El cielo sobre Berlín
Sinopsis de la película
Dos ángeles sobrevuelan Berlín, ciudad dividida por el muro de la vergüenza . Sólo son visibles para los niños y los hombres de corazón puro. Testigos impotentes que no pueden cambiar el curso de los acontecimientos, sienten una gran compasión por los seres humanos. Uno de ellos, decidido a conocer los sentimientos de los mortales, se enamora de una joven trapecista…
Detalles de la película
- Titulo Original: Der Himmel über Berlin (Wings of Desire)
- Año: 1987
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
Película
7.4
55 valoraciones en total
Soy de los que creen que el cine alemán es el mejor del mundo..y no me cuesta decirlo. En ninguna otra parte del globo se hacen cintas que retraten de mejor forma épocas políticamente complicadas de la historia de las naciones.
Por todos es sabido que Alemania es un país con una historia política realmente impactante, sobre todo en el siglo XX. Las guerras mundiales y el posterior levantamiento del muro de Berlín han marcado a ese lugar del mundo en lo cultural, social y político. Y creo que la visión del cine alemán sobre esos acontecimientos es por decir lo mínimo objetiva y a la vez grandiosa, emocionante, realista y visualmente arrolladora.
Las alas del deseo (nombre en Chile) está dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera hora de película muestra emociones, sentimientos, ilusiones, frustraciones y sueños de ciudadanos que afectados por la época y las guerras están sumidos en una depresión y una angustia terrible. Casi al borde del suicidio colectivo. Todos estos pensamientos son presenciados o mejor dicho escuchados por ángeles que son invisibles a todos excepto a niños y personas con corazones débiles. La narración mezcla escenas reales de la guerra, muerte, maldad, y lo que hacen los personajes principales (los ángeles) es divagar, analizar y contar las experiencias que recogen a diario de la sociedad berlinesa. Pero a la vez preguntarse cómo sería sentir emociones. Es en este tramo de la historia donde la película alcanza su punto más alto, transmitiendo al espectador un sentimiento de nostalgia, de crear conciencia sobre la maldad del ser humano desde tiempos inmemoriales de la evolución, para llegar a lo que hoy somos, una raza deshumanizada y despojada de todo sentimiento benigno, capacidad de relacionarse, de prestar ayuda a los que lo necesitan y dejar de lado cosas tan importantes como el amor y la solidaridad. Hasta aquí la película va notable, pero…
La segunda parte de la cinta se sumerge en la materialización de uno de los ángeles hasta convertirse en mortal después de haber presenciado varios acontecimientos en especial los pensamientos de una trapecista que está llena de amor, pero no sabe a quién dárselo. El director nos muestra el amor como la salvación a los males, la cura a la enfermedad de la sociedad, y es en este punto donde creo la película se hunde. Donde francamente le sobran algunas escenas, algunos diálogos se repiten demasiado recalcando el mensaje que ya está claro, lo que provoca un cierto aburrimiento en el espectador.
Es la primera hora el reflejo del cine alemán que me gusta, así que promediando le doy nota 6, ya que como ejercicio psicológico más que sociológico, Las alas del deseo es una película admirable.
1) El parpadeo de un iris, un aleteo blanco, una sucesión de panorámicas y picados a vista de pájaro: los ángeles Cassiel y Damiel se llegan desde la Eternidad al gris cielo sobre un Berlín aún tajado por el Muro, un Berlín que bajo su mirada serena aparece con densos claroscuros y cosmopolitas geometrías expresionistas, neorrealistas montañas de escombros y descampados con circo ambulante.
2) Cassiel y Damiel escuchan el rumor bullicioso del mundo, flotan leves entre la muchedumbre que llena calles, autobuses, metro, torres de pisos. Mortales envueltos en el aura verbal de sus pensamientos, nubes de palabras de toda textura, un enjambre de microficciones urdido con bella escritura por Handke a partir de versificaciones de Rilke sobre la infancia (Cuando el niño era niño quería que el arroyo fuera río, que el río fuera torrente y que este charco fuera el mar), que regresan durante un periplo contemplador ejercido con mirada custodia y, sobre todo, oído compasivo.
(Cuando el niño era niño no sabía que era niño, para él todo era divertido y las almas eran una.)
En la Biblioteca se arraciman los ángeles, tutelando la lectura y la escritura humanas. El viejísimo ángel narrador mantiene vivos los mitos, hace que a través de su aliento fatigado el relato de la humanidad jamás cese.
Al descubrir en el circo a Marion, la trapecista que lucha contra la gravedad y apunta al cielo, Damiel siente nostalgia de la encarnación, del mundo humano coloreado, hecho de sensaciones, dolor y felicidad: un mundo con peso y sangre, donde refundar el amor, reeditar el del hombre y la mujer primeros.
