Cinturón rojo
Sinopsis de la película
Aunque Mike Terry (Ejiofor) es el instructor jefe de una academia de lucha, rechaza participar en competiciones profesionales porque las considera un síntoma de debilidad. Todo su interés se centra en adiestrar en el arte de la autodefensa a futuros guardaespaldas, policías y soldados. Su vida cambia por completo el día en que salva de una brutal paliza a Chet Frank (Tim Allen), un famoso actor del cine de acción que lo introduce en su mundo. Pero entonces no tendrá más remedio que afrontar lo que siempre había evitado: participar en un campeonato de lucha.
Detalles de la película
- Titulo Original: Redbelt (Red Belt)
- Año: 2008
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
5.6
43 valoraciones en total
No puedo evitar hacer comparaciones con una película que vi hace poco, La distancia del director Iñaki Dorronsoro (2006) y que a pesar de ser cojonuda, no la han sabido vender o no les ha dado la gana hacerlo.
Hay similitudes, las más claras, la sabiduria, el mensaje, fuera de artilugios y diálogos o escenas que son mejorables.
Ya sabemos que el bien y el mal COEXISTEN, se necesitan. De lo contrario no habría NADA, cero.
Creo que la lucha de Chiwetel Ejiofor es el sacrificio, esfuerzo del ser humano por ser mejor, no caer en el abismo de la desesperación, la ambición desaforada y una entrega en ayudar, en intentar ser un maestro en este camino que él considera acertado.
La renuncia a tus ideales, principios, es una forma de suicidio personal cotidiano, del que ninguno estamos exentos.
La lucha contra un semejante es una forma de debilidad interior, la postración de la inteligencia ante nuestra bestia interior, lo que nos diferencia de una vulgar piedra, la merma del alma, de ser un espíritu analfabeto.
He leido una crítica y estoy de acuerdo en recomendar Ghost Dog de Jim Jarmusch (1998), imprescindible en este género y que trata del valor y el honor, aunque uno pueda ser un ser antisocial, las formas siempre son IMPORTANTES, imprescindibles diría yo.
A todos nos han traicionado alguna vez. Pero, ¿y nosotros? El no hacer nada ante una injusticia, no denunciar un delito, engaño, fraude, etc. ¿en que nos convierte? Cómplices o en zombis, muertos en vida.
Es mejor usar la cabeza, aunque a veces sea para romperle la nariz a un miserable. Es semibroma (en autodefensa siempre, a mi que no me toquen, si puedo evitarlo).
Un saludo a todos los amantes del cine en general.
Un film con este título y una temática que gira alrededor del estilo de lucha jiu-jitsu brasileño, puede dar la idea (equivocada como veremos) que vamos a ver un película del subgénero artes marciales, con espectaculares y coreografiadas peleas a la manera del resto de películas.
Sin embargo, en manos del realizador David Mamet, el film se convierte en realidad en un denso drama que gira entorno a Mike Terry (Chiwetel Ejiofor), un maestro de jiu-jitsu que regenta un modesto gimnasio, y que no está pasando precisamente por un buen momento económico. Sin embargo, trata de salir adelante agarrándose a sus propios principios, y transmitir eso mismo a sus escasos alumnos, con la máxima nunca deja de haber una salida a cualquier situación.
Mamet se aleja de las típicas películas de acción (aunque es cierto que hay algunas escenas de peleas, éstas están despojadas de ornamentos espectaculares y están rodadas con concisión pero sin énfasis), centrándose en los personajes, sobretodo el de Mike Terry, pero sin olvidarse de los que le rodean: su mujer Sondra (Alice Braga), su mejor alumno, el policia Randy (Dylan Flynn), y los turbios Chet (Tim Allen) y Jerry (Joe Mantenga).
Con todo ello, el director coloca Terry en un callejón sin salida, para mostrarnos como a partir de sus propias enseñanzas, encontrará una salida, aferrándose a sus creencias y sobretodo a su honor. Es por ello que el film parece más bien dirigido a la manera contenida de los films de samuráis de oriente (de hecho, en el mismo film se hace la comparación). Mamet nos muestra a un típico perdedor, al que solo le queda su propia dignidad, y a ella se aferra, en un mundo poblado de tiburones, y tramposos. El trasfondo del film es bastante pesimista en general (preside la idea que todo está corrupto en este mundo, por más que el director le ofrezca una salida un tanto inverosímil y forzada a su protagonista), acentúado con ese tono pausado con que nos va narrando la historia.
Quien espere ver un film espectacular con alucinantes peleas y patadas imposibles, saldrá del cine totalmente decepcionado. Sin embargo, aquel que no se haya hecho grandes expectativas, quizás salga de la sala de cine, sino satisfecho, al menos con el convencimiento que ha vista una película sólida, bien dirigida, y correctamente interpretada, y aunque tiene algún que otro defecto, priman más la virtudes, de un producto realizado medios más bien modestos y sin excesivas pretensiones.
