El buen alemán
Sinopsis de la película
En 1945, terminada la Segunda Guerra Mundial, Jake Geismar (George Clooney), un corresponsal de guerra norteamericano, vuelve a Berlín para informar sobre la Conferencia de Postdam, que reunirá a Truman, Churchill y Stalin. Al mismo tiempo, se ve envuelto en un turbulento asunto por intentar ayudar a Lena Brandt (Cate Blanchett), una antigua amante, cuyo marido es buscado tanto por los americanos como por los rusos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Good German
- Año: 2006
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
5.6
47 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Aleksandr Sountsov
- Beau Bridges
- Boris Kievsky
- Brandon Keener
- Cate Blanchett
- Christian Oliver
- Dave Power
- David Willis
- Dominic Comperatore
- Don Pugsley
- George Clooney
- Gian Franco Tordi
- Igor Korosec
- J. Paul Boehmer
- Jack Thompson
- John Roeder
- Justin Misch
- Leland Orser
- Ravil Isyanov
- Robin Weigert
- Tobey Maguire
- Tony Curran
- Vladimir Kulikov
- Yevgeniy Narovlyanskiy
El Buen Alemán es la nueva película del tandem George Clooney-Steven Soderbergh (interpretada por el primero y dirigida por el último).
Su principal característica es el intento de recrear el cine clásico, de los años 40 y 50, con una historia de espionaje y romanticismo, y un argumento más que lineal (sin flashbacks, aunque es interesante como cambia la historia en función de quien la cuenta). Es decir, todo muy clásico.
Técnicamente es impecable: todo está muy bien recreado, los decorados (Berlín en ruinas), la ropa de los personajes, y realmente da la sensación de estar ante una película de las de antes, con el añadido que los actores son actuales, y los personajes probablemente no sean tan planos como lo de aquella época (buenos y malos) sino que son simplemente supervivientes, muchos de ellos de moralidad más que discutible.
La crítica ha acogido El Buen Alemán de forma discreta. Sin embargo, hay que preguntarse: ¿de haberse hecho ésta película en aquella época, que valor tendría ahora? Para mí, sería una notable película, y ahora sería un clásico. Todo lo que se le critica, la búsqueda de la perfección técnica, el formalismo por encima de la historia, tiene en gran medida como razón de ser el excesivo purismo de los críticos, ya que intentar copiar obras maestras como El Tercer Hombre y Casablanca , ¡es un enorme sacrilegio!.
Personalmente, fui al cine con escepticismo, precisamente por las mediocres críticas que ha recibido la película, pero disfruté mucho, el guión me encantó, la banda sonora también, y las actuaciones son muy buenas, en especial la de Cate Blanchett. Además, ver a Spiderman comportándose como un cerdo tiene su gracia.
El final es un descarado homenaje a Casablanca , que no tiene desperdicio.
Inicié con ganas este film, con ganas de ver una genuina trama de cine negro como las de antaño, aquéllas cuyo tejido giraba entorno a un siempre genial y carismático Humphrey Bogart, esas pelis que te hipnotizaban por esa tela de juegos e intereses secretos.
Sin embargo, El buen alemán no logra transmitir esa sensación. Steven Soderbergh nos descubre una película que no consigue intrigar ni enganchar, más bien crea confusión y cansancio, pues no logra que el espectador se desviva por descubrir el porqué de todo, sino que éste se ve ofuscado en el saber de quién es quién y de qué está ocurriendo.
En lo referente al cartel, podemos definirlo como bueno en su continente pero malo en su contenido. Es cierto que no debemos realizar comparativas odiosas entre Bogart y Clooney, pues ya sabemos quien pierde, pero la sensación de esta película es el quiso y no pudo .
Los actores no cuajan en ningún momento, parecen estar confusos y descolocados a lo largo del film y no transmiten con claridad sus sentimientos, provocando en el espectador más confusión de la ya existente por el propio argumento. Sin embargo, he de destacar la actuacíon de Cate Blanchett, pues logra con creces encarnar a esa mujer que es Lena, frustrada, deprimida que ha visto como su vida se le ha escapado sin saber bien el porqué, qué ha hecho mal para estar donde se encuentra.
Por otro lado, no podemos afirmar que la fotografía, planos y decorado esten en la línea de su argumento, pues quizá sea lo mejor de El buen alemán junto con la música de Thomas Newman.
Así, vista la película me queda una sensación de un intento fallido, una copia burda, a mi juicio, de Casablanca, siendo su resultado menos que próximo.
Soderbergh progresa adecuadamente. Y en el terreno comercial hollywoodiense eso quiere decir que si el bueno de Steven hace un Oceans y luego otro y luego otro tiene a los productores contentos. Así que entre medias se saca cine indie del de toda la vida (ver Bubble ) y el más dificil todavía, un film de cine negro a la antigua en el 2006. Y se permite referencias clarísimas a Casablanca (ese Clooney bebiendo en la barra sorprendido por haberse reencontrado con su antiguo amor en Berlin o ese más que evidente final del que no diremos nada). El buen alemán tiene en común con El sueño eterno por ejemplo en que a lo largo del metraje las investigaciones no paran ni un momento, el ritmo es trepidante y si no se tiene las antenas desplegadas entre tanta información y cambio de planes se corre el riesgo de descolgarse. El film corre el riesgo externo también de que la gente y porqué no, parte de la crítica, se queden solo con la capa de fuera, con el hecho en sí de que a día de hoy es un film en blanco y negro y retoma un género al que probablemente la mayoría de los espectadores posibles del film no estén acostumbrados. Y hay que fijarse en el interior sin duda, hay que dejarse embadurnar de la fascinación que provoca volver a las leyes del cine negro, a deleitarse con la bellísima partitura de Thomas Newman, a sorprenderse en definitiva. Hasta el habitualmente soso Clooney realiza una buena interpretación, Blanchett y Maguire eso sí están por encima de él. Gracias Oceans , quien me iba a decir que gracias a esa infumable película y secuelas y a otros éxitos comerciales infumables de Soderbergh el director tendría tanta presencia y poder como para hacer lo que le diera la gana hasta este punto en el que acierta.
