Cartas mojadas
Sinopsis de la película

Miles de personas han cruzado el Mediterráneo estos años tratando de alcanzar Europa. Cartas mojadas cuenta, a través de una voz misteriosa desde el fondo del mar, la epopeya más trágica de nuestra historia contemporánea. Siguiendo cartas escritas, de madres a hijos, la voz acompaña al barco de la ONG Open Arms, en su misión más dramática, luchando para salvar a 550 personas del naufragio. Olvidándonos de que se trata de una historia real, la situación empeora cuando la película nos lleva a bordo de un barco de guardacostas libio y nos traslada a uno de los lugares más peligrosos del mundo en Libia, donde se maltrata y esclaviza a seres humanos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cartas mojadas
- Año: 2020
- Duración: 81
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Opinión de la crítica
6.8
36 valoraciones en total
*Luchar por sobrevivir
La crisis de los movimientos migratorios alrededor del mundo es una de las causas más urgentes, que está sucediendo en la actualidad. Paula Palacios arroja mayor luz a este conflicto, que tiene un precio humano desgarrador. A través de Cartas mojadas, sube al espectador a las pateras que salen de distintos países en estados de máxima urgencia, que buscan un futuro mejor, exponiendo sus vidas. Gracias a una construcción realista y alejada de ligereza, se convierte en un golpe de realidad. Escenifica con precisión lo que realmente está sucediendo en el mar y las consecuencias de una sociedad que sigue mirando hacia otro lado. En concreto, expone lo que sucede entre Libia e Italia, las problemáticas que se han ido desarrollando desde 2015 y las principales víctimas de un sistema mejorable. Hay partes en las que el espectador debe asimilar ese reflejo visceral directo.
Se convierte en un documental necesario, por llegar a sitios que no son tan fáciles de acceder y por expresar declaraciones que son difíciles de oír. De esta manera, va desgranando el viaje de estas personas, que no tiene un destino fijo. También se ve la situación en los países donde no son aceptados, junto con sus condiciones alarmantes. La sensibilidad y el respeto con los que Palacios afronta la pérdida, la injusticia… se completan con la participación de equipos, como el Open Arms. Igualmente, obtienen la visión de la guarda costera y de las fuerzas libias. Aunque quiere mantenerse en un espíritu más neutral, es imposible que no termine por ceder la balanza hacia la sensibilización de los inmigrantes. Por ende, señala responsabilidades de lo que ocurre. En consecuencia, al notarse la intención, hay poso reflexivo imprescindible, pero no se clava tanto como otros proyectos de una índole parecida.
*Víctimas del desasosiego
A diferencia de otros documentales, Cartas mojadas ha prescindido de declaraciones directas a cámara y de participaciones explícitas en su trabajo. Por lo que, el espectador se une a la expedición como un observador atento. Así se ve la manera de trabajar de aquellas personas que luchan por salvar las vidas de los refugiados, y evitar que sean olvidados por la tumba del agua que supone el océano. En cierta manera, se focaliza, sobre todo, en el equipo de Open Arms. Es posible que haya una parte del público que sienta que hay una representación demasiado presente sobre esta organización. Mientras que otros pueden verlo como un buen vehículo para ser un punto de unión entre el peligro ante una vida imposible y la esperanza y fe en una nueva etapa, tras ser salvados.
También se hace uso de declaraciones de aquellos que buscan una vida mejor. En algunos casos, no se inmutan ante la presencia de la cámara, pero, en otros, levantan la voz, denunciando lo que están viviendo en sus carnes. Prueba de ello, es la parte que se desarrolla en París, donde varios de ellos sin hablar directamente, expresan y dejan constancia de las razones que les llevan a soportar las circunstancias que les rodean y la ayuda que demandan. No obstante, también hay declaraciones, sin mirar a cámara, como las que se produce en Libia. Dejan la piel de gallina por la crudeza con la que se narran los hechos que expresan en sus palabras. Con lo cual, Palacios ha sabido dar su lugar a estas personajes, que, constantemente, lo buscan en el mundo.
*La solución que no llega
En primer lugar, Cartas mojadas se mueve por una narración realmente dura, donde se da voz a los olvidados, aquellos que pierden la vida en el mar. Gracias a esta decisión, se deja salir la metáfora de las cartas mojadas, término que da nombre al film. A partir de esta visión omnipresente, se direcciona la mirada del espectador, para que no pierda y pueda disgregarse por las diferentes partes que se ven. Aun así, la verdadera baza de la película se halla en la riqueza de las imágenes obtenidas, ya que se palpa el riesgo y el compromiso a la hora de manejar la cámara en ambientes hostiles. Es de valorar que no se haya quedado en un retrato externo, sino que haya ahondado en ir más allá. Ha sabido traer una fotografía social, donde se da mayor importancia a lo que está sucediendo y no tanto la estética.
