Capitalismo: Una historia de amor
Sinopsis de la película
El siempre polémico Michael Moore denuncia el sistema capitalista de Wall Street, adoptando un punto de vista que analiza la crisis finaciera mundial y la economía estadounidense en plena transición entre la administración entrante de Barack Obama y la saliente de George W. Bush.
Detalles de la película
- Titulo Original: Capitalism: A Love Story
- Año: 2009
- Duración: 127
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Opinión de la crítica
Película
6.8
25 valoraciones en total
Solo puedo entender a la gente que masacra la figura de Michael Moore de dos maneras: una es que tengan que hacerlo porque la linea editorial e ideología de su medio de comunicación se lo exige. La otra será una cuestión de envidia, de envidia de hacer películas tan entretenidas y asquerosamente divertidas metiendo el dedo en la llaga de todo lo que cuenta.
No es mas egocéntrico que estrellitas de tres al cuarto que inundan el 80 por ciento de infumables películas y es mucho mas creativo con menos medios que directores reverenciados por cierto sector que nunca consigo entender que es lo que han visto y les ha gustado (cuando esa debería ser su función)
Esta película es cojonuda y necesaria, espero que la vea mucha gente.
Sobre Michael Moore pesa últimamente una gran campaña de desprestigio. Se dice que posee una casa de millón de dólares en pleno Manhattan, fruto de las cuantiosas ganancias que le han reportado sus documentales en contra de las desigualdades sociales. Se comentó en el pasado Festival de Venecia, cuando fue a presentar Capitalismo: una historia de amor, que las distribuidoras exigían 2.000 euros a los medios de comunicación para poder entrevistarle. Al realizador de Flint se le juzga con la misma facilidad con la que se mitifica a otros directores de intocable renombre. Y cabría preguntarse por qué, hasta llegar rápidamente a una conclusión: Michael Moore es un personaje incómodo.
Moore es una excepción en el panorama cinematográfico. El único que cuenta con la confianza de un gran estudio para denunciar a políticos, instituciones y otras corporaciones gigantes que, como General Motors, Citibank o Wal Mart, aprovechan los resquicios abiertos por la política para instaurar un capitalismo salvaje, desprovisto de cualquier atisbo de humanidad.
Lo único que podría reprochársele a Moore es su abuso de testimonios lacrimógenos o su tendencia a montar el espectáculo. Sin embargo, hay que entender que es la única manera de hacer digerible para todos los públicos un tema tan poco comercial como la economía basada en el capitalismo. El resto de material es una lúcida recopilación de datos en la que no hay cabida para la invención, puesto que cada uno de ellos viene perfectamente documentado con declaraciones, cifras y nombres. Ni trampa ni cartón.
¿Dónde está entonces la demagogia? Desde luego no en Michael Moore, encargado de sacar a la luz, con mayor o menor acierto, las perversidades del venerado sistema capitalista. Por supuesto, el director nos ofrece una lección sobre demagogia pero no llevándola a cabo en primera persona sino denunciando la degeneración de la democracia a la que ha conducido el libre mercado. Demagogia practicó Bush fomentando el miedo a la crisis en un discurso ante los ciudadanos y demagogia denotaron republicanos y demócratas en el congreso cuando concedieron bajo ese pretexto 700.000 millones de dólares de las arcas públicas a la banca privada. Desde luego, prefiero ver llenos los bolsillos de alguien capaz de abrirnos los ojos que los de multimillonarios directores empeñados en colocarnos una venda en forma de gafas tridimensionales. Para algunos esto será demagogia, puede que de las más baratas, pero conviene distinguir entre aquellas que pretenden ser instructivas y las que simplemente destruyen.
Michael Moore continúa mostrando los abusos de la clase capitalista en Estados Unidos (y en todo el mundo) sobre la gente corriente. Es cierto que esta película resulta más confusa que la anterior ( Sicko ), pero presenta argumentos acerca de cómo son las cosas y como deberían ser en el sistema económico que los americanos no suelen oír.
¿Cómo es posible que el 1% más rico de Estados Unidos llegue a cambiar las leyes comprando lobistas? ¿Cómo es posible que Wall Street especule con aire, se lleve los fondos de pensiones de millones y, encima, el estado tenga que pagar la factura rescatando bancos que han cometido crímenes contra sus clientes?
Son preguntas valientes que, de no ser encaradas, amenazan con poner fin a la democracia que disfrutamos.
Criticar a Michael Moore porque le ha ido bien y gana dinero es banal y autoritario. Es que el hecho de que le haya ido bien le impide criticar el sistema? ¿Son menos válidas sus ideas porque gane dinero con productos que a muchos nos gustan? Merece la pena.
