Cars 3
Sinopsis de la película
Sorprendido por una nueva generación de corredores ultrarrápidos, el legendario Rayo McQueen queda relegado repentinamente del deporte que tanto ama. Para retomar su carrera, va a necesitar la ayuda de una joven mecánica de carreras, Cruz Ramírez, que tiene su propio plan para ganar, además de la inspiración del fallecido Fabuloso Hudson Hornet y un par de giros inesperados. ¡Y para probar que el nº95 no está ni mucho menos acabado, el campeón tendrá que poner a prueba su valía en el gran circuito de la Copa Piston!
Detalles de la película
- Titulo Original: Cars 3
- Año: 2017
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
5.9
32 valoraciones en total
Tercera de la saga, esta es sin duda la de mayor carga emocional de las tres,es por esto que la pelicula es mas bien para niños bastante creciditos,la pelicula se deja ver en todo momento aunque creo que ya esta agotado todo el jugo de esta saga.Los recuerdos y homenajes a la primera pelicula estan presentes en.todo momento,en cuanto al antagonista de la pelicula,Jackson Storm solo decir que Francesco Vernulli le daria mil patadas en la pista.JAJJAJAJAJAJAJ
Después de haber acumulado tremendo éxito con películas como ‘Toy Story’, ‘Monsters Inc’ o ‘Buscando a Nemo’, Pixar presentó en 2006 ‘Cars’ como la última película del estudio antes de ser comprado por Disney, película a la que siguió una secuela en 2011, sin duda la de menor encanto de todas las producidas por Pixar.
Ahora en su tercera entrega de la saga, pareciera que Pixar consigue la película definitiva de Rayo McQueen, la más adulta, emotiva y profunda, pero al mismo tiempo la más divertida y entretenida.
McQueen se empieza a ver de a poco relegado por unos nuevos competidores, autos de última generación que con los más modernos implementos tecnológicos consiguen las más altas velocidades, dejando a McQueen en un segundo plano y cada vez más lejos de los reflectores.
Obsesionado por el triunfo, McQueen sufre un aparatoso accidente que lo obliga a retirarse por un tiempo, debiendo regresar a las pistas alentado por sus amigos, pero topándose en su entrenamiento con Cruz Ramírez, su nueva instructora que tiene un programa de entrenamiento con el cual McQueen parece no estar muy de acuerdo.
Esta tercera entrega consigue ser más efectiva desde su temática, el choque generacional que afecta al personaje de McQueen, que lo obliga a replantearse su carrera y su futuro, conflicto que se acrecienta al entrar en acción Cruz Ramírez, un personaje a la altura y que funciona a la perfección para dar el contrapunto necesario a McQuen.
Sin llegar a las alturas de otras películas de Pixar, ‘Cars 3’ logra lo que sus predecesoras no, una película que logra un buen equilibrio que mueve lo mismo a la reflexión que al entretenimiento puro. Y se recomienda llegar temprano a la sala para disfrutar de ‘Lou’, un conmovedor cortometraje que funciona como un perfecto aperitivo.
http://tantocine.com/cars-3-de-brian-fee/
Dejando de lado que Cars se convirtió en una saga no por el éxito de la primera película sino por la abrumadora pegada de su merchandising, y dejando de lado también que en modo alguno la primera entrega es tan mala como mucha gente dice (de hecho, no lo es… simplemente tiene un problema de duración del metraje y de sobreprotagonismo del insufrible Mate, pero en general es una película encantadora y maravillosa), jamás he entendido por qué la gente le tiene tanto asco a esta historia. Bueno, vale, si el problema es Mate sí lo entiendo. Jesús, qué personaje tan insoportable. Qué ganas de que alguien lo despeñe por algún barranco de los que rodean Radiador Springs.
