Detrás del candelabro (TV)
Sinopsis de la película
Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y a los platós de televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso, dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y hermoso Scott Thorson entra en su camerino y a pesar de la diferencia de edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta que duraría cinco años.
Detalles de la película
- Titulo Original: Behind The Candelabra (TV)
- Año: 2013
- Duración: 118
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargarte una copia la película en formato 4K y HD. Seguidamente te añadimos un listado de fuentes de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.5
47 valoraciones en total
La que sea probablemente la última película de un cineasta de la relevancia de Steven Soderbergh antes de su tan anunciado retiro del cine (en principio temporal, aunque nunca se sabe con esta gente) invitaba a encontrar lo que podría ser una cristalización, en un marco más definido, específico y explícito, de la obsesión por la belleza y la eterna juventud por parte de una artista decadente, esa que tan bien nos ilustró Visconti en Muerte en Venecia. El carácter capaz y atrevido del director, con experiencia en el terreno de lo erótico y de la falsedad de las apariencias, invitaba al optimismo desde los primeros compases de este telefilm de lujo.
En cambio, en cuanto se llega al final del metraje, las sensaciones son bien diferentes, dándonos cuenta de que poco más nos ofrece que una visión un tanto aséptica y sin demasiado atractivo de una relación basada en hechos reales, que ni tan solo destaca como biopic de un personaje llamativo y a la vez misterioso, como era el virtuoso Liberace. Soderbergh realiza un buen trabajo, pero tampoco puede sacar oro de un guión sin mucho más aliciente que el de cualquier telefilm de alta factura con historias mínimamente llamativas y actores de primera línea. En otras palabras, no vemos nada que no hayamos visto ya en cualquier otro relato de relaciones secretas, prohibidas, obsesivas y/o destructivas. Ni siquiera va más allá en el tormento puramente artístico del pianista o sus fantasmas y fobias personales o su relevancia cultural e icónica, y pasa muy de puntillas por la polémica dimensión pública de su homosexualidad o de su muerte a causa del SIDA.
Por otra parte, Behind the candelabra sí cumple claramente su cometido en cuanto que vehículo de lucimiento de sus actores, con desigual resultado. Michael Douglas ofrece, con notable éxito, su cambio de registro más notorio en mucho tiempo, en el ocaso de su carrera, y lo que es aún más meritorio: importando al personaje, como harían los metodistas más radicales, la reciente superación de su enfermedad, retratando así la progresiva decadencia de un esperpento inflado a cirugía estética en esa batalla, siempre perdida de antemano, contra el inefable paso del tiempo. Quizás él mismo, y nada más que él, sea lo que más transcienda de la película, por no decir lo único, al ver a un guaperas de traje y corbata de toda la vida, delicia de nuestras madres y abuelas, encarnar con tanta naturalidad, sin caer en un exceso que se antojaría cercano, dada la naturaleza del personaje, a un sujeto tan en las antípodas del actor-personaje de Douglas como es Liberace.
Por el contrario, Matt Damon, mucho mejor en su variante discreta que en la explícita, sostiene bien su rejuvenicimiento y lo hace creíble, pero cae de lleno en una sobreactuación más que evidente cuando llegan los momentos de la verdad, mantenidos por un excelso Douglas o bien por un solvente Soderbergh en el tratamiento visual. Damon sí se sitúa al mismo nivel (y hasta podríamos decir ritmo) de un guión muy repentino y predecible, cuya fluidez se sustenta en un puñado de secuencias concretas en las que Soderbergh demuestra su gran oficio. Me quedo con una de estas, en la que, por encima de la grandilocuencia y fastuosidad que caracteriza a otros puntos fuertes de la película, se sintetiza perfectamente la esencia y el sentir de este relato, de su contexto y de su protagonista: Liberace defendiendo con todas las de la ley en su camerino, en segundo plano visual, la frivolidad y el hedonismo más despreocupado del mundo que deben abrazar, en su tendenciosa opinión, las influyentes estrellas del show business.
Este biopic puede ser el último trabajo de Soderbergh y he de decir que de ser así se va por la puerta grande, como una de esas últimas imágenes de Liberace en la película. Además de ser su posible último trabajo, éste tiene gran importancia para otro componente de la película, Michael Douglas, que tras dos años apartado de este mundillo a causa del cáncer de garganta ha vuelto con un brillo cegador. Otro dato que vale la pena nombrar es que el director enlaza este trabajo con su ópera prima (Sex, lies and videotapes) que también trata el sexo in the room y así se cierra el círculo.