Le van a llover críticas rabiosas por todas partes, pero nadie podrá cuestionar sus críticas.
Capitalismo: una historia de amor , es la tercera película que veo de Michael Moore, de la que más esperaba y la que menos me ha gustado. Le faltan análisis más profundos, más datos y sobretodo una visión más amplia, se queda en el ejemplo y el caso concreto, sin analizarlo como parte de un todo, sinceramente, no creo que analice el sistema.
Esta es una película destinada sobretodo al público americano, y creo que el objetivo central de la película es separar la santísima trinidad americana de Estados Unidos Capitalismo y Dios, nos muestra como antes de Reagan las rentas más altas pagaban hasta un 90% de impuestos, como Roosevelt defendía los derechos de los trabajadores por encima del de las corporaciones y en fin.. que ser anticapitalista no es una traición a EEUU. Por otro lado nos muestra como muchos sacerdotes afirman sin ninguna duda que Jesús no participaría en ese sistema, u otros más osados que dicen que directamente representa el mal, es decir, que quizás a Dios (ese del que hablan en los billetes, en los juramentos a la patria etc.) no le guste tanto el capitalismo como ellos creen. La destrucción de esa trinidad es un punto a favor importante, ya que destruye la idea axiomática de que el capitalismo es el sistema incuestionable sobre el que se ha fundado su país, de que es un concepto casi divino e intemporal… cuando en realidad es sólo la tendencia que se ha ido llevando durante los últimos decenios.
Esta destrucción del mito es necesaria para que la película sea digerible por el público americano, puesto que sin destruir antes esa idea la cinta probablemente sería tachada de comunista y llevada a la hoguera. El problema es que tras esto la película cuenta poco, se echan de menos datos como el increïble aumento de las desigualdades sociales, una explicación sobre cómo los bancos se enriquecieron con las hipotecas impagadas, cómo la corporate class evade impuestos en paraísos fiscales, los mecanismos legales por los que los titulares de una empresa arruinada pueden estar forrados mientras sus trabajadores están en suspensión de pagos etc.
En resumen, vale la pena verla, pero no es ni el reportaje del año ni la crítica feroz y bien argumentada que muchos esperábamos, es una buena película pero el tema reclama algo mejor.
Bueno, pues para situarnos, ya así de primeras, diré que Capitalismo: una historia de amor no es nada más y nada menos que otra MOORADA. Vamos, que a quien le gusten las pelis de Michael, le va a encantar, y a quien no, pues… NO, está claro.
Es más de lo mismo, es decir, Mr. Moore sigue con su tónica mi país es una mierda, no obstante, me encanta y arremete ahora contra el sistema económico por antonomasia: EL CAPITALISMO (música siniestra, por favor). Y teniendo en cuenta que EEUU no sólo es la cuna de este sistema, sino además la más ferviente defensora de su versión más recalcitrante e inhumana, chicha hay, para qué negarlo, para dos horas y lo que haga falta.
A mí, personalmente, me gusta el estilo Moore, qué queréis que os diga, me parece un tipo con mucha gracia. Lo que cuenta me parece muy interesante y la forma en que lo hace no se queda atrás: imágenes de archivo, películas, vídeos caseros, entrevistas plagadas de preguntas ingeniosas… todo ello aderezado con una banda sonora genial y con los comentarios irónicos y las tonterías de turno que se le ocurren a Miguelín. Yo, sinceramente, he disfrutado, me lo he pasado muy bien. Además, si le añadimos el hecho morboso de que, qué curioso, estudio economía… JE. Y, por cierto, tampoco tengo nada que criticarle por este lado, ningún detalle, ningún dato me ha parecido escandalosamente exagerado… creo que la realidad es tal cual, o peor, de lo que Mr. Moore apunta.
En conclusión, que Michael Moore puede ser el hombre más ególatra del mundo, ¿por qué no? Pero su forma de criticar, dejando siempre espacio para el optimismo y el humor, y su manera de explicarlo todo de esa manera tan sencilla y amena opino que tiene mucho mérito.
PD: Y, por cierto, es en estos momentos cuando doy gracias por vivir en la Vieja Europa… YEAH.
PD2: En el spoiler, por si a alguien le interesa, me he aventurado (con toda esa valentía acumulada durante todos estos años de sedentarismo en el mundo desarrollado) a aclarar un poco eso que NADIE ha sido capaz de explicar en la película: ¿Qué narices es un producto derivado?