Corporate
Sinopsis de la película
Emilie (Céline Sallette) ha sido recientemente contratada por su superior, Stéphane Froncart (Lambert Wilson), como jefa de recursos humanos de la multinacional Esen por su falta de escrúpulos. Su misión es conseguir que los empleados que la empresa ya no quiere renuncien ellos mismos, y así no ser acusada de despedir a cientos de trabajadores. La estrategia de Esen es crear una serie de circunstancias adversas al trabajador seleccionado para que, con el tiempo, presente su renuncia. Emilie sigue el programa con total obediencia, hasta que un día, uno de sus empleados se suicida saltando desde la ventana de su oficina. El trágico suceso cambiará la situación de Emilie con respecto a sus jefes, su trabajo y la empresa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Corporate
- Año: 2017
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
5.7
35 valoraciones en total
El mundo de las empresas no es un argumento nada nuevo en el cine. A lo largo de los años ha sido tratado desde distintos géneros y con diferentes resultados. Lo que ocurre en la actualidad es que, a raíz de la crisis, o de la supuesta crisis generada por una serie de intereses diabólicos que nos golpeó hace una década, el género puede interesar más al espectador, ya que sus posibilidades se han abierto tal y como como se abren las fauces de cualquier depredador cuando va a engullir una presa. De hecho, al comienzo de Corporate unos rótulos nos advierten de que los personajes son ficticios pero los hechos que se nos cuentan sí que son reales, advertencia que sobra excepto para el espectador más desinformado o que viva enajenado. Lo que antes podía sonar a ciencia ficción hoy, por desgracia, es puro realismo.
Corporate es una producción francesa y que se trata del debut en el mundo del largometraje de Nicolas Silhol, lo cual se nota. También su director firma el guión con Nicolas Fleureau, algo que podía haber mejorado ciertos factores, como el desarrollo de algunos personajes, sobre todo el de su protagonista, Emilie, pero no ha sido así. Digamos que en Corporate se deja entrever lo que ocurre en una ópera prima que sea meramente correcta, despidiendo incluso cierta frialdad. Pero su resultado final, al menos para mí, es interesante, porque hay ciertas virtudes que se han logrado, por lo que en un futuro Silhol podrá poner remedio a fallos comunes.
Silhol podía haber optado por el thriller, pero ha preferido mantener la atención desde el punto de vista del cine de denuncia y el conflicto dramático de sus personajes, lo cual le acerca a una cotidianidad y, en consecuencia, a un realismo que en ningún momento huele a falso. Sabe de lo que habla y, lo más importante, el espectador también, y es ahí donde radica su mayor acierto, porque convierte a Corporate en un film necesario que toca una problemática cada día más común. En España, uno de los países más retrasados en recuperar la inestabilidad económica y laboral de la comunidad europea, Corporate es un film que debería tener más espectadores, porque bien nos vendría tener más conciencia ante el problema que supone el acoso laboral y ser capaces de denunciar a los que la ejercen.
Película correcta en todos los sentidos, sea por su factura técnica o sus actores: desde su protagonista, Célline Sallete como Emilie, a Lambert Wilson, de sólida carrera que ronda el centenar de largometrajes y que cada día tiene mayor peso delante de una cámara, gracias al haber trabajado con excelentes directores.
Aunque en el spoiler apunto un par de detalles que me ha llamó la atención, quede claro que recomiendo su visionado, no ya a los aficionados al buen cine si no, sobre todo, a los muchos cerdos y cerdas que he conocido, o simplemente que me han hablado de ellos, y que han ejercido (o ejercen) su estúpido poder dentro de empresas (sean grandes superficies, productoras o negocios pequeños) y cuyas cabezas, en muchos casos, acabaron por fortuna rodando y decidieron sumergirse en el mundo de las drogas o el alcohol para olvidar los pecados que nunca expiaron y lo mediocres que fueron… o son. Porque para tener un cargo de poder y comportarse como dictadores sin escrúpulos no hay que valer sino carecer de alma. Hasta el conocer de cerca a la escoria siempre puede enseñarnos algo, aunque sea para saber qué es lo que nunca querríamos llegar a ser.
Los efectos de la crisis económica siguen estando muy presentes en las cinematografías europeas, a través de relatos sobre la desigualdad o la falta de oportunidades. En este caso, Corporate (Nicolas Silhol, 2016) pone sus miras en el departamento de recursos humanos de una potente multinacional, en el que recientemente ha sido contratada Emile, por su falta de escrúpulos. Sin duda la falta de escrúpulos es un elemento indispensable para el puesto, ya que el plan de la empresa es hacer la vida imposible a los empleados, con los que no quieren contar, para que así sean ellos mismos los que se marchen, sin tener que llegar a despedirlos. El problema es que no cuentan con que uno de sus empleados se suicide.
