El buen doctor
Sinopsis de la película
El joven doctor Martin Blake (Orlando Bloom), que lleva toda su vida buscando ser respetado, conoce a una joven de 18 años llamada Diane, que sufre de una infección de hígado. Con su mejoría de salud la autoestima del joven doctor aumenta pero, al mismo tiempo, su miedo a perder a Diane también. Decide, entonces, mantener a Diane enferma en el hospital, cerca de él.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Good Doctor
- Año: 2011
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
4.8
31 valoraciones en total
El título de mi comentario lo dice todo, es un film de corta duración, claro y conciso en su mensaje, desde el comienzo hay un guión sencillo que se vislumbra desde la primera escena. También hemos de decir que Orlando Bloom borda el papel y su actuación es brillante.
En esta eficaz trama, percibimos como en el ser humano la soledad que adquirimos en la edad adulta (si la decidimos para nuestra vida), puede llevarnos a que se nos despierte la obsesión por algo o alguien, a la vez nos percatamos que con el poder que adquiere la profesión médica, podríamos llegar a realizar actos terribles.
Llegamos entonces a la conclusión de que estar solos es totalmente contraproducente para el ser humano, la mente puede llegar a trastornarse, como es el caso del personaje del film.
También nos muestra el poder de la medicina, y como alguien puede manejar a su antojo la vida de los demás seres humanos. Solemos ver en muchos profesionales médicos cierta soberbia, como también humanidad en muchos de ellos.
Es un film recomendable, por su contenido funcional, preciso, esclarecedor en muchos aspectos, entretiene todo el tiempo, nos deja la sensación de que vivimos en un mundo impune.
Últimamente no sé cómo me las apaño, el caso es que todos los días termino viendo una de psicópatas. O es que no ponen otra cosa en la tele o es que se ha puesto de moda o es que yo las elijo a conciencia. O igual es que no hay película que se precie en la que no salga un psicópata y nunca me había dado cuenta antes. Al final terminaré yo misma desquiciada por ahí asesinando gente, de tan normal y cotidiano como me parece ya.
En la peli de hoy el psicópata es un doctor y eso da todavía más miedo, por el inmenso poder que tienen los médicos sobre los incautos mortales que no tenemos más remedio que ponernos en sus manos. Nuestro protagonista está ávido de aceptación y utiliza ese poder para convertirse en una especie de Dios que puede alargar o curar la enfermedad a su antojo. Y como se enamora de una paciente y no quiere perderla de vista, en lugar de hacer lo que haría cualquier ciudadano de a pie, a saber, pedirle su teléfono e invitarla a salir o a cenar o al cine, pues decide inyectarle un mejunje para prolongar su enfermedad y así tenerla a tiro en el hospital durante una temporada. Simpático que es el muchacho. Cuidadito con hacerle tilín a un doctor, chicas, no sea que le dé por seguir este procedimiento de seducción.
En fin, es un thriller psicológico bastante interesante. El planteamiento me parece inteligente y me gusta cómo el director retrata el proceso mental que tiene lugar en el protagonista, sobre todo desde que toma la decisión de saltar todas las barreras éticas para adentrarse en su enfermiza obsesión. En la última media hora Lance Daly hace que la tensión vaya in crescendo, conforme al médico se le van complicando las cosas, y el ritmo se acelera ostensiblemente. Y sin adelantar nada diré que el final me parece sencillamente redondo.
El buen doctor es una auténtica sorpresa y desde luego una película mucho más interesante de lo que pudiera parecer a simple vista.
Sobreponiéndose a una de las estéticas más feístas vistas en una película (esa ausencia de color, ese mar de tonos blancos, esa fotografía desvaída… aunque claro, todo resulta muy simbólico y contrapuesto al alma del personaje principal), Lance Daly dirige de forma correcta aunque sin brillantez el estupendo libreto de John Enbom, que se adentra de un salto sin red no sólo en los peligros de la medicina mal entendida, sino también en la obsesión rayana en la psicopatía de un hombre de ego incontrolable y gigantesco que acaba metido en una peligrosa espiral. Y como tal la película es tremendamente eficaz. Es entretenida, aunque es cierto que le cuesta un poco arrancar, no le falta ni le sobra nada, y en su último tercio, que es de auténtico aplauso, las piezas encajan de una forma extraordinaria componiendo un thriller de primer orden. Mejor no decir nada más, pero el giro que dan los acontecimientos una vez se produce cierta muerte en el hospital es todo un acierto de los responsables.
Y qué hubiera sido de la película sin el trabajo de un portentoso Orlando Bloom. Sí, han leído bien, portentoso. Porque puede que Bloom no sea un excelso actor ni esté al nivel de otros contemporáneos suyos (de hecho, en Troya está simple y llanamente pésimo), pero su oficio y voluntad siempre han quedado más que probados, y en la atormentada y siniestra piel de Martin Blake realiza la que quizá sea su mejor interpretación. Bajo ese peinado imposible y esa pinta lechuguina tan alejada de su estatus de sex-symbol, al protagonista de Piratas del Caribe le bastan dos escenas para contarnos con los ojos, el cuerpo y la ausencia de sonrisa que el buen doctor Blake es un tipo raro que va a tener y generar problemas graves. Y eso es mérito única y exclusivamente del actor inglés.
En definitiva, un gran descubrimiento a recomendar y ver.
Lo mejor: Orlando Bloom (atención a su interacción con el siempre eficaz Michael Peña o cuando se adentra en el mar) y los últimos 40 minutos de película, absolutamente soberbios.
Lo peor: No deja sensación de ser una película memorable ni tampoco sobresaliente y le cuesta un poco entrar en materia.
Buena muestra de lo que el cine debería ser como concepto: arte y espectáculo servido de manera pausada pero de demoledoras consecuencias. Obligarnos a reflexionar gracias a una ficción es el poder del cine siempre que no olvidemos que el cine es, antes que nada, entretenimiento. Y El buen doctor consigue aunar entretenimiento, arte y reflexión. Una magnifico guión, buenas interpretaciones (en especial un sorprendente Orlando Bloom) y una dirección que se acopla con inteligencia a la historia sin magnificarla, sin menospreciarla, sin artificios ni juegos de cámara. Al principio cuesta saber qué es lo que nos está contando (se toma su tiempo para entrar en el tema principal) pero pronto contemplamos con asombro unos esplendidos giros argumentales que nos llevan a un final tan demoledor que nos quedamos en el sofá (o la butaca) reflexionando sobre lo que puede conseguir el ser humano tanto para bien como para mal. No es El buen doctor una película fácil de ver a pesar de que parezca lo contrario, es una película donde el artificio está tan conseguido que te deja con el corazón en un puño solo de pensar que lo que cuenta pueda suceder. Y posiblemente pueda suceder. Un magnifico drama recomendable para todos aquellos que no tengan miedo a las agujas hipodérmicas.
Un hombre con sed de ser respetado, y tenido en cuenta, para salir de la mediocridad e indiferencia en la que se encuentra, decide enfermar a una de sus pacientes, para poder estar pendiente de ellas, y ser reconocido cómo su salvador, pero todo se complica.
Interesante historia, sobre como la obsesión de una persona puede llegar a transformarla en un psicópata.
La película elige que todo se lleve a cabo de forma minimalista, que la tensión vaya por dentro, y que poco a poco veamos la transformación del personaje.
Muy buena interpretación de Orlando Bloom.