Como un relámpago
Sinopsis de la película
Pablo (Eloy Azorín), un chico de diecisiete años, vive en Madrid con su madre (Assumpta Serna), una abogada matrimonialista de cierto éxito. En su época universitaria, en los turbulentos años setenta, fue una feminista radical y una comprometida militante de un partido de extrema izquierda. Su actitud libertaria la llevó a decidir tener a su hijo, al que nunca le habló de su padre. Sin embargo, el deseo de saber quién es su progenitor, se ha convertido para Pablo en una verdadera obsesión.
Detalles de la película
- Titulo Original: Como un relámpago
- Año: 1996
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.9
43 valoraciones en total
A través del empecinamiento de un adolescente que vive con su madre y que desconoce quién es su padre y de las situaciones devenientes de la convivencia con este cuando le encuentra en las Islas Canarias como un locutor de radio en un programa de peticiones del oyente, tenemos una digna y emotiva comedia costumbrista, a la vez que un sutil fresco histórico (pasado de los padres), una interesante historia de descubrimiento personal y un verdadero recital de interpretación por parte de ese gran actor que es Santiago Ramos, acompañado dignamente para la ocasión por el chaval Eloy Azorín y una Assumpta Serna en un papel de esos que hace sin despeinarse.
Una película de enorme humanidad, donde se nos pone la piel de friolera en más de un momento, porque se trata de la búsqueda y hallazgo del padre, de esa referencia completamente necesaria en la vida de un ser humano.
Y no un padre cualquiera, que no vive en cualquier lado sino nada más y nada menos que en una hermosa isla de las españolas Canarias.
¡Qué sensaciones las de ese hijo cuando comienza a conocer a su padre! ¡Qué impresionante viaje hacia la periferia y al mismo tiempo hacia el interior del ser, en busca de preguntas, de emociones, de miradas, de espejo en el que mirarse, auténtica impronta de la necesidad antropológica!
Una película de las mejores, de las más profundas y recónditas que se hicieron a finales del siglo XX en España.
La actuación de Santiago Ramos, incomparable, para mí, la mejor que le he visto en toda su vida, sólo por este trabajo tan excelente merece nuestro recuerdo entre los grandes actores españoles de siempre.
A pesar de una primera media hora forzada, de diálogos artificiales, la película remonta en el momento que Santiago Ramos hace su aparición. Pero remonta hasta tal punto que uno se olvida de lo mal que empezó la película. Esas tres últimas cuartas partes de cinta son un recital de emociones intensas. La magia del cine se produce. Don Santiago Ramos es Rafael Torres y Rafael Torres es Don Santiago Ramos, como si el papel se hubiera escrito para él. Si yo hubiera sido este actor no dejaría de felicitarme por la oportunidad de hacer este bombón de personaje. Y si hubiera sido Miguel Hermoso o quien quiera que se ocupe del casting, no dejaría de felicitarme por el acierto en la elección de este actor. Los que estamos acostumbrados a ver a Don Santiago Ramos en Aquí no hay quien viva y cosas similares, no podíamos ni sospechar su amplísimo registro.
Durante la película, en un pequeño homenaje a la figura de Paco Rabal, Rafael Torres expresa su admiración por el desaparecido actor. Y yo digo: el personaje de Rafael Torres tiene la categoría de un Juncal o de un Ginés (ambos interpretados por Rabal). Para mí están todos ellos en mi particular Olimpo de los pícaros españoles.
No hay que olvidarse de la música de esta película, piedra angular. Canciones de mestizaje canario-salsero verdaderamente estupendas. Especialmente Agua pa mis pesares , pedazo de canción.
¡Vean esta película!
Los oídos bombardeados no distinguen el estruendo del silencio que le sigue, y esto viene a cuento de una infame tormenta cotidiana que, salvo en cerradas trastiendas, nadie ya oye: la muerte canalla de películas españolas… Este abominable trueno es sordo, pero hay veces que el relámpago que lo precede lo hace visible… Como un relámpago se había proyectado ¡siete días! en Madrid y acto seguido fue barrida del mapa, hasta que ese ruidoso reconocimiento -Goya al mejor actor para Santiago Ramos y ovación sincera en la ceremonia- sirvió de contundente plataforma publicitaria y así fue cinícamente recuperada ( ¡Tercera semana de éxito! proclamaba la propaganda de su reanudación) . Todo esto lo escribía magistral y luminosamente Ángel Fernández Santos en El País, e ilustra de forma diáfana no sólo un lacerante problema de estimables películas españolas barridas por la basura americana, sino todo un ejemplo de cinismo e hipocresía gratuita de exhibidores y demás compañía.
Como un relámpago es, para mí, un film globalmente excelente, por momentos maravilloso, cine que emociona y ahonda en los sentimientos, una película que simplemente cuenta una historia tan sencilla como sentida: la búsqueda que emprende un joven chaval (Azorín) para encontrar a su padre (Ramos) a quién no conoce. Hermoso logra eso, una hermosa película de la que se extraen, de forma en absoluto moralizante (y ahí está otra de las indelebles virtudes de la película: es ejemplarmente moral por ello), unas cuantas conclusiones: el encuentro padre/hijo es el choque entre dos generaciones separadas en el tiempo pero unidas por la utopía: la del padre (él es un tipo a simple vista decepcionante, bohemio, despreocupado, escéptico, que ahora trabaja cómica y paradójicamente en una radio haciendo un programa matinal para marujas) por el fracaso de unas motivaciones archisabidas, la del hijo por no tener esas motivaciones.
Así, con esos mimbres hace Hermoso una gran película, apoyada en una descomunal, atronadora y soberbia interpretación de Santiago Ramos, en una fotografía e iluminación de Fernando Arribas espléndidas y en una sensatísima administración de los recursos cinematográficos. Una película que, efectivamente, es un relámpago poderoso en su modestia, luminoso en su honestidad y eterno en su fugacidad comercial, que destrozaría por sí solo cuatro superproducciones del estercolero de Hollywood en el que estamos (todos) enfangados.
Desdibujada. Intenta llegar pero no lo consigue, se queda en todo momento a medio camino.
En ocasiones los cineastas se pierden sin tener en cuenta alguno de los aspectos fundamentales, y aunque un guión sea brillante, o su puesta en escena, si no acertamos con la elección de los protagonistas, el director de fotografía, la iluminación, la música, el ritmo impuesto… El trabajo desluce, por muy buenas intenciones que nos acompañen.
En esta película fallan algunos de esos aspectos que deben cuidarse. Que cada uno saque sus propias conclusiones, no daré más pistas…