Buen trabajo
Sinopsis de la película
Un sargento de la Legión Extranjera en Djibouti, África, siente atracción, luego celos y, finalmente, odio por uno de sus soldados más sobresalientes. El enfrentamiento entre los dos hombres se convierte en la única guerra concreta para ellos, sumergidos en el tedio del entrenamiento y los rituales cotidianos de los militares en tiempos de paz. Libre adaptación de la novela Billy Budd , de Herman Melville.
Detalles de la película
- Titulo Original: Beau travail (Good Work)
- Año: 1999
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.9
22 valoraciones en total
Claire Denis, realizadora con la que no había acabado de conectar, compite este año con la muy atractiva High life, y ganó mucho prestigio con el cuarto filme del ciclo: Buen trabajo. El comandante adjunto Galoup (Denis Lavant), que escribe sus memorias desde Marsella, estuvo al cargo de un grupo de jóvenes soldados en los calurosos desiertos de Djibouti. Vigilará de cerca al grupo de jóvenes de bronceados cuerpos haciendo tareas físicas en soleados parajes, y no podrá evitar sentir una fuerte atracción hacia el apuesto Sentain (Grégoire Colin). Una película formalista y narrativamente difusa, una propuesta introspectiva y sugerente, muy radical y directa en la puesta en escena que plantea. Narración de trance, levitante, de narración en off y tintes literarios, de enfoque cuasi ensayístico. Cine de estética, y estética poderosa, erotizado y sensual. Pocos tratad0s formales en cine han sacado tanto partido a cuerpos en forma de hombres. Tensión sexual, deseo y poderío físico. Película a la que, que duda cabe, le falta algo más que redondee, unos personajes matizados o argumento claro que acompañen a sus fascinantes escenarios y sugerente manera de filmarlos, estilizado con demasía pero desde una planificación austera, seca. Forma sobre fondo, sí, pero una forma tan seductora que logra que me reconcilie con Denis tras dos experiencias amargas con su obra, y que espere con expectación lo que ha logrado con Pattinson a sus órdenes.
Supuestamente, Claire Denis es capaz de mostrar un conflicto más allá de los diálogos, pero en su lugar pone a una voz en off qué se encarga de todo.
Es frustrante encontrarse con una fotografía qué dice más que lo que el Drama de la película puede decir. Resulta siempre más sencillo colocar a un narrador con el cuál nos podemos enterar de la emoción del personaje, porque la directora es incapaz de mostrar en acción su conflicto más allá de las miradas entre los protagonistas y que no es más que una salida fácil.
Si quieren ver a un homosexual reprimido, Belleza Americana sabe cómo mostrarlo. Beau Travail no.
La calificación realmente es puro coraje, porque esperaba algo más de la película. Le pondría un 7 si estuviera de buenas.
La soberbia fotografía de los rostros, los cuerpos, el paisaje luminoso de ese puesto fronterizo de la Legión Francesa es suficiente motivo para ver la película, pero si le añadimos la banda sonora con los extractos de la Opera Billy Budd de B.Britten acompañando las escenas de ejercicios gimnásticos. Extractos de Simarik de Tarkán , de Safeway Cart de Neil Young bailados en el club nocturno de Djibouti, y Denis Lavant , tremendo , bailando The Rhythmn of the Nigtht de Corona …..es una suma que hace difícil no moverse en el asiento del cine . Es imposible permanecer impasible ante el desfile de sentimientos y situaciones expresados por esos rostros y los movimientos de sus cuerpos.
No hace falta diálogo, la voz en off del Sargento Galoup (interpretado por Denis Lavant) sus miradas al soldado Sentain (interpretado por Gregorie Colin) acompañado de los silencios del Comandante Forrestier (interpretado por Michel Subor) dice todo, y mucho más de lo que las normas de la decencia permitían decir en aquellos años. La directora Claire Denis expone de manera magistral la tormenta interior, el odio, los celos de los personajes.
