Borgman
Sinopsis de la película
Camiel Borgman llama a la puerta de la casa de una familia burguesa que vive en una apacible zona residencial. ¿Quién es Borgman? ¿Un sueño, un demonio, una alegoría o la encarnación de nuestros miedos?
Detalles de la película
- Titulo Original: Borgman
- Año: 2013
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
6
91 valoraciones en total
És difícil entender y darle un significado a lo que nos narra Alex van Warmerdam en esta película llena de simbolismos a desentrañar. Si nos dejásemos llevar por el más obvio diríamos que estamos ante el sometimiento de la burguesía en manos de las clases más desfavorecidas, esos seres que emergen del subsuelo para alterar el orden establecido. ¿Estamos pues ante una película de marcado carácter comunista? No parece que vaya a ser el caso, pues no hay ni un rasgo positivo, al contrario, en los personajes que vendrían a representar al pueblo llano. ¿Hay que buscar respuestas por tanto en el ámbito de la religión? Por ahí podrían ir los tiros, pues el personaje de Camiel Borgman parece poseer la misma capacidad destructiva y a la vez de atracción que generalmente se otorga a la figura del Diablo. O quizás al fin y al cabo es un poco de todo, aunque lo cierto es que el director holandés parte de una propuesta más que interesante para ir perdiendo fuerza conforme avanza la historia, dejando demasiados cabos sueltos por el camino y alternando momentos de buen cine con otros que bordean el ridículo. Van Warmerdam arriesga y parece sentirse cómodo en su apuesta, pero no puede impedir que el invento se le acabe escapando de las manos. Toda la fuerza que transmite su potente personaje principal se diluye en una trama que, a excepción de algún pequeño momento de agradable tensión, acaba devorada por sus momentos absurdos.
Lo mejor: el personaje de Borgman.
Lo peor: que la película se acabe perdiendo en su propia simbología.
Extraña película que bordea por los límites del surrealismo.
Todo en ella transpira un halo de cierta estupidez impregnada en la mayoría de sus personajes. A pesar de eso jamás llega a traspasar la fatídica línea que separa la incertidumbre con la apatía, puesto que su director se empeña en torearnos una y otra vez con sus absurdas y deslabazadas situaciones más o menos entretenidas pero que ni aportan ni descifran el enigma al que nos aboca.
Supongo que es esta fórmula la que hace que la cinta en cuestión tenga su armario de fans, una fórmula consistente en contar algo sobre nada y cuyo resultado final se traduce en una amalgama sin sentido pero, eso sí, entretenida.
Hay películas mediocres que, inexplicablemente, caen en gracia, tienen su público e incluso algunas logran el calificativo de película de culto . En el terreno de la comedia negra hay sobrados ejemplos de ello, ya que es un género que suele funcionar bastante bien en un determinado tipo de sector gracias a gente válida como Quentin Tarantino, el primer Guy Ritchie y los hermanos Coen. Obviamente, los Coen se encuentran en un nivel superior respecto a los dos primeros, pues dominan indistintamente drama y comedia. Pues bien, hay películas que buscan explotar ese tipo de humor gamberro, parado a veces, incluso a seco, otras estridente. Y en esto nos llega Alex van Warderdam con su premiada Borgman, con un film raro que comienza con un grupo de vagabundos que viven debajo (literalmente) del bosque, huyendo debido a una población enfurecida. La cosa promete, pues la situación se desarrolla con fuerza y algo de humor. El protagonista, un enigma, cae bien. La labor de Jan Bijvoet es espléndida. Y hasta ahí. Esos diez primeros minutos son los mejores de la película, pues se nos es presentada una historia misteriosa con un protagonista del que deseamos conocer más y con un ambiente enrarecido. Los agujeros que Warmerdan deja entrever funcionan. Pero, como digo, eso es lo mejor que puedo decir de Borgman ya que, a partir de ahí, su estructura consiste en encadenar una acción estúpida e inexplicable detrás de otra. Warmerdam juega al surrealismo pero decide olvidarse de las normas por