Damas del teatro
Sinopsis de la película
Un grupo de chicas, unidas por el mismo deseo de triunfar en el teatro, conviven en una residencia regentada por antiguas actrices, las cuales muestran su entusiasmo y envidia al mismo tiempo ante el futuro que espera a sus pupilas. Algunas logran alcanzar el éxito, pero otras no tendrán más remedio que olvidar sus sueños y volver al pueblo del que partieron un día.
Detalles de la película
- Titulo Original: Stage Door
- Año: 1937
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
7.5
56 valoraciones en total
Me encantaría incluir a Damas del teatro entre mis comedias favoritas de todos los tiempos. Pero no puedo, me resulta imposible.
Aunque desde ese demoledor arranque con una sobredosis de afilados, inteligentes y divertidísimos diálogos, síntoma claro de estar frente a una comedia perfecta, el drama y la tragedia personal de sus protagonistas va aflorando. Tanto, que el filme magníficamente se cierne al drama más emotivo, como la memorable actuación de Katharine Hepburn agarrando firmemente esos lirios y todo lo que eso simboliza y conlleva.
Y tal es la emoción y la perfecta combinación del drama y la comedia que incluir a Damas del teatro entre las mejores películas de todos los tiempos de cualquiera de esos dos géneros podría ser injusto para Gregory La Cava. Va más allá de la diversión, directa a la emoción de un gran conjunción de lo dramático y lo cómico sin que existan fisuras.
Después de las lágrimas, vuelven las sonrisas. Y eso sólo lo puede hacer un gran director respaldado por un grupo de devotas actrices. Si además, todo esto ocurre en un mismo filme, es que estamos ante una de las más notables películas de su momento, de su década, de todos los tiempos.
No podía ser menos, es una gran actriz y lo demuestra en cada película. No me hace falta leerme ninguna crítica en ningún libro para decir (con mis propias palabras) que es una película impresionante, no como otras personas.
Te engancha desde el principio, el ritmo es rápido, sin apenas dejarte tiempo a asimilar los originales comentarios que hacen las chicas, unos diálogos que parecen disparados por cañones en vez de articulados con palabras de unas dulces chicas del teatro.
Con una Ginger Rogers magnífica y el resto de un reparto que se pone muy a la altura de las mejores, este film se hace muy divertido a la vez que ensalza la amistad hasta tal punto que en una escena se pueden estar tirando los platos a la cabeza y en la siguiente abrazarse con los ojos llenos de lágrimas de una forma que sólo las mejores saben hacer en el cine, ¡¡y ésto sí es de mi cosecha!!
Si desean saber sobre la amistad, este es un filme que les acercará bastante a ella. Si desean saber sobre las dificultades que hay que padecer antes de triunfar como actrices de teatro, ese tema está aquí muy bien ilustrado. Y si quieren darle un vistazo a los riesgos y tentaciones que, a veces surgen en el camino, hélos bien reflejados en esta estupenda comedia que ha dirigido Gregory de la Cava.
Este es también un filme sobre las mujeres. Y nos habla de aquellas que luchan por realizar su sueño y que están dispuestas a un largo sacrificio hasta conseguir lo que quieren… o en algún caso, hasta sentir que su ser no aguanta más el largo proceso de frustraciones que les han salido al paso.
Tres chicas tendrán una presencia especial: Terry Randall, la recién llegada, a quien su honestidad, su firme carácter y su excelente guardarropa, le atraerá cierto choque, pero aún más el aprecio de sus compañeras. Ella es la chica que más sabe de la amistad, pues es capaz de ponerse en entredicho cuando se trata de salvar el honor de quien considera su amiga. La rubia, Jean Maitland, es la compañera de cuarto a quien le gusta el lujo y no tiene demasiados escrúpulos cuando siente que el éxito puede tocar a su puerta. La caracteriza una notable y espontánea fluidez verbal, y sabe ser certera y mordaz con la mayor elegancia. Con Terry parece chocar por ciertas cosas, pero habrá que darles tiempo para que cada una sepa lo que pueden pesar sus corazones. Y, en el Footlight Club, vive otra chica llamada Kaye Hamilton. Lleva un año sin conseguir trabajo en otra obra y su ánimo está casi rozando el piso. Sabe ser una buena amiga y se ha ganado el cariño de las restantes chicas, pero, para ella, enfrentar el proceso que conduce al éxito está resultando mucho más difícil. Maravillosas y entrañables sus intérpretes respectivas: Katharine Hepburn, Ginger Rogers y Andrea Leeds.
