Cuando tienes 17 años
Sinopsis de la película
Damien, hijo de un soldado, vive en un cuartel del sudoeste francés con su madre, que es médico, mientras que su padre está en misión militar en África Central. En el instituto sufre el maltrato de uno de sus compañeros, Tom, cuya madre adoptiva está enferma. La repulsión y la violencia que muestran el uno hacia el otro se está volviendo problemática, pese a ello, la madre de Damien decide acoger a Tom bajo su techo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Quand on a 17 ans aka
- Año: 2016
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
Película
6.4
87 valoraciones en total
Pasan muchas cosas y no todas están bien explicadas. A veces las reacciones de los personajes son demasiado precipitadas, abruptas y forzadas. Además, asumiendo que es la historia de dos familias, los padres en ambos casos, más los que viven en la montaña, quedan poco desarrollados, como de fondo los de Tom, excesivamente planos y bondadosos y amorosos los de Damien.
La sensación continua es que el guion mueve los hilos de manera brusca, exagerada, y que había un material narrativo demasiado abundante como para comprimirlo en menos de dos horas. Daba para una serie este ir y venir constante.
En el lado de lo bueno también hay muchos elementos. El lugar, el paisaje, esas montañas y lagos, la idea de contar la historia marcada por el paso de las estaciones. Los dos actores elegidos. La espontaneidad y verismo de ciertos momentos. Las bellas imágenes. La buena canción. El contraste entre las dos familias. La gradación de la relación.
Por lo tanto, es una película que si me fijo en los detalles y los analizo punto por punto, me parece fallida y errática. En cambio, si elevo la mirada y me quedo con el aire general, con la apuesta formal y el resultado entre frenético, poético y vitalista, pues es un pequeño regalo, sensible, feliz, delicado y brutal por momentos.
Esta vez le doy al sí. Gana la esperanza. Sin que sirva de precedente. Que uno tiene un prestigio que mantener (como severo e implacable crítico, así es).
Una parte del cine que en la actualidad se rueda en Francia, ha dejado de mantener esa apariencia que te hacía reconocerlo en cuanto veías las primeras escenas. Desde hace unos años, las producciones Galas, parecen haberse apoderado de la forma de hacer americana. Y no sé si eso es bueno, o no, pero a mi me gusta, tal vez porque me halla acostumbrado a esa manera de hacer cine.
CUANDO TIENES 17 AÑOS, no es una gran película, quizá porque no sabían muy bien como contar una historia que parece confusa, y se ofrece de la misma manera. Un desarrollo largo y por momentos tedioso y reiterativo, no ayuda a que empaticemos con los personajes que parecen navegar dando bandazos. El final me ha parecido muy acomodaticio, como una salida esperada y buscada a un producto sin mucho que contar, y con unos personajes que no se muestran reales. Me ha mantenido pendiente para resolver hacia donde se dirigía. La mitad de escenas son pura paja para desarrollar un producto que podría prescindir de ellas.
Un 4
El veterano director y guionista francés, regresa en buena forma con esta bella historia, que contiene lo mejor de su cine, sus temas, obsesiones y su identificable estilo. Una película que como siempre trata las relaciones entre los seres humanos: entre padres, familias con adopción, el amor, el duelo, la impotencia del amor no correspondido, el despertar sexual, el descubrimiento de la identidad, y la dificultad en relaciones del mismo sexo. Todo esto retratado dentro de una época donde todo se vive más intensamente, se expande y se adolece (adolescencia), con 17 años… me gustó mucho el tratamiento de la historia, muy bien dirigida e interpretada, especialmente por los dos chicos protagonistas. Llena de sensibilidad, emociones y de imágenes que hablan por sí mismas, por el enfoque y los gestos y miradas de sus personajes. No apta para homofóbicos. Muy recomendada.
http://frasesdecineparaelrecuerdo.blogspot.com.co/2016/10/frases-pelicula-cuando-tienes-17-anos-quand-on-17-ans-andre-techine.html
A veces uno ya no sabe cómo debe ver películas, o abordarlas, si con el chip de lo políticamente correcto o en modo aceptación, y no ver en los actos un mensaje encubierto de las cosas (o verlo como algo especial y por tanto excluyente, que también puede ser). A un chico le gusta otro y por ese motivo le empieza a hostiar en clase, el otro entiende bien de qué va su compañero y también decide liarse a palos con él. Y así es como surge el amor, rompiendo tópicos y alguna que otra crisma. Serán cosas que se hacen cuando tienes 17 años, peleas que no son palizas, juegos de niños y otras soluciones verbales de menos de un minuto para problemas algo más reales (ajenos a esta cinta francesa).
