Bronce
Sinopsis de la película
En el 2004, Hope Ann Greggory se convirtió en una heroína de América tras ganar la medalla de bronce con el equipo de gimnasia femenino. Hoy, está viviendo en el sótano de su padre en su pueblo natal, varada, medio olvidada y amargada. Atascada en su gloria pasada, Hope es obligada a reconsiderar su vida cuando una joven promesa de la gimnasia quien la adula pone en peligro su estatus de celebridad. ¿Será la mentora de la adorable y esperanzadora protegida, la saboteará o ambas cosas?
Detalles de la película
- Titulo Original: The Bronze
- Año: 2015
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
5.5
65 valoraciones en total
Jajajaja, es tan irreverente que, a veces, hasta te da asquillo.
Creo que no está muy bien valorada pero a mí me parece una buena comedia sin risa facilona. Es una comedia seria, por esto es tan graciosa.
Melissa Rauch y su marido hacen un buen trabajo de guión, la comedia es lo suyo. Divertida y soez, buen trabajo.
Hope Ann Greggory, joven (menos de lo que ella cree) adicta a la laca, deslenguada e irreverente. Eterna adolescente incapaz de asumir su existencia en minúsculas, de comprender que venir al mundo es inscribirse en el tiempo y aceptar sus normas antes de firmar el compromiso perpetuo, de procesar el fracaso con perspectiva constructiva o al menos con positivismo. Una mujer en constante desavenencia con su presente que malvive aferrada a sueños caducos, desconectada de su propia realidad y alejada de todo vínculo afectivo. Hope feliz en el autoengaño del derrotado. Especialista en huir a tiempos pasados, acaba sufriendo de futuro. Víctima temprana de las buenas intenciones y atenciones de un padre mal-educador se convierte inconsciente y automáticamente en verdugo de todo lo demás, cuando tras una lesión a una edad complicada para una gimnasta se ve obligada a poner fin a su prometedora carrera deportiva.
La Hope odiosa y La Hope ingenua conviven en el retrato que The Bronze hace de la villana neurótica, antipática y compulsiva a la que da vida una convincente Melissa Rauch (The Big Bang Theory) que además co-escribe el guión. Una Hope intolerante y cínica, anclada a costumbres adolescentes, decidida a mantener su rutina habitual enfundada en un chandal hortera, obsoleto y escaso de talla, capaz de provocarse orgasmos con el angustioso video del accidente que la engalanó al mismo tiempo con la medalla de heroína nacional y la corona de reina de las arpías… Hope maldiciendo su suerte en el desayuno, en la comida y en la cena, empeñada en joderle la fiesta a todo Cristo y a todo Juan. Presenciando cómo el mundo la olvida lentamente. Aferrada a un fantasma, pero reclamando presencia. Hope buscando culpables a los que perdonar la vida, culpables a los que hacérsela insoportable y culpables a los que chantajear emocionalmente. Hope inflexible, irritante, irritable y frustrada, egocéntrica y autodestructiva, solitaria, insolente e intratable, pero también frágil y desamparada ante un destino que no está exento de cierta ironía porque a menudo los vencidos desconocen que lo están.
Una Hope manipuladora que acaba reconociendo su sadismo, de la misma manera que la Inés imaginada por Sartre (también a él le acusaron de individualista, amoral y egoísta) en Huis Clos se supo maligna en el momento en que fue condenada a vivir eternamente bajo la inquisitiva mirada del otro. Ambas identifican al prójimo como su auténtico calvario -causante nefasto de esa sacudida que un mal día desplazó sus mundos- pero también como parte fundamental de sus correspondientes procesos de autorealización, tomando conciencia de que el ser humano precisa de un semejante para reconocerse a sí mismo ya que la auténtica esencia de las relaciones interpersonales está en el conflicto.
El infierno, decíamos, siempre son los otros.
Es también Hope, una Hope monologuista, la que acapara el conjunto de la narración generando cierto desorden y reiteración en el desarrollo de una historia con más intenciones aventajadas que resultados finales. La insistencia en el humor más mordaz a la hora de construir la tragicomedia (estupendísimos los primeros cinco minutos de la cinta) alejan la crónica desmaduradora de toda sutileza dramática, destemplando la ineludible moraleja encerrada en todo desenlace redentor.
No basta una selección de momentos comunes de lo mejor del género para entrar por la puerta grande en el olimpo de la comedia independiente. No basta acomodarse en la poquedad ni instalarse en la mirada complaciente. No basta una protagonista que domine con soltura la pantalla, el gesto patético del humor amargo y la aspereza del feísmo. Por supuesto no basta con un lenguaje cinematográfico fresco, espontáneo y coloquial. Tampoco con una desternillante secuencia sexual milimétricamente coreografiada y llena de acrobacias si la convertimos en un asunto muy serio, si se utiliza como representación jocosa de una caída en picado o si viene a cargarse la atmósfera misantrópica que tan buen color le estaba proporcionando. No basta. No es suficiente. No lo es en absoluto.
