BoJack Horseman (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2014-2020). 6 temporadas. 77 episodios. En un mundo donde humanos y animales antropomórficos conviven, el protagonista de la serie es el caballo BoJack Horseman (Will Arnett), protagonista de la telecomedia Horsin Around en la década de los 90. Después de años de decadencia y una tormentosa vida personal, BoJack se propone volver al candelero a través de una autobiografía para la que contará con ayuda de una escritora fantasma, Diane Nguyen (Alison Brie). Pero BoJack también tendrá que lidiar con las exigencias de su exnovia y agente, la gata Princess Carolyn, su compañero de piso, Todd Chávez, y su amienemigo Mr. Peanutbutter, un perro labrador que es novio de Diane y triunfó con una sitcom muy similar a Horsin Around .
Detalles de la película
- Titulo Original: BoJack Horseman (TV Series)
- Año: 2014
- Duración: 25
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Opinión de la crítica
8
99 valoraciones en total
He tenido que modificar la nota de esta serie después de terminar la quinta temporada. Yo creo que se lo merecía.
Para empezar BoJack ya no es una serie de animación como cualquier otra, que aunque éstas sigan una trama interna, los capítulos pueden verse salteados sin que te estés perdiendo demasiado. Pero en BoJack no es así, aquí hay que seguir un orden, evolucionar junto con los personajes y la historia, ser partícipe de cómo cambia todo en Holliwoo con el tiempo. Y eso es necesario por la profundidad que le quieren dar a cada personaje, ya que realmente, secundarios, lo que se dice secundarios, no hay muchos, prácticamente todos son parte esencial de la historia. Algo que no podría conseguirse con capítulos donde la trama no avance nada. Me gusta cuando en las series ya se deja ver que sus creadores no tienen ninguna prisa, que quieren tomarse su tiempo para crear su Universo.
No esperéis una comedia llena de chistes fáciles y tramas semi conclusas. Sentaos a verla con calma y queriéndoos empapar bien de los personajes. No es exagerado decir que estamos ante una de las mejores comedias dramáticas que se han hecho nunca. Estad preparados para soltar carcajadas amargas, risas nerviosas, suspiros de alivio, y a llorar.
A llorar mucho, porque esta serie desgarra por dentro. Te agarra fuerte en el interior, te mira a los ojos, saca lo peor de ti, lo que ni siquiera sabías que tenías dentro, te zarandea y te deja en el suelo hecho un guiñapo, temblando. Porque aunque Bojack sea un ser despreciable y un anti héroe, empatizas con él. No sabes muy bien cómo, pero lo haces. Y sientes cómo te rompes un poco por dentro entendiendo a personajes tan destrozados como éste.
Pero sienta bien. De verdad, sienta muy bien.
No es un drama que te ataca a la sensibilidad. Te desgarra de una manera muy bonita…
Antes le tenía puesto un 9. Y sí, un 9 ya es mucho. Es más, para mí un 9 ya está muy cerca de la perfección. Ese puntito de más, el 10 supremo, es siempre algo más subjetivo que tiene que ver con los gustos de cada uno. Puedes reconocer que ha sido perfecta en todo, pero el 10 es ese algo que muchas veces cuesta explicar. BoJack siempre ha estado, para mí, bailando en ese limbo.
Pero después de esta quinta temporada ha quedado claro: BoJack Horseman LO tiene.
Y quiero creer que el tiempo la colocará donde debe estar.
Los primeros capítulos son los de una comedia entretenida, sin más, con personajes carismáticos, prescindibles, o directamente estelares (mención especial para Vincent Adultman). De vez en cuando aparecen insinuaciones de una trama más profunda, pero no llegan a desarrollarse (como la historia de Sarah Lynn, o los flashbacks de la infancia de Bojack), y se tratan desde la perspectiva simple de una comedia animada…o eso parece. Son importantes, sin embargo, porque en ellos se va creando el contexto de todo lo que vendrá después.
Y así, uno va viendo un capítulo tras otro, por pasar el rato y echar unas risas, porque la serie no ofrece mucho más, hasta que en el capítulo 7 recibe la primera puya gratuita. El nudo en el estómago al ver la escena que cierra con Princess Carolyn, la agente de Bojack, no es casualidad, es un aviso. Un aviso de que ésta no es una serie de animación al uso. Es entonces cuando te replanteas qué es lo que estás viendo…
Como muchos otros empecé a ver esta serie pensado que se trataba de una comedia ácida del mundo de Hollywood y de las celebrities…y afortunadamente me equivoqué porque encontré muchísimo más que eso. Olvídense de los Simpson, South Park y demás, esto es otra liga.