Como resultado, no se apoya tanto en la propia palabra. La imagen es mucho más imponente. Además, obtiene un realismo impoluto, al escenificar la realidad tal cual se ha recogido. Después, el montaje ha sabido ir hilvanando todas las partes que se van desarrollando. Permite obtener una imagen general de cómo son las distintas perspectivas de la situación, una vez se decide realizar el viaje. Luego, hay algunas secuencias que tienen una dureza, que sobrecoge por el aprendizaje que se extrae de él. Dicho de otra forma, no busca la morbosidad, o el oportunismo emocional, sino que se fortalece por ejercer su trabajo fílmico sobre una base sólida y con una estructura totalmente definida. Por último, el final es golpe hacia el privilegio de poder estar al otro lado de la pantalla y verlo de esa forma externa.
*Conclusión
Cartas mojadas es un grito de auxilio, que llega gracias a mostrar la historia sin aditivos y dando voz directamente a las personas implicadas. Con este retrato certero, Paula Palacios dibuja un retrato realista y sincero, que impacta emocionalmente para remover y reflexionar. La principal baza que tiene el documental es la riqueza de las imágenes recogidas, que llegan envueltas en un montaje cohesionado y accesible. Únicamente, en ocasiones, se busca la sensibilización, y se nota, algo que resta esa fluidez orgánica que hay en el film. A pesar de ello, sigue siendo una película necesaria. Los movimientos migratorios plantan cara sin adornos, siendo un golpe sobre la mesa imprescindible.
Escrito por Diego Da costa
Comenzaré esta crítica de una forma un tanto atípica: describiendo un (bendito) despiste del que jamás me arrepentiré. Ayer era la primera vez que volvía a ir a sala de cine. Una larga espera. Sensación de volverse a encontrar con un viejo amigo cuya relación no ha sido pasto del paso del tiempo. El cine es un mundo lleno de sorpresas, y siendo yo un ser proclive al despisto, me confundí de sala. Un error maravilloso.
¿Por qué digo todo esto? Básicamente, porque al haberme equivocado de sala, he descubierto una película absolutamente NECESARIA. ‘Cartas mojadas’ supone para el espectador una paliza de golpes a bocajarro. Un resumen de aquello que ocurre en uno de los grandes (entre los muchos que hay) dramas humanitarios de nuestra época: la migración y los refugiados.
Paula Palacios logra algo al alcance de sólo aquellos que dominan perfectamente el lenguaje cinematográfico: remover la conciencia del espectador y hacerle reflexionar sobre sí mismo y sobre el mundo que lo rodea. No voy a ser yo quien establezca el grado de compromiso con dicha causa, porque ¿quién establece los criterios y delimita el grado de compromiso? Sin embargo, ‘Cartas mojadas’ te abre los ojos. Se trata de un documental tan directo, crudo y duro que es imposible que al salir de la sala, uno no entienda mejor el detestable mundo en el que vive.
Palacios consigue crear un gran fresco al introducir a todos los agentes implicados en dichos dramas: las ONG, los guardacostas, los migrantes y refugiados, las mafias, y sobre todo, y esto me parece muy interesante, esa mano invisible que parece que mira a otro lado tratando de escurrir el bulto: la sociedad y los estamentos políticos de Europa. Paula Palacios logra filmar esa ausencia presente de una forma tan cruda que llega a doler a uno mismo. ¿Cuántas veces habremos desviado la mirada para querer obviar el problema? ¿Cuántos prejuicios tenemos aún en torno a la cuestión? ¿Comenzaremos a poner solución o seguiremos siendo unos seres fríos y carentes de empatía?
Entiendo que alguno podrá argumentar que lo mejor es que esa gente pueda tener una mejor calidad vida en su lugar de origen, pero cuando sus hogares son el mismísimo infierno…
En términos ya formales, la película juega muy bien a la hora de emplear el montaje y establecer que el viaje/Odisea de los migrantes en busca de una tierra más próspera no termina al poner un pie en Europa. El peligro y la miseria continúan pareciendo no tener fin. Quizás, lo que más me ha disgustado es el posicionamiento que hace Palacios en torno a la cuestión mediante el uso del sonido. En mi opinión recalca la matización de quienes son los buenos y los malos. Sin embargo, también entiendo todo aquel ser humano con un poco de empatía tiene el deber moral y ético de posicionarse.
Por último, me gustaría recalcar la NECESIDAD de que este documental sea visto por todo el mundo, especialmente por las generaciones más jóvenes. Es la única forma de que cada vez exista un mayor compromiso. Es la única forma de que gracias a esos niños, almas todavía puras y incorruptas, en su vida adulta exijan los cambios necesarios para que realmente se demuestre que el ser humano es un ser racional. La palabra todo lo aguanta y hoy en día dicha afirmación resulta falaz en vista de los hechos.
Por lo tanto, ‘Cartas mojadas’ es un excelente documental. Lleno de imágenes que pasarán a formar parte perenne de mi imaginario cinematográfico y, sobre todo, vital. Palacios no aplica ningún filtro. Muestra la situación tal y como es: una desgracia humana. Y sin embargo, lo más duro de todo el filme es esa voz en off de una niña que ¡tiene que pedir disculpas al espectador! Un momento soberbio que remueve toda conciencia.
¡Bendito despiste!