Efectos secundarios
Sinopsis de la película
Ambientada en el mundo de la psicofarmacología, ciencia que estudia cómo afectan las drogas a la mente humana. Emily (Rooney Mara) es una joven que se vuelve adicta a un nuevo medicamento que le receta su psiquiatra (Jude Law) para que pueda controlar su ansiedad ante la inminente salida de la cárcel de su marido (Channing Tatum).
Detalles de la película
- Titulo Original: Side Effects
- Año: 2013
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.2
91 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Andrea Bogart
- Ann Dowd
- Carmen Pelaez
- Catherine Zeta-Jones
- Channing Tatum
- Craig muMs Grant
- Davenia McFadden
- David Costabile
- Devin Ratray
- Elizabeth Rodriguez
- Haraldo Alvarez
- J. Claude Deering
- Jacqueline Antaramian
- James Martinez
- Johnny Sanchez
- Josh Elliott Pickel
- Jude Law
- Katie Lowes
- Ken Marks
- LaChanze
- Laila Robins
- Mamie Gummer
- Marin Ireland
- Michael Nathanson
- Michelle Vergara Moore
- Mitchell Michaliszyn
- Nicole Ansari-Cox
- Peter Friedman
- Polly Draper
- Rooney Mara
- Russell G. Jones
- Scott Shepherd
- Sheila Tapia
- Steve Lacy
- Steven Platt
- Víctor Cruz
- Vinessa Shaw
- Vladimi Versailles
Steven Soderbergh tiene fama de frío o de academicista, pero nada mas lejos de la realidad. Como eficiente diseccionador de la realidad, sus cintas nos sumergen en las contradicciones, dobleces y dificultades cotidianas, sin tomar partido por sus personajes ni sus acciones, como si de un mero documenta lista se tratara.
Efectos Secundarios comienza como una cinta de denuncia sobre el negocio de las farmacéuticas, la ambición por el dinero y el bienestar material y el dinero de los médicos, y acaba derivando en una trama policiaca donde el engaño, las dobleces y las malas intenciones parecen aliñar el cotidiano devenir de cualquier burgués que se precie. Es decir, el cine de denuncia crece y se ramifica hasta convertirse en una cinta policiaca teñida de obsesión y afán de revancha.
Logrado thriller que cuenta con buenos actores al servicio de una trama férrea y sin fisuras, donde la máxima de que cada cual busca su máximo beneficio encuentra su perfecta plasmacion. Muy entretenida y directa. Déjate engatusar por los últimos medicamentos de diseño, tu vida se beneficiara de ello.
«¿Quién puede anticipar las mentiras, el pasado o la tristeza?», nos dicen en Efectos secundarios, la mejor película de Steven Soderbergh desde… [PON AQUÍ EL TÍTULO DE LA QUE CONSIDERES ÚLTIMA ‘MEJOR’ PELÍCULA DE STEVEN SODERBERGH]. Se trata de un estilizadísimo neo-noir-thriller-médico que está fuertemente armado por un ‘sólido’ guión clásico. Digo ‘sólido’ porque se ciñe al género, como lo hacían Vértigo o Las diabólicas, y recibirá las mismas críticas que recibieron en su momento dos películas que ahora son consideradas obras maestras. Dudo, eso sí, que Efectos secundarios haga (tanta) historia al no habitar la perpetua maestría de Clouzot o Hitchcock, pero sus afilados dardos serán divisados en bastante tiempo. No es que el director de Sexo, mentiras y cintas de video sorprenda con una historia fiel al manual hitchcokiano, ni tampoco por una elegante y brillante dirección basada en espejos, cambios de iluminación y distorsiones, ni mucho menos por sacar todo el jugo posible a Rooney Mara, Jude Law, Catherine Zeta-Jones o Channing Tatum… sino por las perlas estratosféricas que rodean los planteamientos de la propuesta.
Una sociedad enferma es capaz de inventar cosas, buscar parias o vender su alma por una pastilla que le otorgue una falsa e inhibida felicidad. Soderbergh no se olvida de la sociedad en la que vivimos: delitos por uso de información privilegiada, jugadas maestras por (y en pos) del dinero, homicidios premedicados, hipocresía corporativa y la carnaza habitual mediática cuando la sangre corre delante de los televisores… Algunos podrían, incluso, acusar cierta teatralidad en sus giros argumentales pero el suspense aquí forma una niebla frente a nuestras retinas. Efectos secundarios es un filme visible e impecable en los recovecos de la oscuridad de la felicidad de una sociedad depresiva pasa por el soma del Siglo XXI. La sátira de ese ‘mundo feliz’ y perfecto que forma la sociedad del éxito es puesto a prueba por los efectos secundarios que muestra el cineasta. El abandono, la soledad y, finalmente, la frustración y la perdición.
