El aventurero de medianoche
Sinopsis de la película
Gran Depresión, años 30. Red Stovall (Clint Eastwood) es un cantante de country alcohólico que se gana la vida cantando en bares cutres y miserables. Su gran sueño es llegar a tocar en el legendario programa Grand Ole Opry. Así emprende un emotivo viaje con su sobrino (debut cinematográfico de su hijo Kyle Eastwood) que lo lleva desde Oklahoma a Nashville, donde le han concedido una audición.
Detalles de la película
- Titulo Original: Honkytonk Man
- Año: 1982
- Duración: 122
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Opinión de la crítica
Película
6.9
93 valoraciones en total
El tío Clint, músico de tugurios bebedor y pendenciero donde los haya, se las pinta sólo para meter a su sobrino (hijo en la realidad) en mil y un enredos durante su viaje a Nashville. Sin embargo, en un determinado momento la película da un giro dramático y la tuberculosis resultante de tan mala vida hace estragos en él y en su música.
Me gusta más la parte cómica. La dramática tampoco está mal, pero Eastwood la mejoró mucho en sus últimas obras maestras.
Como actor, Clint elabora uno de sus mejores trabajos, junto al de Cazador blanco, corazón negro .
Año 1982, Eastwood acababa de rodar dos años antes su irregular Bronco Billy , y ahora se proponía llevar a la gran pantalla las aventuras de este peculiar cantante de country un sinvegüencilla aficionado al aguardiente y tubercoloso en estado terminal, a través de su periplo de Oklahoma a Nashville en compañía de Whit Jos (que supuso el debut frente a las cámaras de su hijo biológico Kyle Eastwood), su sobrino, además del abuelo paterno del crío (John McIntire), y Marlene (Alexa Kenin) una muchacha de 16 años que recogen por el camino.
Basado en una novela de Clancy Carlile quien también firma aquí como guionista, ambientada en la época de la gran depresión, East wood aprovecha la coyuntura para mostrar los lazos de unión entre tío y sobrino y nieto y abuelo, así como mostrar el desarraigo de un hombre que se sabe muerto pero que aún tiene una última oportunidad en lo suyo, como cantante de country, al darle la oportunidad de una audición en el prestigioso Grand Ole Opry de Nashville.
Ese simpático personaje de Red Stovall (Clint Eastwood), hará suya esa máxima latina del carpe diem, instruyendo a su embelesado sobrino, también aspirante a cantante de country, en lo práctico de la vida, mejor dicho, de la vida de un hombre de aquel mundo, como era Stovall.
Así, Stovall le llevará de putas, le llevará a infringir una y otra vez la ley (robando gallinas, ayudándole a fugarse de la cárcel, a conducir en minoría de edad, a extorsionar, etc…).
Pero es que además Eastwood como acostumbra casi siempre, cede parte del protagonismo en los secundarios, por ínfima que sea su participación.
Así, cede su pequeño minuto de gloria al abuelo que desiste de acompañar a su familia a la tierra prometida de California, para remontar su época de juventud y reencontrarse con su Tenesse natal, cuando en un momento del viaje, el abuelo narra a su nieto uno de los capítulos cruciales de su vida con aquella línea imaginaria que supuso el inicio de La gran carrera blanca , esto es cuando los cherokes entregaron sus posesiones en territorio de Oklahoma a los colonos de raza blanca.
Sombría, de tintes crepusculares, seguro que la pretensión de Eastwood no era todavía la de conseguir una obra maestra, sino la de pasar con sigilo y sin demasiadas estridencias. Pero como ocurriría con su casi reciente Million Dollar Baby , aunque a menor escala, el asunto se le escapó de las manos y terminó firmando este brillante y emocionante film sobre el desarraigo humano.
Una obra que supuso un rotundo fracaso de taquilla y que a resultas de los cual motivó que la Warner se resarciera pidiendo a Eastwood una nueva entrega de las aventueras de Harry Callahan. ésta vez firmada por él mismo con el título de Impacto súbito , reencontrándose de nuevo con Bruce Surtees y con su amigo y admirado Lalo Schiffrin.
