Domingo, maldito domingo
Sinopsis de la película
Alex Greville (Glenda Jackson), una mujer de mediana edad, y el doctor Daniel Hirsh (Peter Finch) mantienen un affaire por separado con la misma persona, el joven científico Elkin (Murray Head). Ambos lucharán por su amor.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sunday, Bloody Sunday
- Año: 1971
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.4
38 valoraciones en total
Fue considerada una película escandalosa en el momento de su estreno, no en vano, se trata de una de las primeras en las que se muestra un beso homosexual. Su director, el británico John Schlesinger, había iniciado su carrera americana firmando películas como Cowboy de medianoche o Marathon Man , pero seguía rodando en el Reino Unido, como es el caso de Domingo, maldito domingo .
El film estuvo nominado a cuatro Oscars: mejor actor, actriz, director y guión, pero no ganó ninguna estatuilla. Como curiosidad, hay que destacar que la película supuso el debut del actor Daniel Day-Lewis, que aparece en una escena interpretando a un joven vándalo. Clásica, elegante, perfectamente filmada, ante todo bella, calmada, delicada, inglesa, transgresora, aunque esto no importa lo más mínimo y, también, algo tediosa en muchos momentos y con poca emoción..
El tema es la soledad y sobre todo, el amor, aunque será muy disfrutada por bisexuales o incluso homosexuales con sensibilidad.. Grandísimo Peter Finch. Glenda Jackson muy bien. Adorables las escenas familiares, los niños de familia liberal, la Bar Mitzvahla judía. Exquisita puesta en escena. Un 6,5 porque en muchos momentos esperas que pasen más cosas.
Una película de las buenas dirigida de forma genial por un también estupendo John Schlesinger, nada menos que el director de cintas cumbre como Cowboy de media noche (1969) o Marathon man (1976). Esta obra gira en torno a un trío amoroso con un gran guión de Penelope Guilliatt que sabe mantener un intenso, emocionante y desafiante ritmo narrativo.
Los actores no pueden ser y estar mejores: Glenda Jackson, una mujer madura, el doctor Daniel Hirsh, encarnado por Peter Finch nada menos, y la tercera pata del banco, un joven investigador de nombre Elkin, papel que interpreta a la altura de las circunstancias Murray Head.
Es un drama sexual en un cine que empezaba a abrirse a estas temáticas, sobre todo para temas delicados en aquellos entonces, cuando la homosexualidad era tabú. Pero lo principal es que el film habla del su mundo interior de los protagonistas, sujetos perdidos, confusos, entregados a la ardiente sexualidad de una especie de efebo.
El principal mérito de este film fue, en su momento, analizar el mundo de los sentimientos de los personajes, ello en un mundo como el británico, farsante y de meras apariencias, con elementos difíciles de denunciar y sacar a la luz para que el ‘patio’ se aireara.
Una película meritoria y multipremiada de la que yo salí muy impactado cuando la vi por vez primera en su estreno. Aún hoy tiene su interés.
Lo que más me gusta de esta película es su puntuación cinematográfica. Me refiero a como marca las comas, y los puntos y seguido de una escena, y como utiliza el fundido en negro como punto y aparte. Es una lección de relato cinematográfico. Muy simple, paro bien estructurado de forma que cualquier espectador sigue perfectamente la historia. Un ejemplo de ese dominio del lenguaje cinematográfico nos lo ofrece el director en la ceremonia de la sinagoga y en la fiesta que se produce a continuación. Los planos están estudiados, el encuadre, el tiempo, la amplitud, la ambientación, todo, de manera que de alguna forma parece que estamos en esa misma escena como parte actuante. Otro valor está en su contenido, en el tema y su desarrollo. Trata de las relaciones entre seres humanos, especialmente ligadas a la relación sexual, y así vamos pasando de las relaciones de Elkin (Murray Head) con Alex (Glenda Jackson) y de Elkin con el Dr. Daniel Hirsh (Peter Finch). Pero no se trata de mostrar esas relaciones formales, sociales, sexuales, si no de mostrar como viven esos personajes, especialmente Alex y el Dr. Daniel, íntimamente esas relaciones. El gran logro del director es no quedarse solo en la historia, sino de describirnos los sentimientos de los personajes. Sentimientos que en una sociedad inglesa, con lo que tenía de hipócrita y falsa, son muy difíciles de sacar a la luz para que los demás los conozcan. Es cierto que en los 70 Inglaterra estaba dando un gran cambio, de alguna manera influenciados por la libertad que los americanos siempre mostraban en sus relaciones, pero dada la edad de los protagonistas, la que suponemos ha sido su educación, es muy probable que resultara embarazoso hacer ver a los otros sus afectos. Sin duda la interpretación de Glenda Jackson y de Peter Finch contribuyen a que esta película entre en el grupo de las pequeñas obras de arte del cine.