el camino. Es decir, tomar el camino fácil para sorprender a un público impresionable. Y lo triste es que lo consigue. El cine surrealista es anárquico, repleto de objetos incongruentes y locuras por doquier. Buñuel, Fellini, Lynch, Polanski e incluso Welles, se vieron fascinados por este movimiento tan libre y antiestético que permitía una libertad infinita a la hora de crear historias. Pero todos ellos sabían sus normas. Porque lo principal para saltarse las normas es saberlas. Para transgredir debes conocer tu ubicación y de lo que te rodea, porque de otra forma no eres más que un individuo dando palos de ciego, y cuyo acierto no es más que una casualidad. Warmerdam se dedica a recrear y elaborar poco a poco un mundo descontrolado donde reina el caos, donde los personajes circulan libremente sin oposición y donde nadie (y este es el principal impedimento del film) parece molestarse en lo más mínimo por nada. No todos los personajes son deliberadamente absurdos, sino que hay algunos de los que podemos considerar normales para que en su comparación con el resto, las incoherencias sean más pronunciadas. El problema es que estos personajes racionales y corrientes, construidos dramáticamente desde su primera aparición, obvian sistemáticamente este mundo surrealista que no solo les rodea, sino que les afecta de primera mano, de forma directa. Al ignorar cualquier atisbo de irrealidad aún cuando la tienen delante de sus ojos, estos personajes pierden automáticamente su razón de ser y se transforman en torpes herramientas de un director y guionista empeñado en no crearse ningún obstáculo en su camino. Un camino demasiado fácil.
Realmente podría terminar la crítica aquí, porque desde que la película traiciona la idea de base a la que se asocia, no merece casi nada la pena, pero voy a divagar algo más sobre esta joya de Cannes. Valga un ejemplo para explicar mi crítica (no es spoiler). Unos vagabundos contratados como jardineros se dedican a hacer y deshacer lo que les viene en gana en el jardín de la familia protagonista. Pues bien, ningún miembro de dicha familia, ni cuerdos ni no cuerdos, se altera lo más mínimo. Les dejan hacer, como si no pasara absolutamente nada. Puedo entender que haya un par de personajes a los que se les vaya la cabeza y estén drogados o se encuentren bajo el efecto de algún encantamiento. ¿Pero todos? Es una auténtica tomadura de pelo. Como así lo es también una premisa cogida por los pelos cuya construcción dramática deja mucho que desear. Todo sucede porque si, sin justificación, buscando provocar los nervios de los espectadores o la risa fácil con un humor negro digno de Chuck Lorre. Automáticamente pensé en Quentin Dupieux y en Rubber (2010) o Wrong (2012), cuyos argumentos son disparatados pero donde sus películas forman un todo donde los personajes comunes se preguntan que demonios ocurre. Reaccionan de forma natural ante hechos exagerados, intentando buscar una solución ante la confusión de la que son partícipes. El absurdo reina por doquier pero tiene una base ordinaria para, desde ahí, transforman el mundo del protagonista. Lamentablemente, en Borgman nadie se plantea nada y todo es aceptado a las primeras de cambio, por lo que el choque entre lo corriente y lo extraordinario no es mostrado.
Sigo en spoiler sin ser spoiler
@Jlamotta23
Borgman fue galardonada con el premio a la mejor película en el festival de Sitges (2013), relevando a Holly Motors (2012). Ambas son películas extrañas, tienen dobles lecturas y una gran dosis de surrealismo. Sin embargo, Borgman es mucho más accesible y disfrutable.
Esto no quiere decir que sea una obra liviana o de fácil visionado, pero sí que al menos se encuentra conectada por un hilo argumental claro. Su apariencia es sencilla, pero su significado no lo es tanto. Dependiendo del espectador, Borgman será un thriller político que enfrenta a burgueses y clase obrera, una historia de vampiros o una comedia, y las tres hipótesis podrán ser suficientemente argumentadas. Es este uno de los puntos fuertes de la película, su equilibrio entre ambigüedad y explicitud.
