Confesiones de una modelo
Sinopsis de la película
Lou Andreas Sand, una modelo famosa en otros tiempos, rememora su pasado: sus intentos de ser exitosa en el mundo de la moda neoyorquino, sus días laborales agotadores, su romance con el publicista Mark, su amistad con el fotógrafo Aaron y su descenso hacia la ruina.
Detalles de la película
- Titulo Original: Puzzle of a Downfall Child
- Año: 1970
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.5
20 valoraciones en total
Lou Andreas, nombre o sobrenombre significativo, una ex modelo perturbada, explica o, mejor divaga, oscilando entre la verdad y la mentira (imaginaciones delirantes), retazos, un puzzle , de su apogeo y decadencia profesional y personal a un amigo. Vive sola y, en su aspecto desastrado, oculta lo que en los flasbacks se evidencia (no es para menos con el -dicen- extremo ego y divismo de la actriz): la magnífica ( y verdadera) belleza y espléndido porte de una joven Dunaway (asimismo ex-modelo), y al mismo tiempo su caída en la oscura confusión de la locura. Shatzberg, afamado fotógrafo de moda (en Vogue o Esquire) o de portadas de LP (la famosísima de Blonde of Blonde de Bob Dyland, por ejemplo), debuta como director en esta más que interesante película, infravalorada en su momento. Por supuesto, paga la novatada con ciertos errores técnicos, pero los compensa (o disimula) con su estructura fragmentaria, parcial (y subjetiva), fundamentada en el discurso, a veces inconexo de Lou. En este sentido le sirve mucho su experiencia (a Dunaway también), su conocimiento de los entresijos sinuosos del mundo de la moda. Me impactó mucho la primera vez que la vi, un poco menos la segunda y tercera, que hice forzosamente vía internet, cuando capté los errores, pero nunca dejó de fascinarme el diseño, el glamour del vestuario y de la fantástica fotografía ni de atraparme la historia del derrumbe de la desgraciada y vulnerable chica del título, metida en un ambiente de falsedad y competencia brutal, como es el de la moda (y que el documental sobre Anne Winthour y Vogue edulcora bastante). Hay una escena magnífica que ejemplifica perfectamente mi afirmación. Se trata de la preparación de una portada para, creo, precisamente Vogue (o un sucedáneo ficticio), Lou está maquillada y vestida excelentemente (bellísima). Debe sostener y lo hace con temor, como en una sesión de cetrería, a un halcón encadenado y encapuchado, bajo la dirección y las órdenes -gritos histéricos, mejor- de la bruja, encarnada como siempre magistralmente por la añorada Viveca Lindford (verdadera alma matter del Actors studio de entonces). Cuando, después de una sesión agotadora de la que sale la foto elegida por su perfección, después de una una elipsis, al ver la portada, descubrimos el cinismo por el que, recorte mediante, la imagen ha quedado reducida a un brazo anónimo, enguantado de negro hasta el codo, sosteniendo con una cadenilla al ave. Nada de la sofisticación ni de la esforzada individualidad de la modelo, sólo crueldad y ficción. Una anulación que prefigura la fragmentación de la identidad y su brote psicótico. Un film muy recomendable por su valores (aunque incluyan torpezas) y por su retrato de esta joven destrozada que elabora con cuidado un Schatzberg que, tres años después, lograría la Palma en Cannes a la mejor película, aunque la mejora de su talento ya quedaría demostrada en 1972 con Panic in neddle park , hago a Puzzle… , por el esfuerzo y el feroz retrato un mundo banal, merecedora de mi calificación.