El año más violento
Sinopsis de la película
Nueva York, año 1981 -según las estadísticas, el año con más crímenes y atracos de la historia en la ciudad-. El inmigrante hispano Abel Morales (Oscar Isaac) y su mujer Anna (Jessica Chastain) han conseguido sacar adelante con éxito su empresa de distribución y venta de gasóleo. Ahora están a punto de lograr la última pieza de su sueño americano: comprar un cotizado terreno frente al río Hudson, un enclave que les permitirá expandirse en el negocio y superar a su competencia. Pero la violencia que sufren en el transporte de sus camiones y una investigación policial amenazan con destruir todo lo que han logrado hasta ese momento.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Most Violent Year
- Año: 2014
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
6.6
88 valoraciones en total
El año más violento es sin duda una de las películas más estimulantes del año.
De forma realmente extraordinaria, J.C. Chandor entrega una película que es puro cine negro sin necesidad de hablar de mafia o matones (o quizás sí…), construida en base a un guión lleno de momentos de gran tensión, muy bien escrito y con un gran diseño de los personajes principales. Desafortunadamente, ese mimo no existe en los roles secundarios y la película se resiente bastante por ese lado, pero en general el balance es realmente notable porque el espectador tiene la sensación de estar viendo algo fascinante, una película que verdaderamente cautiva su imaginación y lo engancha desde el principio. Por supuesto hay que destacar el retrato que Chandor realiza de la violencia, vista aquí casi como algo inherente a la sociedad y a la gran ciudad, y cómo el ser humano siempre termina pisando al que tiene al lado para sobresalir cueste lo que cueste y triunfar, aunque sea a costa del otro.
No se entiende muy bien cómo es posible que Oscar Isaac y Jessica Chastain no hayan sido nominados a más premios de la temporada premiable . El guatemalteco va camino de convertirse en un actor todoterreno de esos que valen para cualquier género o personaje, que igual te clavan sensible músico para los hermanos Coen que este tiburón sin escrúpulos al que interpreta en El año más violento. Su presencia llena la pantalla cada vez que aparece y el espectador no duda en ningún momento de que tiene las armas para salirse con la suya. Otra presencia magnética es la de Chastain, que debería estar en los Oscar en el lugar de Meryl Streep (cuyo trabajo en Into the Woods es bueno, pero ni mucho menos es de Oscar). Chastain es una de esas actrices cuyo trabajo está siempre lleno de rigor, carisma y enorme talento, lo cual es un regalo para el espectador. Atención por ejemplo a la escena en que muestra a su marido un arma que una de sus hijas ha encontrado en el jardín. Un ejemplo de fuerza de una actriz extraordinaria.
En definitiva, una notabilísima película acerca del ascenso social, la violencia y los arrestos que hay que tener en la vida. Para todo. No es mundo este para corderos, sino para lobos.
Lo mejor: Oscar Isaac y Jessica Chastain, monumentales, y la tensión de la cinta (ojo a las persecuciones por el puente y la que lleva a cabo Abel por las calles más sucias de la ciudad)
Lo peor: Le falta un poco más de definición en los personajes secundarios y no se puede negar que resulta un tanto tópica.
Estéticamente el film tiene ese encanto de los ochenta, aunque el guion es demasiado simple.
Si uno lee cualquier sinopsis sobre el film, junto al atractivo y sugerente título, puede llegar pensar en acción, suspense, tensión, sangre y crueldad, unidos a los temas de mafia y camorra local, pero por desgracia se queda muy lejos de la realidad, ya que tocando un poco el tema de la violencia mezclado con algo de corrupción, más bien escasa y esporádica, se centra en el sueño americano, el de ser un Don Nadie a convertirse en el Tío Gilito y la superación personal a través del camino de la rectitud, cambiando los papeles, dejando al malo como el bueno y viceversa.