No soy yo demasiado fan de David Mamet. Tampoco, por el contrario, podría afirmar que sea detractor de su obra. Simple y llanamente, es un autor que me es indiferente, un creador que, en mi opinión, da una de cal y otras muchas de arena. Centrado en la escritura y, más ocasionalmente, en la dirección, sus películas terminan pasando sin pena ni gloria, desapercibidas en el caudaloso mainstream hollywoociense. De vez en cuando, alguna despunta con mayor fuerza aunque, eso sí, sin abandonar ese carácter minoritario que tiene en general toda su creación. Si Edmond o American Buffalo son dos pequeñas joyas (escasamente rutilantes entre los cegadores destellos de otras grandes firmas), dos piezas maestras de las que se podría afirmar que representan lo mejor de Mamet, otras muchas se pueden aducir como desastres o simples películas del montón, con ramplón espíritu comercial. Con estos precedentes, podréis comprender que no me emocioné al prepararme para ver Redbelt. Podría ser uno de esos esporádicos grandes momentos de su director/escritor o fácilmente pudiera resultar otro tedioso ejercicio de cine, previsible y fiel a los clichés de la industria norteamericana, de los que pueblan su filmografía.
Sin embargo, no es así. Cinturón Rojo es una pequeña gran obra, una película sencilla que narra de manera convincente una historia poco creíble. Y ahí radica su mejor acierto y es donde, según mi criterio, denota su valía: hacer que una historia inverosimil por sí misma, una historia que difícilmente podría ocurrir o parecer siquiera admisible, se nos presente como plausible y nos mantenga atrapados mientras se va tejiendo lentamente. Los personajes nos son cercanos, factibles, definidos y fieles a su idiosincrasia durante todo el metraje. Por otro lado, el mundo de las artes marciales nos es mostrado sin trampa ni cartón, sin grandes saltos ni acrobacias, sin desbocados movimientos a cámara rápida ni vuelos con patadas mortales a cámara lenta. La lucha es simplemente el telón de fondo que arropa a los personajes y sus circunstancias, el ornamento que vincula, acentúa y destaca la fuerza de las diferentes historias que la película nos presenta.
El argumento, centrado en torno al propietario de un gimnasio de artes marciales, nos habla más de la fidelidad a nuestros principios y a nosotros mismos, de la integridad ante la corrupción o de la entereza que hay que tener cuando todo nuestro mundo se derrumba que de lucha y violencia en sí. Es ante todo un guión humano que se desarrolla pausadamente, tomándose el tiempo necesario para madurar y concluir dejándonos con ganas de unos minutos más. Y esto último es más y mejor de lo que de muchas otras supuestamente grandes películas puede decirse.
Redbelt nos devuelve al Mamet creador de historias y perfiles humanos, ese Mamet que periódicamente aflora y da lo mejor de sí, al Mamet de Edmond o la ya mentada American Buffalo. Pese a mis reticencias, debo admitir que es más que recomendable.
Por fin encuentro una película donde los artes marciales no consiste en pegar la patada fácil y espectacular. Donde te muestran un poco de su filosofía y queda reflejada en la personalidad íntegra y honesta del protagonista.
La película a pesar de ser muy interesante… por momentos se hace un pelín lenta con muchas escenas de primeros planos que paran el desarrollo de lo que sucede, al querer dar una sensación reflexiva a la película. La intención es buena pero para mi gusto se pasan un poco.
En cuanto al argumento tiene bastantes giros, algunos son poco creíbles (con la buena intención de dar dramatismo o sorprender en un momento dado al espectador) pero otros en cambio consiguen dar más realismo a la película. A pesar de dar una de cal y otra de arena en este aspecto la película no pierde credibilidad en su conjunto y se disfruta fácilmente de ella.
Y en cuanto la acción… lo siento por los amantes de la patada fácil, aquí la espectacularidad viene dada por el realismo de los movimientos, las llaves, luxaciones, etc.
En definitiva es una película que te deja con un buen sabor de boca en general, ya que da gusto ver cosas nuevas en este género tan trillado.
Un saludo
Ding-Dong. Me aburrió, este austero film, alejado de lo tradicional y de lo cotidiano de este género, que destaca por ser exorbitantemente sosegado, sobrio e irreal.
Ding-Dong. Me aburrió su comienzo, un comienzo lento, donde nos introduce a los personajes y sus situaciones actuales, con un desarrollo parsimonioso, falto de interés y originalidad, y con un desenlace con varios errores argumentales, irreal, alucinante e inverosímil.
Ding-Dong. Me aburrió el tema principal, y es que a través Jiu-Jitsu quiere mostrarnos unos valores personales en este film, pero que decir, que no se lo tragan ni los propios guionistas esta hipocrita y fingida mentira de guión.
Ding-Dong. Me aburrió Ejiofor, me recordó al Seagal de los comienzos, donde la paz interior junto a su superioridad sobre el mundo hacen que nada los pare.
Ding-Dong. Me aburrió Allen, está en decadencia, tanto como actor como en físico.
Ding-Dong. Me aburrió Mamet, no es su género, y lo demuestra, y esta pequeña incursión o experimento le servirá para tomar mayor experiencia futura, nada más.
Ding-Dong. Me aburrió, así que no la recomiendo, a no ser que seas un pirado de las artes marciales, y da igual el argumento, que lo único que te satisface son unas pataditas ensayadas.