Ciudad portuaria
Sinopsis de la película
Gösta trabaja como estibador en el muelle del puerto de Göteborg. Un día, salva a Berit, una chica muy joven que estaba a punto de ahogarse. Más tarde, se vuelven a ver en un baile. Berit, que es una joven muy independiente, nunca vuelve a ver a sus amantes de una noche, pero Pero Gösta será la excepción.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hamnstad
- Año: 1948
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
6.6
30 valoraciones en total
Cuando eres sueca, vives en 1948 y tienes la madre que tienes… lo llevas claro. Nine-Christine Jönsson interpreta a una joven que no logra escapar de las normas que la mantienen atada. Su madre es una especie de enferma obsesiva a la que sólo le preocupa que su hija haga lo que ella considera mejor. También tiene celos por la juventud del retoño ya crecido, debido principalmente al fracaso de su matrimonio.
La sociedad es incluso peor. La envía a un correccional cuando la encuentran viviendo con su primer novio. Una especie de infierno en el que conoce a chicas a las que todo el mundo considera ligeras de cascos. Normalmente son enviadas allí por haber abortado o por tendencias lujuriosas (más de un novio o alguna capullada similar). Cuando ella se enamora de un tipo que la quiere, él por supuesto, también está condicionado por las ideas burguesas y tras unos tiras y aflojas la relación termina bien, lo cual es de agradecer al loco de Bergman, porque lo normal es que la hubiese tirado por un puente o a las vías del tren.
Película optimista a pesar de su deprimente desarrollo y con final de ésos made in Hollywood. Pasas un rato agradable.
En la ciudad portuaria de Göteborg, en Suecia, se aspira ese aroma a mar, a salitre, a algas, a pescado, al combustible de los barcos y, cuando hay marea baja, al lodo sucio del fondo. Y se contempla una perspectiva acuchillada por aquí y por allá por mástiles y por los cascos de diversos tamaños de las embarcaciones amarradas a los muelles.
Y uno de los sonidos más inconfundibles es el de las gaviotas.
En ese hermoso panorama costero, una chica se arroja al agua y es rescatada por un hombre que pasa por ahí.
Berit no quería seguir viviendo.
Su vida ha sido un infierno. Maltratada, siempre asustada, despreciada e infravalorada.
Poniendo en evidencia una sociedad que funciona muy mal, que no condena a unos padres incapaces, crueles y negligentes, pero que sí señala con el dedo a una pobre niña sola y desorientada y le coloca la etiqueta de perdida, de díscola y de puta porque va buscando cariño donde puede, migajas que casi nadie le da.
Entonces conoce a Gösta en un baile, un marinero que está tan solo como ella. Y se abre una nueva puerta para su lastimado espíritu…
El Bergman de los inicios se asemejaba bastante a los realistas italianos como Vittorio de Sica, Luchino Visconti y Roberto Rossellini. Esa misma atmósfera sobria, sutilmente sórdida, ese blanco y negro de una cotidianeidad que no deja mucho lugar a los sueños. Sencillez en los diálogos, dolor, desesperanza, dudas, recuerdos desgraciados, luchas con uno mismo… El sufrimiento de esa chica que tiene muy poco que esperar, y el tormento de ese joven que trata de librarse de sus prejuicios, son como el filo de una navaja muy cortante. Excelsos actores y un elogiable manejo de los ambientes íntimos cargados de tensión, que provocan un gran acercamiento entre el espectador y los personajes.
También hay sitio para pequeñas dosis de alegría, de expansión juvenil y de optimismo, porque este Bergman de los inicios tal vez veía aún las cosas más diáfanas y luminosas de lo que las vería después.
Una historia llena de naturalismo, con una bella fotografía bastante convencional (pero ya insinuándose la evolución posterior), unos personajes repletos de credibilidad, un argumento duro y dulce al mismo tiempo, y una banda sonora al estilo de los dramas románticos clásicos.
Escrita y dirigida por Ingmar Bergman, fue producida por Harald Molander. Se rodó en exteriores de Göteborg y en estudio. Adapta al cine una novela de Olle Ländberg. Se estrenó el 18-XI-1948.
La acción tiene lugar en Göteborg en 1947/48, a lo largo de 12 meses. Narra la historia de la joven Berit (Nine-Christine Jönsson), hija de un matrimonio conflictivo, maltratada psicológica y emocionalmente desde la infancia por la madre (Berta Hall), con problemas de autoestima, que ha vivido en un reformatorio en dos ocasiones. Decidida a suicidarse, encuentra en Gösta (Beng Eklund), el apoyo afectivo que necesita, pero puede perderlo, si le cuenta la verdad de su pasado.
La película, bien construída, evidencia la madurez del joven Bergman. La crítica social, habitual en el realizador, se centra en la inadecuación de los reformatorios públicos, su severidad punitiva y su escasa atención al desarrollo de las habilidades sociales de las internas. Denuncia la cultura puritana predominante en la sociedad y en las instituciones de tutela de menores, para la que la mera denuncia de una relación esporádica extramatrimonial de una menor con un joven es motivo suficiente para internarla en un reformatorio. El drama de la obra se basa en el ambiente de opresión, incomprensión y desafecto que Berit sufre en su casa, en el reformatorio y en el trabajo tutelado que realiza bajo la vigilancia de unas monitoras incompetentes. La relación de afecto y de amor con Gösta sustenta un drama romántico, en el que predominan los destellos de dolor. El componente romántico se ve empequeñecido por el peso del pasado de la muchacha y del presente de la pareja, que deberá resolver el dilema de abandonar el país o afrontar una situación casi insostenible. Se plantea con agudeza el problema de los abortos ilegales y de sus riesgos para la vida en el marco de su prohibición universal. El neorrealismo de Rossellini, de moda en Europa, influyó en el realizador y, de modo especial, en la obra.
