Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)
Sinopsis de la película
Un científico descubre en Skull Island un ejemplar muy extraño de mono rata al que acompaña una terrible maldición, según los nativos. El ejemplar es trasladado a Nueva Zelanda para su estudio. Por otra parte, Lionel es un joven que vive con su insoportable madre, que no aprueba la relación que acaba de comenzar con Paquita, la hija del tendero. Cuando los dos enamorados realizan una visita al zoológico, ella les vigila en secreto, y será mordida por el animal encontrado en la isla. Poco a poco, la madre de Lionel se va convirtiendo en una especie de zombie, sedienta de carne, y que convierte en zombie a todo el que ataca.
Detalles de la película
- Titulo Original: Braindead (Dead Alive) aka
- Año: 1992
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
6.7
44 valoraciones en total
Qué días aquellos. Los de Smells like teen spirit y Enter sandman. ¿Os acordáis? Un bebé llamado Los Simpson daba sus primeros pasos, Michael Jordan era el Rey del Mundo, los Ramones seguían todos vivos y tipos como Sam Raimi o Peter Jackson no eran más que dos gamberros callejeros que no sabían distinguir un ordenador de un cortacésped o una motosierra. Cuesta mucho recordarlo, lo sé, pero antes, mucho antes de embarcarse en lujosas y mastodónticas superproducciones a todo software, este entrañable par de cafres andaban sueltos por ahí, riéndose a carcajadas hasta de su propia sombra, arrojando petardos encendidos en los buzones del cine de terror y huyendo después a todo trapo con los celosos guardianes del rigor y la corrección cinematográfica pisándoles enfurecidos los talones.
Pero aunque a ambos les unía su intención de reventar desde dentro las costuras del género mediante la mezcla salvaje de risas y hemoglobina, cada uno tenía su especialidad. A Raimi le dio por sabotear las clásicas historias de malvados y diabólicos espíritus venidos de ultratumba para juguetear con los cuerpos que ocupaban. Jackson, en cambio, prefirió triturar las de muertos vivientes hambrientos de carne humana y sedientos de sangre fresca. Allí donde no llegaba uno, estaba el otro para completarle. Debo reconocer que siento debilidad por Raimi, tal vez porque sé de un buen camarada (polaco, por más señas) que lleva un tiempo luchando, como el gran superhéroe Ash, contra oscuras y malignas fuerzas que tratan en vano de doblegarle, pero si algo hay que reconocerle a Jackson es el empeño que puso ya no en ir más allá de toda norma de buen gusto, sino de cagarse directamente en ellas. No ha habido, que yo sepa, nadie más guarro que él.
Cuesta hacerle entender a alguien que no haya visto este engendro lo cochino, divertido y demencial que puede llegar a ser, cómo va desmadrándose progresivamente desde su convencional excusa inicial hasta la inenarrable bacanal de tripas final, el reguero viscoso y sanguinolento de escenas desacomplejadamente salvajes que deja para el recuerdo: el loco paseo con ese tierno zombie-bebé por el parque o el tronchante kárate a muerte en el cementerio son sólo dos momentos estelares de una peli en la que, si se rasca un poquito, no es difícil captar la nada complaciente y ácida mirada que Jackson arroja sobre una sociedad, la neozelandesa, que se tacha aquí de racista, hipócrita y ultraviolenta.
A pesar de todo lo dicho, debo admitir que sus últimos minutos, los del Gran Túrmix Final, se me hicieron algo largos. Aunque, bien mirado, la culpa seguramente fue mía, por no seguir los consejos de algunos usuarios, que recomendaban, muy sensatamente, ver esta peli de noche y en compañía de unos amigotes y una buena provisión de latas de cerveza. Yo la vi al mediodía, recién llegado del curro, hambriento y con una hamburguesa con tomate delante. Y de postre, natillas. Para que veáis qué burro soy y qué mierda de cinéfilo estoy hecho.
Hablando a modo personal, que a fin de cuentas es como se habla siempre en esto de las críticas, esta es una de las mejores películas de todos los tiempos. Es que no la puedo resistir de lo divertida, simpática, irónica y gamberra que me parece.
Me la descubrieron hace ya cerca de diez años y no sé la de veces que la he visto. Aún así, siempre me parece fresca y fenomenal.
En esencia es un drama romántico más rodado entre unos amiguetes que se quieren reir de todo y de todos.
Lionel ( Lainol según Paquita) es un chico tímido, introvertido que tiene la personalidad recortada ya que está al amparo de las faldas de su madre. Ésta es una mujer absorvente y medio desequilibrada que no permite que Lionel se aleje de su lado y lo mantiene atolondrado recurriendo a chantajes emocionales.
Hasta que un día entra en su vida la joven Paquita. Una chica resplandeciente de vitalidad y alegría que cae rendida a los pies de Lainol. Todo parece ir bien entre los jóvenes hasta que la madre de Lionel decide interponerse. Los sigue hasta el zoo y es agredida por el mono-rata una especie rarísima traida desde no sé dónde. Contrae una enfermedad que la transforma de madre mala a madre zombi.
