Coronel Redl
Sinopsis de la película
Mientras se produce la desmembración del imperio Austro-Húngaro, el joven Alfred Redl (Klaus Maria Brandauer) ingresa en el ejército y asciende de forma meteórica. Redl llega a alcanzar el grado de coronel y realiza un impecable trabajo dentro de los servicios de contraespionaje. Pero durante todo ese tiempo trata de mantener en secreto su homosexualidad… Inspirada en una obra de teatro de John Osborne que, a su vez, se basa en hechos reales. Segunda película de una trilogía sobre el imperio Austro-Húngaro: la primera es ’Mephisto’, y la tercera, ’Hanussen’.
Detalles de la película
- Titulo Original: Redl ezredes aka
- Año: 1984
- Duración: 135
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Opinión de la crítica
6.8
76 valoraciones en total
La mejor de las tres películas en que Ivan Szabó radiografiaría la caída del Imperio Austro-Hungaro. Nuevamente, con Brandauer en la cabeza, la figura de militar es el punto de mira de un drama con toques de intriga palaciegas y una Europa tambaleada por los constantes ecos de guerra.
Alfred Redl fue servicial a la Monarquía aunque se mantenía al margen de los planes del nuevo heredero, instigado en fortalecer un sistema ya envejecido y acechado por la sed de nacionalización de los diferentes pueblos que conformaban el Imperio. Su única contradicción era su homosexualidad. Aún así su carácter autoritario y disciplinario a filas le alejó de cualquier comentario o sospecha. Su excelente labor de contraespionaje en las fronteras con Rusia le valió la gracia del Archiduque, pero los antiguos fantasmas y recelos heredados de su orgullo le pasarían factura. Acusado de alta traición después de pasar secretos a los rusos, el Consejo de Guerra, que por lo que parece ser nunca llegó a ser sometido, aprovó que fuera él quien decidiera su propio destino. Precisamente el hombre que había decidido consolidar fuertemente la dinastía de los Habsburgo cayó por el orgullo de estos, mientras eran las altas comandancias militares las que tomaban riendas en el asunto y se burlaban de ese imperio obsoleto. La vanidad jugando con el honor.
Muy bien ambientada en la época que se situa. Especial énfasis en los exteriores, siempre nevados, nublados u ocultos por la niebla. Algo lenta en el desarrollo pero eficaz en su desenlace. A mayor gloria de la interpretación de Brandauer, un Dreyfus sumido en la predestinación de la tragedia.
La segunda parte de la trilogía de Szabó es realmente la primera desde el punto de vista de los hechos que se muestran. Ese imperio austro-húngaro que vive a destiempo del resto del mundo y que no se está modernizando y que terminará por llevarse un varapalo importante en la Primera Guerra Mundial que supondrá su final.
Pero en realidad yo nunca he visto la trilogía por ningún sitio porque esta cinta, una vez más, habla de lo mismo, es decir del hombre, del individuo como víctima del sistema. Esta segunda entrega se preocupa de las cosas que ya aparecían en la entrega anterior: El ascenso y posterior caída. Pero no un ascenso intelectual o espiritual sino más poder, más dinero, más reputación… en definitiva más obligaciones y más compromisos que terminar por devorar al mismo hombre que las desea.
Y Szabó en ese sentido se inserta en la escuela marxista, es decir el individuo no existe como tal y será una y otra vez machacado por el sistema, cuando este último quiera.
El guión escrito a la par por Péter Dobai y el propio Szabó rezuma frialdad y a la vez desasosiego que hace que el film se visione en todo momento con mucha inquietud.
Szabó en varios momentos de la película empieza a dar muestras de cierta fatiga y Brandauer de algo más de desinterés de un personaje que no le atrae como le seducía el dramaturgo de Mephisto. Con Hanussen el adivino veremos como esa leve caída se termina por confirmar.
Luego está el tema de la homosexualidad, del que Szabó hace un acertado acercamiento, sobre todo por no ser condescendiente porque toque. En nuestros días todos los gays aparecen como seres estupendos que tienen muchas virtudes y algún defecto (eso si los tienen). En la película se los muestran con toda su crudeza, mala gente no por ser homosexuales sino por ser personas.
Que no ganara el Oscar ese año es lógico viendo que estaba La historia oficial , y ya se sabe que lo cercano de la dictadura argentina hace que se premie más que lo lejano del imperiuo-austrohúngaro. Cosas de la mentalidad moderna periodística.