La película se apoya en el libro escrito por Scott Thomas, el personaje al que da vidas Matt Damon, que fue en un principio amigo y que acabó siéndolo todo para Liberace y Liberace para él. Una relación completa en la que no necesitaban de nadie más. Aunque fuese escrito desde la perspectiva de Scott la personalidad de Liberace está muy bien detallada, además de sus problemas más íntimos y sus secretos. Esta reina marcó una nueva imagen en las superestrellas e iconos pop. Michael Douglas entra en la piel de un showman de lo más extravagante, algo diferente al resto de sus papeles, imaginar al magnate de Wall Street y ahora a lo que es Liberace, un trabajo digno de ser premiado. De momento ha caído el mejor actor en los Critics Choice Television Awards, y a mejor miniserie para ésta. Por lo que también caerán Emmys a mi parecer.
Behind The Candelabra es una historia muy triste, con muchos miedos en las profundidades de los personajes aunque después lleven brillantes trajes, vayan con anillos y colgantes de oro y bonitos peinados, todo eso, eso es estética, y es fría, pero los humanos por dentro estamos calientes. La relación que sea crea entre estos dos homosexuales que provienen de sitios diferentes tienen muchísimo en común. El dúo M.D. es intachable, me han parecido dos actuaciones sobresalientes, mientras veía la peli me emocionaba no sólo con sus palabras (que menudos diálogos te encuentras aquí) sino con las actuaciones que a pesar de la cirugía lo hacen muy bien jeje.
Pero no sólo puedo destacar eso, no sólo han sido dos buenas actuaciones y una buena historia. También he de nombrar el resto del reparto, con un papel menor Rob Lowe y Debbie Reynolds han dado más espectáculo al que ya estaba en marcha, después con un poco más de sitio en la historia y con un toque familiar que siempre le podemos encontrar estaba Scott Bakula con un bigote de primera, éste hace de cupido.
Pero sigamos, porque el maquillaje es impresionante, algo que no deja indiferente con un trabajo por detrás de unas 6 horas, casi nada, eh?. Ya no sólo por los peinados y los arreglos para el espectáculo, la cirugía que se hacen en la película queda inmejorable. El vestuario es algo que enamora, tantas lentejuelas, tanto color, y con la iluminación que se utiliza entras tú en el sueño de Scott, y casi lo puedes llegar a vivir con él. Por último y ya finalizo, la música, las canciones de piano me encantaron además del uso que se les dio en más de una ocasión para cambiar de escena, y el resto de la BSO que acompaña a la película también está muy bien.
Puede que Soderbergh no deje una de las carreras más brillantes de la modernidad, pero en un tiempo donde se impone el conservadurismo es gratificante encontrar directores tan arriesgados, con gran capacidad de mutación y adaptación, con infinita curiosidad por explorar el alma humana en todas sus vertientes. Estamos ante una película que bien podría marcar la bajada del telón: Behind the Candelabra, no por casualidad, conecta con la ópera prima de Soderbergh Sexo, mentiras y cintas de vídeo por su exploración de los intrincados mundos del afecto, la mentira, la manipulación y el materialismo (el círculo se cierra), y a esa relación, el cinéfilo atento sumará otra, ya que Michael Douglas no solo realiza aquí su regreso por la puerta grande tras sufrir un cáncer de garganta sino que renueva el papel de seductor al que dio vida en infinidad de thrillers, añadiendo además una historia que se adapta a sus capacidades como intérprete y que en todos los sentidos sabe a despedida definitiva del cine (muchos mitos del séptimo arte pagarían por acabar su andadura con el estupendo y recurrente plano final de Behind the Candelabra).
Estamos ante uno de los retratos más lúcidos de la vida de una estrella de la música, el análisis minucioso de las carencias y querencias de una reinona tan virtuosa en el piano como acomplejada en lo personal. La película recorre transversalmente los diferentes estados que van del apogeo mediático a la caída a los infiernos (Douglas merece el Globo de oro), todo reflejado en el personaje del acompañante, ayudante, novio, alter ego y finalmente némesis del artista (espléndido Matt Damon). Behind the Candelabra narra las complejidades del maestro y la oscuridad del discípulo, nos sumerge en un mundo de lentejuelas y apariencias, de aparente pompa y enorme vacío interior. No suena a nuevo, hay que reconocerlo, pero pocos son capaces de escribir diálogos tan acertados y filmar con tanta precisión la relación de dos hombres huérfanos que no conocen la frontera entre la persona y el personaje.
El cine norteamericano, por lo general, cae en la mojigatería, pero Soderbergh nunca: ver a Douglas y a Damon sentados en el sofá con la complicidad de una pareja real es un logro inmenso, y eso es posible tanto por la trayectoria de Soderbergh como por las tablas de los actores, que repiten además con el director. Behind the Candelabra rasca la pared de la frivolidad y encuentra un tesoro: entre citas a lo kitch, hortera y recargado habita la humanidad de unos personajes confinados en un mundo cerrado de secretos, miedos y rencillas. No se dejen engañar por su apariencia de biopic o su banda de telefilm: es una gran película. Y además, puede ser la última gran creación tanto de Douglas como de Soderbergh: no la dejen escapar.
