Dios y el diablo en la tierra del sol
Sinopsis de la película
La película se desarrolla en los años 40 y narra la historia de Manuel (Geraldo del Rey) un vaquero que, cansado del maltrato que recibe de manos de su patrón, lo mata y huye con su esposa Rosa. Prófugos de la justicia, Manuel y Rosa recorren las baldías tierras norteñas combatiendo el terror físico y espiritual que parece haber poseído el país.
Detalles de la película
- Titulo Original: Deus e o Diabo na Terra do Sol (God and the Devil in the Land of the Sun)
- Año: 1964
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
6.8
27 valoraciones en total
Rocha es el máximo estandarte del Cinema Novo Brasileño. Influenciados por la nueva ola francesa, quieren hablar de las clases bajas de Brasil para desentrañar sus problemas sociales, económicos y culturales.
Rocha tiene dos tesis, la primera que mientras la gente sea pobre la violencia no se erradicara de Brasil y la segunda que ver la religión como una vía de escape a la situación paupérrima de las clases desfavorecidas perjudica en vez de favorecer.
Pero aparte del tema, la composición del film es una obra maestra, de Godard utiliza el montaje acelerado, estético, para las escenas de lucha, también utiliza que el personaje hable al espectador y la fotografía en blanco y negro. De Ingmar Bergman saca ese sol blanco, que ciega a los personajes, que les hace dudar sobre las cuestiones religiosas. También es de Bergman esos primeros planos que intentan entrar en el alma de los personajes.
Rocha para desarrollar su tesis emplea relatos bíblicos conocidos como el sacrificio de Abraham, y relaciona a personajes con San Sebastián y con San Jorge (teniendo que enfrentarse contra un dragón gigante, aunque en sentido figurado).
Por último, no estoy seguro, pero es posible que Rocha influenciara a Carlos Saura en la Caza porque tienen muchos elementos en común como la fotografía, con ese paisaje árido y caluroso que afecta a los personajes. Por último también pudo influenciar a El topo de Alejandro Jodorowsky otro western metafísico, donde al igual que en esta los contrincantes representan un tipo de filosofía o religión
A ver. Esta película es un truño de los gordos. Se admite y no pasa nada.
No sé qué porcentaje hay en ella de folclore y mitología brasileña, y qué porcentaje de onanismo mental del señor Glauber Rocha, ni me importa. Lo que sí puedo asegurar es que es aburrida hasta decir basta, está filmada e interpretada de manera horrorosamente amateur, y repleta de risibles monólogos pseudometafísicos desperdigados sin ton ni son.
Es, simple y llanamente, una de tantas paridas megapretenciosas que se hicieron en los años sesenta con las nuevas olas. De verdad, no perdáis el tiempo… Si buscáis buen cine brasileño, ahí van algunas recomendaciones: `El pagador de promesas´ (Duarte, 1962), `Ellos no usan smoking´ (Hirszman, 1981), `Una segunda madre´ (Muylaert, 2015) y `Como nuestros padres´ (Bodanzky, 2017). De nada.
A pesar de que se trata de una historia sencilla y lineal, esta película de Glauber Rocha no se lo hace fácil al espectador desprevenido. Para entender en todo caso hay que saber algo de las tradiciones del nordeste brasileño, de su historia y sus mitos, de sus profetas y sus cangaceiros. Además hay que estar muy atento. Desconciertan cambios de ritmo y cortes inesperados y tal vez lo más difícil de digerir sea ese deslizamiento de tono que va desde el realismo documental del principio, pasando por la solemnidad mística del episodio del santón y la alegoría teatral burlesca del episodio de Corisco, hasta el utopismo del final. Desde el título la película tiene una estructura dual: dios y el diablo, Sebastião que se pretende dios pero castiga como el diablo y Corisco que se regodea en hacer de diablo pero se nos presenta como una deidad solar en desgracia. En el medio la enigmática figura de Antônio das Mortes. Y la estructura dual viene dinamitada por otra, circular que marcan cámara y coreografía desde el prólogo hasta la secuencia final donde se quiebra: Manoel, el protagonista, corre hacia la utopía y esta acude a su encuentro. La tierra no es ni de dios ni del diablo, sino de los hombres. La salida sesentista de Rocha es evidente.
