El buzo
Sinopsis de la película
Paul, un compositor famoso que vive en Ibiza, es acusado de haber maltratado gravemente a su ex-compañera Irene, cuya hija Lena, de 18 años, estuvo presente. Por miedo a un escándalo público, Paul convence a su hijo, Robert, para intentar forzar el silencio de su víctima. Pero cuando el músico parece estar a punto de conseguir su propósito, los acontecimientos toman un giro inesperado… Largometraje inspirado en La maleta de Marta , un documental del propio director.
Detalles de la película
- Titulo Original: El buzo
- Año: 2020
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6
26 valoraciones en total
Paul es un famoso compositor que es acusado de haber maltratado a su ex-compañera Irene, cuya hija Lena estuvo presente. Por miedo a un escándalo público, Paul intenta forzar el silencio de su víctima, manipulando a su propio hijo Roberto. Largometraje inspirado en ‘La maleta de Marta‘, un documental sobre la violencia de género, del propio director.
Günter Schwaiger debuta en la ficción con esta película, tras varios exitosos documentales (‘Desde que el mundo es mundo‘, ‘La maleta de Marta‘). ‘El buzo‘ es un drama reivindicativo, muy triste por el tema de fondo que trata, pero con momentos muy simpáticos gracias a unos buenos personajes. Schwaiger hace un buen trabajo con la historia, la cual también es suya, y con el tratamiento de los personajes.
Los cuatro protagonistas son buenos personajes, están llenos de matices. Consiguen hacer empatizar al espectador con todo lo que sufren. A pesar de que la historia principal es la de Paul e Irene, todo se nos muestra a través de los ojos de Lena y Roberto, cada uno con una visión de los acontecimientos. Apenas hay secundarios en la historia, no son necesarios.
Àlex Brendemühl (Paul), Franziska Weisz (Irene), Julia Franz Richter (Lena) y Dominic Marcus Singer (Roberto) forman el equipo actoral. Los cuatro hacen un buen trabajo, cada cual más difícil: un maltratador, una mujer maltratada, la hija de la víctima y el hijo del maltratador. Muy creíbles.
La ambientación de la película es genial: Ibiza, sus playas, su mar, sus calles,… La fotografía juega muy bien con la iluminación, y la diferencia de ésta entre la casa de ellas, pequeña pero luminosa, y la de ellos, una enorme y lúgubre mansión. La banda sonora es buena y variada, cambiando de música clásica cuando Paul compone, a música electrónica cuando Lena está trabajando su animación con plastilina.
En resumen, una buena película sobre la violencia de género, dura pero enriquecedora. Muy recomendable.
https://concdecultura.com/bcn-film-fest-el-buzo-el-silencio-ante-la-violencia-de-genero/
*Navegando en el terror
En 2013 se estrenó La maleta de Marta, un documental de Günter Schwaiger. Siete años después llega El buzo, film que se inspira en los relatos de violencia de género que se abordaron en el film de 2013. En este film, Schwaiger presenta diversas situaciones donde las relaciones tóxicas son las grandes protagonistas. A ello hay que añadir que la historia se fundamenta en buscar profundizar en la dificultad de salir de la espiral de dolor. Además, también se muestra cómo la dominación y la violencia exacerbada puede darse en un contexto sociocultural elevado. No se puede negar que el realizador llega a las entrañas de Irene, la principal protagonista del film, pudiendo leer tanto lo que se dice como lo que no. Gracias a esta profundidad en el relato, hay ese desgarro que deja al descubierto las heridas que se tornan en el alma.
Por otro lado, se hace un recorrido por los ambientes que se construyen entre las dos facciones: el maltratador y la víctima. Mientras que en el primero se fabrica una personalidad y un estatus profesional, en la segunda se puede ver ese camino vital de buscar un nuevo camino. No obstante, este contexto se extiende a los hijos de ambos: Roberto y Lena. El estilo de abordar los efectos de un entorno viciado por un ambiente tan agresivo y brusco, hace que también se reflexione en las huellas que se dejan en el entorno próximo y en el propio desarrollo psicosocial de los hijos de los protagonistas. Por tanto, el libreto goza de una sensibilidad exquisita y sin necesidad de llamar a aspectos que busquen la conmoción. Gracias a esa firmeza y virtuosismo, hacen que el público reciba ese dolor y se cree un poso reflexivo e introspectivo.
