El ángel negro
Sinopsis de la película
Durante la I Guerra Mundial, Bill Pettigrew, un joven soldado texano, es enviado a Nueva York para recibir entrenamiento básico. Allí conocerá a la actriz Daisy Heath, cuando ella casi le atropella. Daisy acepta hacerse pasar por la novia de Bill, pero al final el romance comenzará.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Shopworn Angel
- Año: 1938
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
5.9
57 valoraciones en total
El trio protagonista de campanillas -Margaret Sullavan, una de las musas del admirable director norteamericano Frank Borzage, James Stewart y Walter Pidgeon- constituye el mayor interés de esta película, producida por Joseph L. Mankiewicz, de estilo sencillo y transparente pero no por ello menos sentido o sutil, situada en las vísperas de la entrada de EEUU en la Primera Guerra mundial, dirigida por el competente artesano H. C. Potter.
Tras una fulgurante introducción, con la clásica mezcla de documental y primeros planos de periódicos a ritmo frenético -ejemplo de economía narrativa que hoy ocuparía tres cuartos de hora de una película con sus perniciosos énfasis analfabetos-, la comedia, el suave melodrama y un ligero romanticismo irán conformando los elementos de esta propuesta que toca, sin profundizar, algunos temas interesantes: inocencia frente a mundanidad y sofisticación o el aún más espinoso asunto de la piedad peligrosa sobre el que la película, lamentablemente, pasa de puntillas –véase, en ese sentido, la prodigiosa novela del austríaco Stefan Zweig-.
La película es bonita y sensible, aunque algo sensiblera, tal vez ligeramente caduca, pero resulta placentera de disfrutar por el terceto protagonista: Margaret Sullavan interpreta a una actriz de teatro y James Stewart encarna a un soldado texano de reemplazo en uno de sus clásicos papeles, muy capriano, de tontorrón con buen corazón. Ambos cuentan con colaboraciones infinitamente superiores como The shop around the corner (1940, El bazar de las sorpresas) de Ernst Lubitsch. Aquí comparten estrellato junto a un Walter Pidgeon algo descolorido, como generoso y celoso amante que actúa como la imprescindible salsa que lo liga todo.
¡Ojo! mucho ojo con este director que no sale en los libros de cine y del que cada película suya supone un hallazgo extraordinario. No conviene olvidar que estamos ante el director de la maravillosa Los Blanding ya tienen casa . Pero es que, en sus obras menores, como esta El ángel negro nos ofrece buen gusto, excelente dirección y no poco entretenimiento.
Daisy y Sam llevan una relación muy peculiar en la que ninguno de los dos se decide a hablar de matrimonio. Todo cambiará cuando Daisy conozca a Bill Pettigrew, un ingenuo y agradable soldado que se enamora locamente de ella.
Estamos ante una notable película llena de ingenio que sabe combinar comedia y melodrama con naturalidad y elegancia. Se trata, sobre todo, de una película llena de romanticismo. Romanticismo visual y romanticismo verbal. Ya lo dice Sam Bailey Me enfrentaría a las bayonetas sólo por saber que tú me esperas . Aunque para personaje romántico, Bill Pettigrew. Lo es toda la película, pero el punto más álgido de ese romanticismo es su felicidad en la batalla, siempre con una sonrisa en su rostro.
Por si esto fuera poco, H.C. Potter da una lección en cuanto a la dirección de actores. Sullavan, Pidgeon y Stewart realizan interpretaciones de altísimo nivel.
Tras la entrada de EEUU en la I Guerra Mundial, Nueva York es un hervidero de soldados provenientes de todos los rincones del país para realizar su instrucción antes de embarcar para Francia a la temida guerra de las trincheras.
Bill ( James Stewart), es un soldado proveniente de Texas, de alma pura y sencilla, que apura sus últimos días en la ciudad de los rascacielos. En un encontronazo conocerá a Daisy ( Margaret Sullavan), mujer mundana y terrenal de la que quedará prendado.
Con semejante dúo protagonista, de enorme química, la misma que luego protagonizaría la inefable El bazar de las sorpresas de Lubitsch, un tercero en discordia como Walter Pidgeon, rival sofisticado de nuestro idealista vaquero y la extraordinaria Hattie McDaniel, nuestra Mammy de Lo que el viento se llevó , ya podemos suponer que vamos a estar ante una cinta que, como poco, nos va a regalar un momento entrañable.
Pero es que, H.C.Potter, uno de esos directores artesanos que sabían muy bien lo que hacían, nos conduce por una cinta llena de emotividad y suave romanticismo, envolviendo al espectador en un sueño de esperanza ante la tragedia con mucho gusto y sensibilidad consiguiendo esquivar, hábilmente, el peligro del sentimentalismo más exacerbado.
Un triángulo amoroso, un amor platónico con el que enfrentar a el ángel negro de la muerte que amenaza, frente al amor herido en su realidad, rutina e incomunicación.
El resultado es una agradable cinta, ampliamente recomendable, que el espectador disfrutará.
Eso sí. Si la buscan, hagan el favor de tratar de conseguirla en VO, o en su doblaje de los 50. Yo la he visto en su doblaje anterior, en un español castizo y casi me desmayo. Jimmy pronunciando la palabra gachó o tía para referirse a una chica y la Sullavan lanzando alaridos de verdulera a Hattie. Por momentos creía estar viendo una cinta de Benito Perojo, qué horror.