El asesinato de Trotsky
Sinopsis de la película
Tras haber tenido que abandonar la Unión Soviética en 1929, Leon Trotsky acaba exiliado en México. Un agente de Stalin, Frank Jackson, es enviado al país americano con la misión de acabar con él.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Assassination of Trotsky
- Año: 1972
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
5.4
51 valoraciones en total
Película independiente, dirigida por Joseph Losey ( El sirviente , 1963). Se rodó en Méjico y en los Estudios Dino de Laurentis (Italia). El productor fue Norman Priggen.
La acción se desarrolla entre el 1-V-1940 y el 20-VIII-1940, en la ciudad de Méjico, última residencia de Lev Davidovich Bronstein, más conocido como León Trotsky. Narra las últimas semanas de vida del líder soviético, protagonista junto a Lenin de la Revolución Rusa de 1917. Apartado del poder por Joseph Stalin y posteriormente desterrado del país, se asiló en Méjico tras un largo peregrinaje.
La película muestra al protagonista ocupado en tareas ínfimas, como el cuidado de conejos en jaula y de cactus en maceta, que complementa con el dictado a una grabadora o a un escribiente de artículos para la prensa internacional. Vive recluído en una finca con un pequeño jardín, custodiado por vigilantes que velan por su seguridad. Pese a ello, un grupo de oponentes penetra en la casa, la ametralla con furia y se retira sin haber causado heridas ni a él ni a su esposa Natasha. Redobla la guardia, mientras evoca sus días de gloria, las muertes del hijo y la hija y la masacre de sus seguidores en la URSS. Se lamenta de la soledad a la que le someten los suyos, los trotskystas, que quieren trotskysmo sin Trotsky. Le abruma cada vez más la obsesión de la muerte, que ve llegar de la mano de Stalin. Con todo, el asesino no será identificado como comunista, sino como un personaje oscuro, de varias identidades, de origen presuntamente belga, prófugo del Ejército, de pasaporte canadiense, ajeno a la política y que le profesa una inexplicable aversión patológica. La película pone de manifiesto el escaso interés de Losey por Trotsky, la ocultación deliberada del complot urdido por Stalin, la no identificación de Frank Jacson como el español Ramón Mercader, etc. La tensión dramática, inferior a la de otros films del realizador, se basa en la lenta e implacable aproximación de un desconocido Jacson a su víctima, exenta de la fuerza y el carisma que le distinguieron.
La música original, orquestal, es dramática e inquietante. De escasa polifonía, en ocasiones se transforma en un sonido casi monocorde, que evoca un lamento doloroso. Añade música festiva taurina y el canto de La internacional . La fotografía, de Pasqualino de Santis, ofrece encuadres excelentes, movimientos de cámara suaves y envolventes, planos picados e imágenes simbólicas (toro herido de muerte). Se recrea en los murales de José Clemente Ortiz y Diego Rivera. El guión centra la historia en el enfrentamiento entre un asesino sagaz y su presa, mientras ésta se protege con vigilancia, muros, alarmas y control de visitas. Las interpetaciones de Burton, Delon y Schneider son adecuadas, pero inferiores a las habituales. La dirección transforma en un juego verdugo/víctima una historia compleja, mucho más brutal.
La película reclama del espectador un esfuerzo personal para compensar las lagunas históricas del relato.
ESTRELLAS: Delon aseguró el apoyo francés al proyecto, mientras que Valentina Cortese y Giorgio Albertazzi fueron el reclamo para la taquilla en Italia. Losey contó con Schneider, aunque no la consideraba la mejor para interpretar a Gita. REPARTO ALTERNATIVO: Lo más difícil fué dar con Trotsky, papel que se ofreció a Dick Bogarde, Topol, Marlon Brando y George C. Scott, antes que a Burton. INCIDENTE: A la familia le disgustó la cinta, entre otras cosas, porque durante el crimen, Trotsky se defiende, cuando en realidad no fué así. CENSURA: El gobierno de México dejó rodar en el país después de introducir algunos cambios en el guión, imponer un censor en el mismo plató y revisar el material filmado. ESTRENO EN ESPAÑA: 24 de Junio de 1977, después de la muerte de Franco, ya que la censura había prohibido se exhibición en 1972.
Es difícil abordar un tema en el cine tan apasionante como es el asesinato de Trotsky y que el resultado fuera tan pobre como lo es esta película.
Es cierto que el Joseph Losey de los setenta, después de la Palma de Oro en Cannes, es un director en clara decadencia donde apenas podemos rescatar nada decente si acaso un biopic de Galileo del que llevaba décadas trabajando incluso en su época teatral con Bertolt Brecht.
El gran problema de la película es que parece que todo está rodado para que lleguen los últimos diez minutos, únicos realmente interesantes del film que tiene una gran fuerza dramática y mayor calidad interpretativa. La escena del asesinato tiene una gran tensión y es sin lugar a dudas lo mejor de la película pero eso no justifica que el metraje sea aburrido e intrascendente en muchos momentos y eso es imperdonable, mucho más teniendo en cuenta las posibilidades que ofrecía la historia.
Aunque la película tiene una reconstrucción bastante minuciosa y podemos decir que aceptable históricamente es cierto que comete algunos errores bastante graves. Si algunos carecen de importancia como que el piolet que no lo compró sino que lo cogió de allí mismo de la casa y otros por el estilo a los que no me voy a referir si que lo más reprochable es presentar a Frank Jackson (Ramón Mercader) como un hombre atormentado que tiene muchas dudas y que tiene presiones para realizar el magnicidio, como es la presunta detención de su madre Caridad Mercader, esta mujer ni estaba presa ni amenazada por supuesto, es más, es ella quién le espera fuera de la casa con un coche con agentes de la KGB para salir de allí después de la operación.
