El desconocido del tercer piso
Sinopsis de la película
El testimonio de un periodista sirve para llevar a un joven a la silla eléctrica. El reportero, torturado por las dudas acerca de su culpabilidad, cae en una telaraña de falsas pruebas que le señalan, ahora a él, como presunto autor de un nuevo crimen…
Detalles de la película
- Titulo Original: Stranger on the Third Floor aka
- Año: 1940
- Duración: 64
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Opinión de la crítica
Película
6.2
72 valoraciones en total
La capacidad creativa de Hollywood en su época dorada no ha tenido parangón en la historia del cine. Tal afirmación, rotunda y sin paliativos, se justifica con producciones como Stranger on the Third Floor donde, a pesar de las pocas pretensiones, de la brevedad del metraje o de los humildes recursos con los que cuenta, nos presenta una muestra inmejorable del film noir. En este caso, prestando atención a esas situaciones de la vida que hacen dudar al ciudadano de a pie, poniéndolo en una diatriba que lo equipara al peor de los asesinos.
El planteamiento inicial es sencillo: joven periodista, Michael Ward, es testigo de un asesinato. Su declaración es crucial para condenar al acusado quien proclama su inocencia contra viento y marea. Tras la fatal condena, las dudas comienzan a invadir a Mike. Cada momento que pasa está menos seguro de su testimonio, de sus recuerdos. Todo se complica definitivamente cuando aparece asesinado en similares circunstancias el vecino de Mike, el señor Chen. La animadversión pública entre ambos, la confusión del protagonista, su presencia en el anterior asesinato y una terrible pesadilla (terrible y magníficamente rodada) lo convierten de inmediato en posible sospechoso ante los ojos del espectador y de la policía. Se inicia así la resolución de la intriga de una manera tan rápida como efectiva.
Bien dirigida y bien fotografiada, los planteamientos finales del film van más allá de la propia trama. La ambigüedad moral que se exhibe o la delgada línea que separa el comportamiento criminal del racional, son temas candentes y llevan tanto al protagonista como al espectador a una situación límite donde ambos tendrán un encuentro memorable:
Las compañías cinematográficas necesitaban producir cierto números de lower-budget features ( películas de bajo presupuesto) para mantener sus estudios y costearse trabajos de mayor envergadura. Actores noveles o semi-retirados, algún que otro gancho con atractivo y bajos presupuestos en exteriores y decorados, son algunas de las notas destacadas de lo que se conoce como cine serie B.
El extraño del tercer piso contiene todos estos elementos, pero suple sus inevitables carencias monetarias con algunas notas de calidad que, es de justicia, sean reconocidas. Les estoy hablando de la excelente fotografía de Nick Musuraca al que recordamos entre otros trabajos por La mujer pantera de Jacques Tourneur. La cámara de Musuraca es perfectamente reconocible especialmente en la secuencia onírica del protagonista donde éste sueña sufrir un situación similar a la del hombre condenado por su testimonio. Los juegos de contrastes entre luces y sombras nos transportan al cine de Tourneur pero también al de Lang con sus rejas carcelarias, sus oscuridades convenientes y su mezcla no agitada, de expresionismo y surrealismo.
Probablemente las sombras pretendieron ocultar las vergüenzas de un presupuesto extremadamente bajo, cuya parte del león probablemente fuese para un Peter Lorre que ofrece una de sus participaciones cinematográficas más breves y silentes que se le recuerda (tan solo unas breves frases en la secuencia final). Pero aún así, se trata de sombras de categoría.
Por lo que hace al resto del film entresacar la actuación de Elisha Cook Jr. quien siempre es centro de atención en todo cine negro que se precie. Y hablando de cine negro, reseñar cierta polémica respecto a si este film fue el primero del género o no. Probablemente los orígenes del cine negro haya que ir a buscarlos a Francia, de ahí su habitual denominación de film-noir . En cualquier caso, quede constancia de esta circunstancia.
Les he expuesto los argumentos para ver esta película. También los hay para lo contrario. Demasiadas reflexiones, rayando el film psicológico, o un desenlace demasiado acelerado, como si se les estuviese pasando el arroz o les estuviesen esperando para cenar. Ustedes tienen la última palabra.