La ópera prima del debutante Bryan Buckley, reconocido director de publicidad hasta The Bronze, estrenada en la jornada inaugural del festival de Sundance de 2015, parte de una excelente presentación de la antiheroína protagonista, de una fotografía costumbrista de los tiempos hipócritas que corren (en ese minúsculo pueblo de Ohio o en el de cualquiera de ustedes), en los que cualquier sinceridad parece cinismo, de una intención transgresora de satirizar conceptos como el éxito, la autocompasión, la amistad o la inteligencia emocional… pero la convencional fórmula empleada en el desarrollo se diluye mucho antes de que queramos, debamos o podamos alegrarnos por la otrora miserable Hope cuando, finalmente -tan finalmente que casi llega con retraso-, se reconcilia con su presente, recuperando esa vida secuestrada por un pasado mal resuelto, gracias al siempre ostentoso e inoportuno, sí, pero también reconstituyente milagro del amor.
Milagros en el infierno. Estamos locos.
La película nos cuenta la historia de Hope Ann Greggory, una ex-gimnasta que se tuvo que retirar por una lesión grave que se hizo el mismo día que consiguió un bronce para el equipo estadounidense de gimnasia artística. No sabe lo que hacer con su vida, y vive del cuento con su padre en un pueblo en el que la idolatran. Todo seguirá así, hasta que le propongan ser la entrenadora de la nueva estrella de la localidad.
Es una comedia muy normal, tiene algunas escenas buenas que hacen reír, pero no llegan a ser carcajadas. Aún así, a mí me ha gustado, es entretenida, no se hace pesada en ningún momento, es agradable y se pasa un buen momento. Es una lástima, ya que es de esos filmes que se olvidan fácilmente.
Sin embargo, ofrece algo que no se trata mucho en el cine: la cara antipática del deporte. Deportistas que son demasiado jóvenes cuando consiguen el éxito y no lo saben digerir, demasiado mimados y protegidos por su familia, por ello inmaduros, y que cuando su carrera acaba, se tienen que reciclar y no todos logran encontrar a que dedicarse, sobre todo si su nivel de vida ha sido muy alto. Y es que no todo es oro lo que reluce, y siempre se nos vende el deportista triunfador en todas las facetas de su vida, y seamos realistas, esos son una minoría. En la película, se ve claramente lo insoportable que se le hace al padre vivir con su hija, amargada y que vive de la gloria de que en su pueblo sigue siendo un ídolo. La interpretación de Melissa Rauch, conocida por ser Bernadette en The Big Bang Theory, es muy buena, transmite perfectamente, está muy metida en su personaje (ella participó en el guion).
Por tanto, es una comedia que hace reír poco, pero entretiene y la historia que se nos cuenta es interesante. Recomiendo verla, como he dicho, se pasa un buen rato y el reparto está a la altura del filme.
http://escenascapitulosyacordes.blogspot.com
Bronce es una comedia menor que funciona desde lo simple de su propuesta, con algunos gags conseguidos y cierto dramatismo falsamente impostado (en tanto en cuanto es una herramienta más para el humor) que encaja a la perfección en el conjunto. Bronce es algo así como una comedia indie sobre el fracaso después del éxito que bascula entre el humor absurdo y lo absurdo del humor. Películas norteamericanas sobre el deporte y la superación hemos visto muchas, pero ninguna tan sarcástica como esta. Una especie de falso biopic sobre el éxito y el fracaso con un buen guion (aunque algo escaso), excelentes actores (en especial una Melissa Rauch que se hace con el control de la película) y buen ritmo. No es una gran película de esas que te emocionen ni te hacen llorar (al estilo Rocky o Carros de fuego), tampoco te mueres de la risa ni saltas de emoción en tu sofá. Es más bien un melodrama con cierta tendencia al humor depresivo que sale bien parado de casi todas las propuestas que hace a lo largo de su metraje.
Ah, y tiene la escena de sexo más divertida y original de los últimos años (solo por esa escena ya vale la pena ver la película).
Alguna gente no madura, solamente envejece…
Eso le pasa a Hope, la protagonista de Bronce. Es una treintañera que en su momento fue una promesa de la gimnasia retirada antes de tiempo que no acaba de asimilar que su momento pasó. Vive con su padre, el cartero del pueblo, al cual no para de sacarle la pasta para pagar sus continuos caprichos… Un día aparece la oportunidad de que Hope vuelva a la gimnasia, esta vez como entrenadora de Maggie Townsend , la cual podría llegar incluso más alto de lo que llegó ella. Hope acepta, pese a sentir que su nueva alumna puede arrebatarle el estatus de estrella local…
En Bronce, Melissa Rauch interpreta a la perfección el papel de Hope. Consentida, impertinente, insoportable, maleducada y sobre todo, deportista frustrada, un juguete roto que dificilmente deje indeferente a nadie.
Particularmente a mí en muchos momentos la historia me parecía mucho más un drama que una comedia, aunque lo cierto es que incluso en momentos duros, había algún detalle que me arrancaba una sonrisa, un humor muy ácido a veces, chistes o comentarios ofensivos, quizá politicamente incorrectos, pero lo cierto es que esta no es una comedia de Ben Stiller o uno de los disparates de los hermanos Farrely. Bronce me gusta por eso, como comedia, no es una comedia boba, y como drama, me parece creíble, muy real.
Por otro lado Bronce muestra la lucha de egos dentro del mundo del deporte.
Recomendable si no buscas humor tipo ocho apellidos vascos o Algo pasa con Mary