atragantan e impiden que la conversación nazca. Es una película parca en palabras con pocas conversaciones en las que tan sólo escupen cuchillos de la boca. Frases donde siembran la duda de que va a sucederles a los protagonistas, la misma duda que siembra en nosotros mientras la visualizamos. ¿Matará a Alexander a Vera? Menudo animal si lo hace, pensamos. Pero Alexander es tan humano como nosotros y actuará en consecuencia. Vera le confiesa a Alexander su embarazo producto de una infidelidad. Que valiente pensamos, pero tras su mirada siempre melancólica más parecida a una escultura se encuentra el debate eterno de la verdad y la mentira. Dolor, arrepentimiento, nostalgia por un pasado que fue mejor. Amar, salir adelante juntos, perdonar. ¿Qué hacer? ¿Cómo saberlo? Si estás en un momento tan drástico emocionalmente lo normal es que te equivoques y con ello arrastres a otros. Y el final, ¿qué me decís del final? Ambos adultos cumplieron con su voluntad, ninguno fue valiente. No se puede perdonar a medias porque entonces no se puede seguir adelante. No se puede seguir adelante si tan sólo dices una verdad a medias. ¿Hay alguna razón tan poderosa como para acabar con la vida de otro ser humano? ¿La hay para acabar con la de uno mismo? Si, las hay, pero ellos no las tenían. Débiles, inseguros, insensibles, frágiles y vulnerables, así son ellos. No les gusta serlo, pero no saben como cambiar. No saben cambiar, ¿o no quieren?. Y así pasan tres días, pues tres es el número mágico dicen en la película. Y todo cambia. ¿Para bien o para mal? No lo sé. La duda existencial ha trascendido a la pantalla.
Y es así como nos cuentan un drama en el que no hay héroes, tan sólo villanos. Y así nos cuentan un drama en el que no hay vencedores, tan sólo vencidos. Es una guerra y es tan absurda como cualquier guerra. Aquí nadie es ni mejor ni peor, nadie es bueno cuando vive una crisis existencial profunda.
A mí, en lo personal, me ha gustado y visualmente es la mejor película que ha filmado Andrey Zvyagintsev, pero es una película difícil de digerir para todos los públicos. Eso si, si consigues sumergirte en ella te sentirás como uno de los desterrados. Es una cine valiente y crítico, profundo y visceral como siempre, que es el sello del gran Andrey Zvyagintsev. Un 7.5.