E M O C I O N A N T E.
Analizado con una cierta atención El aventurero de medianoche, film menor y personal de Eastwood, sin embargo ya deja entrever las líneas maestras del cine de un director que sabe muy bien que tipo de cine quiere y le interesa hacer. Decantado claramente, no solo por la historia que nos cuenta, sino por la narrativa utilizada para hacerlo hacia los modelos de los grandes clásicos, Eastwood consigue un film tal vez irregular, pero no por eso carente de interés, que ya nos anticipa al Eastwood de las futuras obras maestras.
Film amargo y profundamente triste, se inscribe en cierta manera en el esquema típico de las road movies. Nos cuenta la historia de un viaje y del recorrido vital y mediático de dos personas, de un adolescente que ira descubriendo a base de dolor y sufrimiento lo que es la vida, y que ira madurando poco a poco como ser humano, y de un perdedor que sabe que la vida se le escapa de entre los dedos a borbotones, y que intenta justificar su existencia a través del logro de una ilusión, que de sentido a su vida y la redima en parte de caer en el olvido.
Un guión irregular, pero con suficientes aciertos para no ser menospreciado, y unas interpretaciones dignas, hacen recomendable una revisión de este filme menor de un director que con el tiempo ha firmado algunas de las mejores obras maestras que el cine ha dado en los últimos años.
Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona 12 de septiembre de 2005
Hablar de Clint Eastwood es pensar en una de las personas más relevantes y características del panorama cinematográfico. También significa hablar de grandes obras conocidas mundialmente que, si bien nos referimos a El aventurero de medianoche, nos topamos ante una incontestable obra mucho más personal y rica en matices que, sin embargo, parece haberse acomodado en el olvido cuando repasamos la filmografía del realizador de San Francisco.
Alejado, en parte, de esos personajes duros e implacables que nos hacían regocijarnos con su poco tacto humano (Harry Callaham en Harry el sucio y sus secuelas, Ben Shockley en Ruta suicida, Tom Highway en El sargento de hierro, El hombre sin nombre en la Trilogía del dólar, o el forastero en Infierno de cobardes) en esta ocasión, Red Stovall se presenta como un personaje vulnerable ante su incierto destino que le permitirá compartir distintas aventuras de la mano de su sobrino Hoss (Kyle Eastwood) y alguna que otra desventura gracias a sus inseparables amigos Jack Daniel’s y Gibson. Firme en sus pensamientos (o vivo mi vida a mi modo o no la vivo) transporta a su sobrino por innumerables experiencias que, como ya hiciera el Teniente coronel Frank Slade (Al Pacino) con su lazarillo, pretenden ser el principio de su educación aunque con diferente resultado. Aprender el noble arte de robar gallinas, visitar una casa llena de mujeres de moral distraída o practicar con maestría la hábil técnica del soborno, son algunos ejemplos muy ilustrativos de los sucesos de la película.
La mezcla, perfectamente compensada, de comedia y drama hace que no nos quedemos estancados en ninguno de los dos géneros y pueda disfrutarse cada uno de ellos con mayor intensidad. Por último hay que resaltar al otro compañero de viaje que es la banda sonora. Los temas están muy bien escogidos y son agradables de escuchar seamos o no aficionados al género country.
Sin duda, recomiendo mucho su visionado por su historia y también por poder ver a otro Clint Eastwood del que estamos acostumbrados y segundo, porque es una de mis favoritas de cuantas ha realizado su director.
Probablemente sea la película más atípica de Clint Eastwood que se aleja por completo de la imagen a que nos tenía acostumbrados. Esta extraña road movie nos cuenta el declive de un hombre que busca desesperadamente una última oportunidad de dejar su huella antes de morir. Curiosamente tiene que ser su propio sobrino de 16 años quien cuide de él e intente alejarle de los vicios que le han llevado por un camino autodestructivo. Clint muestra su lado más débil como ser humano, el de un hombre al borde de la muerte por tuberculosis que aspira a tener su momento de gloria, que se ha ganado la vida cantando en tugurios de mala muerte.