Camino
Sinopsis de la película
Una aventura emocional en torno a una deslumbrante niña de once años, muy religiosa, que se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son completamente nuevos para ella: enamorarse y morir. Camino es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ella, y que pretenden en vano sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz. Inspirada en la verdadera historia de Alexia González Barros, la hija menor de una familia perteneciente al Opus Dei, que falleció en 1985 a los 14 años de edad, y que actualmente está en proceso de canonización.
Detalles de la película
- Titulo Original: Camino
- Año: 2008
- Duración: 143
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Opinión de la crítica
7.2
61 valoraciones en total
Pertenecer al Opus Dei implica, entre otras muchas cosas, renunciar a ser completamente libre para seguir a rajatabla las indicaciones de un camino predeterminado con premeditación y alevosía. Un camino a recorrer con piloto automático: el de Monseñor Escrivá de Balaguer.
Ese camino es el que reproduce con irreprochable objetividad y sin excesiva acritud Javier Fesser. Un camino anacrónico, retrógrado y fundamentalista, pero real al fin y al cabo. Multitud de personas vinculadas al entramado de la Obra en algún momento de sus vidas podrían corroborar taxativamente mi aserto. Personas que reniegan y abominan de ese traumático pasado. Entre ellas, mi esposa.
No considero, pues, que Fesser se haya cebado desproporcionadamente con el Opus ni que en ningún momento su peli manifieste indicios panfletarios o apologéticos. Insisto en reiterar que su imparcialidad me parece encomiable y que lo que el espectador contempla no es más que un modélico extracto de los principios y el ‘modus vivendi’ de cualquier familia inscrita en dicha secta. Ni más, ni menos. Y si alquien se pica será porque ajos come. Digo yo.
Respecto a aspectos puramente cinematográficos destacaría la exquisita sensibilidad con la que se nos esboza esa historia de amor adolescente, las brillantes interpretaciones del trío protagonista (especialmente esa encantadora niña, Nerea Camacho) y el espléndido planteamiento visual de su joven director. También me ha sorprendido gratamente la presencia de ciertos elementos absolutamente extemporáneos (indumentaria, cámara de Super8, papel moneda en pesetas…) que no hacen más que subrayar con sutileza y acierto el carácter decrépito y caduco de la mentalidad opusiana. Lamentablemente, el dramón hospitalario incluye algunos momentos ñoños que me impiden otorgarle un notable alto. Aún así, recomiendo Camino a todo aquel que quiera conocer algo más de cerca las poderosísimas garras del Opus y sus mecanismos de persuasión y financiación.
Como pasa con todas las grandes películas, mucha gente no comprende ni comprenderá Camino . Y quizá tenga bastante que ver con el momento que vivimos, en el que está tan de moda satanizar todo lo que tiene que ver con la religión, en especial la católica. Por ello, todo lo que signifique tratar los temas religiosos desde una perspectiva laica, poniendo en tela de juicio su valor moral, es percibido por los sectores afines al catolicismo como un ataque directo a su fe. Nada más lejos de la intención de Fesser que criticar a la Iglesia de Benedicto XVI. Aquí el único que sale mal parado es el Opus Dei.
Y es que la susodicha organización tiene tela. Resulta que, por el hecho de nacer, todos somos culpables de un gran pecado, y la única manera de purgarlo y de acercarnos a Dios es mediante el dolor y el sacrificio. Pero sacrificio con mayúsculas, es decir, renunciar a todo lo que nos de el mínimo placer. Como cuando le recomiendan al personaje de Manuela Vellés que deje su costumbre de mirar escaparates para mostrar aún más su amor por Dios. Y es que, como bien se aprecia en esta película, esos extremismos religiosos que tanto hacen por salvar nuestro alma, al final acaban robándonosla. Coincidirán conmigo en que para estar orgulloso del sufrimiento y la inevitable muerte de una niña hay que tener una carencia considerable de alma.
Como ya digo, ni una solo referencia positiva o negativa hacia el catolicismo o la Iglesia, porque no es ese el tema que se trata aquí. La fe es entendida en la película de dos maneras: como única guía posible para lograr la felicidad, o como clavo ardiendo al que agarrarse ante la confusión que produce el simple hecho de vivir. Es inevitable que Fesser muestre su clara afinidad por la segunda opción, pero sigue respetando a quienes eligen la primera. Y de paso, y muy sabiamente, nos dice que la figura de Dios no es la única fe que nos puede hacer afrontar la vida con optimismo. La fe en el amor puede ser todavía más grande, más valiosa. Todo un canto por el amor terrenal, que estamos seguros de que existe, en detrimento del amor divino, que bien podría ser un cuento infantil.
Pero entre tanto dogma, un mensaje que escapa a toda confesión religiosa: el eterno triunfo de la vida sobre la muerte. La muerte es inevitable, y puede llegarnos en cualquier momento. Pero, como bien nos enseña la niña protagonista, ni siquiera ella puede robarnos la alegría de vivir. El ser humano siempre sentirá el impulso de adorar la vida, no la muerte, el sufrimiento y el sacrificio. Y está en nuestra mano el ganarle la partida a la muerte, sólo tenemos que vivir la vida.
