Declaración de guerra
Sinopsis de la película
Romeo y Julieta se conocen una noche en un bar, y se enamoran. Las cosas van rodadas para ellos, que pronto empiezan a vivir juntos y tienen su primer hijo: Adán. Una vida llena de amor y de alegría, que frena en seco el día en el que a Adán, con apenas dos años, le diagnostican un cáncer. Todo un retrato de esa guerra contra el cáncer, desde la desesperación, la ira y las alegrías derivadas de las pequeñas victorias, abordada con sentido del humor y frenesí. Un compendio de diferentes reacciones y estados de ánimo humanos, exorcismos que desmitifican la enfermedad, sin escamotear la dureza de la dedicación casi exclusiva que demanda. Y, como toda guerra que se precie, la de esta historia también habrá de dejar ruinas al terminar.
Detalles de la película
- Titulo Original: La guerre est déclarée
- Año: 2011
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
6.8
78 valoraciones en total
La propuesta más básica, sencilla y honesta del cine francés del 2011 llega desde su sinopsis:
Una pareja, ROMEO y JULIETA.
Un niño, ADÁN.
Una lucha, LA ENFERMEDAD.
Y, sobre todo, una gran historia de amor, LA SUYA.
Declaración de Guerra, película autobiográfica encarnada por sus propios protagonistas reales y también actores de la ficción, desvela una corriente prácticamente inédita en tiempos de perfección de la comedia dramática con Los descendientes de Alexander Payne o revisiones indies y sumamente inteligentes de Love Story, como en el caso de Restless de Gus Van Sant. El material que maneja Valérie Donzelli es, por el contrario a todas las propuestas anteriores, una historia de amor condenada y atada, cual cuerpo atado a una pesada ancla, a la tragedia desde la grave enfermedad del hijo que comparten ambos. Una tragedia que les amarra imponiendo su historia de amor como única salvación y sacrificio para salir a flote. Elementos con aire godariano y de nouvelle vague, predisposición musical y personajes que parecen narrar su propia historia desde la voz en off de otros. Como si fuera, al igual que la historia de Romeo y Julieta, algo universal y se nos contase la misma tragedia desde diferentes narradores sin poder evitar la condena impuesta por el destino. Como si la misma película se mirase en un espejo y se entendiera como tal.
Ese destino nos es mostrado desde su arranque y credenciales narrativas y cinematográficas. El interés de la cinta de Valérie Donzelli reside en mostrarnos sus cartas desde su presentación. Sabemos que el hijo de Romeo y Julieta, Adán, sigue vivo y su estructura parece incluso clásica con un gran flashback que desvela dicha baza dramática para restar suspense y centrarse en la historia de amor que narra. Porque realmente Declaración de Guerra nos cuenta, aparte de ser una dedicatoria a la sanidad pública, la historia (musical) de dos enamorados y un amor, a golpe de post-punk, a primera vista y flechazo inmortal con lanzamiento de flecha en formato de fruto seco. Ellos son conocedores de su destino de antemano y saben que sólo los dos pueden enfrentarse a él. La descontextualización del drama y la tragedia, de este modo, se realiza sobre referencias claras del mundo del clip, la chanson, el decibelio y la vertiente musical de Jacques Demy.
Como en toda guerra hay víctimas. La tragedia y la condena del vil destino hacen que aquellos que se convierten en héroes tengan que sacrificar algo a cambio. Valérie Donzelli quiere hablarnos, desde el optimismo, sobre la destrucción la entereza de las personas, como una pareja de ave Fénix, que renacen de sus cenizas aunque regresen a los cielos en solitario mirando al sol de cara… en un nuevo día y horizonte dejando atrás, pero no olvidando, el ayer.
Aunque no lo aparenten, Romeo y Julieta, protagonistas de esta historia, transitan uniformados por blancas y asépticas trincheras desde las que libran una encarnizada guerra. El enemigo se ha cebado con aquello que es la más perfecta y concreta encarnación de su amor, y no cabe cuestionarse los motivos, pues las guerras, aunque puedan explicarse, difícilmente pueden comprenderse.
La película narra la historia de un amor ideal, despreocupado, sometido a la circunstancia más atroz, al tiempo que realiza un muy personal elogio de la resistencia. Los protagonistas se nos presentan, efectivamente, bajo el signo de la felicidad, su idilio casi predestinado, su libérrimo estilo de vida, la calidez de sus amistades, y el nacimiento de su hijo Adán, así parecen sugerirlo, pero cuando la enfermedad haga acto de presencia, todo ese edificio común se verá puesto a prueba.
Desde ese momento el filme establece un acertado paralelismo con la guerra, en efecto, la pareja, pasada la conmoción inicial del ataque por sorpresa , se ve obligada a reaccionar. Así, como si de una campaña militar se tratara, escogen campo de batalla (el hospital), adquieren las mejores armas (especialistas reputados), se rodean de sus fieles (familiares y amigos), y tratan de mantener alta la moral propia ( resistir es vencer ) y ajena. La situación les obliga a madurar, pues se percatan de que en esta particular guerra pueden perderlo todo, y que incluso venciendo, será difícil no sufrir alguna derrota, la toma de conciencia que ello supone -y que resulta magníficamente plasmada por algunos diálogos que no nos sorprenderían de haberse ambientado en una trinchera embarrada batida por el fuego enemigo- encarna también la asunción de un sacrificio, pues son conscientes de que nada será igual tras la lucha, de que algo se morirá en su interior y en su relación, pero que habrá valido la pena si con ello se alcanza la victoria.