Esto es Cinema Novo, años sesenta, uma câmera na mão e uma idéia na cabeça , vanguardismo brasileño alimentado por las esperanzas despertadas por la revolución cubana. Rocha es el principal representante de este movimiento y no faltan manifiestos de su pluma que hablan de lo específicamente latinoamericano del arte pretendido. Pero Rocha también reconoce sus influencias, John Ford antes que nadie, Eisenstein y Kurosawa, Visconti, Rossellini, la nouvelle vague , Buñuel y la fuerza salvaje de la locura surrealista . La confianza en la cultura popular y autóctona confluye con la necesidad de reelaborar y apropiar constantemente modelos euroamericanos. Como en todas las grandes manifestaciones del arte latinoamericano.
Siempre se ha dicho que por las grietas de la la tierra se cuela la sangre de los oprimidos, de los que nada tienen, de toda esa gente que compone la parte más desfavorecida de ese drama rural que en cada país ha tenido que hacer frente a su propia revolución, para redimirse o para morir en el intento.
Esta es la historia que cuenta Rocha.
Y lo hace desde una cámara subjetivo en la que recoge lo más profundo del drama rural brasileño revestido de toda la parafernalia que le suele acompañar.
Es como evocar la muerte ética y física, las pasiones teñidas de misticismo, de religión y de pobreza. Es como sentar en la misma mesa a la incultura, al fanatismo y al coraje.
Y, además, desde la visión cinematográfica de este director cuya práctica siempre resulta singular.
Se trata de otra forma de hacer cine.
Un intelectual de corazón sangrante -que, por grandes méritos, se convertiría en la cabeza más visible del Cinema Novo que comenzó a imponerse en Brasil (años 1950) con el afán de acercar al pueblo a la verdad histórica de una nación que ha estado plagada de dictadores y terratenientes, donde el abuso, la explotación y la expropiación eran la nube negra de cada día-, fue el realizador de <>. Se llamaba, Glauber Rocha, y en un estilo dramático y teatral -que nos lleva a rememorar la tragedia griega que, por entonces, realizaba Mihalis Kakogiannis: Electra, Zorba el Griego … -, se unió a los proyectos de denuncia social que, toda una generación de artistas e intelectuales, venía lanzando desde todos los rincones del planeta y que, en la nación suramericana, andaba favorecido por la presencia de vientos favorables (Jânio Quadros, João Goulart).
De buena manera, la película puede enlazarse con O Cangaceiro, otra obra internacional que, once años atrás, realizara Lima Barreto, en la que se contaba la historia de aquellos bandidos que, por su lucha contra el latifundio y contra las fuerzas del Estado, se convirtieron en héroes populares. La historia transcurre, ahora, pocos días después de la muerte de Virgulino Ferreira da Silva, mejor conocido como Lampião, y el eje central será el papel que las religiones han tenido en el juego del poder y en la manipulación social.
Rocha, asume con firmeza la responsabilidad de ser objetivo y pondrá sobre la mesa algunos pros y contras de estas instituciones, pero, al situarlos frente a Dios y el Diablo, será posible deducir a quién han entregado sus almas, al tiempo que quedarán, muy bien plasmadas, la suerte de acciones primitivas que seguían promoviendo en pleno siglo XX.
Se trata aquí de una pareja de campesinos, Manuel (Geraldo del Rey) y Rosa (Yoná Magalhães), empleados de una hacienda en el sertón del nordeste, quienes tendrán que huir cuando el marido asesine a su amo tras ser víctima de una gran injusticia. Contra todo, Manuel es un hombre muy apegado a su fe, y uniéndose a un grupo religioso, sigue ciegamente los preceptos de un santón que se hace llamar, San Sebastián… y entre tanto, la iglesia católica, aliada con los terratenientes, determinan que hay que acabar con esta disidencia y para ello contratan a un asesino a sueldo, Antônio Das Mortes, quien entrará en escena cuando ya, Manuel y su esposa, se han unido a los escasos cangaceiros que todavía sobreviven.
Desde el punto de vista histórico, el filme de Rocha tiene notables aciertos, pero, disiento un poco de su estilo narrativo, pues, no solo atenta contra el ritmo en varios momentos llevándolo casi al sopor, sino que da a la trama un des-aire intelectual que lo distancia del gusto y la capacidad de compenetración de los espectadores que más lo necesitaban. Algunos movimientos de cámara tampoco resultan afortunados… e hizo falta un mayor rigor en la edición, pues, dejó pasar planos claramente descartables. Pero, por su valor argumental y por atreverse en un momento donde la Verdad reclamaba su lugar, <>, es un filme que ha dejado huella.