El anacoreta
Sinopsis de la película
Hace 11 años que Fernando Tobajas, un hombre de cierta edad, decidió vivir en el cuarto de baño, en el que creó un pequeño apartamento, y no salir nunca de él. Tobajas ha renunciado a todo, excepto a la vanidad, y sus contactos con el mundo se reducen a las visitas de los amigos y a los mensajes que envía por el retrete dentro de tubos de aspirinas con la esperanza de que alguien los reciba y sepa de su existencia. Arabel Lee, una chica preciosa, encuentra uno de esos mensajes.
Detalles de la película
- Titulo Original: El anacoreta
- Año: 1976
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
Película
6.4
71 valoraciones en total
Con ese argumento, evidentemente todo es surrealista. Interpretación contenida y bondadosa de un Fernán Gómez en madurez, metido en el papel de encerrado por convicción que no quiere saber nada del mundo que le rodea, pero mantiene contacto por la vía de los correos en tubos de aspirina por el retrete.
La parte más floja en mi opinión, es la de la servidumbre -en pequeña proporción para la época- al destape de la bella Andó, receptora sirena de los cantos del náufrago de mingitorio. Todo muy berlanguiano si se me permite la expresión, un sainete que a ratos deriva en camarote de los Hermanos Marx, y en otros en salón de reuniones del palacio de Luis Escobar en la Escopeta Nacional. Hilarantes muchos momentos, son menos acertados los que pretenden profundidad y filosofía al quedar muy pasados de moda ideas y situaciones reflejadas. Final consecuente e inesperado, no porque sea el que más realista parece, sino porque el tono de toda la historia suena a que finalmente saldrá por peteneras para resolver el nudo gordiano del protagonista.
Vista hoy produce más ternura que reflexión sesuda.
Nota: 6,25.
El único largometraje dirigido por Juan Estelrich y una de las más curiosas, apasionantes y fascinantes películas en la historia del cine español. Es la historia de un hombre (genial, divertido, único Fernán Gómez) que vive como un anacoreta, encerrado durante 11 años en el cuarto de baño, el cual ha amoldado como si de un apartamento se tratase. Solo se comunica a través de mensajes lanzados a través del retrete, hasta que uno de ellos llega a la bella Anabel Lee (Martine Ando), la cual decide conocerle y convertirse en su reina de Saba.
El anacoreta , situación tras situación, deviene en un feroz surrealismo que concluye en una reflexión sobre los dos sexos, surrealista también. Estelrich y Azcona hacen un guión espléndido dónde se alcanzan cotas de magnífico y magistral realismo tragicómico y cotas de kafkiana brillantez y divertido sarcasmo.
La película pregunta en voz alta: ¿quién es más libre y lúcido: el anacoreta o los demás, que acaban allí, encerrados con él, dependientes de él, falseados en su hueca independencia?, ¿quién es, pues, transitoriamente más feliz: el anacoreta o los demás?. Y hay que ver que los demás que conviven con él son su propia mujer, la chacha y el amante consentido de su mujer.
El anacoreta es, aunque no lo parezca, una historia de amor imposible, hermosa, surrealista, hermética, a la par que amplia. Regada de golpes de humor geniales (la segunda visita de Anabel con el amante en la bañera, la visita del coro flamenco, esos chándals de Fernán Gómez…) es una obra maestra de nuestro cine, una anacoreta en su estilo desmañado, poco académico, pero realmente medida y calculada al milímetro para acabar siendo un (anti)clásico de nuestro cine, un film de culto.
Esta película es en verdad una obra de teatro filmada, toda ella se representa en un cuarto de baño, donde un hombre se ha recluido de por vida. Y es una obra de teatro con mucha enjundia filosófica, se nota el ingenio del guionista Rafael Azcona en toda ella. De principio a fin hay que estar atentos al constante discernimiento sobre la tentación o las fuerzas poderosas (ya vitales ya de intereses de todo tipo) que tientan al ser humano que se ha marcado un objetivo de ir contracorriente.
Cuenta G. Flaubert en su novela La Tentación de San Antonio que siendo éste un anacoreta en el desierto de Egipto, se le apareció en visión cautivadora la bella Reina de Saba, quien le dijo al santo: Si posas un dedo sobre mi espalda, sentirás un reguero de fuego en tus venas. La posesión de la más pequeña parte de mi cuerpo te hará más feliz que la conquista de un Imperio. Mis besos tienen el gusto de un fruto que se funde en el corazón. Embriagado por el aroma de mis senos, arrobado en la contemplación de mis miembros, abrasado en mis pupilas, te sentirás arrastrado por un torbellino . San Antonio logró con una simple señal de la cruz, quizá por ser una visión, no una mujer de carne viva y sabrosa, que la tentadora Reina se fuera huyendo. Pero el anacoreta de este film, o cualquier otro hombre, ¿resistiría a la imantadora Reina de Saba si se presentara en el lugarcito donde uno se ha apartado del mundo, y nos camelara con sus encantos poderosos y la intención de hacernos salir de nuestra opción de ser distinto para conducirnos a ser como la mayoría: o sea uno más de los que nos volvemos locos ante la visión de dos tetas firmes y nos vamos de cabeza al matadero del matrimonio y luego a esclavizarnos como borregos para sostener el tinglado económico-sexual donde hemos caído? Aquí está el meollo de esta obra de J.Estelrich y R.Azcona.