Con esta premisa uno cree identificar perfectamente a las víctimas (los trabajadores) y al verdugo (Emile), ya que nos lo presentan como un ser hierático, que ni se inmuta ante las súplicas del suicida. Sin embargo, con el paso de las secuencias nos damos cuenta de que las líneas entre víctima y verdugo se confunden, hasta que caemos en la cuenta de que Emile es una víctima más de un mercado de trabajo perverso. Por mucho que Emile se intente abstraer, ella no es más que un peón de la cadena. Eso sí, un peón fácil del que echar mano, que aunque al final intente expiar sus culpas, mediante un recurso de guion demasiado manido, no parece que le espere un futuro muy halagüeño.
No es habitual que una cinta aborde el tabú del suicidio, aunque recientemente una película española: La punta del iceberg (David Cánovas, 2016) tenía un argumento muy similar, con una magnética interpretación de Maribel Verdú. Pero se echa en falta una contextualización mayor de los personajes y en especial del suicida que abre la caja de pandora. Da la sensación de que los guionistas necesitan dejar fuera de plano todo lo que tenga que ver con el suicidio en sí.
Es también interesante el proceso de anagnórisis por el que transita la protagonista. Descubrir, como le sucedía a Edipo, que eres responsable de un acto detestable resulta un trago muy amargo y un recurso narrativo apasionante. El director parece ser consciente de ello e inunda la cinta de planos cortos y transiciones bruscas que ayudan a crear un ambiente asfixiante e incluso aterrador. La protagonista cada hora que pasa parece más acuciada por una conciencia que mancilla su impoluta camisa blanca, de ejecutiva de alto standing, a base de un incómodo y pegajoso sudor nervioso. Porque por mucha luz que entre por las enormes cristaleras de la empresa, la arquitectura no puede ocultar la oscuridad que allí habita.
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Historia interesante, pero no por ello la película tiene que ser buena. A mí no me ha gustado: es aburrida, fría, no hay emoción, no empatizas con ningún personaje, es una peli muy insípida, sin sustancia, sin alma. En fin, no trasmite nada de nada. Deseando que terminara a los veinte minutos, y eso es una señal mala. Le dí una oprtunidad haber si remontaba, pero nada de nada. Por tanto, no la recomiendo, es muy floja y muy aburrida.
Si el cine francés conoce una época si no dorada sí de cierto esplendor se debe a saber entretener al espectador con argumentos relativamente sencillos, de corta duración, y con un tratamiento entre distendido y humorístico.
No es este el caso de este film, basado ligeramente en los suicidios de France Telecom. La protagonista, una auténtica killer, jefa de recursos humanos, que poco tienen de humanos, ha de hacer limpieza laboral en su empresa, esa es su función, que desempeña sin demasiados remordimientos.
El suicidio de unos de esos empleados afectados, con ya muchos años de vida a sus espaldas, en la misma empresa donde trabaja desencadena en esta alta ejecutiva una crisis personal que le hará tomar una serie de decisiones que no desmenuzaré por respeto a quien no haya visto el film.
No estamos ante una mala obra, pero es quizás un poco fría y el desarrollo de su también fría protagonista no está del todo fundamentado, se avanza más a golpes de guion que como resultado de una evolución bien explicada, dentro todo ello de un film más que correcto que pone el dedo en la llaga, lo que no es poco.
Últimamente nos están llegando muchos operas primas a nuestra cartelera, en esta ocasión el director francés Nicolas Silol nos presenta una película inspirada en la cadena de suicidios que se vivió hace no tantos años en France Telécom y que demuestra hasta qué punto la oficina en el seno del mundo corporativo puede convertirse en una autentica pesadilla. Hace poco vimos un tema muy parecido en la cinta española La punta del Iceberg con Maribel Verdú como protagonista.
Cuenta la historia de Emilie, una implacable directora de recursos humanos que se hincha a despedir a gran parte del personal, todo ello cumpliendo órdenes de la dirección de la empresa. Pero toda su vida y sus actos cambian cuando un trabajador se suicida en el mismo lugar de trabajo.
La película es un continuo juego de misterio, se puede definir como una reunión de trabajadores, donde todos son sospechosos, es un thriller continuo de manipulaciones y oscuros intereses. Expone la triste realidad de la presión de las grandes corporaciones sobre sus trabajadores, y de cómo conseguir que alguien resigne sin tener que despedirles.
Bien dirigido, con continuos cambios en su ejecución y con un elenco de actores que se mantiene continuamente a la altura. En el papel protagonista esta Céline Sallette, que es la base principal y el personaje por donde pasa toda la acción.
En definitiva una buena película que mezcla momentos dramáticos, nos muestra perfectamente la colisión de los intereses de la empresa y los personales y la culpa y la asunción de la responsabilidad por parte de los individuos en el marco de las consideraciones éticas, legales y sociales.
Lo mejor: El elenco de actores.
Lo peor: Que estas situaciones ocurren en la vida real.