Y hay un hombre, el empresario Anthony Powell (el siempre preciso Adolphe Menjou), quien entra en escena como instrumento del universo para afectar profundamente sus vidas. Con estos cuatro personajes y con la presencia necesaria, aunque menos relevante de las demás compañeras, he aquí encantadoramente recreada la difícil búsqueda de la realización personal, pero sostenida y validada en forma ejemplarizante, por los símbolos de la amistad, el afecto y la perseverancia.
Nietszche estaba en lo cierto: Comprenderlo todo, es perdonarlo todo. Y cuando la amistad entra en escena, todos los equívocos tienden a desvanecerse… como si jamás hubiesen existido.
Título para Latinoamérica: ENTRE BASTIDORES
Una genial mirada al lado más cruel del mundo del teatro. La película narra las penurias que viven varias chicas de una pensión de actrices para hacerse con el más ínfimo de los papeles. El choque entre varias de ellas es inevitable, y surgen así los soportes necesarios para la trama. Diálogos inteligentes y un excepcional reparto hacen de la película una gran mezcla de drama y comedia a partes iguales. Ginger Rogers está magnífica, al igual que Katharine Hepburn. Para la segunda, esta película fue un soplo de aire fresco en su carrera, un antes y un después. Gracias a su interpretación, recuperó el vuelo y la reputación, muy dañada por sus películas anteriores. Tras Damas del Teatro, la Hepburn inició el camino que la llevo a ser la reina de la Alta Comedia.
Muchas jóvenes llegan a Nueva York persiguiendo un sueño, el de llegar a ser grandes actrices de renombre, lograr la fama, el éxito y ver sus nombres en los luminosos letreros de los teatros de Brodway. Pero para alcanzar tan elevada meta, es necesario empezar desde abajo, pasando de ser una candidata desconocida en un casting a que algún productor influyente vea algo especial en la chica y la convierta en su despampanante nueva estrella, capaz de traer aires nuevos a los escenarios y de irradiar la gracia y el talento para impactar al público, a los fotógrafos y también a la crítica. Ese era el momento que tan deseosamente aguardaban las jóvenes promesas por descubrir que convivían en el footlights club, todas distintas y procedentes de muy diferentes familias y entornos. Y cada una de ellas hace todo lo posible para alcanzar su sueño, empleando el humor para poner buena cara ante lo difícil que es lograrlo, y usando sus propias estratagemas. Entre las residentes dos llaman especialmente nuestra atención: Jean Maitland, una chica atrevida, desinhibida y con bastantes dosis de picardía, y Terry Randall, que procedente de una familia adinerada del Medio Oeste quiere probar su valía para la interpretación haciendo uso de sus mejores armas, su inteligencia, ingenio y obstinación. Pero también otros personajes son fundamentales en este pequeño mundillo teatral, como la también joven actriz Kay Hamilton, ansiosa de conseguir el papel protagonista en el estreno del productor Anthony Powell y que ya consiguió otro importante personaje en una pieza anterior, el propio productor, así como la señora Luther, protagonista en obras de Shakespeare y que, llevando sus recortes consigo, aún cree poder enseñarles algo a las aspirantes.
No sólo se trata de una comedia elegante e inteligente, sino también de una muestra de las amargas subidas y las fatales bajadas que hay en el camino hacia el éxito, y de cómo éstas influyen poderosamente en la carrera de cualquier artista, porque si se triunfa se puede abrir la puerta hacia una carrera brillante y próspera, pero si la suerte o la oportunidad no le sonríe a la persona que tiene todas sus ilusiones y esperanzas puestas en conseguir un papel, el fracaso de no lograrlo puede suponer un golpe tan duro que haga que nada tenga sentido para ella, ni siquera su propia vida.