En su afán por evitar excesos dramáticos, tendencia difícil de eludir en este caso, el guión, las imágenes y la música, articulan frecuentes anti-climax, que aunque puedan extrañar o parecer ridículos o exagerados, responden nuevamente a ese paralelismo bélico, concretamente al aspecto de la moral (cuando en medio de la tragedia y el pesimismo vemos a la pareja divertirse o ir a fiestas, es inevitable recordar las fiestas de esparcimiento para los soldados que aparecen en los filmes de guerra).
Con excelentes interpretaciones, un inteligente guión, y algunas secuencias brillantemente concebidas (la que nos cuenta el idilio entre Romeo y Julieta y su vida en común de forma casi exclusivamente visual resulta magnífica), llama la atención el uso de la banda sonora, que privilegia el contraste y la sorpresa sobre el subrayado, dando todo ello como resultado una película lúcida y emocionante, que deja poso en el espectador.
Acaba en spoiler, sin revelar detalles.
Pequeña película que nace de lo que les ocurrió a la pareja protagonista, Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm, con la enfermedad de su hijo.
Ambos escribieron el guión y Donzelli dirigió la película sobre sus vidas, aunque para ello cambiaron sus nombres (por los de Roméo y Julliette) y el de su hijo (por Adam), así realizaron un film basado en sus propias vidas.
Por ello la película es pequeña, mínima, con una historia intimista, la de esa pareja frente a la adversidad, con el apoyo de los suyos y de los médicos que trataron a su hijo.
Muestra un gran cariño por todos los personajes, lo malo es que por ello cae en el buenismo, todos se comportan excelentemente y cuando puede (debe) haber problemas no los muestra (como expongo en el spoiler)
La película posee un ritmo intenso, sin bajones en ningún momento. Se agradecen su sentido del humor totalmente cotidiano, y una búsqueda de cierta riqueza y originalidad visual, lástima que la mayor parte de las veces no lo logre, mayormente debido a su fotografía, en vídeo, de aspecto bastante pobre.
Su gran baza es no caer en el sentimentalismo, ni la búsqueda de la lágrima fácil y hacerse cercana gracias al gran optimismo con el que afrontan la enfermedad. Se agradece que huya del cliché rompiendo de vez en cuando el dramatismo con imágenes extrañas, llenas de fuerza a veces, música alejada de los convencionalismos y cierta frescura.
La película ha cosechado un gran éxito de opinión de crítica y público en Francia, y ha sido elegida para representar al país en los Oscar, pero lo cierto es que, pese a ser una historia a la vez triste y agradecida, a la vez tierna y fresca, también tiene mucho de amateur, de ser un video para mostrar a los seres queridos más que una película para el gran público. Exceso de canciones, escenas fallidas (como por ejemplo el número musical) y ciertas concesiones hacen que no sea una gran película, lo mejor es que no lo busca, simplemente quiere servir para mostrar sus sentimientos.
Película para los que quieran ver una pequeña, triste y optimista historia cotidiana contada con naturalidad.
Romeo conoce a Julieta y se enamora instantáneamente de ella. Pero no se apellidan Capuleto ni Montesco ni viven en la Italia medieval, que diría aquella…
La guerre est declarée ( Declaración de guerra en su título español) demuestra admirablemente que no todas las películas que tratan las enfermedades en la infancia (asunto con el que tan fácilmente se suele caer en lo lacrimógeno), están cortadas por el mismo patrón. Ese que suele aplicar Hollywood en esperpentos pornoemocionales como Patch Adams , El aceite de la vida y demás.
Su directora, que también es la coprotagonista, cuenta en ella la historia del extraño cáncer de su hijo (vivió este caso en la vida real, además), y lo hace, además de con competentes y atractivos recursos visuales y de escritura, sin dramatismos innecesarios, sin intentar llevar al espectador a la catarsis emocional con métodos manipuladores. E incluso se permite un sano y agradecible sentido del humor -y un tono lúdico por momentos- que no desvirtúa ni frivoliza en absoluto la seriedad del problema que tanto angustia a los preocupados padres protagonistas.
No es muy frecuente que una película sea capaz de conmover hasta el llanto. Pero es todavía más difícil que un mismo film pueda provocar lágrimas de tristeza y, en la siguiente secuencia, de alegría. La guerre est declarée ciertamente lo consigue. Narra la historia de una joven pareja de enamorados, Romeo y Julieta (sí, en la escena en que se presentan ella le dirá a él ¿Romeo, es una broma? Porque yo me llamo Julieta) Fruto de su amor nace un bebé, Adán, que a los dos años enferma de cáncer. El mismo día que le llevan al hospital a hacerle las pruebas que se lo diagnosticarán comienza la Guerra de Irak. Y ellos mismos declaran a su vez la guerra a la enfermedad de su hijo. Será una lucha larga y dura que pondrá a prueba su amor, pero la afrontarán con determinación y optimismo.
Se trata de una película que consigue combinar muy acertadamente recursos dramáticos y cómicos, y tratar un tema tan complicado sin ser otro sentimental cuento de superación personal. Curiosamente, está basada en la historia real de sus dos protagonistas, Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm, cuyo hijo enfermó de cáncer. Ambos firman un guión que no tiene nada que ver con esos telefilmes cuyos títulos están rotulados con ese basado en una historia real que no suele presagiar nada bueno. Pero esta vez estamos de suerte (quizás porque en ningún momento aparece un rótulo así). La declaración de guerra que nos atañe consigue sortear un tema tan escabroso con buenas dosis de alegría, sensibilidad y sentido del humor. Quizás sea ese uno de los puntos en que las piezas no encajan del todo: el que los problemas en la pareja protagonista parecen quedar demasiado atenuados por estos buenos sentimientos. Pero francamente, me importa un bledo. Porque he conseguido de lleno meterme en una historia que es un canto al amor, a la unión familiar y a la amistad como apoyo frente a las adversidades.
Sigue en spoiler con unas reflexiones personales, pero sin desvelar nada.