Su desarrollo es normal, no tiene nada destacable, sigue una línea demasiado sencilla, sin arriesgar y como dice el refrán, el que no arriesga, nada gana y en este caso, tampoco pierde, para dejarnos un final feo, para mi gusto, y un segundo final demasiado obvio.
Actuaciones buenas, pero no tan destacables como han destacado por ahí compañeros de críticas, sostenibles y creíbles, aunque hay veces que se sobreactúa para ensalzar el papel y dar mayor dramatismo e intensidad a una historia con poca vida.
Lo mejor sin duda es la estética, cuidada, buen vestuario acorde a los tiempos, escenarios marginales y duros, aunque en ciertos momentos no dicen nada, como un poema con rimas pero sin corazón pero necesarios para completar la estética del film.
¿Recomendar o no recomendar? ¿Ver o no ver? Si hubiera tenido la posibilidad de elegir, no la hubiera visto, así de sencillo.
El año más violento nos traslada a los Estados Unidos de 1981, donde Abel Morales (Óscar Isaac) es un empresario del sector de la distribución de combustibles – y que la película enfoca como un sector medio sumergido en la ilegalidad, y en prácticas mafiosas, no sé si sería así- que ve cómo su empresa,y, a la vez, su familia, son amenazadas por diversos problemas.
Aparte del hecho de que no sé si creerme que en 1981 hubiera un fiscal de raza negra en Estados Unidos, la película, en tanto que drama familiar/empresarial con toques de crimen y acción, recuerda a otras muchas películas estadounidenses. Quiero decir que, en sí misma, esta película está bien, pero el guión carece de la originalidad que el estilo que Chandor imprime a su dirección, un estilo, por cierto, muy frío, demasiado frío y pulcro como para conmover al espectador. Sobra preciosismo en la fotografía y la ambientación urbana, y falta solidez y fuerza en la historia. Por otro lado, el reparto es competente, y Óscar Isaac hace lo que puede con su personaje, pero es un personaje al que le falta definición. El personaje de Jessica Chastain es bastante interesante, pero, al fin y al cabo, esta actriz no es la protagonista.
Veo por ahí que incluso algún crítico compara a Chandor con Lumet…Estrategias publicitarias, más que nada. El año más violento es, me temo, el tipo de película -y se producen muchas así en los Estados Unidos- que es alabada por la crítica en el momento de su estreno, y de la que, años después, pocos se acuerdan.
Asociar mafia con violencia es una constante en el séptimo arte. Esta asociación está grabada a pistoletazo limpio en el imaginario colectivo gracias a cineastas como Martin Scorsese, Brian de Palma o Raoul Walsh. El propio Scorsese ya nos advertía que la historia de Estados Unidos se escribió con sangre en la reivindicable Gangs of New York.
La nueva propuesta de J.C. Chandor se sitúa en el otro extremo de la baraja. Habla del clásico sueño americano, del inmigrante latino que cual Tony Montana persigue ganarse la vida en suelo estadounidense. Pero, al contrario que el violento personaje de Scarface, su búsqueda no está bañada por la sangre. Abel Morales ha sabido ganarse una reputación en el negocio de los combustibles a base de esfuerzo, huyendo de esa imagen del magnate que avasalla a sus competidores a punta de revólver. No quiere ser como su predecesor en el cargo, no quiere ser como otros compañeros del gremio, se niega a usar armas en su negocio y ni siquiera tiene un libro de contabilidad B. Abel encarna el sueño americano sin los tópicos del cine de gánsters.
En A Most Violent Year, Chandor habla de la violencia que salpica las calles neoyorquinas, pero sin un ápice de violencia desmedida por parte de su personaje protagonista, que vive una situación financiera crítica rodeado de un ambiente francamente hostil. Lo hace desde la aparente austeridad, pero de manera grandilocuente, ayudándose de una buena ambientación, una banda sonora que acompaña de manera perfecta a las imágenes, un guión solvente, y una realización pausada pero provista de un increíble nervio narrativo. Y, sobre todo, de una pareja protagonista sublime, Oscar Isaac y Jessica Chastain, que encarnan las dos caras de la misma moneda. Persiguen los mismos intereses, pero sus métodos son radicalmente opuestos.