Me recuerda a la hipocresía que mostraba Chris Bell en Bigger, Stronger, Faster*, donde la misma sociedad que se podía ‘empastillar’ para ser más perfecta no toleraba que los deportistas tomarán esas mismas sustancias para ser también mejores porque suponía ‘hacer trampas’. De trampas trata también la cinta de Soderbergh y píldoras de moda. El propio guión tal vez sea víctima de sus propios efectos secundarios ya que debe cumplir con el género en el que está enmarcado. Al director de Traffic siempre le podremos criticar no rematar la película definitiva y ofrecer muchas veces simples bocetos cinematográficos de ideas no plasmadas tan satisfactoriamente como podrías esperar. Efectos secundarios podría ser calificada como un thriller psicológico rutinario (e incluso absurdo) adornado de numerosas capas visuales/sonoras de diseño y una certera sátira, un gran reparto y una sucesión de clichés con rubrica autoral… pero esconde un juego de venganzas en el que el espectador acaba confundido entre quiénes son las víctimas y sus verdugos y las prisiones (generadas por la desconfianza en el futuro) que ellos mismos han creado a su alrededor.
El propio Steven Soderbergh ha declarado que Efectos secundarios será la última (y última) película (en cine) de Steven Soderbergh. La duda es saber si estaba medicado, si son los efectos secundarios o una maniobra para subir su valor en bolsa. Tal vez el propio argumento de su auto-proclamada última película nos dé numerosas y químicas pistas…
Sí, el gran director norteamericano Steven Soderbergh que nos ha deleitado con grandes películas como Che: El argentino, Erin Brokovich, Traffic o Sexo, mentiras y cintas de video se retira a los 50 años a pintar y probar suerte en otras artes como el teatro y la televisión porque está cansado del mecanismo de la industria del cine, aunque es más que probable que veamos más películas suyas en un futuro próximo, la verdad es que no es una buena noticia perder a este director que casi todos los años realizaba una buena obra.
Bien escrita, la película nos presenta a una extraña y muy oscura Rooney Mara (que sorprendentemente no iba a ser la protagonista de Efectos Secundarios sino que la elegida era la gossip girl Blake Lively, que puede considerársela como una de las actrices más afortunadas de Hollywood ya que sin un gran bagaje interpretativo aparece en importantes producciones) Como digo, Lively iba a ser la protagonista de Efectos Secundarios pero al final el estudio exigió a otra actriz y la elegida fue Rooney Mara superando a su vez a Michelle Williams para alegría del gran público ya que es ella es lo mejor de Efectos Secundarios y con diferencia.
Catherine Zeta-Jones y Jude Law también son otros de sus protagonistas pero no logran convencer como la americana que interpreta a una chica que tras ver como su marido (Channing Tatum) sale de la cárcel, empieza a visitar a un psiquiatra británico (Jude Law) para superar sus problemas y las vidas de éstos cambiarán irremediablemente. Catherine Zeta-Jones también fue la psiquiatra de Rooney Mara en un tiempo pasado y juntos querrán salvar a Mara, mantener el negocio de las farmacéuticas a flote, seguir con sus lucrativos trabajos y solventar los numerosos problemas que se les van a presentar. Cada uno tiene un interés que salvaguardar…
El guion es muy interesante y está bien escrito, la atmósfera de la película es buena y no hay un segundo para el respiro, sin embargo, el tramo final (quizás buscando la sorpresa) puede decepcionar y aunque el tratamiento es más que aceptable el desencadenamiento de los hechos puede superar la lógica.
Lo que empieza siendo una crítica y retrato mordaz tanto de la sociedad como de los pingües beneficios que empresas farmacéuticas y medicina privada consiguen a base de tratar los desórdenes que nuestra sociedad de consumo capitalista produce, acaba convirtiéndose en un thriller oscuro pero demasiado enrevesado e incluso extraño. Dicha metamorfosis hace que acabes algo frustrado y decepcionado con una película que arranca muy bien y nos presenta a una extraordinaria Rooney Mara.
Si pones la película en una balanza probablemente el resultado será positivo pero las lagunas que encierra el final de la historia te dejan un mal sabor de boca sobre todo porque el aperitivo, las bebidas y primer plato eran excelentes pero al final el postre sienta mal y aunque Rooney Mara finalmente aparezca dejando fuera a Blake Lively, Efectos Secundarios es la última película de Steven Soderbergh y podría haber llegado al sobresaliente con un poco más de acierto en el tramo final.
