Conocimiento carnal
Sinopsis de la película
Jonathan y Sandy son dos universitarios que comparten habitación y obsesión por las mujeres. En una fiesta, el timorato Sandy, alentado por Jonathan, conoce a Susan, una chica guapa e inteligente, y empieza a salir con ella. Lo malo es que también Jonathan se enamora de Susan.
Detalles de la película
- Titulo Original: Carnal Knowledge
- Año: 1971
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
6.1
71 valoraciones en total
La moral y el mundo masculino/femenino que refleja la película está ya muy lejos de nosotros: efectivamente, cualquier adolescente ha visto hoy escenas u oído diálogos mucho más sexualizados y provocadores.
Lo que sigue siendo interesante en ella, sin embargo, es ese análisis del deseo masculino, que depende ya menos de las circunstancias sociológicas concretas y sí más de las proyecciones imaginarias que los hombres se hacen de las mujeres.
Sandy (Art Garfunkel) representa un modelo masculino que, al margen de su interés por el sexo puro y duro, trata de amoldarse a las necesidades de la mujer y está buscando, parece, su media naranja. Al final de la película está tan ilusionado como siempre, es un cuare. ntón adolescente que todavía tiene ilusión en revivir la chispa del amor al lado de una chica de estética hippy -que se le ha contagiado a él- y de la que podría ser su padre.
Jonathan (Jack Nicholson) aparece como un auténtico depredador sexual: va apuntando y archivando sus conquistas (la desoladora escena final de las diapositivas, donde va exhibiendo sus chicas como un auténtico cazador), es incapaz de comprometerse, pone a todas las mujeres al servicio de su ego (excelente la escena final de Rita Moreno, de inteligente prostituta atacando y camelando a su cliente por su punto débil), inseguro en definitiva de su masculinidad…
Y algunas escenas de lo más sórdido: cuando en la cocina los dos amigos acuerdan intercambiarse sus parejas. Un anuncio de la liberación sexual que vendría después, quizá.
Interesante, sórdida, triste, con buenas interpretacónes (Ann-Margret) y con un Jack Nicholson que demuestra una vez más que le caen como anillo al dedo los papeles de pirado.
Jonathan (Jack Nicholson) y Sandy (Art Garfunkel) son dos estudiantes de caracteres extremadamente opuestos en lo referente a tener relaciones con las chicas. El primero es más extrovertido, apuesta fuerte y le gusta el riesgo en sus aventuras sin tener en cuenta el amor. Sin embargo Sandy es tímido y sigiloso: cree que el enamoramiento es el paso a la perfección con la relación consumida en una hipotética llegada al matrimonio.
A pesar de todo, son grandes amigos y comparten esas diferencias. Cuando a Sandy le llama la atención Susan (Candice Bergen) decide se lanzarse a la piscina ayudado por Jonathan, y siguiendo los consejos de éste que también se siente atraído hacia ella aunque su deseo es irrefrenablemente sexual… Y esa será la primera etapa en la vida de dos amigos que mantendrán sus posiciones enfrentadas cuando conozcan a otras mujeres como (Ann-Margret), Cindy (Chyntia O´Neal) o Jennifer (Carol Kane).
Sin la repercusión suscitada en sus dos películas más célebres, ¿Quién teme a Virginia Woolf? (Who´s Afraid of Virginia Woolf?, 1966) y El Graduado (The Graduate, 1967), Mike Nichols no tuvo suficiente en haber metido el dedo en la llaga en ésta ultima y contó con dos graduados de excepción, un Jack Nicholson todavía no consolidado y un Arthur Garfunkel que sin Paul ni su guitarra, intentaba dar el salto a la gran pantalla con ésta adaptación de una pieza teatral de Jules Feiffer sobre el descubrimiento, dudas e interrogantes acerca de los límites en las relaciones sexuales. La película no es más que una sucesión de diálogos, con alguna nota erótica contada con pelos y señales, hacia la evolutiva madurez que cada uno de los dos protagonistas masculinos adquirirán con el paso del tiempo.
No me parece que esta película haya envejecido tan mal como dicen por ahí. Analizándola con perspectiva ofrece incluso algunos puntos de interés acerca de la moral de la época en la que fue rodada, la actitud con la que los hombres y las mujeres afrontaban por separado cuestiones como el amor o el sexo. Sin duda, en su estreno tanto su lenguaje como algunas situaciones escandalizarían a más de uno, hoy en día todo ese supuesto poder transgresor ha quedado totalmente superado y obsoleto (en este sentido El graduado la icónica e intergeneracional obra maestra de su director ha resistido mucho mejor el paso del tiempo). Pero Conocimiento carnal funciona como documento sociológico o si se prefiere como pieza de museo incluso.