*Frío como el témpano
El reparto escogido en El buzo llega con una selección que, al principio, da la sensación de no combinar, sin embargo, no tarda en mostrar cómo se unen cada una de las piezas. En primer lugar, Àlex Brendemühl se mete en la piel de Paul, el frío compositor y principal antagonista de la cinta. El actor sabe cómo captar ese espíritu perfeccionista y transmitir, incluso, con la mirada esa tempestad interna y esa intransigencia. Asimismo, se le une ese cinismo escénico que Brendemühl maneja a la perfección. También sería importante destacar lo generoso que es con el resto de sus compañeros, al no opacarles con toda esa potencia que le envuelve. Es, sin duda, una de las mejores interpretaciones de la película, reafirmando el gran talento que tiene el actor catalán.
La fragilidad entra en las carnes de Julia Franz Richter, que sumergida en una interpretación que va desde dentro, hace que el espectador pueda leer su expresión. Además, hay escenas que son realmente dolorosas, dado que sabe escenificar la dureza de una situación de co-dependencia y abuso emocional. Debido a esa incursión desde el sentimiento, consigue dar mayor realismo al resultado. Después, Franziska Weisz aborda su personaje desde una posición más liviana, que va ganando fuerza según transcurre la película. A causa de ello, termina por convertirse en uno de los pilares fundamentales sin caer en banalidades artísticas y de lucimiento interpretativo innecesarias. Por último, Dominic Marcus Singer se mete en la piel de Robert y se lo lleva hacia un terreno oscuro con ciertos flashes de positividad. Junto a ello, retuerce su forma de interactuar con la escena, que realiza una labor espeluznante sin perder el foco que busca.
*Una vida ¿aislada?
Desde el principio de El buzo, se puede comprobar que hay una dificultad para establecer la línea de creatividad del film. En primer lugar, la forma en la que se construye la presentación de los personajes deja caer cierta separación capitular que, luego, no se ve utilizada más allá de dichas secuencias, por lo que es innecesario. Después, hay una clara intención en la puesta en escena de buscar esa introspección hacia el espectador e ir hacia una profundidad que no surge sola, por lo que hay un factor algo forzado. Por lo cual, el espectador puede percibir cierto intento de manipulación artística, que se salda con quitar fuerza al laborioso trabajo del libreto y de las interpretaciones en dar realismo a la historia. A causa de ello, aunque tiene suficiente potencia para entrar dentro del público, hay focos que no confluyen como debiesen.
Por otro lado, el film busca incesantemente ambientar la pesadilla en la pomposidad y lo cotidiano. Hay que decir que lo consigue en varias partes, utilizándose la profesión artística como leitmotiv en todos los personajes. Sin embargo, no hay un aprovechamiento de ese mundo interior y se queda en un plano más de exhibición que de narración. Aun así, sigue funcionando y establece unos cimientos claros, que, en cierta medida, dan matices con personalidad al film. Luego, la banda sonora goza de una sensibilidad necesaria, para ser el hilo conductor y hablar ella misma sobre las sensaciones que surgen en pantalla. En cierta forma, acaba introduciendo al espectador en esa fábula del dolor y la ruptura del sueño ideal. Para finalizar, el montaje realiza una buena labor, pero le falta una mayor habilidad en los detalles y en un ritmo más suave y cohesionado.
*Conclusión
El buzo es una película que gana en su retrato de la violencia de género, donde expone ese dolor que no se dice y las huellas de la manipulación psicológica. Gracias a las interpretaciones de Àlex Brendemühl, Julia Franz Richter, Dominic Marcus Singer y Franziska Weisz hay ese realismo tan desgarrador. Sin embargo, a nivel artístico no encuentra del todo su camino y quita cierta verosimilitud a lo que se ve en escena, dejando ciertos momentos en una vertiente menos interior. Aun así, hay secuencias realmente emotivas. Un viaje al interior del dolor, donde se comprende y se vive la dificultad de huir del infierno emocional.
Escrito por Diego Da Costa