La verdad es que el nombre de Boris Ingster nos suena poco (o, por decirlo en plata, no nos suena para nada en absoluto) porque su papel en Hollywood fue, prácticamente, insignificante, y su aportación al cine en general apenas posee trascendencia o relevancia popular… Emigrante letón en la meca del cine, Ingster consiguió un desafectado rol en la industria norteamericana gracias a su labor de origen como asistente de director del mismísimo Sergei Eisenstein, pero casi siempre desde las tareas de producción o en la confección de guiones para cintas pequeñas, para la más insondable serie B cinematográfica o, en su última etapa, para la emergente televisión…Tan solo dirigió tres películas: el drama ‘The Judge Steps Out’ (1949), el thriller de espías ‘Línea Secreta’ (‘Southside 1-100’, 1950) y su ópera prima, también su obra más relevante, esta ‘El Extraño del Tercer Piso’ (‘Strangers on the Third Floor’, 1940) para la RKO, una película pequeña, sencilla y aparentemente convencional, pero que esconde muchas y variadas sorpresas en sus escasos 65 minutos de metraje…
Las presumibles pocas pretensiones de la cinta comienzan a tambalearse desde el mismo argumento inicial…La trama moldea la temática del falso culpable desde la perspectiva de un testigo clave en un asesinato, el periodista Michael Ward (John McGuire), que condena al joven Joe Briggs (Elisha Cook Jr., presencia icónica entre los secundarios de la serie B hollywoodiense) a la pena capital… Presa de la duda y los remordimientos, Ward conjuga sus impulsos piadosos con un infantil sentido del deber, pero la culpa le lleva a un estado casi histérico cuando cae en una espiral de falsas pruebas que le podrían inculpar a él mismo en un nuevo asesinato… ‘El Extraño del Tercer Piso’ se encuadra en una corriente del cine negro que juega con la ambigüedad de la (in)justicia y la incongruencia legal que planea alrededor de los precarios procesos policiales y los (todavía) muy primitivos sistemas para esclarecer el crimen… Debe recordarse que los Estados Unidos acaban de involucrarse en la II Guerra Mundial, las esperanzas regeneracionistas del New Deal quedan lejos y que la sociedad norteamericana no es insensible ante esta situación, of course… Boris Ingster refleja el escepticismo y el pesimismo de su país de acogida, a medida que la película va adquiriendo tonos cada vez más sombríos y lúgubres, desde la optimista escena inicial en la que Ward y su novia Jane (Margaret Tallichet) planean ir a vivir juntos y dejar sus respectivas pensiones cochambrosas, hasta la aparición de la sospecha en sus vidas, fruto de los caprichos del destino, azaroso y cruel, siempre pilar indiscutible del buen noir que se precie…
Todo está inmerso en la influencia del cine expresionista alemán reinante en la época, tanto por en la puesta en escena (sombras afiladas, claroscuros definidos, encuadres y la impresionante escena del sueño, una virguería casi surrealista hecha a medida del legendario director de fotografía Nick Musuraca) como por su ambición dramática, con unos personajes llevados a cabo con una sobreactuación exagerada, paralela al estado de paranoia que invade la historia… El film impresiona por su capacidad de aglutinar tantos aspectos ambiguos y oníricos sin caer en un esperpento ridículo, Ingster pervierte la felicidad futura de una pareja y el sentido del deber de sus protagonistas desintegrando el suelo que pisan, dislocando la realidad que les rodea y creando una kafkiana sensación de deformidad… Su esquizofrenia inocente rivalizará con la del culpable real, representado por el legendario Peter Lorre, un bizarro y alucinado demente, tan tierno y elegante con su bufanda blanca como terrorífico y cruel, reeditando un registro clavado al de la mítica ‘M, El Vampiro de Düsseldorf’ (‘M’, Fritz Lang, 1931)…
Boris Ingster y ‘El Extraño del tercer Piso’ acaban siendo más un descubrimiento que una reivindicación… Una pequeña joya que pervierte la supuesta salud e igualdad legislativa y jurídica en Estados Unidos, aunque sea saltándose las reglas de lo verosímil y flirteando con un mundo de pesadilla… Basta con ver los escenarios de los juicios casi en paralelo: el de Briggs visto desde una perspectiva convencional, fría y escalofriante, y la versión onírico/paranoica de Ward, repleta de sombras pronunciadas, amenazantes, distorsionadas, y una diosa de la justicia cuya balanza se cierne sobre los protagonistas, víctimas del miedo, como la versión más implacable del Mal absoluto…
Un periodista declara como testigo en un juicio haber visto a un hombre junto al cadáver del dueño de una cafeteria. Una serie de pruebas poco consistentes decantan al jurado hacia su culpabilidad. La presencia de la novia del periodista en el juicio, que queda horrorizada con los gritos del condenado declarándose inocente, le hará replantearse la posible inocencia de este.
Interesante propuesta noir de escueta duración que destaca por la labor fotográfica del gran operador Nicholas Musuraca. Los claroscuros expresionistas envuelven el edificio donde se hospeda el protagonista y resaltan la sensación de pesadilla al igual que sucede en la magnífica secuencia onírica. Esa fascinante atmósfera y la interesante reflexión que se hace sobre la fragilidad de la justicia desde una visión asfixiante y directa logran una película extraña y peculiar.
Peter Lorre compone un personaje similar al de M con apariciones escasas pero inquietantes.
En resumen, una pequeña joya de recomendable visionado cuyo mayor inconveniente radica en lo apresurado y poco verosímil del desenlace de la trama.
Igual que si ahora quieres se famoso en esto del cine tienes que hacer una película de superhéroes o de acción con tías buenas y muchas explosiones, en los años cuarenta tenías que dirigir una de cine negro. Y como dice la frase mucho fueron los llamados y pocos los elegidos. Si uno se mete a estudiar a fondo dicho género en la época se encuentra con muchas medianías, que también las había.
Esta es una de ellas, El extraño del tercer piso una de esas películas de bajo presupuesto que abordan el cine negro con algunos elementos muy en boga en el momento como el psicoanálisis, el periodista como héroe, dosis de suspense y un tono de novela kafkiana.
La película no es mala, pero los pocos medios disponibles en esta ocasión se notan bastante, sobre todo en las visiones oníricas que resultan en el mejor caso curiosas pero nunca imprescindibles a la hora de valorar este film.
Destacable el corto pero intenso papel de Peter Lorre, que venía en cierta forma a homenajear el que interpretó en M, el vampiro de Düsseldorf, y una aceptable dirección por parte de Boris Ingster, que sin embargo no nos permite adivinar ninguna genialidad, todo muy previsible, y el final aún más.
No todas las rarezas merecen una oportunidad, en este caso se la pueden dar por sus escasos 60 y pocos minutos, pero ya les adelanto que no perdurará mucho tiempo en su mente.