Nota: 7,1
Un peliculón para mí. Envidio ese cine en comparación con el español que no le llega ni a la suela de los zapatos.
Y es que es una historia muy bonita al principio cuando es niño el protagonista y que cuando se hace mayor se hace angustiosa. Blandauer está excelente,
Cuando le nombran para que investigue a sus propios colegas de pertenecer a la comunidad judía, la situaciçon poco a poco le fuerza al final, el desenlace es conmovedor, la intensidad que tiene en esa actuación es digno de ser mencionado.
Para mí es mejor la otra película de la trilogía, Mephisto, pero esta sin duda es muy buena. Me falta ver Hanussen, el adivino .
Aunque la historia no está basada en hechos reales podría haber ocurrido perfectamente. La manera de contarnos esta historia inventada , es sublime. Las interpretaciones son muy buenas, tanto el actor que hace de Redl de niño como el que hace de Redl adulto bordan el papel. La película no consta de grandes escenarios, y siendo una película militar, esto podría hacer pensar que no debe resultar muy atractiva. Pero la pélicula no necesita esos grandes escenarios para ser una buena película. Trata otra cara del ejército, a veces nos muestra la disciplina, a veces nos muestra la carencia de esta. Se nos muestra también la homofobia del ejército en varias ocasiones. El final es impactante.
El imperio austro-húngaro que llegó a comprender los territorios de trece estados europeos actuales (+ República Checa, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Eslovaquia y otros), tuvo su expansionista y lamentable vigencia desde 1867, hasta su feliz disolución en 1914, ad portas de la I Guerra Mundial… aunque queda reconocerle su sensible aporte artístico y cultural al mundo entero.
>, fue ganadora del premio del jurado en el Festival de Cannes y del premio Bafta a Mejor Película de Habla No inglesa.
En ese momento histórico, en que el emperador era, Franz Joseph I (esposo de Elizabeth de Baviera ¡Sissi!), vivió un hombre llamado, Alfred Redl (1864-1913), quien, tras entrar en las filas del ejército austriaco, llegó a ser cabeza de la contra-inteligencia austro-húngara, gracias al fuerte compromiso y lealtad que mostró siempre con la monarquía. Este hombre, se serviría con eficacia de los mayores avances tecnológicos de la época, y estructuró el más singular y efectivo equipo de agentes que, por años, preservaron al imperio del espionaje enemigo y de cualquier ataque inesperado… pero, para sorpresa de todos, el celebrado militar que llegó a ser coronel del imperio austro-húngaro, tenía algo gordo y muy bien guardado… y esto es lo que va a contarnos el director húngaro, István Szabó, con personajes ficticios, y tomando como punto de partida la obra, A patriot for me que, el inglés John Osborne (Look back in anger, The Entertainer, Tom Jones…), publicara, en 1965, y con la cual soportó toda suerte de prohibiciones por mostrar los vicios del poder, la embriaguez moral de las monarquías, y por ser transgresora de la sexualidad (léase: se atrevió a mostrar la homosexualidad imperante en los ejércitos).
Por los cuidados que debía tener con tan candentes temas, la historia, llevada a guion por el propio Szabó, con la colaboración de Péter Dobai, deja de ser un plato fácil de digerir, y además de sus numerosos personajes, son pequeñas y muy sutiles las puntadas con las que se nos va ilustrando sobre la suerte de variopintas maquinaciones que suelen darse en los palacios. Así pues, se reclama la presencia de espectadores que no coman crispetas ni cotorreen durante el visionado, porque, de lo contrario, se corre el peligro de no acordarse sino del provocativo trasero femenino que, en algún momento, se pone en las manos del bisexual coronel.
Como en, Mephisto, Szabó vuelve a ocuparse, principalmente, de los peligros del poder y de la manera como, tantas veces, termina llevando al hombre a su propia ruina… sobre todo, cuando se da cuenta al fin de que, toda su vida, tan sólo sirvió a un poder malsano.
El reparto no podía ser más calificado: Klaus Maria Brandauer, con un personaje, Redl, que revela más desde adentro que desde afuera. Gudrun Landgrebe (Katalin), la preciosa enamorada que esperará, en vano, mucho más de lo que podrá recibir, y entre otros, Jan Niklas (Christoph Kubiyi), el militar que, contra todos los caminos encontrados, jamás olvidará que, en Redl, tuvo a un amigo.
Rodada en co-producción húngaro-alemana, <