Blackmail Is My Life
Sinopsis de la película
Historia acerca de un cuarteto de jóvenes temerarios que encuentran en el chantaje la manera perfecta para enriquecerse durante el florecimiento económico que vive el Japón de la posguerra y del cual se han visto excluidos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kyokatsu koso Waga Jinsei (Blackmail Is My Life)
- Año: 1968
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.6
49 valoraciones en total
Finales de los 60. Es la era del crecimiento económico, de la prosperidad, ya no hay guerras ni pobreza y la crisis es sólo un mal recuerdo del pasado.
Tokyo es el ejemplo perfecto. Pero como en toda inmensa urbe que se precie, yace soterrado un submundo que se rige por la ley de la sangre, la codicia y la corrupción…
En ese microcosmos oculto bajo los enormes rascacielos y neones existirá una eterna guerra que no da signos de acabar ni de cambiar: la del crimen. De este modo, Kinji Fukasaku tampoco cambia de hábitos y vuelve a pasearse por las sucias calles de la ciudad, los clubs de mala muerte y las abandonadas bahías, en cuyas ponzoñosas aguas flotan los hombres al igual que las ratas, ciertamente, y es algo que sabrá el fan medio del director (no aquél que sólo le considera responsable de Battle Royale o Tora! Tora! Tora! , por supuesto), el tipo de universo que siempre ha estado presente en su obra.
En 1.968 éste andaba muy ocupado: tras realizar la nueva versión del Kurotokage de Edogawa Rampo y antes de embarcarse en su primer proyecto internacional de ciencia-ficción, The Green Slime , decidió adaptar otra novela. Esta vez sería Kyokatsu koso Waga Jinsei , trabajo del especialista en género criminal Shinji Fujiwara, autor con muchas de sus obras llevadas a la gran pantalla (como Endless Desire , Aru Koroshiya o La Colt es mi Pasaporte ), además de esto, el director tomó inspiración de 893 Gurentai , donde vio a Hiroki Matsukata y para quien escribió expresamente el papel protagonista en su nuevo film.
El actor interpreta en esta ocasión a Shun Muraki, que aparece ante nosotros como un desgraciado de vida deambulatoria harto de ponerse a las órdenes de otros, y de desempeñar mediocres empleos en un mundo donde los corruptos y poderosos siempre ganan y los pobres como él siempre pierden, dispuesto a cumplir su mayor objetivo: hacerse rico, lo cual pretende cumplir junto a sus tres amigos y socios: Seki, un antiguo yakuza, Neguchi, un boxeador fracasado, y la joven rebelde Otoki. Cuatro despojos de la sociedad dedicados al antiguo arte del chantaje, una profesión tan lucrativa como arriesgada.
Desde el mismísimo principio, Fukasaku inicia su fábula de perdedores natos y esperanzas imposibles de alcanzar desde la crítica más ácida e irreverente, con una secuencia de apertura donde se nos presenta la próspera era de los 60 en su máximo esplendor: un país marcado por una historia oscura, convulsa y violenta (los créditos vendrán acompañados de imágenes de guerra y otros conflictos) que ha resurgido de sus cenizas transformándose en un gigante capitalista a imagen y semejanza del imperio americano (heredando su modo de vida). Pero, tal como señala el protagonista, cuanto más bonito se ve el exterior, más repugnante es el interior .
Blackmail is my Life sigue las aventuras de los cuatro amigos por los ambientes más duros y peligrosos de Tokyo desde la optimista y descarada perspectiva de Shun, cuya máxima es disfrutar el presente (sin embargo no será capaz de librarse de su problemático pasado, el cual le perseguirá por siempre), el director vuelve a plantear así el estereotipo de los antihéroes de su cine, espíritus errantes en un mundo podrido hasta el tuétano (hombres de negocios, periodistas, altos cargos políticos…todos están metidos en el mismo saco) conducidos por el azar de los acontecimientos y las sádicas relaciones humanas a los que únicamente aguarda un amargo destino: el sufrimiento o la muerte.
Fukasaku agarra su cámara como un puñado de papel de lija dispuesto a escarbar hasta en lo más profundo de las entrañas de la sociedad y ofrece un retrato descarnado y mordaz de lo que es la vida criminal y callejera, entre tanto, el film hereda el espíritu anárquico de la nouvelle vague (en especial de Godard), y cada una de sus imágenes exudan la más pura esencia de la novela negra clásica, al tiempo que se influencia de la estética colorista y cool de Seijun Suzuki (la música de Tokyo Drifter , que aquél realizara poco antes, es silbada por Otoki) y la sordidez de Masuda y Masumura.
De lo único que adolece es de no contener una estructura demasiado coherente ni centrada, empieza desde la simple caricaturización del cine de gangsters y gira, sin abandonar su humor negro, al drama y la intriga (a raíz de la muerte del padre de Neguchi), presentando tres actos bien diferenciados, cada uno con un hilo argumental propio. En el reparto, encabezado por un sensacional Matsukata, sobresale la presencia de los carismáticos Hideo Murota, Tomomi Sato, Tetsuro Tamba, Yoko Mihara, Shigeru Amachi y Kenjiro Ishiyama.
Aun sin un grandilocuente despliegue técnico lo mejor es sin duda la vitalidad y fuerza del director, quien, persiguiendo siempre el realismo, no sólo filma de forma vertiginosa, acorde al endiablado y feroz ritmo de la historia y a la tan agitada y melancólica existencia de sus personajes (muchas escenas, como el impactante final, están grabadas en escenarios auténticos, entre la multitud de la ciudad), sino que basará toda la trama de Shinzo Mizuno en los sucios negocios del político Kakuei Tanaka, ministro de finanzas del país.
Influencia seminal (tanto consciente como inconscientemente) para futuros cineastas como Miike, Kitano, Tarantino, John Woo o Guy Ritchie, Blackmail is my Life confirma el talento y pericia de Fukasaku para el cine negro más directo, divertido, trepidante y violento, destacando poco después como uno de los maestros de dicho género (y más tras su emblemática saga de las Batallas sin Honor ni Humanidad ).
Magnética, bizarra y tremendamente crítica, una rareza repleta de freaks con mentecatos aprovechados y desesperados al mismo tiempo, a su vez, rematada con un poderoso y lúcido final a pesar de contar con escasos recursos.