Lo mejor de la película es la fotografía de Agnès Godard, abierta a los escenarios naturales llenos de iluminación natural de la costa de Yibuti, ese pequeño país del Cuerno de África, que limita al Norte con Eritrea, al Oeste con Etiopía, al Sudeste con Somalia y al Oeste con el Mar Rojo y Golfo de Adén.
En Yibuti se desarrolla el argumento, de una sección de soldados del ejército francés al mando de un Sargento y Comandante, encargados de la vigilancia de un área de la costa. Allí, en medio de la instrucción militar, el planchado de ropa, los ejercicios gimnásticos, el aburrimiento, etc., se sucedará una relación de respeto-irrespeto entre el sargento y un raso.
Pero lo dicho, el paisaje es lo auténticametne apabullante de la película, lo que sobrecoge y desplaza la historia en sí, que no es precisamente brillante ni tiene el más mínimo interés.
Se agradece el riesgo, siempre. Que la directora francesa haya apostado por un largometraje con muy poco guion es un placer (riesgoso) que se puede dar un reducido grupúsculo de cineastas, principalmente de tendencia cinearte. Por lo general, en este tipo de película, se pretende que la forma hable por el fondo, puesto que las palabras, con referencias abiertas a la posmodernidad, no son la única forma de representación. Ese modo de exposición artística, que es absolutamente respetable y viable, le quita un grado de consistencia, tanto al arte como al argumento. El guion es un aliado de la forma, no un enemigo. Una palabra acompañada de una buena fotografía son un buen maridaje rico en evocaciones e interpretaciones.
Allí, a mi parecer, está la zona por la que flaquea la película. Porque lo demás, al menos en la dirección artística está bastante bien y propone muy claramente los marcadores para acercarse a los análisis e interpretaciones por parte de los espectadores.
Las dualidades, tan propias del estructuralismo, se manifiestan acá con la separación entre lo femenino-masculino y hombre-mujer. El protagonista, interpretado por Denis Lavant, que por cierto debemos agradecer su actuación, sobre todo por la magnífica escena final, pasa por una liberación no deliberada. Todo el mundo disciplinado de lo masculino (si nos remitimos a los esencialismos estructuralistas, para nada atingentes a estos tiempos, al menos en lo que se refiere a cuestión de géneros) se halla representado por militares hombres con cuerpos disciplinados, hecho que Foucault criticaría por servir las energías a un autodisciplinamiento y por un desgaste de energía, que a través de distintos ejercicios, de estiramientos, de fuerza, de resistencia, de agilidad, de rapidez, etc., revelan el absurdo detrás de aquello, les es como un modo de pasar el tiempo. Es más, cada vez que los yibutianos se cruzan con estos soldados franceses no hacen más que expresar una pequeña indiferencia mezclada con un atisbo de interés ante lo absolutamente estéril de sus trabajos.
La directora expone de forma notable ese absurdo masculino: el tiempo perdido en la disciplina, en el choque violento entre los cuerpos cuando ni siquiera hay un enemigo palmario al cual derrotar o enfrentar. Por contraparte se presenta el muy escaso mundo femenino, representado en la disco del pueblo. Allí los cuerpos se muestran distendidos, alegres, relajados, disfrutando. Si bien el protagonista se muestra celoso de uno de sus subalternos, sus muestras más cercanas al cariño se las expresa a su novia nativa, a la que le hace regalos. Es decir, el mundo de la mujer le da sentido a este mundo obsesivo de lo masculino. La escena final es totalmente representativa de lo dicho: Lavant relajándose, ya fuera del servicio, tributando su cuerpo al baile y a los movimientos ya no rígidos, defensivos, al acecho, sino al arte, al movimiento del cuerpo por emociones no masculinas.
En resumen, me parece una buena película, con una gran dirección artística y una impecable actuación de Lavant, no dejo de alucinar con su baile final. De hecho, toda la aridez de la película, metafóricamente como por sus paisajes, se hidrata con el baile final de Lavant. Sin embargo se queda vacía de guion, lo que es una pena. Aún así es un buen trabajo.