Los actores, resumiendo, todos soberbios. Una película para quien vive para vivir y no para morir.
Empiezo diciendo que para mí es una de las películas españolas del año. Obviando el trasfondo moral (del que hablaré después), se podría resumir diciendo que se trata de un drama mágico construido a partir de la trágica historia (real) de una niña miembro del Opus Dei que falleció de cáncer a los 11 años y que actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
Cerca de dos horas y media que se me pasaron volando y con el corazón encogido durante más la mitad del metraje. A destacar la calidad de las interpretaciones, tanto de Nerea Camacho, la niña cuya deslumbrante mirada soporta todo el peso de la historia, del padre cariñoso y comprensivo, pero sobre todo de Carmen Elías, esa madre manipuladora que borda uno de los personajes más odiosos que me viene a la memoria, y al mismo tiempo difíciles de humanizar como ella consigue. Recomiendo llevar kleenex y estar preparado para sufrir, sobre todo si te llega tanto esta sobrecogedora y preciosa historia de amor y muerte como me llegó a mí.
Es difícil hacer una crítica objetiva de una película con una carga moral tan fuerte, y que va directa a la lista de películas controvertidas desde antes de su estreno. Por mucho que Javier Fesser diga que ha intentado hacer una radiografía del Opus Dei está claro que no ha podido ser objetivo (¿el cine de ficción es objetivo? ¿se puede ser objetivo ante las barbaridades?). Está claro que la película ha levantado ampollas en ciertos círculos, y es lógico que rabien al ver que esta película les pone en evidencia al mostrar al mundo sus cerradas costumbres, rituales y mentalidad integrista. Todos hemos oído hablar de ese separatismo radical hombres-mujeres, de sus reuniones semanales, de las aportaciones económicas de sus miembros o de la manipulación del entorno, pero otra cosa muy distinta es verlo en imágenes, y sobre todo verlo como elemento esencial y condicionador de una historia tan tremenda.
Y hablando de ser objetivos, no se puede vapulear la película obviando las indiscutibles cualidades que tiene, como las interpretaciones ya mencionadas, la preciosa Banda Sonora o la precisión y ritmo del guión, ya que por mucho que no se comulgue (nunca mejor dicho) con este punto de vista no debe negársele su calidad, como tampoco se le niega por ejemplo a La ley del silencio de Elia Kazan, esa apología de la delación de discutible fondo moral, pero de indudable calidad.
Por ello, en esta película (como en todas las calificables como controvertidas ), no hay que dejarse orientar por la puntuación global, sino que es aconsejable atender a la puntuación resultante de tus almas gemelas , seguramente más próxima a los gustos de cada uno, porque sería una pena pasar por alto una película tan BONITA (así, en mayúsculas) como ésta.
Creo que hasta el momento ninguna de las cuatro críticas que hay sobre la película es objetiva, sino que obedece al fanatismo y a las creencias de cada uno… incluyo las que la clasifican con un uno y la del diez.
Es una película interesante, que te muestra una realidad que ha existido y existe y está tratada con realismo y respeto. Está basada e inspirada en un hecho real, eso no significa que todo sea verdad, fesser se ha documentado y ha escrito la película que a él le apetece contar desde su perspectiva. Lo hace bien, pero en mi opinión se pierde por el camino, por el camino de los sueños… yo quitaria de la cinta el 90 por ciento de los sueños de la niña, no me gusta como están rodados ni lo que aportan a la película… me sobran, repito que no todos, pero casi…
En cuanto las interpretaciones, Nerea Camacho borda un personaje difícil llenandolo de verdad y realismo, pero para mi la gran estrella de la película es CARMEN ELIAS, compone un monstruo sin ningún tipo de aspaviento, desde la sencillez y la verosimilitud. A medida que se desarrolla la película sus apariciones sobrecogen, desde la nada , transmite terror, casi sin ningún esfuerzo aparente, su mirada te intimida, te asusta, solo piensas en huir y todo lo transmite desde la verdad y la entereza de una actriz que domina lo que hace, madura y con un gran peso y una gran presencia. Todas las interpretaciones están muy ajustadas, pienso que es de lo mejor de la película. Destacar también a la actriz que interpreta a la tía de la niña. Otro monstruo fascinante.
Vale la pena echarle un vistazo para poder opinar. Es una película que abre debate y suscita muchos comentarios.
ya me contareis si os apetece.
La verdad es que quiero ver la película como un grito. Un grito a la vida, a la maravillosa experiencia que es vivir. Ese grandísimo viaje que cada uno llevamos como podemos y, muchas veces y por desgracia, como nos dejan. Nadie debería nunca adoctrinar en el fanatismo a un niño.
Quiero ver que en la película se nos presenta a una niña religiosa, pero con ganas de vivir su propia vida. De cometer sus propios errores, de comerse el mundo, de amar y ser amada, de ser una princesa de cuento y una niña a la vez. Pero todo eso se ve truncado por la figura terrible de su madre y el tremendo lavado de cerebro a la que le somete.
Y, la verdad, mientras veia la película no conseguía sentir pena. Lo que sentía era un tremendo odio por ese fundamentalismo que robaba, poco a poco, la vida de la pequeña. Y nunca nadie debería hacerle algo así a un niño.
Saludos