La película viene a exculpar en cierta forma a Mercader (imperdonable que en ningún momento de la película se diga su identidad, aunque fuera al final a modo de epílogo).
¿El por qué de todo esto? Bueno todos sabemos que Losey era comunista y algunos le acusaron que esta versión era más antitroskista que antistalinista. Desde luego que protroskista no es, eso es verdad, ya que nos parece el viejo León como un hombre en cierta medida acabado, que atiende a sus conejos y que está prácticamente retirado de la vida política.
Cuando se llevó a cabo La Revolución Bolchevique en la Rusia de 1917, uno de los miembros más activos fue Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido por el nombre Lev Trotski (León Trotsky) apellido que tomó de su guardián durante su estadía como prisionero en Siberia. Por derecho propio, Trotski fue luego miembro del politburó junto a Lenin, Stalin, Kámenev y Krestinski… pero tras la muerte de Lenin, fechada el 21 de enero de 1924, las marcadas diferencias que había entre Stalin –sucesor de Lenin- y Trotski, hicieron su relación imposible. Trotski, intelectual y persuasivo, era también autoritario, tendía a resolver los problemas que se presentaban muy a su manera, y su excesiva confianza alentaba grandes peligros… esto último, le haría ver un cielo con nubes grises.
Stalin, por su parte, aunque tosco y caprichoso, según señalaba Lenin, quien al tiempo lo admiraba por su gran capacidad organizativa y por su ímpetu y compromiso, a diferencia de Trotski que abogaba por ‘La Revolución Permanente’ (La revolución no puede limitarse a una sola nación, debe internacionalizarse porque sólo sobrevivirá si triunfa en los países más avanzados, escribió), entendió que los rusos querían la paz tras tantos años de guerra civil e internacional, y se sumó a la causa del pueblo dedicando sus mayores esfuerzos a consolidar internamente la revolución.
Bajo la acusación de violaciones a la disciplina del partido, Trotski fue excluido del politburó a la primera oportunidad y el líder intelectual marchó al exilio, el cual encontró fin en la tierra mexicana que, entonces, gobernaba Lázaro Cárdenas y donde fue recibido por el pintor Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo, mientras curiosamente, otro gran pintor, David Alfaro Siqueiros, se involucraba en una conspiración que pretendía matarlo. Hacia allí marchó Trotski con sus libros y en compañía de su segunda esposa Natasha Sedova… y es aquí donde comienza el último episodio de su vida que, con un guión de Nicholas Mosley, el director Joseph Losey nos contará de manera altamente dramática.
En principio, un reiterado cartel durante una marcha obrera, dará cuenta de la repulsa que, en ciertos sectores universitarios, causaba la presencia de Lev Trotski en Mexico, pero luego, Losey nos irá mostrando a un personaje sensible, de brillante intelecto y decididamente comprometido con su pretendida Cuarta Internacional (Cuando los oprimidos conocen la verdad queda abierto el camino de la revolución)… y entonces, quizás lleguemos a comprender el conflicto interior al que se ve abocado Ramón Mercader, aquí tan solo citado como Frank Jacson, nombre que usó en el pasaporte con el que llegó a México. Sin embargo, se nos dará una pista cuando Natasha dice a su marido: El dice que es belga, pero a mi me parece español. Y en otro aparte, la insistente pregunta del policía que le interroga: ¿Quién es usted?, es una invitación para que ahondemos en el tema, ya que, en un filme político de menos de dos horas, es imposible, y a veces prudente no dar todos los detalles.
Acudiendo un poco a ese estilo de ciertas frases en off que tanto le gustara y que tan efectivamente usara en The go-between, Losey decanta de nuevo su historia para mostrar personajes muy humanos por los que no es fácil llegar a sentir repudio de tipo alguno. Su capacidad para el detalle que matiza y también para el detalle que analogiza o explica -como ese inserto de la corrida de toros que nos permite apreciar lo repugnante y bárbaro de dicho espectáculo, y las banderillas se asemejan luego con la piqueta (picot) que también derrama sangre-, son arte lúcido y un alegato de la más alta eficacia.
Richard Burton, muy convincente y carismático recreando al gran personaje ruso. Alain Delon, muy contenido y eficaz en su papel de auto-forzado verdugo. Y Romy Schneider como Gita Samuels (un personaje semi-ficticio en probable referencia a Sylvia Ageloff, la mujer cercana a Trotsky a la que Mercader seduce para acercarse al líder) de nuevo enamorada, pero esta vez sin mayor conocimiento del hombre que lleva a su lecho.
Sin duda, con EL ASESINATO DE TROTSKY, Joseph Losey ha realizado un filme históricamente necesario.
Rodada con cierta austeridad y sencillez, los antecedentes de los personajes ni se nombran apenas, todo se centra en la última etapa del asesinato de Trostky, como muy bien indica el titulo. Un trio protagonista estupendo, entre el que destacaría a Alain Delon, como el atormentado asesino, Delon realiza una magnífica interpretación en la que nos muestra, sus miedos, sus dudas y también sus remordimientos de conciencia, eso si también luce con su estilo habitual, un vestuario impecable, por otro Romy Schneider me ha gustado mucho su papel de sufrida amante y abnegada secretaria, Richard Burton pone el piloto automático y no le hace falta más. Sin a mi juicio tomar partido, Joseph Losey se limita a narrar los hechos ocurridos y nos compadezcamos de estas tres víctimas de la historia.