¿Dónde están los sueños de mi juventud?
Sinopsis de la película
Horino, estudiante de familia acomodada, disfruta de la vida con sus amigos y su amiga Shigeko, que es camarera. Su tío le propone alguna aspirante a casarse con él, pero Horino, ayudado por su padre, las rechaza y consigue disuadirlas inventando supuestos defectos de borracho y ladrón.
Detalles de la película
- Titulo Original: Seishun no yume imaizuko aka
- Año: 1932
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
6.7
80 valoraciones en total
Mi primera incursión en Ozu, escogida al azar, por qué no decirlo, dado la facilidad de su obtención. De este verano no podía pasar visionar algo de este tipo, aparentemente un coloso del cinematógrafo. Verla justo después de un ciclo de Mizoguchi no puede hacerle bueno a Ozu dado el excelso nivel del primero, pero para sorpresa, sucedió lo contrario.
Aparentemente es un drama más de andar por casa un domingo por la tarde. De los primeros telefilms de la historia. Pero no, aquí ya se augura un prometedor futuro del director. El protagonista se ve obligado por circunstancias de la vida a madurar de golpe, poniéndose a la cabeza de la empresa de su familia. Pero la madurez no se obtiene de un día para otro, y tampoco es un número. La madurez se obtiene cayendo, levantándose, aprendiendo a despedir y a aceptar (…). En este proceso de maduración el protagonista, Horino, vive un amor no correspondido y debe seguir adelante y no encapricharse. De igual manera, en la empresa tiene que olvidar las actitudes llevadas a cabo en la universidad (fiesta y holgazanería), ya que las decisiones que tiene que tomar ahora no tienen nada que ver con lo vivido, y su tío, ayudante en la empresa, se lo reprocha. Cuando quiere olvidar la rutina de la empresa, Horino se reúne con sus ex compañeros de clase. ¿Pero qué se encuentra? La desidia y desgana de unas almas que ya no son las mismas que hace tiempo. Todo ha cambiado… Finalmente, Horino y sus ex compañeros inmersos en un cambio conjunto obligados por la vida (con un plano final hermosísimo), dan el paso hacia adelante en sus vidas, el definitivo: la madurez.
Yasujiro Ozu intercala en este drama momentos cómicos. No es su especialidad, pero lo hace dignamente, acompañado de un reparto de jóvenes figuras dispuestas a hacer reír y llorar. Ochenta años tiene la película, y se mantiene viva la esencia de la juventud. Porque no, no hemos cambiado. El ser humano sigue siendo el mismo.
Repetiré con Ozu, por supuesto. Este será el verano de don Yasujiro Ozu.
No es la mejor película del gran maestro Yasujiro, de hecho creo que cualquiera que conozca un poco su filmografía jamás recomendaría ninguna película de su etapa muda. No es que no tenga interés, pero está claro que Ozu destaca por sus historias contadas con sonido, con la cámara inmóvil y por supuesto, en relación a la realización de esta película, bastantes más años tras la finalización de la IIªGM.
Aquí, en ¿Dónde están los sueños de mi juventud? , Ozu mueve la cámara más en la primera media hora que en toda su posterior carrera como cineasta. Es un supuesto, no es una realidad que pueda sostener con datos y hechos, pero no creo que esté lejos de la verdad. La reflexión cinéfila inmediata ha de responder a la pregunta: ¿qué habría sido de Ozu si además de añadirle sonido hubiera seguido moviendo la cámara?, porque la realidad es otra, ya lo sabemos, aquí tenemos a un jovenzuelo que no llega a la treintena y que demuestra grandes dotes para dirigir. Seguramente ni él mismo sabía que acabaría de perfilar su propio estilo con el paso de los años convirtiéndose en uno de los más grandes y renombrados de la historia del Cine japonés. Ahí queda la reflexión, sólo apta para quienes han visto la mayor parte de su filmografía sonora.
¿Dónde están los sueños de mi juventud? cuenta con una historia de amistad ejemplar, Ozu pone a sus protagonistas ante dilemas de moral de difícil solución. El amor se cruza con la verdadera amistad y uno de los amigos acaba recibiendo una cantidad de bofetadas que hay que verlo para creérselo, bofetadas que sanan y que parece que son excesivas, bofetadas necesarias ante un error grave, porque lo que uno hace por un amigo, ética japonesa por delante, es equiparable al sentido del deber con la familia. Renunciar al amor por un trabajo está mal, ahí lo dejo.
Lo importante, con lo que me quedo, es que gracias al amor por el cine uno es capaz de ver una película muda de Yasujiro Ozu, realizada hace 85 años, y sentirse feliz por la coherencia que ello implica.