Come Rain, Come Shine
Sinopsis de la película
El surcoreano Yoon-Ki Lee aborda en este drama la historia de amor de dos chicos cualquiera: el chico, Hyun Bin, trata a su mujer como si fuera lo más importante del mundo, conquistándola en su día a día. Sin embargo, no se abre a los demás, ni siquiera a ella, con lo que esta buscará en otro hombre lo que no puede encontrar en su propio marido. La película cuenta las disputas de una pareja que, dejándose llevar durante toda su relación, se encuentra finalmente desbordada por el dolor, los recuerdos y todo aquello que han compartido y vivido juntos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Saranghanda, saranghaji anneunda (Come Rain, Come Shine)
- Año: 2011
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
5.2
24 valoraciones en total
Estamos ante una prouesta arriesgada más cercana al cine del sudeste asiático que a lo que estamos acostumbrados a ver de cine coreano. Primero de todo quiero decir que he visto la anterior película del director, una comedia dramática romántica titulada My dear enemy y era una bella película muy distinta a ésta. Es cierto que también importaban más las miradas y los gestos que los argumentos, pero era mucho menos radical y más explícita. También trataba de una pareja rota pero en la que quedaban restos de amor difíciles de materializar en actos concretos. Un poco como en ésta, pero aquí da un paso más allá en su estructura, mucho más arriesgada. La parsimonia de los protagonistas de la película, muy habitual en cierto cine asiático, nos parece muchas veces excesiva e impostada (aquí gritamos y somos folloneros) y puede jugar en contra del visionado del espectador. Su extremo minimalismo y su quietud también expulsarán a muchos espectadores que no se identifican con ese tipo de cine. Para los que no nos molesta el cine contemplativo, para los que incluso nos motiva, la película es claramente recomendable. No deja de ser un experimento formal del que casi podríamos hablar desde un plano teórico. ¿Cómo trasmitir un desapego, una crisis de pareja, una desgana con respecto a la vida que nos espera sin hablar sobre ello? Los personajes no nos la explican. Así que la forma de trasmitirla es mostrando espacios interiores de una cosa compartida pero en la que los dos personajes llevan vidas casi ajenas. Pasillos oscuros, acciones cotidianas en las pocas horas previas a que la mujer abandone el hogar, silencios, miradas, sentimientos ocultos… Hay que tener un gusto especial por el cine de silencios para entrar en la propuesta. A mí me ha encantado. Pero exige un tiempo de reflexión .
Esta es una de esas películas que cabalga sobre el filo de la navaja: a un lado la genialidad, al otro el desastre.
En este caso, la película no cae en la genialidad, pero tampoco es un desastre. Es cierto que hay que estar algo acostumbrado a este tipo de cine contemplativo, que a muchos seguramente saque de quicio, pero que otros gustamos en paladear, sin que una cosa u otra sea buena o mala.
La película habla del vacío. Ese vacío que acaba instalándose en una relación perfecta . Dos tipos en un buena situación económica, con trabajos satisfactorios, pero con una vida tan vacía, tan falta de sentimientos que entre ellos ya no hay nada, ni siquiera enfado, rencor o ira, sentimientos tan humanos todos ellos.
La acción se desarrolla principalmente en el interior de la casa, llamarla hogar sería excesivo, y transcurre durante el último día que la pareja va a pasar junta. En condiciones normales, esperaríamos un drama carnal, con discusiones, reproches y violencia, pero el vació que lo invade todo, provoca que los personajes no lleguen a tocarse en toda la película, excepto en el momento del arañazo del gato…sintomático.
En cuanto a la película tiene momentos geniales, en los que se transmite una gran tristeza, sin apenas diálogos, pero otros momentos decae un poco y su ritmo excesivamente lento la lastra ligeramente.
Es evidente que no es un película para todos los gustos, pero algunos detalles son especialmente logrados.
Lo mejor: detalles, detalles y más detalles. La atmósfera creada. El final, quizás excesivamente estirado, pero muy poético.