El film está basado en una obra del dramaturgo Jules Feiffer quien también firma el guión cinematográfico. Nichols no renuncia a una puesta en escena teatral –quizá excesiva a ratos- para relatarnos veinte años en la vida de dos amigos, Johnatan y Sandy, una historia que transcurre en paralelo al proceso de liberalización sexual de la mujer durante ese tiempo. No es un tema menor. La relación de ambos protagonistas con el sexo opuesto marca sus vidas y sus diferencias. Sandy, sensible e idealista descubre pronto el amor en la persona de Susan, a quien se resiste a tratar como un mero objeto sexual. Si lo hace es para no defraudar las expectativas de su amigo y no aparecer ante él como el pazguato pueblerino que realmente es. Sin embargo, Johnattan no parece el más indicado para influir en la educación ¿sentimental? de su compañero. Machista, egocéntrico, hedonista, manipulador donjuanesco menosprecia a las mujeres a quienes sólo considera un instrumento para el placer. Por diferentes motivos, Johnattan y Sandy acaban siendo víctimas de sus propias frustraciones
Y frente a ellos dos, la mujer. De la virginal Susan a la liberada Jennifer para quien el cinismo del donjuan no produce ya más que rechazo, en la película asistimos al proceso de cambio brutal vivido por el mal llamado sexo débil en los años centrales del último siglo.
Hombres. Mujeres. Viceversa. Un debate inagotable y un tema que nunca pasa de moda.
Sin duda estamos ante una película crepuscular pues se avecinaba ya por entonces una auténtica revolución sexual femenina. El fulano Johathan (Jack Nicholson, y no es el hijo del director) es el machismo, el narcisismo, el hedonismo, el egoísmo y la manipulación (para que no terminen todas en -ismo) en persona. Su amigo Sandy (Art Garfunkel, el de apellido de televisor) su antagónico, este no sabe ir a mear solo, pero de alguna manera, poseído por el espectro de Woody Allen , consigue follar por compasión. Este personaje y el de Candice Bergen (preciosa) pronto ceden todo el protagonismo a Jack, que no termina de saciar su ego ni su apetito sexual. Jack, que no ha nacido para el matrimonio y que trata a las mujeres peor que a su americana (acomplejado seguramente) no es de todos modos en su vida soltera más feliz que Sandy en su vida marital, pero en efecto amigos, ambos ansían un poco de lo que tiene el otro para encontrar equilibrio, y por supuesto, ninguno lo encuentra. De modo que la película nos habla de dos tipos y sus diferentes relaciones con las mujeres durante un par de décadas, con algunos planos magníficos con la ciudad de Nueva York de fondo, como un gigante al acecho a punto de engullirlos.
Para ser sinceros no tengo mucho más que decir porque mis relaciones con las mujeres son, en lineas generales, un desastre que rara vez supera los 24 meses. A medida que pasa el tiempo incluso parece que me desaparecen habilidades y se esfuman concepts y teorías antes nítidas.
Me sorprende que apenas haya sido vista o valorada y tan sólo tenga una crítica, ahora dos.
La crítica de Leonel define muy bien.
Comedia dramática dirigida por Mike Nichols ( El graduado (1966), ¿Quién le teme a Virginia Woolf? (1967)) y escrita por Jules Feiffer en que dos jóvenes universitarios y luego hombres de mediana edad de la clase media neoyorquina: Jonathan (Jack Nicholson) y Sandy (Art Garfunkel) tienen sus aventuras sexuales y hablan extensamente sobre ellas tomando a las mujeres como objetos en la época de la liberación sexual o del amor libre . Una película innovadora en su tiempo. Los hombres son muy distintos y Jonathan, en particular y sobre todo, no tiene valores que den sentido a sus relaciones, más bien teme a las mujeres. Una sociedad sin valores y obsesionada por el placer sexual parecen ser las bases de la liberación en estas dos historias, lo cual conduce a dramas más bien pesimistas donde el amor no abunda. Podríamos llamarlo, con algo de escepticismo, falta de ilusiones o desilusión . Hay largas escenas a cámara fija de algún personaje mientras otros hablan o evolucionan fuera de campo, el método cansa un poco y hace parecer la película más larga de lo que es. Pero las actuaciones son muy buenas, las mujeres bellas y la historia, en su conjunto, muy interesante. En el cierre, Rita Moreno, en el papel de una prostituta, ejerce su oficio ante Jonathan y pone el moño a la descripción de sus características psicológicas.