La música, puesta al servicio de la acción, contiene fragmentos románticos y líricos, junto a otros inquietantes y dramáticos. La fotografía, de Gunnar Fisher, colaborador de Bergman en los 50, ofrece un excelente reportaje del paisaje y personajes del puerto de Göteborg y desarrolla una narración sombría y desgarradora, próxima al movimiento neorrealista. El guión teje una historia de gran fuerza dramática, que usa el flashback para explicar hechos de la infancia y adolescencia de Berit. La figura de la madre, símbolo de la incomprensión y el autoritarismo, está descrita con maestría. La interpretación de los protagonistas es convincente. La dirección crea una obra valiente, lúcida y crítica, que construye con extraordinaria habilidad narrativa.
Película de gran interés para conocer la primera época de Bergman. Muy útil para constatar la realidad cultural y social de Suecia y Europa en los primeros años de Posguerra y la profundidad de los cambios habidos a partir de los 60.
Berit, una mujer joven, se arroja al mar desde el puerto de Gotemburgo, siendo rápidamente rescatada. Gösta, un hombre próximo a la treintena (que acaba de regresar a su país tras un periplo de ocho años navegando alrededor del mundo) observa con curiosidad la escena. Poco después, sin que ambos se reconozcan, coinciden en un multitudinario baile y el flechazo mutuo es inmediato.
Ingmar Bergman adapta una novela breve de Olle Länsberg cuyo guion escriben entre los dos. Länsberg simultaneaba su trabajo de novelista con el de guionista. Esta es la quinta película que el director sueco dirigió en su vida, y según recoge en su libro de memorias Imágenes le dejó poca huella, se limita a señalar que se trataba de un drama rosselliniano y nada más.
En Ciudad Portuaria se aprecia ya a un Bergman que conoce el oficio, a pesar de que sea tan solo su quinta película como director y que únicamente tuviera 29 años durante su rodaje. Los diversos encuadres, el buen uso del travelling, junto a otros movimientos de cámara, y las composiciones escénicas desvelan que ya estaba al mando un buen director. El hecho de rodar más en exteriores que en otras películas anteriores también supone un tanto a su favor, pues era algo que no se solía hacer en Suecia por entonces, por tradición y porque se ajustaban mucho los presupuestos.
Una interpretación tan plana y hierática del elenco artístico desluce el film, pero, sobre todo, la parte negativa de esta cinta es su guion. Si bien se tocan temas interesantes como una infancia maltratada en el propio hogar paterno, la vida en reformatorios, los celos y el aborto, todo ello queda supeditado a la historia de amor entre los dos protagonistas, convirtiendo todo lo narrado en un tremendo melodrama, elevando su tono cargante a medida que va pasando el metraje y hasta su fin.
Quinta película. Ni que decir tiene que quinta pelea, esta vez en la noche. A un lado el protagonista, GÖSTA, el único que ama y respeta a BERIT -la protagonista- y al otro lado la sociedad representada por tres individuos de poca valía física y moral. Otra vez, el aprendiz BERGMAN de los años 40 nos retrata la asfixia de los corsés morales de la sociedad en la que vive. En su desprecio a los que no tienen nada o lo han perdido todo todo.
Otro comienzo en barco -véase BARCO A LA INDIA- con tentativa suicida en el minuto 1. Otra vez la grave música de viento sobre los créditos. Otra vez el formato 1.37:1. Siguen siendo brillantes las reflexiones en pequeños interiores con piruetas de cámara. La evolución clara en este producto es la influencia de ROSSELLINI en los exteriores industrializados y humeantes de la ciudad portuaria donde transcurre la claustrofobia (exteriores de GÖTEBORG). En el minuto 9 parece observarse un foco durante la retirada de la carga, detalladamente filmada.
La pelea es en verdad la constante de la película. La de BERIT por tener un poquito de libertad. Tras una infancia en un clima familiar adverso, coquetea con aquel que le ofrezca un minimo espacio vital y sufre el continuo acoso de las autoridades sociales, que terminarán con ella en el reformatorio o lo que es peor, de nuevo en la casa de sus padres. BERIT agradece infinito cada mínimo gesto, como el de su jefe ofreciendole otro puesto en la fábrica, el de ver una película (¿cuál será la que ven?) con GÖSTA, o el de compañera en el reformatorio, GERTRUD, cuando se escapaba y conseguía enseres para las chicas. Ésta escena, onírica, con desnudo incluído, es realmente bella y consigue transmitir lo importante de las pequeñas cuotas de libertad en un ambiente hostil.
El protagonista dice tener 29 años, pero el actor BENGT EKLUN sólo tiene 23 cuando interpreta. El que sí tiene 29 años es BERGMAN. Y es que aunque la película se base en una novela de OLLE LÄNSBERG, la escena en que se revela la edad es la única que escribió el propio BERGMAN. No quedó al parecer demasiado contento con el resultado, pero podemos colegir que parte del tormento del protagonista sería el del propio director.