Se entiende por clonar la acción de producir clones y un clon como un conjunto de fragmentos idénticos obtenidos desde una misma ‘secuencia’ original. También un clon puede ser un payaso (del inglés clown). Y al mismo tiempo el inicio de esta crítica puede ser un ‘clon’ de otras críticas ‘originales’ de Gilbert.
En El buen alemán Soderbergh ejerce de clonador del cine clásico a modo de experimento: de Rossellini a Casablanca, de Berlín Exprés a El tercer hombre. Buscar conexiones con las ‘células originales puede resultar interesante pero la pregunta metafísica y no biológica es si un clon tiene alma o carece de la misma.
El buen alemán tiene forma de clásico pero en el fondo es una simple carcasa hueca. ¿Qué hacían Rossellini, Curtiz, Tourneur o Welles entre otros para sobrecoger al espectador? ¿Para conseguir ese instante que traspasaba la pantalla?
Descubrirlo debería ser el verdadero experimento y Soderbergh, al que la da lo mismo que le piten en el Festival de Berlín y la crítica se cepille su última obra, ha conseguido unas secuencias bellas de gran poder pero de escasa atracción. Sin alma y sin aquello con lo que deslumbraban y siguen fascinando esos ‘clásicos’ ya sean sobrevalorados o no.
Aunque tal vez ese era el estudio cinematográfico del director de Sexo, mentiras y cintas de video. Descubrir nuevamente, como ya hizo Gus Van Sant con Psycho, que no conviene exhumar cadáveres que permanecen muy bien enterrados y en eterno estado de gracia.
Homenaje y experimento, sí, pero también una buena película, que se disfruta y se vive y se siente. Como toda buena película y en especial esas buenas películas clásicas a las que homenajea.
Hay un estudio concienzudo del mejor cine clásico en este Buen alemán y una voluntad admirable por beber de esa fuente (difícil encontrar mejores fuentes) para construir algo nuevo y romper con la vulgaridad, la comercialidad y tendencia a la repetición que amenaza al cine contemporáneo.
Soderbergh se sabe la lección de memoria y llena su película de planos, situaciones, guiños y recursos que harán las delicias de los que amamos ese cine que huele a cigarro, ginger ale (o bourbon, no somos sectarios) y canciones lentas muy lentas y viejas muy viejas sonando a lo lejos. La mujer fatal, el hombre desengañado y peleado con el mundo, el cínico, el amigo distanciado, el traidor, y por supuesto el asesino, ninguno de los invitados ha fallado a la cita. Cine de nuestra infancia que debería ser de todas las infancias.
Pero no es verdad, en mi modesta opinión, y digan lo que digan los críticos, que sólo haya formalismo y experimentación. ¿Sentimientos cero?. No es eso lo que yo siento. Es difícil sentir eso con Cate Blanchett llenando la pantalla de esa forma. Excepcional trabajo, recreando el mito de la mujer fatal pero imprimiéndole nuevo carácter, más dolor. Quizá ambién más miseria moral, y más distancia. Está bien George Clooney pero Blanchett se come la pantalla.
La historia se mueve en el terreno fronterizo de dos mundos y dos épocas. El nazismo muerto pero no enterrado, con sus asesinos vendiéndose al mejor postor. Salvar el culo a cambio de un indiscutible talento criminal al servicio de la nueva máquina de matar de la guerra fría. Y el comienzo de la lucha entre la burocracia estalinista, y sus manos manchadas de sangre proletaria, y el imperialismo yanqui (sangriento por genes desde su mismo nacimiento) por hacerse con el nº 1 en el nuevo ranking mundial de cadáveres y guerras ganadas, perdidas o empatadas.
Soderbergh y su guionista, Attanasio, utilizan muchos de los mismos elementos que tan bien sabían emplear esas películas a las que rinden homenaje e incluso introducen algunos nuevos. El resultado, sin llegar a la altura de las mejores de esas obras, alcanza un buen nivel. Mantiene el interés por una trama a veces demasiado dispersa y nos mete dentro de la historia.
¿Qué quieren que les diga? Yo sí siento. Calor y frío, odio y amor, en Blanchett. Amor tambièn, duda, frustración, rabia, solidaridad con Clooney. Traición, cinismo, engaño, muerte, rondando siempre. El monstruo de un mundo en el que nada es lo que parece y los seres humanos sólo somos peones en el juego mortal de poder, beneficios, hegemonía, de los que manejan el cotarro. Un monstruo que existe desde hace siglos y que hoy, con su nueva y reluciente careta global y unipolar, nos sigue jodiendo.