Esa es una de las grandes ventajas de Cars 3 sobre su sosainas predecesora (una cinta sin nada que contar y, encima, hecha a imagen y semejanza… sí, de Mate). La dichosa grúa apenas sale. De hecho, los habitantes de Radiador Springs, incluida Sally, son personajes bastante secundarios. Aquí el foco vuelve al protagonista de la saga, Rayo McQueen, a su nueva amiga Cruz (un personaje encantador) y, sobre todo, a Doc Hudson, cuya presencia es más fuerte que nunca. Esa es la mayor ventaja.Los mejores momentos de la cinta son los que tienen a McQueen honrando la memoria de su mentor y relacionándose con los viejos amigos del Fabuloso Hudson Hornet. Ahí es donde vuelve el tono nostálgico de Cars, que siempre ha tratado precisamente de eso, de la nostalgia por los viejos tiempos y los valores tradicionales de humanidad (aunque sean coches) que se están perdiendo en la sociedad. Y es cierto que esta película es una vuelta a los orígenes, y está llena de referencias a la primera cinta de la trilogía.
Lo demás es lo de siempre. Una animación simplemente extraordinaria, música entretenida, ritmo bueno y, eso sí, otra vez el problema de ritmo de la primera entrega (esta vez no por culpa de Mate, no obstante). Debería ser más corta. El episodio en el rally destructor no es demasiado necesario. Pero con todo y con eso, es una notable película y sobre todo un revulsivo ante la decepción que supuso la segunda parte.
Lo mejor: Su nostalgia y su apuesta por recuperar el tono de la primera parte. Y, sobre todo, lo poco que sale la dichosa grúa.
Lo peor: No termina de encontrar el punto con la duración.
Yo decidiré mi final. Rayo McQueen.
Han pasado ya 11 años desde que Pixar llevó a la gran pantalla las aventuras del coche de carreras Rayo McQueen y compañía y 6 años desde aquella secuela que tuvo una tan pobre acogida. No voy a ser yo el que diga que son obras maestras, pues no las considero tales, pero en mi opinión esta saga de Pixar ha sido siempre muy honesta con lo que prometía: cine de animación infantil de buena calidad. Y con Cars 3 demuestran que siguen haciéndolo tan bien como siempre, sea o no una joya de la animación.
La película nos presenta a un Rayo McQueen en el ocaso de su carrera, viviendo muchos paralelismos con la historia de Doc Hudson que se nos relataba en la primera entrega. En esta difícil situación, Rayo buscará un modo de renovarse y poder competir contra los nuevos pilotos.
Con este sencillo argumento construyen una historia que debe mucho a sagas tan longevas y conocidas como Rocky , con su redención, su búsqueda de uno mismo y del destino, y ese aire de pasar el relevo que aquí está muy bien traído.
Con esto como base, Cars 3 continúa haciendo gala de un buen hacer muy elevado, con ciertas decisiones como:
Devolverle el protagonismo a Rayo. Personalmente disfruté con Cars 2 como lo que es, una película de aventurillas simpática y de gran factura técnica, pero la verdadera secuela de la primera entrega es esta, quedando la segunda como una película derivada sobre las aventuras de Mate de manera similar a Aviones (aunque mucho mejor que esa, todo sea dicho).
Dejar a Mate reducido a la mínima expresión. No es un personaje malo pero en exceso, sobre todo cuando su personaje no es el que se busca desarrollar, puede resultar cargante.
Volver a la historia original, traer a los personajes de la primera entrega y usarlos para transmitir un mensaje. ¡Si incluso las dos camionetas oxidadas que patrocinan a McQueen tienen su razón de ser!
Sobre los demás quiero hablar más en profundidad:
Centrarse, nada de dar tumbos: es la historia de Rayo y todo lo que no sea eso queda en segundo plano, incluyendo al villano de la función, un Jackson Storm que es un antagonista decente con una estética muy bonita y espectacular pero que queda únicamente como detonante de la trama.
A esto ayuda la estructura de viaje por carretera, en la que se nos muestran las debilidades y fuerzas de cada personaje, se ven sitios nuevos y se conocen a otros personajes que hacen bien a la película. Y además, ya era hora de un verdadero viaje por carretera en una película en la que solo hay coches.
Pero el mejor de los aciertos: humanizar a los personajes.
Sobre esto me quiero extender un poco más porque es la vez en la que más empatía sentiremos hacia el simpático coche con el número 95. Su viaje resulta completamente comprensible, incluso adulto en muchos aspectos.