Porque críticas mordaces al mencionado mundillo del espectáculo y su impacto mediático no faltan, pero Bojack Horseman es probablemente una de la mejores, sino la mejor, tragicomedia que haya visto en tiempos. Es existencialismo en estado puro.
Gracias en buena parte a la escritura de los personajes que la pueblan. Son maravillosos. Complejos, imperfectos y con reacciones muy humanas. Es inevitable verse reflejado en sus contradicciones, sus dilemas, sus miserias…Y sentir una profunda empatía por ellos, hasta el punto de dejarte roto.
Quién me iría a decir que sentiría la imperiosa necesidad de abrazar a una gata rosa antropomórfica que rompe a llorar en el peor día de su vida o que me asaltarían las lágrimas en el capítulo de Sarah Lynn visitando el planetario.
Pero así es Bojack Horseman. Cuando menos te lo esperas te da una coz donde más duele y te deja con un nudo en la garganta reflexionando sobre lo que acabas de ver.
De todos modos que nadie piense que está exenta de humor porque lo hay también, muchas veces tirando del absurdo y de la crítica más o menos sutil. El hombre niño que es Vincent Adultman, las canciones genéricas de década o el robot sexual de Todd que llega a presidente de una compañía. Hay muchas situaciones parecidas en la serie que seguramente dibujen una sonrisa en la cara del buen entendedor.
Otra virtud a alabar de Bojack Horseman es que nunca busca la complacencia del espectador, busca su complicidad. No lo pone fácil y se arriesga incluso con un capítulo mudo u otro que es un monólogo todo él. Y lo ves, y te absorbe, porque percibes su afilada inteligencia a cada minuto.
Voy a echar de menos a ese hombre caballo o a ese caballo hombre mirándome, o mirando al vacío, mientras el mundo gira tras él. Y también al irreflexivo optimista de Mr. Peanutbutter, las aventuras delirantes de Todd el soñador, a la luchadora y tenaz Princess Carolyn y a la miserable e inteligente Diane.
Cabalgamos juntos hacia la última temporada y estoy encantado de haberos conocido.
Esto es animación para adultos en un sentido bien real. La mayoría de las veces (por no decir todas) el adulto de ciertas animaciones, series mas que nada, es solamente debido a las llamadas malas palabras o a situaciones, chistes, comentarios de cualquier índole respecto al sexo. Pareciera que son las dos únicas cosas intrínsecas de la adultez.
En BoJack Horseman tenemos por un lado una historia muy realista con personajes perfectamente diseñados y con excelentes diálogos. La animación contribuye a la fantasía, ya sea a la sociedad mixta humano-animal donde transcurre o a efectos especiales específicos de la disciplina. Pero el trasfondo, los cimientos donde se sostiene toda la serie, son bien realistas y humanos.
Y por otro lado, tenemos un guión sólido y bien trabajado. Y digo UN guión, porque las, hasta ahora, dos temporadas están trabajadas como un todo, y con mucho sentido de la narración. Se percibe desde el primer capítulo hasta el último el arco argumental sobre el que no solo se suceden los hechos, si no también las transformaciones, las diferentes evoluciones de los personajes.
A la vez de existir esto mismo dentro de cada capítulo. Hay varios de ellos que podrían ser considerados como cortometrajes.
Y ojo, acá el mérito también. Que no solo respeta al espectador con este trabajo, si no que a la vez es una serie moderna, graciosa, muy entretenida y llevadera. Y no teme tampoco transitar muchas veces el humor absurdo. Porque tal vez todo lo primero que señalé suena muy formal y serio pero lo cierto es que es una comedia muy fresca y atrevida.
Pero sin ninguna duda, al apoyarse en todo el trabajo mencionado, se hace no solo mas inteligente, si no también mas duradera. A diferencia de todos los productos actuales de usar-tirar, los capítulos de BoJack Horseman pueden verse varias veces que se vuelven a disfrutar, hasta se descubren nuevas cosas en cada visionado.
A destacar también el buen manejo del drama. Porque toda la comedia que ponen los personajes, está apoyada en una historia con bastantes tintes dramáticos. Es difícil mantener ese equilibrio, sin hacerse demasiado dramática ni tampoco que la comedia menosprecie la historia en busca de los chistes fáciles.
Sin comparar, porque siempre es inútil, no veía todas estas características en una animación desde las primeras temporadas de Los Simpsons. Repito, las primeras.