De la misma manera, es reseñable la mezcla de lo cotidiano y lo sobrenatural, de lo rutinario y lo onírico, dando un resultado desconcertante, perturbador en muchas ocasiones.
Se ha descrito a Borgman como una obra fría, algo que no creo que sea del todo correcto. Lo que ocurre es que las acciones más brutales, así como las más extraordinarias (entendamos por extraordinario aquello que no es normal) están narradas como si formaran parte de esa cotidianeidad. Lo terrenal y lo sobrenatural se solapa, sin dar más importancia a una de las dos. Es quizá esta normalidad con la que se afronta la historia lo más inquietante.
Es Borgman, por tanto, una película extraña y sugestiva, que desesperará al público que espere respuestas claras. El director y guionista holandés Alex van Warmerdam, quien también se reserva un papel en la película (y otro a su esposa), huye de cualquier explicación oficial, dejando al espectador la reconstrucción de lo que ha visto, y su interpretación final.
Por el camino, humor negro, surrealismo, crítica social, un estilo muy europeo, y unas buenas interpretaciones.
El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
Tras ser premiada en Sitges por el jurado esta película ha conseguido algo mejor que un nuevo galardón en su paso por Cannes: popularidad. Y es que el regreso de Alex van Warmerdam a la gran pantalla no ha dejado indiferente a nadie entre la crítica europea (para bien o para mal) por lo que a continuación me gustaría exponer mis impresiones, que se han dejado pasear por esas dos caras opuestas de la opinión, para demostrar que yo no soy la excepción y también he tenido mis más y mis menos con dicho título.
Al comenzar conoces a los seres del bosque, en apariencia humanos, por los que sientes cierta simpatía al ver las condiciones en las que han de vivir, escapando de un pie dispuesto a aplastarlos. Pero a medida que avanzan los primeros minutos te das cuenta de que esos seres son en realidad bastante inteligentes y que podría haber un doble sentido en esa precipitada fuga de su hogar, haciéndote pensar quién es el depredador de la historia.
No me voy a meter en un mundo de fantasía, sino a intentar hablar con hechos reales de todo aquello que gira la mayor parte del tiempo en torno a lo surrealista. La primera parte nos da un inicio bastante prometedor, durante el cual uno se va enganchando y maravillando con lo que parece ser un juego digno sólo de la mente más retorcida e ingeniosa, que nos obliga a muchos a recordar al director Michael Haneke y su obra ‘Funny Games’ (1997), al menos brevemente hasta que el castillo de naipes empieza a temblar con la brisa de un sinsentido extremo y una serie de trampas que encadenan un deus ex machina tras otro, es como un juego de tensión constante en un ambiente de tranquilidad, algo contradictorio. Que sí, la cinta del director alemán tenía un momento cumbre en cuanto a resolver un punto del guión por necesidad, pero el resto parecía totalmente lógico y la tensión junto al odio creciente era mucho más palpable.
Esto no es culpa ni mucho menos del reparto, diría que los actores cumplen a la perfección con el cometido que tienen, y logran esa atmósfera tan característica durante todo el recorrido. En especial el trabajo de Jan Bijvoet me parece maravilloso, transmitiendo la parsimonia de Camiel sin ningún ápice de duda. Por lo que el fallo estaría en el guión mientras que el resto de la maquinaria funciona bien, es más, pese a mi calificación y crítica recomendaría esta película encarecidamente ya que merece ser estudiada y juzgada desde el lado subjetivo de cada uno.
Es en el segundo acto cuando podemos perder la esperanza o dejarnos llevar por el juego que nos plantea Van Warmerdam, o también optar por ambas cosas. Así nos podemos permitir no decepcionarnos mucho con un final previsible y que al mismo tiempo sabe a poco, y simplemente contemplar el ambiente mientras nos entretenemos con un mundo que parece extraído de la mente de Lewis Carroll.