La película está magistral y filosóficamente compendiada entre dos máximas: la 1ª de Anatole France: En aquellos tiempos [siglos III-IV d.C.], todos los desiertos estaban llenos de anacoretas , y la 2ª del propio personaje, el anacoreta laico de este filme, Fernando Tobajas: Vendrán tiempos en que todos los retretes estarán llenos de anacoretas . Como puede apreciarse son máximas con un mismo quid de la cuestión que ha cambiado de sentido y hay que captar su profundidad reflexiva.
Mención especial para la actriz que hace de Arabel, la bella tentadora e irrepetible Martine Ando, quien muestra su precioso cuerpo desnudo. ¿Logrará esta carne espléndida sacar al bueno de Fernando F. Gómez de su pachorra espiritual? Esto sólo se sabe viendo entera esta lúcida y agudísima obra de teatro-película, que ha sido muy desconsiderada por los críticos, si la hubiese firmado Mornau, Tarkovsky o Almodóvar, sin cambiar un ápice del guión y con el mismo escenario y simplicidad, llevarían algunos especialistas cinematográficos, unos treinta años, lanzándole alabanzas hasta la saciedad de todas las saciedades.
Fej Delvahe
Fernando Tobajas, casado y con una emancipada hija adolescente, con una saneada posición económica, ya que es propietario del edificio en el que se encuentra el piso en cuyo cuarto de baño lleva encerrado por voluntad propia 11 años (desde que deicidio seguir el camino de los antiguos anacoretas), el cual luce como un funcional apartamento por el que pasa todo su entorno social (sus partidas de mus) y familiar (mujer, hija y el administrador de la finca, también amante de la mujer con el beneplácito de Tobajas), ha ido arrojando por el retrete desde el inicio de su encierro abundantes mensajes (más de 2000), hasta que un día se presenta un detective privado que le comunica que una mujer ha recibido su mensaje (envuelto en un tubo de aspirinas).
A partir de aquí y como consecuencia de la irrupción de la atractiva mujer en su mundo, la cual intenta por todos los medios tentarle a abandonar el retiro, a semejanza de cómo hicieron otras mujeres en la antigüedad con los anacoretas de la época, nos encontramos ante una surrealista, feroz, aguda y mordaz reflexión sobre la sociedad de consumo, aquí retratada como apoyada en los pilares dinero y placer en la que Fernando Fernán Gómez compone un personaje realmente poderoso y caustico, a la par que sumamente culto (de su boca salen innumerables citas de Poe, Dante, Kipling, Homero, Flaubert, etc…) y en la que el resto del reparto brilla a gran altura (espectacular la tentadora Martine Ando).
Como curiosidad añadir que está libre adaptación de La tentation de Saint-Antoine de Flaubert, surgió en la madrileña discoteca Cerebro, cuando Juan Estelrich (por cierto, no volvió a dirigir ninguna película) le comenta a Rafael Azcona que Alfredo Matas le había ofrecido dirigir un Western, siempre y cuando se apañara con 14 millones de pesetas y este le responde que por ese dinero lo único que se puede hacer es una película íntegramente ambientada en un retrete, dicho y hecho, le presentan a Alfredo Matas el guion (basado en un cuento publicado por Azcona años antes en la mítica revista La Codorniz), et voila.
Recomendable.
Grandiosa película acerca del fenómeno social conocido como hikikomori . Fernán Gómez interpreta a un adolescente nipón que, asqueado de la vida social, ha decidido apartarse del mundo y vive recluido en su cuarto. Durante casi toda la película va en chándal. Sus allegados (una esposa oronda, el amante de ésta y una hija tontiloca, además de Luis Ciges, que interpreta maravillosamente a un ruso) cubren sus necesidades básicas en tanto que el jovenzuelo se dedica a los videojuegos o a chatear por Internet. Como la película es del año 76 y por aquél entonces no había Internet, los guionistas le echan imaginación sustituyendo los videojuegos por el mus y las redes sociales por la taza del water a la que el protagonista arroja mensajes dentro de tubos de aspirina. No se me ocurre mejor metáfora para la Red.
La película está rodada integramente en un retrate y, si Hitchcock hubiese llegado a verla se hubiera muerto de la envidia. Eso de rodar una película en un solo plano o con una balsa como único escenario son mariconadas en comparación con esta proeza fílmica sin parangón.
Obra maestra sin paliativos.