@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
La película es buena, con esto sería suficiente, pero sería injusto no destacar los trabajos de Michael Douglas y Matt Damon.
Desde hace unos años he decidido tener pocos datos sobre las películas que veo. Cuando me enfrenté a esta no sabía que estaba interpretada por Michael Douglas. Lo más curioso es que hubo de transcurrir algo más de veinte minutos para que tras la exagerada caracterización, se revelara el afamado Michael. Quedé gratamente sorprendido por su deslumbrante interpretación de Liberace. Un soberbio duelo interpretativo donde Matt Damon acompaña al veterano actor, correspondiendo con un impecable trabajo y otorgando al duelo interpretativo, cuotas pocas veces alcanzadas.
La he valorado con un siete porque he echado en falta una pizca de esencia, siempre necesaria para atravesar un excelente trabajo transformándolo en algo mágico.
Lleva ya tiempo amenazando que se retira, pero aquí está el bueno de Steven Soderbergh estrenando una nueva película, la tercera ya en un año. Aunque Behind the Candelabra la ha dirigido para la cadena de televisión por cable HBO y su estreno se ha producido en la pequeña pantalla, la verdad es que Behind the Candelabra es una producción de hechuras completamente cinematográficas que incluso fue selccionada para competir en último Festival de Cine de Cannes.
Steven Soderbergh es un director que siempre marca la diferencia en sus películas, es algo más que un buen artesano. Su sello personal, de una u otra forma, está en practicamente todo su cine, desde el mas radical e independiente hasta el más estilizado y comercial. En esta ocasión Soderbergh ha realizado uno de sus trabajos más convencionales (dicho sin intención peyorativa) en el que son sus dos protagonistas principales, quienes marcan el ritmo a seguir.
Behind the Candelabra se centra en la última década en la vida de uno de los personajes más excéntricos y coloristas que ha dado el mundo del espéctaculo en los Estados Unidos, el pianista Liberace. Ya en los años cincuenta Liberace triunfaba con su show musical en Las Vegas. En los años setenta era una absoluta y consagrada estrella de los escenarios y la televisión. Con una personalidad ambigua, y un look completamente surrealista , Liberace vivia en la opulencia más absoluta. Su mansión, un homenaje al kitsch más recargado, y su vestuario lleno de dorados, pieles y joyas, eran la fachada tras la que ocultaba un cúmulo de frustraciones. Y es que Liberace mantenía su homosexualidad al margen de su imagen pública, y las relaciones que mantenía con atractivos jovencitos eran siempre interesadas por ambas partes.
La película se centra en la que posiblemente fuera su relación más sincera, la que mantuvo con Scott Thorson, un rubio juven y apuesto, que desde finales de los setenta fue su amante, pero también su amigo, secretario e, incluso, hijo adoptivo. La relación, idílica al principio, acaba transcurriendo por los cauces habituales en este tipo de relaciones (homosexuales o no), es decir, pasión, amor, distanciamiento, celos, drogas, etc.
Hay que reconocer que en esta ocasión Steven Soderbergh dirige esta película con el piloto automático puesto, y hace uno de los trabajos más impersonales de su carrera. El guion del veterano Richard LaGravenese no ayuda a que la historia de Liberace sea especialmente profunda, centrándose más en la brillantina que envolvía al personaje que en su compleja personalidad. En ese sentido Liberace apenas presenta ningún tipo de evolución a lo largo de la película, siendo el personaje de su amante el que cubre un mayor recorrido.
En cualquier caso, y como he dicho antes, en esta ocasión no es Soderbergh quien lleva el barco a buen puerto, sino que son Michael Douglas y Matt Damon quienes con sus exclentes trabajos pasan por encima de los escasos riesgos que toma la película.
Así Michael Douglas está fantástico, como no estaba desde Jovenes prodigiosos, y desde el mismo momento de su aparición en pantalla dejamos de ver al actor para ver solo al personaje. Una delicia absoluta. Por su parte Matt Damon aprovecha de manera soberbia el complejo arco emocional que atraviesa su personaje y consigue uno de sus mejores trabajos (y los tiene muchos).
En cualquier caso, y aunque no sea la mejor película de Soderbergh, ni siquiera la mejor película posible sobre Liberace, Behind the Candelabra se ve en un suspiro, gracias al placer de disfrutar de sus dos protagonistas.
6.5