Esta historia de violencia sin violencia, del empresario que lucha por no ser un gánster en tiempos difíciles, confirma a su realizador como un nombre imprescindible para el nuevo cine norteamericano. Su tercer trabajo tras las cámaras corrobora lo que ya apuntaba en sus anteriores propuestas, que Chandor es un excelente cronista del género humano, ya sea enfrentándole de manera coral a la crisis financiera, a solas contra la naturaleza, o al año más violento de la historia, y un formidable dramaturgo a la altura del mismísimo Sidney Lumet. Y sin embargo, no es ésta la mejor cinta del cineasta. A most violent year viene a ser la más convencional de todas sus obras. No tiene la capacidad de análisis y sorpresa de Margin Call, ni supone la epopeya existencial que vivía Robert Redford en All is lost. Es, sin más, una buena película, mucho mejor que otras que han acabado encabezando las listas de la Academia de Hollywood. Y eso ya es más que suficiente.
A favor: Jessica Chastain y Oscar Isaac, y el nervio que mantiene pese a su ritmo pausado
En contra: es la más convencional de su director
Estamos en 1981, el año en que hubo, estadísticamente, más violencia y crímenes en Nueva York, en una época en que el mundo libre parecía abocado al caos del crimen organizado – ya sea por sindicatos inescrupulosos, por criminales de poca monta, por los encopetados poderosos a golpe de talón y falta de compasión o escrúpulos, por leyes permisivas y ciudadanos acomplejados, por una policía y unos fiscales hacendosos pero venales, por una sociedad en ebullición y trastabillada. Venimos de aquellos lodos en apariencia lejanos pero que configuran un presente siempre quebradizo y en manos de los poderes fácticos. Lo difícil es determinar quién está al mando, por cuánto tiempo y a qué precio. Porque en un mundo donde todo está en venta, el único factor determinante es averiguar el precio de cada cual para seguir avanzando, sin miramientos ni concesiones.
Lo mejor de esta película es la atmósfera de peligro constante y vulnerabilidad permanente que crea. Una muy verosímil precariedad que impregna cada fotograma de esta desasosegante y descorazonadora propuesta donde sólo sobrevive el más fuerte, el más despiadado, el que tiene los objetivos más claros y sabe con quién cuenta y de quién se debe proteger. Es una guerra evidente aunque no declarada, donde la cortesía o la educación no presagian nada bueno y la clemencia queda proscrita por inane y perjudicial. Menudo catálogo de lobos con piel de corderos donde los intereses creados van configurando un escenario de falsa urbanidad y peligrosas aristas fatales.
Hay una potente escena – en apariencia intrascendente y anecdótica – que ilumina la trama: el protagonista, Abel Morales, atropella a un ciervo que permanece agonizante en la cuneta de la carretera. Y quiere poner fin a su sufrimiento, pero de la forma ‘más correcta’, como lo llama él, es decir, sin armas de fuego. Pero antes de que pueda llevar a término su plan, su mujer descerraja varios tiros sobre el animal moribundo, concluyendo por la vía rápida el contratiempo. En ambos casos el resultado final hubiera sido el mismo, lo que varían son los medios para alcanzarlo. Y toda la cinta trata de esto: las múltiples bifurcaciones, contradicciones y vasos comunicantes entre medios y fines. Algunos santificados, otros censurados, todos letales.
El final de la cinta es excelente y desolador. Enuncia con sutil claridad la connivencia entre poder político (y judicial) y el poder financiero. La corrupción con mayúsculas. Magnífica película que sin estruendos ni aspavientos radiografía de forma incisiva e irrebatible nuestros males del presente. Muy recomendable.