El cine francés tiene un gran mérito: puede estar una hora y media sin contarte nada relevante y alargando lo que tú ya sabes que debe acabar pasando, para que en la última media hora se salve todo el metraje de algún modo extraño e impreciso —casi se diría que injustificado y caprichoso— y te haga levantarte de tu asiento con una sensación de haber visto una película más o menos aceptable y hasta haber sentido todo lo que te pedía que sintieras. Sensaciones, lamentablemente, que no duran demasiado tras el abandono de la sala, y cuya lección de vida es inexistente.
El otro día escuché, o leí, a un experto en Internet (¿?) diciendo que a los usuarios de Internet no les gusta que divagues con tus contenidos, que lo que ellos quieren es leer algo muy concreto sobre un tema y después volver a su WhatsApp a divagar con sus amigos con las fotos de unos penes negros. Me pregunto si todo eso se podría trasladar al cine (y en general al resto de la vida), y de repente descubrir que todas las conversaciones que uno tiene no te las escucha nadie, porque en realidad están pesando que eres un pesado que no dice lo que tiene que decir en un minuto y ya, a callar después… en el fondo porque a pocas personas les gusta el silencio al estar con los demás, y acaban por sacar temas muy obvios y también muy cortos (que de tal simpleza no dan para divagar con nadie).
André Téchiné tiene más de 70 años y puede que todas estas preocupaciones le importaran un carajo, tanto ahora como antes. Es probable, pero al dirigir Cuando tienes 17 años ha hecho justo eso, una película de adolescentes (quién sabe si también para ellos) que divaga haciéndonos creer que está desarrollando una atmósfera perfecta para el desenlace, pero lo único que hace es empequeñecer su obra en todos los retazos en los que no vemos a Sandrine Kiberlain, cuyo personaje carece de importancia respecto a la trama, pero cuya actriz la hace más grande (la trama), y por eso el hecho de que al final ella cobre importancia (e intensidad) salva lo que hasta entonces era una sucesión de ruptura de tópicos —en muchos casos ya rotos— sobre la adolescencia y la homosexualidad, sujetos a un romance que nunca acaba de arrancar, tan sólo a divagar por la pantalla hasta que un golpe de (mala) suerte nos lo soluciona todo (excepto a Kiberlain).
Techiné demostró con Los juncos salvajes que podía contar historias sobre adolescentes como pocos otros directores, con una comprensión de la mentalidad de los que cruzan ese periodo de sus vidas que no es fácil encontrar en otras películas con temática similar.
Ahora recupera el tema pero no el acierto y dirige una película errática, imprecisa, que navega entre demasiadas aguas y más de una vez está a punto de ahogarse.
El director es consciente de que no está narrando nada nuevo, que en realidad es la historia de siempre, la que hemos visto en tantas películas y para disimular recurre a demasiados aderezos, distracciones de la trama principal que solo añaden metraje y desconcierto.
Fantasías eróticas, historias paralelas solo esbozadas, personajes secundarios que intentan ser protagonistas, huellas en la nieve, dramas en segundo plano que reclaman demasiados minutos para si mismos, todo lo que ha sido filmado para dotar a la película de un carácter y personalidad únicos entorpecen a la larga una historia que se prevé casi desde el comienzo de la película, un drama de iniciación a la vida que de tan repetido y conocido no pasa de ser una anécdota que el espectador contempla impasible, sin sentir las emociones que pretende transmitir.
No sé qué película habría resultado si Techiné se hubiera centrado en sus dos personajes protagonistas, en explotar sus matices y su intrahistoria, pero intuyo que habría sido una mejor película, incluso una buena película en lugar de ser sólo una cinta correcta, que cumple con las expectativas con un aprobado raso.