Don Quijote (TV)
Sinopsis de la película
Alonso Quijano es un hidalgo campesino que, trastornado por la lectura de las novelas de caballería, se convierte en el caballero andante Don Quijote de La Mancha. Acompañado de su escudero Sancho Panza, emprenderá las más disparatadas y fantásticas aventuras para ganarse la admiración y el amor de su dama Dulcinea del Toboso.
Detalles de la película
- Titulo Original: Don Quixote (TV)
- Año: 2000
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
4.9
76 valoraciones en total
La baja calificación que ha obtenido esta película entre los usuarios de FilmAffinity sólo tiene una explicación: quienes votaron no han visto la película, o como mucho, no han pasado de los 10 primeros minutos. Porque el film es, como han dicho otros comentaristas, de las mejores versiones de la novela de Cervantes. Impecable producción. Actores muy notables (salvo una Vanessa Williams inadecuada como Dulcinea), destacando un Bob Hoskins que parece que nació para interpretar a Sancho Panza. Ambientación excelente. Buen guión. Buena dirección. Buenos efectos, un poco elementales, pero adecuados. Excelente vestuario, aunque no se entiende que los condes vistan a la moda de 1830 y en sus patios se interprete música de cámara romántica. Creo que bastará un botón de muestra acerca de la calidad de la película: mi hija de 7 años, casi 8, la siguió durante tres días sin distraerse, y cuando la acabó, expresó su deseo de volver a verla. Yo acabé igual de contento. Por algo será, ¿no creen?
Adaptación sobre la famosa obra del universal Cervantes, tan disparatada como simpática y acertada. Obviamente Yates trata de sacar todo el jugo cómico de los personajes, sin duda, John Lithgow y Bob Hoskins son los Sancho y el Quijote más simpáticos que han pasado por la pantalla. Además del reparto destaca de esta noble peli que tiene ya 12 años como que no quiere la cosa un vestuario muy logrado, incluso más que el de algunas interpretaciones serias de época y un aire contemporáneo que no logra libarse del entorno moderno. Vanessa Williams está para que le echen flores y Rosellini, mágica y fascinante como siempre. Es una peli desternillante.
Para ser sincero, diré que, hasta que llegó la genial serie de TVE, todas las versiones para el cine y la televisión de Don Quijote habían sido malas, a excepción de la excelente versión de Grigori Kozintsev. Las demás, malas con avaricia. Como digo, la serie de TVE fue espectacular, y hubiera sido todavía mejor si en su día se hubiera rodado la segunda parte con tan maravillosos actores, y no nos hubieran dejado a medias. Lo que tenemos aquí es algo formidable. Ni los propios directores españoles han sido capaces de mostrar el espíritu singularmente castellano que muestra esta miniserie. Los actores, la Banda Sonora, la recreación, el guión y el director, de Oscar. Simple y llanamente, la mejor miniserie de la historia, y puede que la mejor adaptación de la inmortal obra de Cervantes.
La inmortal creación de Miguel de Cervantes, que trasciende incluso al desconocimiento que tiene del texto la mayoría de los mortales, ha conocido varias adaptaciones cinematográficas tanto españolas como extranjeras, cada una con sus virtudes y defectos. Esta versión para televisión, dirigida por Peter Yates, fue la primera de este siglo XXI, y nos presentó una visión bastante fantasiosa y superficial del personaje, típica de Hollywood, que chirriará a los puristas por varios motivos: recorta y mezcla sin ton ni son episodios de la primera y segunda parte de la novela, da cuerpo y palabra a Aldonza Lorenzo en la discutible y hermosa figura de Vanessa Williams (mejor de Dulcinea que de Aldonza), se ambienta en el siglo XIX, pone el lugar de La Mancha del que no quiso acordarse Cervantes a los pies de la Alhambra granadina y simplifica el carácter de todo personaje que toca. Sin embargo, es una película que sale muy airosa de este combate singular con tan magnífica pero enjundiosa novela, y el motivo es que logra llegar al corazón y a la fantasía de todos los que alguna vez se han sentido quijotescamente dominados por su propia fantasía hasta el extremo de querer vivir en ella. Precisamente por ello es una película muy indicada para los niños y jóvenes, siempre temerosos de aburrirse con un mundo literario ajeno por completo a ellos.
La película aporta, pese a sus defectos, unas imágenes irremediablemente simpáticas. Comienza con un niño, ese niño que se convertirá en Alonso Quijano (o Quijada, como lo nombran aquí), jugando a ser caballero que batalla contra los malos y lucha por la justicia. Los títulos de crédito nos sumergen en esas páginas llenas de fantasía, viajes y grandes aventuras que acabaran por enloquecerlo en un pueblo vulgar, rutinario y de amigos y parientes demasiado cuerdos. La gran partitura de Richard Hartley consigue dar ese toque de ilusión sentimental que busca conectar con la propia fantasía del espectador. El hidalgo que hace siglos leía el Amadís de Gaula hoy sería un incondicional (y quizá cosplayer ) de las épicas caballerías de Tolkien, no se perdería un capítulo de Juego de Tronos y recordaría con nostalgia sus tebeos del Capitán Trueno o el Corsario de Hierro. John Lithgow compone un don Quijote alocado, noble, leal, que busca huir de la insoportable rutina de su pueblo, y Bob Hoskins es el Sancho Panza más entrañable que ha pasado por la pantalla, siempre esperando el gobierno de una ínsula que, cuando llega, no es más que una farsa. Cuando, después de las bromas crueles de los duques, Don Quijote y Sancho se reencuentran, este le acaba confesando que tal vez es porque no puede vivir sin él. Y es cierto, estos dos amigos de ilusiones, porrazos, desventuras y fracaso final logran hacerse con nuestra simpatía además del consabido reconocimiento literario.
En conclusión, la película es un resumen algo caótico de lo más conocido de la novela, y gracias a los efectos especiales, su originalidad, lo que la distingue de las otras versiones, es que muestra no la realidad de Sancho (y de todo el mundo) sino la de don Quijote, lo que él realmente ve: allí están los gigantes de largos brazos, y Frestón, y el yelmo de Mambrino, y la cueva de Montesinos, y Clavileño, y la sin par Dulcinea. Gracias a ello, el espectador puede compartir con el personaje su locura, una locura ingenua, difícil y maravillosa, que sobrevive a toda muerte: la imaginación.
Curiosa adaptación para TV de la novela de Cervantes. Lithgow lo hace bien, Hoskins tiene una cara de Sancho Panza que no hay quien se la quite, los exteriores españoles ayudan, lo de Vanesa Williams es un error garrafal de casting y se muestra lo que Don Quijote ve, añadiendo un toque fantástico a la adptación que se echa a faltar en las versiones filmadas por españoles (que parecen estar contadas desde la perspectiva objetiva ) de Sancho Panza.
Mantiene el tipo.