Esa necesidad de superarse, esa incomprensión de qué es lo que falla, ese sentirse desubicado ante tanta nueva tecnología cuando nada puede compararse a una pista de carreras y a las ruedas en contacto con la tierra. Lo cierto es que el personaje de McQueen tiene aquí un desarrollo emocional magnífico, con algunos detalles que muestran el cuidado y el mimo que se le ha dado realmente a este guión y que muchos no querrán apreciar sencillamente porque no es una saga a la altura de obras maestras de la compañía.
Puede que el personaje de Cruz sea algo más sencillo, pero de nuevo sirve para que el personaje principal muestre sus vulnerabilidades. Y de todos modos, aunque sea más sencilla, también es simpática y su presencia está justificada, de modo que no veo problema en ella.
En otros aspectos: la animación es magnífica. El agua, el barro, las pistas, incluso se pueden ver los mínimos daños en los bajos de la carrocería al acabar la primera carrera. Una labor impecable que bien vale un visionado al menos, aunque solo sea por eso. Yo le daré alguno más llegado el día para apreciar mejor los detalles, porque es verdaderamente increíble.
Claro que algo así, siendo Pixar, se da por sentado, pero eso no quita que no deje de maravillarme con cada nueva película que sacan.
Y ahora, lo que da nombre a mi crítica:
La película la vi ayer, sábado, en una sesión a las 18:00 en una sala bastante grande. Todo lleno de críos que hacían ruidos porque eran pequeños y aunque un corto lo aguantan bien y en silencio, una peli de más de hora y media es distinta.
Baste con decir que apenas hubieron momentos de silencio absoluto a lo largo del metraje, pero hubo un instante en que sí: en la última carrera hay un momento concreto que busca la espectacularidad, y a un adulto probablemente le pueda parecer, como a mí entonces, algo excesivo.
Pero a un niño no, y prueba de eso es que todos sin apenas excepción se levantaron y aplaudieron. Montaron un ruido enorme pero oye, me encantó.
En esa sala había muchos niños, para los cuales sería en muchos casos su primera o una de sus primeras experiencias en cine y vieron una película que literalmente les hizo aplaudir. Si eso no hace que alguien aprecie el cine de verdad, no sé que puede hacerlo.
Pixar conoce a su público, y no siempre va a darle películas como Inside out cuando lo que le da la gana hacer es una película con un objetivo claro: agradar a los más pequeños, y en muchos casos, hacer que los adultos acompañantes pasen un rato entretenido con sus hijos, y que los más aficionados compartan esa pasión con ellos. Por películas de este tipo yo mismo cogí desde niño un gran aprecio al cine.
Cars 3 es, por todos estos motivos, una película muy válida que he disfrutado y que está a la altura de la primera entrega y a la altura de Pixar. Porque sí, porque yo la primera la vi joven y esta no me ha defraudado, porque funciona bien como película independiente, porque acerca a muchos niños al cine y les hace experimentar una emoción que para ellos es enorme. Si eso no es buen cine, no sé que lo es.
Creo, desde la propia experiencia, que sentirse viejo no es algo tan inusual como parece, ni necesita esperar a que se tenga determinada edad.
Tan solo basta tratar con niños o adolescentes, bajando la coraza de seguridad que da la madurez, para de repente verse inundado por experiencias que no entiendes, y que por mucho que lo intentes solo puedes aplicar a ti mismo, pensando yo no lo haría así o yo a su edad era diferente .
Se cae así en la trampa de seguir considerándote joven , o en la convicción de que todavía no estás fuera de juego , y piensas que tu fecha de caducidad está todavía muy lejana, lo único que pasa es que antes las cosas eran diferentes, y se solucionaban de otra forma (a tu manera, la buena , piensas).
Pero por dentro, pensándolo bien, te reconcome imaginar que pueda ser cierto algo de lo que dice esa nueva generación, con todas las oportunidades a su favor, y tú en el fondo no seas más que una antigüedad de otra época, agarrándote a una manera de hacer las cosas que ha de cambiar forzosamente, como tú cambiaste la de tus mayores.
De todo eso habla Cars 3 desde su amabilidad animada, camuflándose con carreras y colorines, pero sin dejar de lado sinceridad en lo que cuenta.