Lionel tendrá que decidir si seguir cuidadando a su madre o seguir con su vida.
Pues eso, como la vida misma… pero a lo gore. Y ¡ojo! el gore más simpático. Si te gusta este cine, vas a reírte como un loco. Asegurado.
Desde mi punto de vista es una parodia de todo tipo de películas y situaciones. Las voces, la imagen cutre, la música, esas miradas intrigantes…jajaja, ese perro pastor alemán que se llama Fernando (deberían haberle puesto más protagonismo), jajaja. Todo está exagerado al cuadrado o al cubo.
Además hay de todos los temas: pues eso, relación materno-filial, relación de pareja, creencias religiosas, relaciones sociales, la creación de la familia (el cura, la enfermera, el bebé), las herencias y sus disputas… un montón, un montón…
Pues eso a ver sangre y a reír.
No soy amante ni seguidor de películas gore, ni de lejos. No encuentro ni el entretenimiento ni el morbo ni mucho menos la calidad en ellas. Algunas ni las considero películas, solo burdo espectáculo mondo y lirondo hecho por y para degenerados.
De este caos sangriento (por llamarlo así) apenas dos cosas que decir. A saber, que te ríes mucho mucho mucho mucho, pero mucho ¡eh!, y que por una vez en la vida y tal vez la única, la carcajada se antepone al asco.
O sea, que cuanto puedo decir o debería decir, es que esta cinta es mi excepción que confirma mi regla del género gore. Y muy a mi pesar y aun teniendo en cuenta que la narración es totalmente absurda y descontrolada, tengo que admitir que sí, que me ha gustado.
Pocos directores marcan tanto la diferencia por edad entre los cinéfilos. Peter Jackson es uno de ellos. Para los más jóvenes siempre será el director de El señor de los anillos. Para los menos niño/as, el de Braindead.
La traducción que se hizo al castellano del título, por una vez fue, aunque estúpida, muy acertada. Oír que existe una película llamada Tu madre se ha comido a mi perro obliga de inmediato a ir a buscarla ya que por muy refinados que seamos, sí hay una mujer que come perros ajenos eso hay que verlo. Con Braindead cualquier cochinada imaginada se queda pequeña. Es el gore por excelencia, humor, cutrerío, pus, corazones, destripamientos, amputaciones, cajas torácicas… ¡vamos, con lo que viste una buena caja torácica en un gore!. Y sobre todo sangre, mucha sangre.
Cuando se habla de este género de verdad que no hay que buscarle los tres pies al gato. Si se aceptan las comedias románticas, en donde se ridiculiza el sentimiento humano, ¿Por qué no un género que ridiculice el interior físico?.
Yo la recomendaría ver en versión VHS (por su escasa calidad) y en televisor antiguo. Le da ese puntito cutre que tanto bien hace a este pedazo de obra.
Me quedo sin la menor duda con el episodio de las natillas.
¿Francamente? Una aberración. Una salvajada. Una burrada de tres pares de cojones. Pero -qué queréis que os diga- me ha gustado. Y me ha gustado por fresca, osada, extravagante, desmadrada, descomunal, irracional y tremenda. Y no sólo porque Tu madre se ha comido a mi perro simboliza -sin ningún género de dudas- el mayor espectáculo gorexploitation jamás visto en una gran pantalla sino porque ahora mismo tengo la sensación y la certeza de que acabo de ver algo único. Algo inigualable. Algo inimitable. Algo que, definitivamente, nadie más será capaz de repetir por los siglos de los siglos, Amén.
Yo, por lo menos, jamás había visto nada parecido. Ni por lo más remoto. Y basándome en ese alucinante grado de sorpresa, de asombro, de estupefacción, he decidido valorar esta peli. Porque no se trata de caer rendido ante un tipo que se ha limitado a incrementar los niveles de sangre e higadillos hasta límites insospechados. No. Se trata de caer rendido ante un tipo que ha elevado a la enésima potencia las habituales dosis de gore del cine fantástico y de terror de los años setenta y ochenta a través de -ojo al dato- ¡¡¡una comedia!!! Una comedia que -aunque parezca imposible- consigue sublimar su potencial cómico hasta convertir en ligeros e inofensivos gases intestinales los incontrolables espasmos estomacales que cualquier espíritu delicado experimentaría -a todas luces- con el mayor aquelarre hemoglobínico y visceral de todos los tiempos.
Peazo ocho, pues, para una bizarrada que se ha ganado sobradamente su condición de film de culto y que constata además que -en la mayoría de los casos- la juventud, la insolencia y la falta de medios suelen constituir un caldo de cultivo ideal para que obras como ésta consigan pasar -por méritos propios- a los anales del séptimo arte. Y si no que se lo pregunten a Peter Anillos Jackson.