Lo peor: excesivamente lenta en algunas escenas y un poco larga.
La escena: el final, cada uno por su lado afrontando el final de una relación.
Al leer las criticas, me parece que la percepción es diferente por parte de cada uno de los que la hemos visto, por lo que resistiría un análisis detallado de lo que acontece a lo largo de la película. Al terminar de verla, provoca volverla a ver para captar los detalles pasados por alto. Si bien es lenta, ahí es donde radica su riqueza ya que cada segundo, involucra un detalle que tiene significado para la trama de la misma. El cambio de iluminación de claro a oscuro a lo largo de la película, se relaciona muy bien con el nombre asignado.
La actuación de Hyun Bin y de Jung Woo me parecieron extraordinarias, y me transmitieron sus sentimientos.
Definitivamente no es para todos los gustos.
En la aparente atmósfera profunda de los conflictos de pareja reside Come Rain, Come Shine.
Y presten atención a la palabra aparente . Porque si hay un inconveniente mayor en esta película es su intento fallido de profundidad.
Una pareja cuya crisis no es pareja , como ocurre en la habitualidad de los casos. Ella, en este caso, es la que ha cerrado su ciclo con él y que si bien lo muestra con su falta de compromiso y su dejadez, no lo da como un hecho a través de las palabras.
Él, que aún supone que las cosas se pueden revertir, intenta a través de una entrega y sumisión total, acercarse, respondiendo a las agresiones y desapego con gestos nobles.
Él que no ve que todo ha terminado y sin comprender que su postura produce más distancia entre ambos. Ella que no da un definitivo y cortante punto final.
Ambos navegan en la tibieza de sus decisiones sin llegar a ninguna respuesta mientras la relación se va escurriendo entre los dedos.
Si bien la historia es muy humana y fuerte, el director, al igual que sus personajes principales, no logra definir un producto sólido y también naufraga en punto muerto.
En el limbo de lo bueno y lo malo, Come Rain, Come Shine, amaga en silencio, pero no logra concretar.
Come Rain, Come Shine se inicia con un plano secuencia (con trampa, pues la cámara no se mueve) de unos diez minutos en los que observamos a una pareja a través del cristal delantero de un coche. Hablan su relación y de golpe, ella le dice a él que se muda, que le va a dejar. Lo que sigue a continuación es el proceso de separación –emocional- de ambos personajes, encerrados en una casa mientras se ven azotados por los recuerdos en el proceso de recogida de objetos personales. Que la cámara sea fija en este primer tramo da para fijarse en los detalles y entrever dos cosas claras: los protagonistas llevan cinturón de seguridad, metáfora de que Lee Yoon-ki va a ir sobre seguro, sin arriesgar ni un poco en lo que va a contar, y el uso de los colores (azul/naranja) no parece fortuito, sino otra evidencia: el realizador demuestra que el cómo va a contar la historia no se va a salir de lo estandar, pues las imágenes carecen de la fuerza que necesita este relato.
Bergman ha sido quizá el mayor explorador de la deconstrucción de las relaciones humanas (véase Secretos de un matrimonio), y entiendo que fuese demasiado pedir que Lee Yoon-ki consiguiese algo similar. Que su película concursase en la sección oficial del Festival de Berlín daba pie a esperar al menos algo diferente a lo habitual: no es el caso. Cierto es que los dos protagonistas lo hacen bien, tanto él como ella, y que hay instantes de verdad y fuerza en Come Rain, Come Shine, pero por lo general todo es tan apagado que es imposible simpatizar con los personajes, sensación quizá buscada pero que tal cual se plantea es difícill defender como virtud. Y para lo que cuenta, 100 minutos se antojan excesivos a pesar de que tampoco es que sea una película aburrida, simplemente correcta y algo plana. Total, que está muy lejos no ya del eterno referente en esto de los matrimonios rotos (Bergman) sino de otras películas que han explorado estos temas más recientemente, como Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008) o Tuesday, After Christmas (Radu Muntean, 2010).