Vemos los días de gloria de Rayo McQueen, tan brillantes que podrían ser eternos, y apenas nos damos cuenta de cuando empiezan a adelantarle otros, cuando no ha sido suficientemente rápido, o cuando deja de preocuparle ganar la carrera, y la prensa se encarga de recordarle que eso es lo único para lo que vale.
Supongo que, cuando haces algo durante mucho tiempo, aprendes a tomártelo como un camino que no tienes prisa por recorrer, aunque siempre habrá quien se encargue de recordarte que vivimos en la inmediatez, que debes ser el primero, porque si no… ¿qué otra cosa puedes ser?
A favor de la saga Cars hay que decir que siempre tuvo grabado a fuego que ser el primero nunca significaba ser el mejor, pero no deja de existir esa competencia por ser más rápido, que puede ser la mejor broma entre colegas corredores, pero que fácilmente puede tornarse desagradable mofa entre rivales irrespetuosos.
Rayo McQueen, un buen día, se encuentra rodeado de esa clase de competidores, sin amigos que le alienten y con un ha sido divertido cómo posible nota final de su pasión.
No se necesita mucho para volver la vista atrás y preguntarse qué ha pasado con ese campeón que devoraba los circuitos, con humildad por bandera y sincero entusiasmo por lo suyo.
¿La respuesta?
Ha pasado el tiempo, tan necesario como imparable, que produce achaques y da paso a caras nuevas. Ya hay que tener agallas para hacerlo pasar en una franquicia animada familiar, pero eso no debería sorprendernos de Pixar, que aprovecha esta lógica consecuencia para madurar los temas de la saga y hablar del fracaso como oportunidad de reinvención, nunca de rendición.
Rayo entonces comienza a entrenar ayudado por Cruz Ramírez, con el objetivo de batir al súper-moderno bólido de carreras Jackson Storm, y ahí podría empezar la parte más convencional de la película, con montajes sincopados que registren el espectacular regreso de McQueen.
Pero Pixar no ha tomado la salida fácil desde el inicio, y desde luego se resiste a tomarla más tarde: aunque haya concesiones al público infantil, como el rodeo vaquero en el barro, se va deslizando un particular trasfondo acerca de las oportunidades entre entrenador y entrenado.
Cruz Ramírez no eligió su lugar por vocación, sino porque parecía la única salida que le quedaba, y ahora entrena a un viejo coche al que empujan para renunciar a su pasión.
Dos personajes atrapados en respectivos momentos vitales, que todavía se sienten con más que aportar, pero ambos tienen miedo de no saber hacerlo.
Ante eso, y en una decisión de inesperada valentía, la película grita: libérate. De complejos, de miedos, pero sobre todo de esa propia fecha de caducidad que a veces nosotros mismos nos estampamos y aceptamos.
No existe el final de ninguna pasión, solo el saber adaptarse, pasar el testigo y buscar nuevas maneras de moverse con ella.
Las palabras de Hudson Hornet resuenan más que nunca, porque ahora Rayo McQueen se ha convertido en él, sin que nos diéramos cuenta, y hasta soy capaz de verme yo reflejado en esa sonrisa de suficiencia que le provoca el notar que las nuevas generaciones nunca serán como uno mismo: serán diferentes y, con suerte, mejores.
Durante toda la película se repite no quiero acabar como Doc Hudson cómo una maldición pero, tras saber que las oportunidades nunca se acaban si se sabe donde buscarlas, la pregunta pasa a ser ¿tan malo sería acabar como Doc, felizmente recuperado por su pupilo McQueen? .
La brecha generacional parece que solo existe si no se tiene la voluntad de acortarla, porque el mundo seguirá necesitando maestros que enseñen discípulos, y jóvenes que puedan sentir emoción verdadera de manos de un curtido campeón.
Las pasiones nunca mueren si son compartidas, como tampoco se olvidan quienes tienen la suerte de compartirlas: quizá era esa la mágica conexión que permite a dos generaciones encontrarse, entenderse y apoyarse.
Y nada más bonito que despedirse de Rayo McQueen sabiendo que no se ha dejado frenar por un legado de titulares y copas vacías, sino que pisa a fondo, como siempre ha hecho, hacia un nuevo principio en el que todavía le queda mucho por compartir y ganar.