En aspectos técnicos, de animación soy bastante ignorante. Pero en lo que es dirección, se nota también la planificación de los capítulos. El buen uso de los recursos cinematográficos reales que, claro, en la animación es totalmente distinto, pero contribuye a darle un toque de calidad. Como cierto plano secuencia bastante largo a modo de introducción de un capítulo.
En fin, grata sorpresa porque nos vamos acostumbrando cada vez mas a que estos trabajos que hay que tomarse se pasen por alto buscando el efecto inmediato y después a otra cosa. Me parece que BoJack Horseman está concebida desde otro lugar, a pesar de ser algo muy producido y financiado y de pertenecer a algo tan masivo como Netflix, creo que se pone en primer lugar la calidad en todo momento, y la consistencia.
BoJack Horseman va sobre un caballo antropomórfico (un tremendo Will Arnett) que protagonizó una rancia sitcom en los noventa, pero que a día de hoy se ha convertido en un juguete roto de la industria que se pasa el día emborrachándose en su mansión y torturando psicológicamente a Todd (Aaron Paul haciendo de Jesse Pinkman otra vez, pero en versión animada), su compañero de piso. En un intento de volver a ser relevante, se compromete a escribir un libro de sus memorias con la ayuda de Diane (Alison Brie), una escritora apócrifa a la que dictará toda su vida y por la que no tardará en tener sentimientos que van más allá de lo estrictamente profesional.
Reconozco que cuando me enfrenté por primera vez a esta serie, lo único que esperaba era echarme unas risas durante veinte minutos, sin comerme demasiado la cabeza. Y durante los cinco primeros capítulos es, más o menos, lo que BoJack Horseman nos ofrece: una comedia ácida que alterna sutil ironía ingeniosa con chistes más de trazo grueso parodiando el star system hollywoodiense, representado aquí básicamente como una especie de zoológico en el que humanos y animales de todo tipo conviven.
Esto último crea un universo cuyas reglas no terminan de ser demasiado claras pero que dan pie a cientos de chistes y juegos de palabras (la atención al detalle es enorme, la serie se merece un segundo visionado sólo para intentar captar todos los chistes que ocurren en segundo plano) que funcionarán mejor o peor según la tolerancia hacia el humor absurdo del espectador.
En realidad al principio el tono no deja de ser muy parecido al de series como Padre de Familia —cutaways incluidos— o American Dad (por las que no tengo nada en contra, ojo), pero de vez en cuando aflora cierta pochedumbre que obliga a replantearse si lo que nos están contando tiene tanta gracia como parece.
Y llegados a cierto punto, te das cuenta de que no.
Porque los siguientes seis episodios de los doce que conforman la primera temporada carecen de piedad alguna sobre el espectador. El humor sigue presente, y sin reducir un ápice su mala hostia y sentido del absurdo —de ahí la irrupción de personajazos robaescenas como Vicent Adultman, que elevan la comicidad hasta límites insospechados—, pero pasa a un segundo plano en pos de un estudio sorprendentemente serio y sin concesiones sobre cómo funciona la depresión.
La depresión es un tema espinoso en el que rara vez he visto adentrarse a una película o serie de televisión, por no decir que prácticamente ninguna. Y me parece algo perfectamente normal. Porque es difícil. No es cinematográfico. No es entretenido. Retratar a una persona con depresión puede ser frustrante y reiterativo, por eso en la ficción suele representarse mediante la elipsis. Rara vez vemos a un personaje cuando está jodido de verdad, sino que nos saltamos ese momento y pasamos directamente a cuando empieza a recuperarse.
Por eso, centrarse en un personaje que está a años luz de la recuperación (y, de paso, de la redención) es un reto muy complicado, y más en una comedia animada protagonizada por animales, pero BoJack Horseman consigue salir airosa y sin despeinarse apenas. Y lo consigue porque tiene la virtud de saber alternar perfectamente la seriedad con la distancia irónica cuando la situación lo requiere.
Aquí tengo que reconocer una cosa: si de un tiempo a esta parte alguien me llega a decir que terminaría llorando a lágrima viva con una serie protagonizada por Will Arnett (una de las personas más divertidas del mundo) me costaría creérmelo. Pero es que ya, si encima ese alguien me dice que en dicha serie a quien está interpretando Arnett es a un caballo de dibujos animados, lo más posible es que le mandara a tomar por culo directamente.
Y no me quedaría más remedio que tragarme mis palabras ante escenas tan devastadoras y sinceras como la que cierra el onceavo episodio de esta primera tanda de capítulos. Es imposible no derramar alguna que otra lágrima. Es imposible no quedarse con un mal cuerpo increíble. Siempre y cuando tengáis alma, claro.
(Sigo en spoiler, sin ser spoiler)