El John Schlesinger post Oscar vuelve a Inglaterra para adentrarse en un triángulo amoroso francamente lozano a pesar de los 50 años exactos que han pasado. Trata de la libertad, de compartir sentimientos, de asumir las situaciones sentimentales tal como vienen sin forzar pasos que se suponen compromisos absurdos.
Domingo, maldito domingo resulta una clara imagen de los problemas e inquietudes en los que se sumiría la cinematografía norteamericana en la década de los 70. La asfixiante censura de los años previos, que empezaba a diluirse, y el comienzo de la revolución sexual dieron de sí, en otros filmes, la genuina cinta de John Schlesinger. La problemática social cayó, en esta ocasión, en un drama sexual de exquisitas proporciones, precedida por la alocada El cowboy de medianoche que planteaba una sexualidad americana que ya comenzaba a abrirse.
Aunque ciertos cineastas y cierto público se dieran cuenta que la basura y los conflictos eran parte de ellos y de su sociedad, no quiere decir ni mucho menos que Domingo, maldito domingo sea una visión maliciosa y descarnada de la homosexualidad. La mirada de Schelesinger es mucho más compleja. No se nos habla de un homosexual atormentado ni de sus amores masculinos, se nos narra la triste historia de un hombre confuso y de una mujer de mediana edad aún más confusa, ambos enamorados de un cautivador muchacho de 20 años que llena sus vidas de vitalidad, pasión y esperanza. Por tanto, no se trata de un drama homosexual, ni heterosexual si no, sencillamente, SEXUAL. La falta de información, el tabú, el temor al rechazo, llevan a nuestros dos protagonistas a una encrucijada terrible de desesperación. Se aferran obsesivamente a una manzana recién engendrada y a su jugo de la vida. Ambos se vuelven a sentir jóvenes, abrazados dulcemente por todo aquello que ansiaron cuando ellos mismos tenían 20 años y que se les fue negado. Pero ya son mayores, se acercan cada vez más al final, y contemplan asombrados la luz creciente de la nueva década, y quieren formar parte de ello. Esa ilusión cegadora se torna enfermedad. Nadie quiere compartir su tesoro, y mucho menos tratándose del manantial de vida eterna. La triste Alex y el celoso Daniel darán comienzo a una sutil batalla de propiedad peleando por el único antídoto a sus miserables vidas, la grácil manzana llamada Elkin.
La gélida mirada de Schlesinger a semejante drama humano quizá haya quedado un poco desfasada con los años, aunque es precisamente esa exquisitez formal la que hace quedarnos clavados al entramado emocional de sus personajes. No hay grandes peleas, gritos desgarradores, ni turbios asesinatos con persecuciones urbanas, es más sutil, como una melancólica sonata de piano: dulce, pero triste. Los protagonistas se sumergen de lleno, seguramente, en los mejores y más fascinantes personajes de sus carreras, logrando un éxito artístico total. El guión, ágil y tremendamente inteligente, culmina a su vez en una dirección perspicaz y evocadora.
Muchos dicen que se trata de una alegoría de la bisexualidad, contra la obligación de definirse, otros que es una metáfora del cambio drástico social y artístico que empezaba a transformar América. Personalmente, creo que Domingo, maldito domingo es eso y mucho más.