Ver una película de Steven Soderbergh (Ocean’s eleven, 2001) es arriesgarte a que lo que vayas a ver te acabe gustando, o bien acabes mosqueado y decepcionado. Personalmente, el director es muy irregular respecto a los films que ha ido haciendo. En Efectos secundarios, vuelve a tropezar, dejándose llevar por los tópicos con escenas (la del metro, siendo un puro calco de Shame, 2011) en las que intenta o pretende que el espectador entre en tensión, sin éxito, debido a que o bien se adelante al suceso y está fuera de contexto o bien te es indiferente. Su historia empieza con Emily (Rooney Mara), una chica que tras salir su marido de la cárcel empieza a acarrear una depresión de la que no ve salida alguna, tomando la determinación de, en un intento fallido, quitarse la vida. Ya en el hospital, el doctor Jonathan Banks (Jude Law) será el encargado de tratarla a base de medicamentos para lograr su mejora. Emily empieza a realizar acciones involuntarias a partir de un nuevo fármaco que se le es administrado, lo que desembocará en trágicas consecuencias.
Lo que me mosquea precisamente de Efectos secundarios son dos cosas. La primera, desaprovechar una trama que acaba convirtiéndose en un culebrón amoroso, echando a perder una buena historia. Lo segundo, el disgusto de ver de nuevo cómo actores de gran nivel como Channing Tatum (Magic Mike, 2012) o Catherine Zeta-Jones (La trama, 2013) no pueden mostrar su totalidad intepretativa, estando limitados a gozar de menos minutos y ser simples secundarios a favor de Rooney Mara (La red social, 2011). La actriz, no logra encandilarme esta vez, encontrando su interpretación forzada, seca y que no me transmite nada. Es un personaje vacío. Jude Law (Sherlock Holmes, 2009) es el único que se salva de este despiporre, siendo su actuación muy correcta y salvando la cinta al cargar con el peso argumental de la mitad al final.
Os voy a explicar por qué la película se va al traste, pudiendo haber sido algo más que un culebrón de mediodía. Soderbergh hace una magistral incursión en el mundo de la parafarmacia haciendo un excelente análisis del mundo que hay detrás de las pastillas que toman los pacientes. Recrea muy detalladamente la cadena que hay desde las grandes empresas que tienen acciones en bolsa, pasando por representantes de las corporaciones, quienes se ponen en contacto con los doctores (aquí es donde entra Jude Law) o médicos para que éstos últimos acaben suministrando las pastillas a los pacientes (Rooney Mara). Una escala piramidal en la que no se escatima en mostrar los contratos multimillonarios que pactan empresa y doctor para administrar fármacos que no se sabe qué efectos pueden producir en un ser humano, siendo los pacientes en ocasiones meros conejillos de indias.
Me gusta el engatusamiento que realiza el personaje de Jude Law para encasquetar cualquier medicamento, por muy peligroso que sea, a un paciente con frases como con esto te acabarás sintiendo mejor o esto te irá bien para tal, el papel que se refleja de los doctores es el de personas eruditas, las cuales nunca te darían algo en contra de tu salud, siendo individuos que tienen un prestigio, pero cuando algo falla y esa reputación peligra, son los primeros en lavarse las manos.
Pero como digo, todo eso se queda en un esbozo sin acabar, dejándonos con una idea en la que no profundiza más, tirando al traste una notable película en la que inexplicablemente da un giro de 360 grados, pasando de algo que iba muy bien a algo meramente correcto. Y si Efectos secundarios hubiera acabado del modo en el que empezó, estoy totalmente seguro que tanto la lentitud constante como el poco provecho de los actores del reparto, hubieran pasado menos factura, quedando en un segundo plano tranquilamente. Si hay una buena historia, puedes pasarlo, pero si hay una historia a medias, acabas pensando más en lo que no te ha gustado. Es entonces cuando una vez sales del cine, recuerdas más por qué no te ha llegado a calar, que lo que podría haber sido.
No se trata solamente de recetar fármacos o de hacer como que te los tomas. El hecho de acudir al psiquiatra, ponerte el cinturón de seguridad, beberte un vodka con limón o trinchar un pimiento rojo son actos cargados de responsabilidad, porque los haces libremente y con cierta intención. Que los demás no conozcan tus intenciones es algo coyuntural que puede dar pie a una narración cinematográfica como ésta, en la que todo resulta sorprendente e imprevisibles. Así de bien lo hacen los actores. Así de bien lo cuentan los guionistas a través de una historia retorcida y perversa, capaz de mantener (y acrecentar) el interés del espectador hasta el final. Si os va el thriller oscuro (y serio) con ribetes de crítica social, ésta es vuestra película.