(Cuando el niño era niño se preguntaba: ¿Por qué yo soy yo y no tú?, ¿por qué estoy aquí y no allí?.)
Otro ángel veterano, Peter Falk, renunció a sus alas para disfrutar pequeños placeres terrenales: fumar, beber café, frotarse las manos en invierno, dibujar a los humanos, dirigir películas sobre su negra Historia: sus holocaustos y destrucciones orgiásticas.
Contando ese rodaje (que inserta imágenes documentales de la guerra y el Berlín arrasado), Wenders encara su raíz alemana tras años inmerso en la cultura popular USA.
3) Un problema inherente a esta estética de roce y sobrevuelo: la mera suma de historias, sin pasar a multiplicar y potenciar, no alcanza a constituir el núcleo fuerte que necesita un relato, por mucho que se elimine la jerarquía figura-fondo.
4) Una escena maravillosa: sentados en un descapotable en venta, ambos ángeles repasan observaciones anotadas en sus cuadernos, los instantes humanos de fugaz iluminación, suspendido en destello el correr del tiempo, como en los haikus visuales de Ozu: la estela blanca de un avión desde un atasco, la foto perdida que aparece en un forro, el nacimiento del pelo en la nuca de la mujer que duerme a lado…
5) Wenders y Handke describen con bello artificio cómo los espíritus custodios nos rozan para rescatarnos del desánimo y la desesperación.
Ojalá, Wenders. Ojalá, Handke.
(7,5)
No sé porqué me gusta tanto esta película. Es cierto que no es una película fácil, que se torna lenta en varias secuencias, que peca de pretenciosa en algunos momentos. Eso lo sé y no pienso discutirlo. Pero más allá de estos detalles, la película es un precioso canto a la vida, a la belleza oculta en los momentos cotidianos, a las multiples facetas de nuestra condición humana. El cielo sobre Berlín es compleja porqué la existencia es compleja, contradictoria, en ocasiones inexplicable. La película va más allá de maniqueísmos, de burdas simplificaciones y estereotipos. Es distinta, nos exige paciencia y mucha atención. Lo repito nuevamente, su visionado no es fácil, pero en ningún momento infructuoso.
Este filme ha recibido importantes reconocimientos. Se alzó con el premio al mejor director en Cannes y fue reseñada como una de las 100 mejores películas de la historia por la revista Time, reconocimiento compartido con clásicos como Casablanca, Ciudadano Kane y Tokio Monogatari. Lo anterior no significa mucho, los galardones no siempre son justos, pero en este caso puntual, han sido completamente adecuados y merecidos. Mi nombre es Nelson, muchas gracias por haber leído mi crítica
La cinta contiene numerosas maravillas:
– Las tomas en picado, casi cenitales.
– El movimiento mágico de la cámara en la biblioteca, atestada de ángeles custodios.
– La presencia sobrecogedora de los espíritus celestes.
– El anciano contador de historias, Tusitala.
– La sonrisa de Bruno Ganz.
Y una de esas frases que perduran para siempre en la memoria: Mirar desde arriba no es mirar. Hay que mirar a la altura de otros ojos.
Poco importan los pensamientos, excesivamente transcendentes y nada cotidianos, pasados por el filtro metafísico-espiritual de los ángeles escuchadores. El alma no se asoma a las palabras: es ese blanco y negro fascinante, es el tedio y la niebla.
Cada vez que pienso en suicidarme, creo sentir la mano de Damiel sobre mi hombro.
Después de ver Paris, Texas fue imposible no lanzarme de cabeza a ver una de las películas más aplaudidas de Wenders, pero tras ver El cielo sobre Berlín tendrá que pasar mucho tiempo para que sea capaz de darle una nueva oportunidad a este director.
La sobriedad, la simplicidad, la elegancia de Wenders en Paris, Texas se troca en El cielo sobre Berlín en pretensión y pedantería. Las buenas críticas y valoraciones a esta película se deben, no puedo dejar de creerlo así, a que esta película es de esas que hacen que el espectador se crea más inteligente de lo que es. Pero a mí, cuando Wenders me ofrecía todas esas frases de filosofía barata, una detrás de otra, no me invitaba precisamente a la reflexión, sino a aferrarme con desesperación a un refresco y a una bolsa de patatas. Quizá lo podría haber arreglado con una buena historia, pero la narratividad brilla por su ausencia.
Si esta película pretende dármelo ya todo cocinado, si no me deja jugar como espectador, si es un universo hermético, pobre a la par que rimbombante… ¿qué tiene para que la aplaudan tanto? Os han engañado con la mona vestida de seda.