Dos centavos de esperanza
Sinopsis de la película
Antonio es el único sostén de su numerosa familia. Quiere casarse con Carmela, pero no tiene dinero y, para colmo, tiene que intentar reunir una dote para su hermana. En tales circunstancias, se verá obligado a trabajar en los más diversos oficios. Última parte de la trilogía neorrealista de comedias dramáticas italianas que Renato Castellani realizó tras la guerra (las otras dos son È primavera… y Sotto il sole di Roma ).
Detalles de la película
- Titulo Original: Due soldi di speranza
- Año: 1952
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
7.4
90 valoraciones en total
Castellani es un director sumido hoy prácticamente en el olvido y, la verdad, es que sus películas tampoco es que sean muy numerosas, ni todas lo bastante distinguidas, pero se olvida, o se ignora simplemente, que durante unos diez años (1947-57), Castellani hizo al menos cuatro películas excelentes, suficientes para que valga la pena visitarlas de vez en cuando, entre otras cosas para recordar cuán grande fue el cine italiano entre 1945 y los primeros 60. Desde Bajo el sol de Roma (Sotto il sole di Roma) (1947) y È primavera… (1949) hasta Si tú estuvieras (I sogni nel cassetto) (1957), o Dos centavos de esperanza (Due soldi di speranza) (1951), Castellani fue provisional, sorprendente y transitoriamente grande. De ellas, la mejor es —y todas son divertidas y emocionantes, lúcidas y conmovedoras, generosas y veraces, decentes y luminosamente libres— Due soldi di speranza (1951), cristalización explosiva casi milagrosa de una posible evolución natural del neorrealismo hacia historias menos dramáticas. Con esta película Renato Castellani se alzó en 1952 con la Palma de Oro en el festival de Cannes —premio compartido con la adaptación cinematográfica de Othello que hizo Orson Welles—
Además de las irrepetibles situaciones cómicas que plagan la cinta, lo que yo personalmente más destaco de Dos centavos de esperanza son las ansias de vivir de todos sus personajes, el coraje, y la garra que imprimen durante los 91 minutos para salir adelante y revertir su delicada situación. Carmela y Antonio, los maravillosos protagonistas de la película, además de luchar contra los pocos medios económicos con los que cuentan, se encuentran con una dificultad más: El padre de Carmela. Su padre es el personaje menos humano de la película, y recuerda al Victor McLaglen de El hombre tranquilo, curiosamente del mismo año, un tirano para con su hija ya que no ve con buenos ojos que se vaya a casar con Antonio. También destacaría la voz en off que salpica el film en diversas ocasiones y que para una película de este tipo que tan solo dura una hora y media es un soporte esencial para darle ritmo y para que en ningún momento el relato se estanque en escenas repetitivas o vagas, permitiendo así ir a lo que de verdad importa, y que consigamos pasar un muy buen rato a costa de unos personajes que a pesar de todos los problemas, arrojan felicidad y espíritu de supervivencia.
Como suele ocurrir con este tipo de películas, de aire (aparentemente al menos) improvisado e impremeditado, e interpretadas por aficionados desconocidos, principiantes inexpertos o no actores , una gran parte de su atractivo y de su duradera fascinación procede del acierto mayúsculo en su elección. El casting de la prodigiosa Maria Fiore, que se convirtió en actriz pero nunca más brilló, con tal encanto e intensidad, es quizá la clave de la película, pues la cámara queda absolutamente prendada de ella. Pero Due soldi di speranza destaca igualmente por su mirada afectuosamente crítica y conmovida a unos personajes que resultan ser una inocencia nada ingenua, nada bobalicona, nada prefabricada, que se sienten supervivientes y tienen ansias de vivir en un medio campesino u obrero, modesto, que no les permite elegir de acuerdo con sus deseos, sino dentro de unos límites y con ayuda de una cierta astucia picaresca.
Estampas de realismo rural filmadas en esa Italia profunda y curtida por la precariedad de recursos materiales que luchaba por salir, después de la guerra, de la gran depresión económica y social.
Película valiosa por su entidad cinematográfica pero también como documento o semblanza de aquel momento histórico.
Su capacidad narrativa resulta notable y hay que reseñar que incorpora una voz en off que proporciona realce al argumento.
Historia tierna y entrañable que, después de sesenta y seis años, mantiene una frescura muy meritoria y una gran vigencia conceptual y formal.
Saber contar bien una historia forma parte del arte intemporal.
El neorrealismo se lo sabe cualquiera. Hacer una foto de los dramas propios siempre me ha parecido muy oportuno, pero francamente, es algo que depende más de dónde enfocar, del objeto directo, así que no tiene más complicaciones que saber encontrar el momento. Películas como Dos centavos de esperanza son un gustazo para el espectador que conoce el neorrealismo italiano y necesita algo más.
Permanecerá en el olvido, no tengo ninguna duda, seguirá ninguneada y apenas algún despistado o algún cinéfilo curioso se acercará al cine de Renato Castellani, es lo que toca, asumir que el cine es cruel con su propio pasado. Sea como sea, el que se acerque aquí es un afortunado, la avalancha de pasión, humor y realismo social supone una mezcla única que no puede defraudar a nadie. La vida puede ser muy triste para Antonio, que no tiene nunca ni una lira en el bolsillo para gastársela en él mismo, sin embargo, durante estos noventa minutos vamos a aprender que la vida puede encararse de otra manera ante las adversidades.
Todo es pasión aquí, mucha locura porque el amor es así también, escasez de todo tipo, mala suerte y mucha ternura. Con una voz en off maravillosa vemos avanzar a Antonio de trabajo en trabajo, muchas veces apostado en ese muro de los parados en su pueblo, o en Nápoles, allá donde sea dando ejemplo de lucha eterna. Él y los suyos están condenados. Pero sonríen, nos hacen sonreír, de manera que nos olvidamos de bicicletas que se roban o niños que se suicidan tirándose desde un piso. En Italia hubo quien ofreció una alternativa como la de aquí. Por momentos una maravilla, palabra.